viernes, 22 de octubre de 2021

0. Resumen de una teoría exocultural

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En este trabajo hemos revisado el modo como la tecnología puede originarse y establecerse en el cosmos. Para ello recorrimos diez aspectos diferentes del problema:

  1. ¿Hay vida en el espacio? [1.1] ¿Qué han dicho los demás [1.2] y qué haremos nosotros? [1.3]
  2. Nuestro crecimiento poblacional y tecnológico se está acelerando abruptamente. [2.1][2.2][2.3]
  3. La aceleración de crecimiento es común a toda especie que esté desarrollando tecnología y lleva a un choque entre su civilización y su medio ambiente. [3.1][3.2]
  4. ¿Cómo deben ser los individuos necesarios para atravesar el choque? [4.1][4.2][4.3]
  5. ¿Son posibles los individuos necesarios? [5.1][5.2][5.3][5.4]
  6. ¿Cómo son las civilizaciones que atraviesan el choque? [6.1][6.2]
  7. ¿Qué rastros pueden dejar y como pueden buscarse? [7]
  8. ¿Qué ocurre cuando las civilizaciones que atravesaron el choque comienzan a conocerse entre ellas? [8]
  9. Existen huellas en los textos bíblicos de que la cultura humana fue intervenida por inteligencias no humanas para informar del choque y describir el comportamiento necesario para superarlo. [9.1][9.2][9.3]
  10. ¿Cómo es el universo si contiene formas estables de tecnología? [10]

Todo podría ser una especulación hasta que el capítulo 9 sugiere fuertemente que nada es una especulación. Dado el formato de blog, el capítulo 10 comienza con un apretado resumen de lo anterior.

A continuación vertemos una idea general de la teoría y enlazamos la entrada donde cada tema fue tratado en detalle.


1. Planteo

Hay muchos mundos en la Vía Láctea, todos están gobernados por las mismas leyes  que aquí generaron una especie tecnológica. Sospechamos entonces que la tecnología es un fenómeno general y no solo terrestre. [1.1]

En [1.2] revisamos algunas posturas previas frente a este planteo. La ecuación de Drake afirma que la cantidad de civilizaciones comunicativas en nuestra galaxia se puede calcular como producto de otros factores más simples; el instituto SETI busca mensajes inteligentes en cierta frecuencia esperada; la escala de Kardashev clasifica a las supuestas civilizaciones según la energía que consumen; la paradoja de Fermi plantea el contraste entre los cálculos, que sugieren muchas civilizaciones  y la absoluta ausencia de evidencias al respecto; la Teoría del Gran Filtro afirma que esa ausencia de evidencias se debe a que hay muy pocas civilizaciones tecnológicas allí afuera porque alguna de las etapas evolutivas que debieron atravesar ha eliminado a la inmensa mayoría de los candidatos.

En [1.3] observamos que en el viaje hacia la tecnología pueden existir tres escenarios: Los mundos inertes, que estudian los astrónomos, los mundos con vida, que estudian los astrobiólogos y las civilizaciones con cultura, donde la tecnología puede desarrollarse. Esta clasificación respeta tres categorías de fenómenos: química inerte; evolución genética y evolución cultural. La exocultura es el estudio de la posible cultura extraterrestre.  

2. La aceleración de crecimiento

En [2.1] mostramos que nuestra civilización actual está experimentado una abrupta aceleración de crecimiento donde la tecnología y la población se han disparado de manera explosiva en unos cuantos siglos. Las razones de ese estallido se basan en dos atributos de nuestra especie: la capacidad de producir tecnología y la capacidad de transmitirla a la generación siguiente. El mecanismo es simple: un grupo inventa alguna cosa, le transmite la  idea a la generación siguiente, esta toma los avances de la anterior y crea cosas nuevas acumulando soluciones tecnológicas generación tras generación. En algún momento la tecnología acumulada es suficiente para incrementar la vida media de las personas y como consecuencia la población se incrementa. Pero más personas generan más innovaciones y el ritmo de crecimiento tecnológico se acelera a su vez. Nace una interrelación entre la tecnología y la población donde el aumento de cada una fuerza el incremento de la otra iniciando el período acelerado.

Como las razones son típicas, cualquier especie que acumule tecnología vivirá un crecimiento acelerado a partir de cierto momento de su historia. 

El crecimiento tecnológico continua hasta que la tecnología se torna potencialmente autodestructiva.

En [2.2] observamos que cuando la tecnología crece se incrementa el confort con que puede vivir la población, pero aumenta también la probabilidad de extinción de su civilización. La forma más visible como puede extinguirse la humanidad es mediante la utilización masiva de armas nucleares.  Convivir con la capacidad de fabricarlas es convivir con una tecnología potencialmente autodestructiva.

En [2.3] vemos que que el potencial destructivo humano vá mas allá de las armas nucleares y que las simples prácticas productivas están alterando el mundo. El crecimiento acelerado está en las inmediaciones de un choque gigantesco que se expresa en un incipiente y peligroso cambio climático y en la reducción de la biodiversidad. El algoritmo de cálculo de la huella ecológica muestra que estamos en déficit y los especialistas prueban que las alteraciones calculadas ya producen consecuencias apreciables.


3. La inestabilidad típica

Si todas las especies que acumulan tecnología experimentan una aceleración de crecimiento en algún momento de su historia, si todas las aceleraciones terminan en un choque con el medioambiente y todos los choques condicionan la supervivencia de las civilizaciones, entonces estamos ante un choque común en la evolución de la tecnología en el universo. Llamamos a ese período "inestabilidad típica". La inestabilidad se inicia cuando la tecnología se torna potencialmente autodestructiva y puede terminar de dos maneras: o bien la especie se adapta a su tecnología o bien la civilización se extingue.

En [3.1] hemos definido la inestabilidad típica con detalle. Es importante visualizarla como un filtro por el que deben pasar todas la civilizaciones cuando su tecnología se torna autodestructiva. La selección es natural: las civilizaciones que logran convivir con una tecnología autodestructiva subsisten, se hacen estables y siguen desarrollando conocimiento; las civilizaciones que no se adaptan experimentan un retroceso evolutivo que extingue su capacidad de acumular degradaciones.

El retroceso evolutivo depende de la gravedad del colapso. Si la civilización se extingue péro la especie inteligente sobrevive, puede experimentar otra inestabilidad típica en algún momento futuro. Si la especie se extingue, todo dependerá de que la evolución genética pueda construir otra especie tecnológica que pueda iniciar el proceso.

En [3.2] vimos que las civilizaciones cuya tecnología se vuelve autodestructiva acumulan problemas también típicos, asociados al crecimiento acelerado. Hemos hallado tres de estos problemas: a) la tecnología nuclear y su utilización para resolver diferencias entre pueblos y naciones mediante armas nucleares; b) el déficit ecológico consistente en utilizar más recursos de los que el mundo puede generar sin alterarse y c) la desorganización que se genera cuando la tecnología irrumpe aceleradamente en el mercado laboral. 

 

4. Los individuos necesarios

El comportamiento de una civilización es una consecuencia del comportamiento de los individuos y por lo tanto atravesar la inestabilidad típica depende de los individuos [4.1]. Para ello no basta con organizarlos de distinta manera, es necesario además que la naturaleza de los individuos sea de cierta forma. Esa naturaleza necesaria puede caracterizarse en una serie de atributos individuales. La inteligencia es uno de ellos; pero la inteligencia necesaria para desembocar en una tecnología autodestructiva es la misma que se necesita para atravesar la inestabilidad con éxito.

En [4.2] detectamos que el altruismo sí es un atributo definitorio y revisamos su papel para resolver el problema de la irrupción de la tecnología nuclear y el déficit ecológico. Existe un mínimo altruismo a partir del cual esto es posible.

En [4.3] hicimos lo mismo con el problema de los modelos de organización. Allí vimos que cuando la tecnología crece abruptamente, las capacidades laborales de las personas ya no pueden adaptarse al mismo ritmo. La tecnología desplaza a los individuos que no se pueden adaptar, lo que ocurre a edades cada vez más tempranas.  Si la tecnología realiza cada vez más trabajos y con más eficiencia, llegará un momento en que hará todo lo que las personas necesitan para vivir. Pero en un sistema que relaciona el trabajo con la supervivencia, esas personas podrían morir por no tener trabajo. Para que los individuos puedan acceder a bienes y servicios sin trabajar a cambio, es necesario que acepten una distribución igualitaria. La capacidad de aceptarla depende de la naturaleza de las personas. Es necesario que las personas sean altruistas. El individualismo seguirá creyendo en las bondades del mérito soslayando la desigualdad y no advertirá que un abrupto incremento tecnológico necesariamente aumentará esa desigualdad hasta hacerla insostenible.

Tanto para resolver el déficit ecológico como para controlar tecnología nuclear y ordenarse en un escenario de crecimiento acelerado es necesario que la especie sea mínimamente altruista. Ese altruismo mínimo es universal, el mismo para todas las civilizaciones tecnológicas que atraviesan la inestabilidad típica.

La inestabilidad típica es pues un filtro de altruismo: El universo puede contener tecnologías poderosas solo si las especies que las desarrollan son altruistas en cierto mínimo grado.


5. Los individuos posibles

Aquí nos preguntamos si estos individuos necesarios serán posibles, si el universo puede construir especies tecnológicas suficientemente altruistas para atravesar la inestabilidad típica.

En [5.1] vimos que el universo es una máquina de disipar energía y que las estructuras disipativas pueden construir complejos moleculares replicativos que originen vida. A continuación revisamos como la evolución genética construye células, metazoos, redes neuronales e inteligencia. La mayoría de los comportamientos altruistas solo pueden presentarse después de una evaluación inteligente del entorno.

En [5.2] revisamos de que modo las redes neuronales generan estrategias y cómo la evolución genética puede hacer que algunas de ellas presenten altruismo. Revisamos entonces las estructuras evolutivamente estables, la biología de la cooperación y el altruismo de parentesco. 

Ninguna de estas  formas de altruismo es suficiente para atravesar una inestabilidad típica, el altruismo de parentesco no alcanza, necesitamos altruismo fraternal, altruismo entre individuos no emparentados. Hasta donde podemos ver, la evolución genética no puede construir altruismo fraternal. Precisamos otro mecanismo.

En [5.3] vimos que ese otro mecanismo es la cultura. La cultura es la capacidad de aprender de otros individuos. Los elementos aprendidos son los replicadores culturales, objetos del pensamiento que saltan de un cerebro a otro haciendo copias imperfectas de sí mismos y evolucionando a medida que una selección actúa sobre las modificaciones. Los replicadores culturales se asientan físicamente de alguna manera, posiblemente en el conexionado entre neuronas en ciertas aéreas del cerebro. La cultura existe porque  deja más descendencia que su ausencia.

Vimos también que los sistemas genético y cultural se influyen mutuamente porque cada uno participa parcialmente en la configuración del medio ambiente que presiona sobre la selección de los objetos del otro sistema. En particular, cuando una cultura presiona hasta construir una genética específica, decimos que la genética se ha construido por coevolución genético-cultural. 

Observemos que si una cultura actuando durante mucho tiempo puede construir una genética específica, entonces una presión cultural voluntariamente diseñada puede construir una genética predeterminada en una especie con cultura. El intervencionismo inteligente sobre la cultura de una especie puede construir en ella una genética prevista, como por ejemplo una genética para comportamientos altruistas. 

En [5.4] vimos algunos de los efectos de la cultura. La cultura puede fundar una selección entre grupos endogámicos que privilegie las normas tribales, que fuerce la evolución del lenguaje y que premie a los individuos que logran el apego de los demás. Una de las estrategias para lograr ese apego es el altruismo entre individuos no emparentados. Pero es una estrategia poco probable porque existen otras mejores, como el liderazgo y las habilidades comunicacionales, que también logran apego.

El amor fraternal es la genética para los comportamientos altruistas, una genética que impone la necesidad de lograr el bienestar ajeno. La única forma de escribir esa genética consiste en que una presión cultural altruista funcione durante mucho tiempo, y es muy poco probable que esa cultura altruista surja naturalmente. Esto es un problema dado que la única manera de conformar una civilización tecnológica estable es que la especie protagonista presente comportamientos altruistas. ¿Por qué razón se construiría amor fraternal en grado suficiente para atravesar hoy una inestabilidad típica si los factores que presionaron para su construcción fueron tan poco probables en el pasado?

La probabilidad de que una civilización tecnológica atraviese naturalmente la inestabilidad típica y se torne estable es muy baja. Sin embargo una vez que la primera lo logra, puede aumentar las probabilidades de las otras interviniendo sobre la cultura de sus especies inteligentes. De este modo, una probabilidad natural baja  no implica una frecuencia baja de civilizaciones tecnológicas estables.

Al final de la entrada mostramos cuales son las alternativas para que se funden las civilizaciones tecnológicas estables y llegamos a la conclusión de que son posibles aunque su origen natural es poco probable.


6. Las civilizaciones tecnológicas estables

Cuando una civilización logra atravesar la inestabilidad típica, se transforma en una civilización tecnológica estable (CiTE), una estructura tan especial que acabó dándole nombre a este blog.

Lo que hace especiales a las civilizaciones tecnológicas estables es su increíble longevidad. No existen civilizaciones tecnológicas estables que mueran 10.000 años después de atravesar la inestabilidad típica, ni 100.000 años ni un millón de años ni diez, ni cien, ni mil. Cuando una civilización se adapta a su tecnología nada parece capaz de matarla. La longevidad de las civilizaciones tecnológicas da un salto discreto y toda nuestra imagen del universo debe cambiar.

Esta increíble longevidad  tiene dos pilares: la tecnología y el comportamiento de la especie tecnológica. 

En [6.1] revisamos el primer pilar. Mostramos que las civilizaciones posteriores a la inestabilidad, pueden desarrollar rápidamente tecnología para colonizar otros mundos. Una civilización que logra vivir en varios mundos puede sobrevivir a cualquier catástrofe local. Las civilizaciones que no colonizan tienen menos probabilidades de vida y por lo tanto, la selección natural prefiere a las que sí lo hacen. En verdad, todas las civilizaciones realizan esa cuenta antes de que opere una selección natural y por lo tanto todas colonizan. Pero colonizar significa viajar por el espacio e intervenir en los mundos, de modo que la selección natural también favorece una tecnología para los viajes especiales y para el intervencionismo inteligente.

Hay una mínima tecnología necesaria para colonizar. Todas las civilizaciones que colonizan alcanzan esa mínima tecnología. Dos civilizaciones que saben hacer lo mismo, dominan tecnologías parecidas. La capacidad tecnológica iguala entonces a las civilizaciones. 

Una civilización tecnológica estable dura mucho más tiempo que su especie inteligente y que su mundo de origen,  porque las especies deben mutar y porque colonizar implica vivir en varios mundos. El hilo conductor que nos permite referirnos a la misma civilización es la cultura. Es como en los clubes antiguos: con el tiempo van cambiando los socios y las sedes, pero el club es siempre el mismo.

En resumen, si una civilización atraviesa la inestabilidad típica, desarrollará tecnología durante mucho tiempo y nada será tan poderoso para matarla. La única cosa capaz de exterminar a estas civilizaciones es su propio comportamiento.

En [6.2] nos preguntamos si atravesar la inestabilidad típica es un proceso estable o si una civilización puede volver atrás luego de haberla superado. Concretamente, nos planteamos si el comportamiento altruista es estable o inestable.

El comportamiento altruista debe basarse en una genética para producirlos. Esta genética es el amor fraternal. Si bien la cultura altruista es quien selecciona a favor del amor fraternal, el amor es más estable que la cultura altruista porque desmontar una estructura genética es más complejo que modificar una cultura. La probabilidad de que la civilización se retrotraiga luego y construya una cultura que vuelva a priorizar el beneficio individual en desmedro de la civilización es prácticamente nula.

En un entorno altruista cuando el individuo siente placer frente a los propios actos altruistas y también frente al altruismo ajeno hacia él, se configura un estado de felicidad que vuelve a premiar una genética para el amor fraternal. Esto reduce aún más la probabilidad de que la especie que ha superado la inestabilidad típica reincida con una cultura individualista.

Si el altruismo mínimo necesario para atravesar la inestabilidad típica fuera un número, ese número sería una constante universal. Existe en el universo un grado de altruismo tal que aquellas especies que lo superan pueden conformar estructuras tecnológicas capaces de sobrevivir miles de millones de años.

Conocer la existencia de un altruismo mínimo para estabilizar la tecnología y conocer  su naturaleza universal equivalen a saber que la genética para el altruismo, el amor fraternal es un principio de organización universal que hace posibles las estructuras complejas.

En una civilización tecnológica estable la tecnología se orienta a satisfacer las necesidades de una cultura altruista: Se funda un autodiseño inteligente, se embellecen los entornos naturales y se prolonga la conciencia individual.

Si las conciencias viven por siempre, un millón de años es mucho tiempo para amar siempre a la misma población. En las civilizaciones tecnológicas estables los individuos necesitan salir al especio no solo para colonizar sino también para vencer la saturación que produciría esta tecnología dentro de sus mundos. 


7. Los tecnomarcadores.

Si existen civilizaciones tecnológicas estables, deben haber huellas de su existencia. Los tecnomarcadores son evidencias fácticas de tecnologías no humanas. En el capítulo 7 revisamos el tema en detalle. Para buscar evidencias de tecnología extraterrestre tenemos que suponer atributos de lo que buscamos, pero ese supuesto no puede ser cualquier cosa, existen límites a la tecnología que  conviene imaginar.

Hay dos lugares donde buscar: el cielo y la Tierra. En el primer caso, deduciremos que si la tecnología proviene de otros mundos no puede ser humana, porque no hay humanos en otros mundos. En el segundo caso supondremos que si la tecnología proviene del pasado, no puede ser humana porque no había humanos en el pasado o los había pero no tenían tecnología. 

En el cielo podemos buscar luz de grandes ciudades en exoplanetas cercanos, gases industriales en sus atmósferas, grandes conglomerados de satélites de comunicaciones girando en la órbita estacionaria, artefactos atrapados en la órbita de algún mundo de nuestro sistema solar, sondas interestelares cercanas, mensajes de radio, pulsos laser o calor generado por mega construcciones. Muchas de estas posibles evidencias estarían muy lejos o serían muy débiles para nuestra tecnología actual, pero nuestra capacidad de detección está evolucionando rápido.

Creemos que no es adecuado buscar huellas tecnológicas mucho más grandes de las que nosotros mismos dejaríamos, porque el tamaño de nuestras actividades ya nos está haciendo inestables. Si buscamos inteligencias frecuentes, buscamos civilizaciones tecnológicas estables. En general, la condición de estabilidad de una forma tecnológica limita su consumo y su gestión de residuos y por lo tanto condiciona su detectabilidad. 

No es consistente buscar en el cielo y no buscar en la Tierra. Buscar civilizaciones suficientemente longevas para explorar nuestro sistema solar pero no suficientemente longevas para intervenir en la Tierra, es equivalente a suponer de antemano una longevidad.

En la Tierra hay tres búsquedas posibles: Evidencias de intervención  en el sistema evolutivo biológico; evidencias de intervención en el sistema evolutivo cultural y evidencias de localizaciones de apoyo para desarrollar ambas intervenciones.

La señales de tecnología en el sistema genético pueden ser difíciles de detectar porque cualquier modificación genética artificial producida hace un millón de años y replicada desde entonces se habría camuflado entre las mutaciones naturales que se produjeron después. Pero nuestra incipiente tecnología para editar ADN nos invita a pensar en los posibles rastros que esa tecnología podría dejar (ver aquí).

Las intervenciones en el sistema cultural son fáciles de detectar pero difíciles de aceptar como tales. Debe reconocerse primero que la cultura es un sistema evolutivo darwiniano y que las cosas que evolucionan son los replicadores culturales. Los fenómenos culturales deben explicarse mostrando cómo evolucionaron por selección natural de otros replicadores culturales. Si un replicador existe pero su procedencia no se puede explicar, tenemos una anomalía de información.

El futuro se puede imaginar, pero los aciertos del futuro no. Cuando una profecía se cumple, tenemos una anomalía de información. La explicación ortodoxa dice que el acierto es casual. Buscar intervenciones en la cultura es buscar una acumulación de aciertos hasta que la casualidad deje de ser una buena explicación.

Tanto para intervenir en la evolución genética como en la cultural, los interventores deben estar cerca. Una intervención cultural puede requerir discreción porque su gestión abierta podría tener un impacto indeseado, nuevamente cultural. Si hubo o hay una intervención cultural en la especie humana, evidentemente es discreta.  Una forma de estar cerca y ser inaccesible es estar unos pocos kilómetros bajo tierra. Aún no dominamos la tecnología para viajar 20 km. hacia abajo, pero ya tenemos los medios para comenzar la búsqueda. Proponemos entonces buscar evidencias de localizaciones tecnológicas bajo tierra y sus consecuentes vías de acceso. 


8. Civilizaciones que conocen civilizaciones

Nuestra visión de la historia del universo parece incompleta; solo podemos referir un conjunto de sucesos apilados contra el origen de los tiempos y otro conjunto de sucesos operados en el último tercio de la historia, luego del nacimiento de Sol. En el medio hay un enorme bache que sugiere que estamos omitiendo una parte importante de la historia.

El devenir de las civilizaciones tecnológicas estables puede cubrir ese el bache, pero no de cualquier forma. En el capítulo 8 tratamos de vislumbrar el proceso.

Nuestra galaxia puede colonizarse en menos de 100 millones de años. Las estudios muestran que el universo ya podía contener tecnología desde hace 5.000 o 6.000 millones de años, entonces la colonización lleva solo un breve tiempo inicial.

Las civilizaciones tecnológicas son inteligentes, como los individuos, pero mucho más longevas. Tiene sentido entonces presentarlas como actores inteligentes de procesos que duran millones de años, como la evolución biológica o cultural. También podemos extendernos en el espacio y verlas como actores inteligentes de mundos lejanos. En un millón de años, a un milésimo de la velocidad de la luz se puede cubrir una bola de 1.000 años luz de diámetro.

En este capítulo imaginamos la historia de la tecnología en la Vía Láctea.

Hace 5.000 o 6.000 millones de años, no existían las civilizaciones tecnológicas longevas. Al igual que nosotros, distintas especies experimentaban una aceleración de crecimiento y se extinguían luego, al no poder controlar la tecnología que generaban. Pero después de muchos intentos, una logra atravesar la inestabilidad típica, hacerse suficientemente altruista para convivir con su tecnología y seguir desarrollándola en forma estable. Esta es la civilización estable pionera de nuestra galaxia.

La civilización pionera conoce su entorno y comienza a intervenir para que otras civilizaciones puedan atravesar la inestabilidad típica y constituir nuevas formas estables de tecnología. Su objetivo es asociarse luego con esas civilizaciones y establecer una gran sociedad tecnológica. La nuevas civilizaciones tecnológicas estables solo podrían ser altruistas y por lo tanto no agresivas.  De este modo, el agregado inteligente resultante comienza a crecer y a expandirse.

La civilización pionera primero y el agregado entero después intervienen en su espacio circundante para crear vida en mundos inertes, intervenir en los sistemas biológicos de los mundos vivos o en los sistemas culturales de las civilizaciones en formación. 

Si el objetivo es formar nuevas civilizaciones tecnológicas estables, la intervención cultural debe tener un sentido concreto: Lograr una especie tecnológica cuya genética sea suficientemente altruista para atravesar la inestabilidad típica. Nosotros imaginamos además que en algún momento de la intervención el objetivo habría sido transmitir toda la idea a la especie intervenida. Entonces, cuando el grado de comprensión de la especie fuera suficiente se trasmitiría un mensaje concreto:  "Ustedes van a chocar con su medio ambiente y la única forma de adaptarse a su nuevo tamaño es desarrollando un comportamiento altruista."

La probabilidad de que una civilización atraviese la inestabilidad típica y se vuelva estable, es muy baja, pero una vez que ocurre el primer caso, esa civilización interviene aumentando las probabilidades de las otras. De este modo, un fenómeno naturalmente raro cuando se lo calcula caso por caso, acaba siendo frecuente cuando se lo visualiza como un proceso universal.  


9. Intervenciones en la cultura

Si de veras estamos en medio de un proceso tecnológico mayor que trata de inducir la formación de una civilización tecnológica estable en la Tierra, deberíamos encontrar huellas de esa intervención, evidencias de que la vida fue sembrada artificialmente o que el sistema biológico fue intervenido para crear especies cada vez más inteligentes o que la cultura humana fue intervenida para inducir una genética altruista que nos hiciera aptos para convivir con la tecnología. 

En [9.1] hacemos este planteo y nos centramos en la intervención cultural observando que hay muchos historias antiguas que relatan algo muy parecido al choque actual entre la tecnología y el medio ambiente. Entonces nos preguntamos por qué razón 2.000 o 3.000 años antes de chocar se documentó algo tan parecido a un relato del futuro choque; por qué razón el Apocalipsis coincide cada vez más con el presente. 

Las profecías acerca de un choque entre la humanidad y la Tierra debido a nuestro comportamiento sugieren fuertemente que en aquel entonces alguien ya sabía de la inminencia de ese choque y de la relación entre el altruismo y la tecnología. En esta teoría decimos, justamente, que ese choque es típico, que las civilizaciones que lo atravesaron ya conocen la receta y que estas supuestas profecías son en realidad  predicciones de aquel choque típico  para el caso particular humano.

En [9.2] y [9.3] interpretamos la Biblia en términos de nuestras sospechas. Durante mucho tiempo la humanidad fue tecnológicamente intervenida para construir una genética altruista. Cuando la especie estuvo lista para comprender en detalle, se le inyectaron replicadores culturales con un mensaje específico: "La humanidad va a chocar con su medio ambiente y la única forma de sobrevivir al choque es desarrollando un comportamiento altruista." Fue el aviso de un colapso típico posterior a una aceleración del crecimiento igualmente típica informado antes de que el período acelerado comience.

La transmisión de ese mensaje exigió la confección de un plan cuidadoso cuya concreción implicaría la génesis de dos grandes religiones: El judaísmo y el cristianismo. El plan era simple: fundar un pueblo y transmitir el mansaje dentro de él para luego utilizarlo como vector de transmisión del mensaje al resto de la humanidad.

En [9.3] imaginamos un plan de 7 etapas: 1. Se funda el pueblo vector. 2. Se inyecta un cuerpo de doctrinas religiosas, jurídicas y económicas para consolidar al pueblo vector. 3. Se lo introduce en un lugar previamente establecido para que la transmisión del mensaje sea más eficiente. 4. Se transmiten las primeras referencias a una etapa futura muy crítica y a la venida de un mensajero especial. 5. Llega el mensajero con más menciones acerca de una etapa futura catastrófica y a la relación entre el altruismo humano y la posibilidad de atravesar esa etapa con éxito. 6. Se difunde el mensaje. 7. Se interviene luego del colapso.

En [9.2] nos referimos específicamente a la quinta etapa de ese plan. Jesús es ese mensajero. Nos habla de un reino que está en el cielo; nos dice que el objetivo de la humanidad es integrarse a ese "reino de los cielos"; que el amor fraternal es la clave para construir una civilización que pueda integrarse a ese reino que está en el cielo. Nos informa que justo antes de esa integración la civilización atravesará una etapa sumamente crítica, un tiempo final, caracterizado por desastres naturales, hambrunas, guerras, grandes devastaciones y el oscurecimiento del cielo; y que luego de esa etapa crítica el "reino de los cielos" intervendrá de manera clara y visible. Un mensaje transmitido por un hombre que afirma haber venido para hacer esos anuncios; que nos dice que su nación no esta en la Tierra que se ha esforzado por mostrar como va y viene de la Tierra al cielo en objetos visibles que lo transportan por el aire y desde alguno de los cuales se ejecutan señas para indicar que debe ser escuchado. Todo esto está en los textos bíblicos y hemos enlazado los versículos. 

Decimos entonces que hay evidencias de que la cultura humana fue intervenida por una estructura inteligente no humana. El judaísmo y el cristianismo son un resultado de esa inyección cultural; tratan de inducir la idea de una fuerte relación entre el comportamiento humano y la posibilidad de atravesar un colapso futuro. La intervención procuró que la idea tenga tiempo de integrarse a la traición de los pueblos transmitiéndose de padres a hijos, generación tras generación, antes de que la relación entre el altruismo y la tecnología pueda argumentarse racionalmente.

 

10. ¿Cómo es el universo entonces?

En la entrada [10] vimos que no necesitamos ni intención ni objetivo para que se generen estructuras suficientemente complejas como para presentar intenciones y objetivos. Pero la irrupción de dichas estructuras cambian radicalmente lo que podemos decir del universo.

Hace más de 5.000 millones de años aparecieron las primeras formas estables de tecnología. Las civilizaciones tecnológicas estables se asociaron y formaron agregados altruistas capaces de intervenir su espacio circundante. Todos los procesos anteriores a ese instante fueron naturales, pero  unos 8.000 millones de años después del Big Bang se inicio el fenómeno tecnológico en el universo.

Los agregados son muy longevos, altruistas e intervencionistas. El dominio de influencia de un agregado es la región del espacio donde este puede intervenir. Los agregados crecen cuando incorporan nuevas civilizaciones tecnológicas estables. La primera pudo ser poco probable pero su intervencionismo aumentó las chances de las siguientes. Desde entonces, el crecimiento del agregado depende del cultivo y posterior cosecha de civilizaciones con las que asociarse luego. 

Una civilización tecnológica estable es suficientemente segura para asociarse al agregado y  sumarse a su longeva tarea de difundir una cultura altruista.

Cuando el dominio de influencia de un agregado se solapa con el de otra galaxia, ambos se asocian y sus dominios se unen.

Creemos que nuestra galaxia contiene una asociación de civilizaciones desde antes de que naciera la Tierra; que nuestro mundo es parte de un fenómeno tecnológico mucho mayor. Lo creemos porque hemos encontrado y mostrado evidencias de que la cultura humana fue intervenida por una estructura exógena con el fin de cosechar una genética suficientemente altruista  para atravesar el choque con su medio ambiente y conformar una nueva civilización tecnológica estable.

Del mismo modo como nuestra conciencia individual resulta de la agregación de muchas células individuales; el comportamiento altruista emergente de muchos individuos puede traducirse en la conciencia individual de una estructura mayor. Desde esta perspectiva, las civilizaciones tecnológicas estables pueden ser individuos. También pueden serlo los agregados de ellas, los agregados de agregados o todo el universo.

La posibilidad de que el universo avance hacia una conciencia única es consecuencia de incluir el impacto de la tecnología en la descripción.

 


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Civilizaciones tecnológicas estables - Resumen por Cristian J. Caravello se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.

jueves, 23 de septiembre de 2021

10. Un universo con objetivo

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1.   Introducción  
No tenemos evidencia de que exista algo anterior al universo; no hay huellas que sugieran  un objetivo o una intención para su existencia; todo lo que podemos saber ha ocurrido a partir del Big Bang siguiendo las leyes de la física. No concebimos objetivo para las galaxias, las estrellas o los mundos. El ADN no tiene objetivo ni lo tiene un organismo unicelular ni una planta ni un sapo ni un mono ni un hombre. Todas estas cosas existen porque la naturaleza se muestra capaz de construirlas. No hay una previa intención para su existencia. 
 
Sin embargo, en algún momento de su historia, el universo comenzó a generar cosas capaces de construir un objetivo. Una naturaleza sin objetivo hizo al perro, pero el perro persigue el objetivo de comerse un hueso; una naturaleza sin objetivo hizo al agricultor, pero el agricultor tiene el objetivo de sembrar la tierra. En general,  los objetivos son una propiedad de la inteligencia y esta es producto de un largo proceso evolutivo que no tuvo objetivo.  

Esta situación inicial, donde una naturaleza sin objetivo genera criaturas inteligentes con muchos objetivos, evoluciona hacia otra donde el objetivo de la inteligencia es uno solo; un objetivo único, que no es decidido por nadie y que se edifica siguiendo procesos naturales.
 
El principal impacto de la inteligencia, la cultura y la tecnología es dotar al universo de un objetivo único. A continuación, apoyados en todo lo que ya hemos dicho,  reconoceremos ese objetivo, veremos cómo se ha formado, desde cuando existe,  como se extiende por el universo, hasta dónde puede haber llegado en la actualidad y cuál es el significado de su existencia. Con estas ideas concluímos nuestro trabajo.


2.   Del Big Bang a las civilizaciones tecnológicas 

Sabemos que las civilizaciones tecnológicas son posibles porque nosotros somos una de ellas; pero deben ocurrir muchas cosas para que el vasto universo salte del Big Bang a las civilizaciones tecnológicas. Ya hemos contado la historia pero hagamos un resumen.

Después de un inicio vertiginoso y teórico, el universo desagua en una lenta y progresiva formación de galaxias. Un ejército de estrellas comienzan a encenderse y la radiación de energía funda el imperio de las estructuras disipativas en aquellos objetos astronómicos donde esa energía impacta. En el escenario molecular, las estructuras disipativas evolucionan por selección natural priorizando siempre a las más longevas. Finalmente aparecen complejos moleculares que, en medio del proceso disipativo, inducen otros complejos similares. Los complejos moleculares replicativos dan inicio a la química de la vida. De allí en más, la evolución hace el resto. Aparecen los replicadores, las células, la agregación y diferenciación celular, los animales,  las neuronas, las redes neuronales [5.1] [5.2], la inteligencia y la cultura. Nada de esto es una especulación porque nuestro mundo es un ejemplo concreto.

La cultura inicia un nuevo proceso evolutivo. Al igual que los genes, los replicadores culturales saltan de cerebro en cerebro haciendo copias, modificándose en cada copia y potenciando la selección de los más fecundos. La cultura evoluciona mucho más rápido que los genes y cuando el acervo cultural se nutre de objetos lo suficientemente perdurables, comienza a presionar sobre el medio ambiente de los genes, induciendo nuevas formaciones. 

Una cultura altruista actuando mucho tiempo sobre la selección de genes comienza a preferir mutaciones que mejoran el comportamiento altruista. Los mutantes empiezan a sentir cierta necesidad genética de priorizar el bienestar ajeno. El amor fraternal es ese sentimiento genético.

Cuando una especie es capaz de reconocer la existencia de una organización externa que la contiene, ya sea un grupo o una tribu o un  pueblo, y aprende a cooperar con ella, las sociedades se hacen más complejas y la tecnología se acumula y crece. Cuando la tecnología es suficiente para incrementar la edad promedio de las personas, se dispara un período de crecimiento acelerado donde la tecnología y la población se incrementan vertiginosamente, cada una impulsada por el crecimiento de la otra. Una vez iniciado el estallido, una tecnología umbral configura la capacidad autodestructiva y, de allí en más, la supervivencia de la civilización depende del tipo de comportamiento que haya desarrollado su especie.

Tenemos la certeza de que nuestro universo puede construir civilizaciones con tecnología potencialmente autodestructiva porque eso es precisamente lo que ha hecho en la Tierra.


3.   La irrupción de las civilizaciones tecnológicas estables

La mayoría de las civilizaciones con tecnología potencialmente autodestructiva podrían extinguirse como consecuencia de su impericia para controlar las alteraciones que producen [3]. Para poder superar el período crítico es necesario que sus especies tengan una genética mínimamente altruista. Hemos llamado M a este mínimo altruismo.  Si una especie cuenta con esa genética entonces puede superar la inestabilidad típica y volverse perdurable.

Con mayor precisión, dada una civilización donde $t$ es su grado de desarrollo tecnológico, $Td$ es la tecnología a partir de la cual una especie se vuelve potencialmente autodestructiva, $a$ es el altruismo de su especie inteligente y $M$ es el altruismo mínimo necesario, entonces la civilización se hace estable cuando

$t\geq Td$            y            $a\geq M$

La primera desigualdad marca el inicio de la inestabilidad típica; expresa que la civilización ya tiene la tecnología suficiente para destruirse a sí misma. La segunda desigualdad indica el grado de altruismo necesario para atravesar esa inestabilidad con éxito [1]. Cuando una civilización cumple las dos desigualdades, se configura una civilización tecnológica estable (en adelante, CiTE). Tenemos la certeza de que el universo puede construir civilizaciones que verifican la primera desigualdad porque nosotros mismos somos prueba de ello. El verdadero filtro está en la segunda desigualdad:  para configurar una CiTE es necesario que el altruismo supere cierta cota $M$.

Figura 2. Formación de CiTEs

Para que los individuos puedan implementar el altruismo necesario y atravesar la inestabilidad típica es preciso que cuenten con la genética adecuada. El amor es el sentimiento que impulsa a los individuos a asegurar el bienestar ajeno. Su biología es parecida a la de otros sentimientos más mundanos como la sed, el hambre o el sexo. El amor es una genética para presentar comportamientos altruistas.

La inestabilidad típica es un filtro al que llegan todas las civilizaciones, pero solo aquellas cuyas especies tienen la genética adecuada para desarrollar un altruismo mayor o igual que $M$ se transforman en CiTEs y atraviesan el filtro (fig. 2). Los objetos que se seleccionan en el filtro son las civilizaciones tecnológicas pero la característica por la que se los selecciona es el amor fraternal, la capacidad genética de sentirse impulsado a priorizar el bienestar ajeno.

El filtro deja pasar a las civilizaciones altruistas y descarta al resto. No existen allí fuera civilizaciones tecnológicas estables egoístas. Si son egoístas son inestables. Si los individuos fueran egoístas no podrían controlar su tecnología; romperían todo en el intento y sus civilizaciones serían efímeras. Hay una suerte de censor cósmico que limita las formas estables de tecnología en el universo: cuando la tecnología es poderosa, las especies que la controlan son altruistas.

Librado a su suerte, el universo construye una genética para el amor fraternal. No hay un objetivo o una intención detrás; las leyes de la física fabrican amor en cierto grado porque es la única forma de sobrevivir a tecnologías mayores que el umbral autodestructivo. 

Es probable que el amor reverbere en nuestras mentes como una mezcla confusa entre el Jesús del catecismo, la prédica de nuestras madres, las definiciones de Fromm y el sentimiento hacia el sexo opuesto. Descontaminemos nuestras cabezas. El amor es un principio físico. Nadie lo ha decidido. Se construye naturalmente. Emerge como lo hace la inteligencia en una red neuronal; como lo hace la cultura en un grupo endogámico. Si una civilización atraviesa la tecnología umbral, su especie debe asegurar cierto altruismo mínimo para seguir existiendo. Así de simple.  Luego de construir vida, inteligencia y tecnología, el universo construye amor. Tal vez deba fracasar muchas veces y volver a intentarlo o ayudarse con estructuras que ya lo han conseguido, pero finalmente construye amor.

Las CiTEs no son solo formas estables de tecnología, "civilizaciones tecnológicas estables", como las hemos llamado; son realmente civilizaciones amadoras. El rasgo principal de una CiTE es su capacidad de amar fraternalmente; esa es la causa de su existencia; la estabilidad tecnológica es una consecuencia.

Todas las CiTEs tienen la misma cota $M$ de altruismo; el mínimo altruismo necesario es universal. Aunque dos CiTEs no se hayan visto nunca, sus especies deben ser altruistas y su altruismo debe ser mayor o igual que $M$. Aunque las CiTEs hayan nacido en galaxias lejanas y ninguna señal haya tenido tiempo de saltar de una a la otra desde el inicio del universo, las dos civilizaciones tienen la misma cota $M$ de altruismo. 

La inestabilidad típica es un filtro que construye CiTEs, y cuando el universo construye CiTEs, construye amor fraternal. Toda la estructura interna de una CiTE está dominada por el amor fraternal, su tecnología se dirige a aumentar el bienestar general, a embellecer la naturaleza y a prolongar las conciencias. El amor asegura además un permanente estado de felicidad

Al igual que nuestra civilización actual, las CiTEs estudian su espacio circundante, su sistema planetario, su Sol, las estrellas alrededor y las lejanas galaxias para conocer el origen, la historia y la dinámica del universo. La máxima presunción de una CiTE es que existan otras CiTEs y al igual que nosotros su objetivo es conocerlas y contactarse con ellas


4.   Agregados galácticos

Si dentro de nuestra galaxia las CiTEs son frecuentes, longevas, altruistas y se embarcan en el conocimiento de su espacio circundante, entonces está determinado que se conozcan, se contacten y se asocien. Nuestra galaxia ya podía contener CiTEs 8.000 millones de años después del Big Bang [2]. Si a las CiTEs les lleva 100 millones de años conquistar la Vía Láctea y la asociación entre ellas se forma durante la conquista, entonces 8.100 millones de años después del origen ya podía existir un agregado de CiTEs en la Vía Láctea.

Ya hemos visto como podría formarse un agregado en nuestra galaxia. Una primera CiTE conoce a la segunda y se asocia a ella. La sociedad entre la primera y la segunda se asocia a la tercera; la sociedad resultante se asocia a la cuarta y conforma un agregado mayor. Así sigue la historia cada vez: las  CiTEs asociadas conocen a una nueva CiTE y se asocian a ella. 

El agregado puede conocer especies con tecnología mucho antes de que dichas especies sean estables, o bien conocerlas cuando están atravesando la inestabilidad típica o cuando aún no han ingresado en el período de crecimiento acelerado o aún antes, durante la lenta evolución de la cultura nómade. En todos esos casos el agregado puede intervenir en la cultura vernácula para inducir una nueva CiTE y si tiene éxito asociarse a la CiTE resultante. Pero esta antelación es arbitraria y la intervención puede operarse mucho antes de que exista una especie tecnológica. Convenientemente tratado y esperando el tiempo suficiente muchos mundos pueden formar CiTEs, aunque la intervención inicialmente necesaria no sea cultural sino biológica y la espera pueda durar miles de millones de años. Si nuestro mundo era inerte hace 4.000 millones de años y ahora hay aquí una civilización tecnológica, entonces un agregado inteligente que dure miles de millones de años podría haber intervenido desde el principio.

Como si fueran colonias de bacterias en franca reproducción, 8.000 millones de años después del big bang ya podían acumularse borbotones de civilizaciones inteligentes en la Vía Láctea, capaces de asociarse entre sí y de intervenir en los mundos primitivos en medio y alrededor de ellas con el objeto de optimizar la producción de más y más civilizaciones tecnológicas estables.

El fenómeno va más allá de nuestra Vía Láctea; puesto que todas las galaxias se crearon al mismo tiempo siguiendo procesos similares, entonces todas comenzaron a producir CiTEs y agregados de CiTEs más o menos al mismo tiempo. Diremos redondamente que a partir de un instante $T_c$ estimado en 8.000 millones de años posteriores al Big Bang, el universo comenzó a formar agregados dentro de las galaxias. $T_c$ marca el inicio de la era de los agregados de CiTEs

Si bien la asociación de CiTEs debería ser un fenómeno universal, las características de la asociación no serían las mismas cuando se agregan mundos dentro de una galaxia que cuando se solapan y se asocian agregados galácticos ya formados. Si no se considerara un límite de velocidad, esta observación no tendría sentido, un agregado podría demorar casi lo mismo en trasladarse a un mundo de su galaxia que en intervenir otro de la galaxia vecina, pero en este trabajo estamos considerando que las cosas deben moverse bastante más despacio que la luz.

En la figura 3 mostramos cómo sería el proceso de formación de CiTEs dentro de una galaxia. El agregado de civilizaciones tecnológicas estables interviene en los mundos circundantes aumentando la probabilidad de éxito de los procesos evolutivos que se dan en ellos. Los mundos intervenidos primero producen vida y luego van enriqueciendo el sistema biológico generando especies cada vez más inteligentes. El objetivo de la intervención es obtener una especie tecnológica que pueda adoptar la genética necesaria para formar una nueva CiTE e integrarse al agregado. Como hemos dicho, si no existiera una intervención, todos estos procesos serían más lentos e improbables.


Figura 3. Crecimiento de un agregado de CiTEs 
Los agregados de CiTEs; actúan interviniendo los procesos evolutivos dentro de sus dominios de influencia con el objeto de sumar nuevas CiTEs a su estructura. (CiTE: Civilización tecnológica estable. C: Mundo con una especie cultural pre tecnológica.  Cuadrados verdes: Mundos con intervención biológica.  Círculos negros: Mundos Inertes.)


Todo indica que en nuestra galaxia ya existe uno de estos agregados porque han quedado huellas muy parecidas a una intervención inteligente orientada a que la humanidad desarrolle el altruismo necesario para atravesar una inestabilidad típica y transformarse en una CiTE.  [9.1] [9.2] [9.3]

El grado de altruismo de un agregado de CiTEs debe ser mayor que $M$ porque $M$ es la cota de altruismo de las civilizaciones que se asocian. De este modo 8.000 millones de años después de su inicio, el universo ya puede acumular especies con una genética para el amor fraternal, organizadas en longevas sociedades de civilizaciones.

El afloramiento de agregados de CiTEs es una acumulación de amor en el universo porque las CiTEs que los integran están regidas por una cultura del amor. Cuando el universo construye agregados de CiTEs construye amor. No hay allí ningún objetivo previo, la naturaleza impregna la galaxia de especies capaces de amar porque cuando las estructuras son civilizaciones tecnológicas, una selección natural la impulsa ciegamente a ello.

A partir de la primera CiTE, tiene sentido concebir una tecnología para viajes espaciales y una dinámica universal distinta, con objetos que saltan a voluntad de un mundo a otro. La irrupción de la tecnología espacial marca la aparición de los objetivos longevos. Intervenir en la evolución de un mundo pasa a ser una meta posible. $T_c$ marca entonces el inicio de la era de la inteligencia; la galaxia encendió una luz y esa luz se hizo más brillante integrando una miríada de luces más pequeñas que no para de aumentar, un agregado inteligente formado por innumerables CiTEs

Dominios de influencia

A la región del espacio cuyos procesos evolutivos pueden ser potencial o efectivamente intervenidos por el agregado inteligente en un instante dado lo llamaremos dominio de influencia. Nosotros podemos ir y venir a la Luna, poner telescopios en órbita y explorar la superficie de Marte; de hecho, enviamos sondas al sistema solar para ver que hay allí y si hubiera cosas interesantes, podríamos ir en unos pocos años. El sistema solar es nuestro dominio de influencia. En cambio, tardaríamos decenas de miles de años en viajar hasta Alfa Centauri, la estrella más cercana y no sabemos si nuestra civilización aún existiría cuando volviéramos. Alfa Centauri no está en nuestro dominio de influencia.

A medida que las CiTEs se asocian, su  dominio de influencia se agranda. En la Vía Láctea podría existir un agregado inteligente cuyo dominio de influencia fuera un sector de la galaxia, toda la galaxia o una región formada por muchas galaxias.

Un dominio de influencia posee tres elementos 

  • un agregado de CiTEs (una asociación de civilizaciones tecnológicas estables)
  • mundos accesibles intervenidos por el agregado
  • objetos astronómicos accesibles no intervenidos.  

Fuera del dominio de influencia hay una región que el agregado puede conocer pero sobre la que no puede intervenir. La luz pudo llegar hasta las CiTEs trayendo información valiosa pero no hubo tiempo de viajar hasta esos sitios desde que nació el agregado.  Más allá se extiende la región no observada del espacio, un universo lejano del que aún no han llegado señales.

Notemos que nuestra ciencia divide al universo en dos: universo observable y resto, según que la luz haya llegado hasta nosotros o aún no haya tenido tiempo de llegar. Nuestro dominio de influencia, el sistema solar,  es tan chiquito que resulta insignificante para insinuar una nueva clasificación. Un agregado de CiTEs, en cambio, ya puede tener un dominio de influencia suficientemente extenso para permitir una nueva clasificación: 

  1. dominio de influencia; 
  2. resto del universo observable
  3. universo no observable. 

Los dominios de influencia son sectores del universo observable donde además es posible intervenir.

Cuanto mayor sea el número de CiTEs del agregado, mayor será el volumen del dominio de influencia. Pero esta relación no es continua porque la distribución de mundos en el universo sigue una estratificación evidente: los mundos se agrupan en galaxias, las galaxias se agrupan en nodos y los nodos se distribuyen a lo largo de filamentos (fig. 1). Si un agregado crece hasta que su dominio incluya toda una galaxia, seguir creciendo ya no será tan simple porque deberá saltar a la galaxia vecina, diez o veinte veces más distante que su propio tamaño. Esto hace que exista un orden natural en la conformación de dominios en el universo: primero se forman dominios galácticos y mucho tiempo después comienzan a solaparse. 


5.   Agregación de agregados

Según nuestras cuentas, unos 8.000 millones de años después del Big Bang, ya podían existir agregados galácticos. A partir de allí, la expansión tecnológica sólo habría desembocado en el solapamiento entre galaxias. 

Las galaxias tienen distintos diámetros y están a diferentes distancias unas de otras. La Vía Láctea tiene unos 200.000 años luz de diámetro y su vecina más cercana, la galaxia de Andrómeda está a 2,5 millones de años luz de nosotros. Para trabajar con números cómodos supondremos galaxias de 100.000 años luz de diámetro separadas un millón de años luz unas de otras. A una velocidad de un milésimo de $c$, el traslado de una galaxia a otra demoraría 1.000 millones de años que es lo que vamos a suponer. Si en efecto existe un agregado de CiTEs en la Vía Láctea desde hace 5.000 o 6.000 millones de años, entonces pudo haberse trasladado en línea recta desde aquí a cinco galaxias sucesivas. Si esto fuera así, el dominio de influencia máximo sería una bola de 10 millones de años luz en un universo observable de 40.000 millones de años luz.

Lo más probable es que cuando un agregado de CiTEs extienda su primer tentáculo hacia una galaxia vecina, 1.000 millones de años después de nacer, se encuentre con que allí ya opera otro agregado inteligente de similares características nacido más o menos al mismo tiempo. Cuando esto ocurre, el dominio de influencia del agregado de la galaxia viajera se solapa con el dominio de influencia del agregado local. ¿Qué sucede entonces?

En el capítulo 8 hemos expuesto las razones por las cuales se forma un agregado galáctico: las CiTEs intervinientes son suficientemente altruistas para comprender que la agregación es mejor que la agresión o la indiferencia; son decididamente parecidas porque atravesaron la misma inestabilidad, el mismo período autodestructivo, los mismos problemas originados por el crecimiento abrupto y la misma presión hacia comportamientos más estables.  

La situación frente al solapamiento de dos agregados galácticos distintos es similar pero más intensa. Los dos agregados han internalizado la cultura del amor. Sus tecnologías tienen por objeto procurar bienestar dentro de sus dominios de influencia interviniendo en los procesos evolutivos de sus mundos para cosechar nuevas formas estables de tecnología (fig. 3). La historia de cada uno es parecida y sus culturas son similares. Si 1.000 millones de años después de nacer un agregado se encuentra con otro en la galaxia contigua, invariablemente se asociará a él.

El resultado de la agregación de dos o más agregados de CiTEs es de nuevo un agregado de CiTEs. El dominio de influencia resultante es simplemente la unión de los dominios de los agregados intervinientes. Pero este hecho nos lleva a un resultado sorprendente: 1.000 millones de años después de la conformación del agregado inicial, todos los agregados galácticos tuvieron tiempo de viajar a las galaxias vecinas y asociarse a los agregados existentes. Como si fuera una fila de niños que de pronto se dan la mano y todos se conectan con todos, el universo observable ya puede integrar un único agregado tecnológico. Lo sorprendente es que el universo observable tiene decenas de miles de millones de años luz de diámetro ¿Cómo puede conformar un único agregado solo 1.000 millones de años después de construir el primer agregado galáctico? Sucede que la velocidad de agregación es mayor que la velocidad de la luz. Veamos un caso concreto.

Figura 4. Velocidad de traslado versus velocidad
de la información

Hemos supuesto que la separación promedio entre galaxias es de un millón de años luz, que cada galaxia ya ha construido un agregado de CiTEs y que cada agregado galáctico tarda 1.000 millones de años en llegar a la galaxia vecina y asociarse con el agregado local (fig. 4). En 1.000 millones de años, el agregado de la galaxia $A$ se asocia con el agregado de la galaxia $B$, pero al mismo tiempo, $B$ se aleja de $A$ y se asocia con $C$. Si $A$ integra un agregado con $B$ y $B$ se asocia con $C$ entonces $A$ está asociado a $C$, y el dominio de la gran asociación es la unión de los dominios de $A$, $B$ y $C$.  Después de 1.000 millones de años, todas las galaxias deberían llegar a sus vecinas y agregarse con ellas, de modo que ya existiría un único agregado universal, producto de la unión de todos los agregados galácticos.

En el ejemplo, es obvio que  el agregado de $A$ no tuvo tiempo de conocer al de $C$ pero ya está agregado a él. Para que la información de $C$ llegue a $A$ debe hacer un buen viaje; primero deben transcurrir 1.000 millones de años para que el agregado de $A$ llegue a $B$ y el de $B$ llegue a $C$, luego un millón de años para que la información de $C$ llegue hasta $B$ y otro millón de años para que viaje desde $B$ hasta $A$.  Para que  $A$ pueda interactuar físicamente con $C$, debe demorar 2.000 millones de años en llegar y establecer una base allí y otros dos millones de años para que el primer mensaje llegue de vuelta  desde la base. En total 2.002 años luz.

En resumen:

  • en 1.000 millones de años $A$ se agrega a $C$
  • en 1.002 millones de años $A$ conoce a $C$
  • en 2002 millones de años $A$ interactúa físicamente con $C$ 

La galaxia $A$ se agrega a la galaxia $C$ dos millones de años antes de conocerla y mucho antes de poder interactuar físicamente con ella. Esto puede parecer curioso pero el dominio formado por la unión de los agregados de $A$ y $C$ ya no es más el agregado galáctico de $A$ o de $C$ sino una nueva región del espacio a donde puedan intervenir CiTEs de $A$ o de $C$, pero no necesariamente de ambas. Hay regiones del agregado resultante que pueden ser intervenidas por alguna civilización de la galaxia $C$ a donde ninguna CiTE de $A$ puede llegar aún. Los dominios de influencia crecen con la asociación de agregados a mucha mayor velocidad que $c$. Si su club se asociara con el mío, usted y yo seríamos socios aunque nunca nos hubiéramos visto.

Si los agregados galácticos nacieron hace más de 5.000 millones de años, entonces

  • Todas los agregados galácticos del universo se asociaron hace más de 4.000 millones de años.
  • El agregado de la Vía Láctea conoce otros agregados galácticos en un radio superior a los 4.000 millones de años luz.
  • El agregado de La Vía Láctea puede actuar en un radio superior a los 5 millones de años luz.

Si la velocidad de transporte físico fuera igual a $c$, (por ejemplo, desarrollando una poderosa tecnología para la teletransportación de objetos), la tercer alternativa desaparecería. Obviamente, si $c$ tampoco fuera un límite para la velocidad de traslado las CiTEs podrían intervenir en cualquier sitio del universo desde que se formaron, hace más de 5.000 millones de años.  De modo que si usted se encuentra casualmente con un alienígena inteligente comprando en la verdulería, por favor no deje de preguntarle a qué velocidad viaja.



6.   Cultura en los dominios de influencia

En adelante, cuando hablemos de agregados de CiTEs nos estaremos refiriendo  por igual a sociedades subgalácticas, galácticas o multigalácticas de civilizaciones tecnológicas estables.

En el dominio de influencia de un agregado se pueden operar intercambios de replicadores culturales entre unas y otras CiTEs o intervenciones culturales de CiTEs a mundos previos. La cultura total de un dominio de influencia es sencillamente enorme pero nos interesan dos aspectos centrales

  • el altruismo
  • el conocimiento

A partir de cierto nivel, ambas características determinan el nacimiento de una CiTE, pero después de nacer, la relación entre el altruismo y la tecnología cambia y adquiere una forma específica: el amor es el objetivo y la tecnología es el medio. Esto ha sido explicitado en 6.2, La tecnología se utiliza dentro de una CiTE para aumentar el estado de felicidad de los individuos. Esta felicidad se consigue saciando la necesidad de bienestar ajeno y siendo objeto de la necesidad ajena de ir en busca de nuestro bienestar. 

La expansión del amor

Hay una manera obvia para argumentar la agregación de civilizaciones: asociarse es más adaptativo que no asociarse. Las CiTEs que crean agregados son mayoría, y todas conocen ese sesgo evolutivo, por lo tanto, todas se agregan. La otra forma de argumentar la agregación es mostrar que los individuos sienten la necesidad de agregarse. Ya hemos mencionado  el rol de este impulso dentro de las CiTEs pero ahora nos interesa ampliarlo a los dominios de influencia.

Cuando una CiTE se asocia con un agregado, el sentimiento de amor de los individuos de la CiTE se extiende a todos los individuos de las demás CiTEs. Pero a medida que la capacidad de amar continúa desarrollándose, el objeto hacia el que se proyecta la necesidad de bienestar ajeno trasciende al agregado y se proyecta a todo su dominio de influencia. El hambre, las enfermedades, las guerras, los embates de la naturaleza y todo lo que cause sufrimiento de los individuos de los mundos primitivos; perturbará también a los habitantes de las CiTEs quienes sentirán la necesidad de remontar la situación. Dentro del dominio de influencia, las formas más elevadas de bienestar y felicidad se presentan en las CiTEs asociadas, de modo que su objetivo será intervenir para cosechar nuevas CiTEs. Esa es la vía para fabricar felicidad dentro del dominio de influencia y saciar el deseo de felicidad ajena de los individuos del agregado.

El argumento es mucho más simple de lo que parece: el universo descarta cosas destructivas y acumula cosas constructivas porque las primeras duran poco y las segundas duran mucho. Cuando surgen civilizaciones con tecnología potencialmente autodestructiva, el universo solo conserva aquellas que no se autodestruyen, lo cual depende estrictamente del comportamiento que presenten los individuos. Si los individuos son altruistas y priorizan el bienestar ajeno la civilización puede sobrevivir. Si los individuos son egoístas y priorizan su propio bienestar aún en desmedro del bienestar general, a largo plazo se destruyen a expensas de su  tecnología. Para que la especie pueda interpretar el altruismo necesario la cultura presiona sobre ella [2] y construye una genética para sentir la necesidad de bienestar ajeno. Pero dentro de un agregado de CiTEs, "ajeno" ya no es solo el prójimo sino todo cuanto existe además de uno. Un  individuo que ama tiene por objetivo la felicidad de todo lo demás. El amor es un sentimiento que integra al individuo al resto del universo de una manera constructiva, persiguiendo su bienestar, y consecuentemente su longevidad. Cuando el universo construye naturalmente individuos capaces de amar está construyendo entidades capaces de convivir con cierto grado de complejidad. 

Si las entidades amadoras ya no son simples personas sino civilizaciones enteras, su capacidad constructiva aumenta. Cuando esas civilizaciones se asocian formando agregados galácticos, entidades individuales mucho mayores, esa capacidad se ensancha aún más; y cuando los agregados se agregan a su vez e incluyen muchos agregados galácticos, su carácter constructivo comienza a tallar en la estructura a gran escala del universo.

A nivel universal, todos los actores inteligentes deben tener el mismo objetivo: trabajar en pos de la felicidad dentro de su área de influencia, o lo que es lo mismo, amarla. La expansión del amor es un objetivo común.

Es muy importante repetir una vez más: Nadie ha decidido ese objetivo. Es un resultado natural del universo. Puesto a funcionar, el universo construye amor. No sabemos si otra física hubiera construido otras cosas, pero estas leyes solo construyen amor. El amor asegura la longevidad y la reproducción de las CiTEs y sus asociaciones. 

La expansión del conocimiento

Dentro de la cultura total de un agregado inteligente, existe un subconjunto de replicadores culturales que soporta el conocimiento. Dado que el universo es el mismo para todos, en su afán de conocerlo, todos los agregados construirán el mismo conjunto de replicadores. Todos los agregados construirán ideas para representar el hecho de que los mundos giran en torno a las estrellas; que las estrellas se agrupan en galaxias y que las galaxias se agrupan en cúmulos; todos sabrán que el átomo de helio tiene dos protones y dos neutrones y que a toda acción sigue una reacción. Los replicadores culturales necesarios para representar esas ideas son los mismos en todos lados; los acervos culturales de los distintos agregados contendrán un conocimiento común a todos ellos.

Resulta sorprendente que procesos naturales independientes, tal vez operados en civilizaciones causalmente desacopladas puedan coincidir en los mismos replicadores culturales. El universo funciona como catalizador del parecido. Distintas civilizaciones buscan conocer la misma cosa, entonces construyen un conocimiento similar, un conjunto de replicadores culturales parecidos.

Además, este núcleo básico de replicadores similares, asociados al conocimiento de las leyes físicas debería esclavizar y limitar también otros conjuntos de replicadores derivados de ellos. El caso más evidente es el de la tecnología. La tecnología es una consecuencia del conocimiento; no solo sabemos como es el universo sino también como hacer cosas dentro de él, dado que es como es. Si todos los agregados galácticos han aprendido a viajar por el espacio aún sin conocerse entre ellos, entonces debieron construir similares replicadores culturales para resolver idénticos problemas. Sus culturas son similares porque saben hacer las mismas cosas. 

Cuando se solapan dos agregados galácticos para construir un agregado mayor, se encuentran dos culturas parecidas y la cultura resultante de la asociación es mínimamente la unión de las culturas agregadas. Así, cuando crece el agregado crece su cultura, su conocimiento y su tecnología. El crecimiento de los agregados es también la expansión de  su conocimiento.

Parte del conocimiento que se unifica es la relación entre la complejidad de una estructura formada por individuos y el comportamiento de los mismos. Con las CiTEs nace el conocimiento de que la clave para su extraordinaria longevidad es el altruismo de los individuos. No solo se establece la relación, se adquiere un conocimiento consciente de esa relación. No solo se construye amor, también se adquiere el conocimiento de la importancia del amor para la estabilidad de las estructuras complejas. Y una vez que nace ese conocimiento perdura en las CiTEs y sus agregados


7.   Transición de fase

La gesta inteligente puede haberse iniciado a partir de cierto instante $T_c$ que estimamos en 8.000 millones de años después del Big Bang, cuando nacieron las primeras sociedades de CiTEs y, junto con ellas, un objetivo para el universo. El entorno físico que imperó desde el Big Bang hasta el instante $T_c$, pudo  construir naturalmente estructuras inteligentes y un objetivo. A partir de entonces la evolución dejó de ser natural y comenzó a estar dirigida por estructuras inteligentes. En la figura 5 se representa ese gigantesco cambio de fase.

Figura 5. Línea de tiempo

 

La condición que hace estable a la tecnología es simplemente  la cultura altruista, y la genética necesaria para interpretarla es el amor. El amor estabiliza las estructuras complejas haciéndolas longevas, perdurables e intervencionistas, iniciando su expansión en el espacio. La expansión de las estructuras complejas es la expansión del amor. A partir del instante $T_c$ puede iniciarse la expansión del amor. Nadie lo ha decidido, simplemente ocurre, como la formación de las galaxias o de las estrellas, porque es consecuencia de las leyes físicas. La existencia del instante $T_c$ y de una transición de fase en la historia del universo  es la consecuencia de incluir formas estables de tecnología en la descripción. 

El conocimiento de que el universo construye una cultura altruista, también aparece en algún momento de su historia. Concretamente, aparece en el mismo momento de la historia, en el tiempo $T_c$, junto con las CiTEs. El universo construye a la vez un objetivo: expandir la cultura altruista, y su conocimiento de ese objetivo.  

La figura 5 muestra un quiebre en la evolución del  universo cuando aparecieron las primeras CiTEs. Podríamos haber graficado el quiebre en algún instante posterior, pero hace 8.000 millones de años ya podían existir CiTEs en la Vía Láctea. Desde ese momento en adelante, toda región del universo ya podría estar dentro del dominio de influencia de algún agregado. Eso significa que desde entonces  cada mundo del universo podría ser intervenido por algún agregado de civilizaciones. Dicho al revés: nace el intervencionismo de unos mundos sobre otros.  

La intervención que estamos proponiendo modifica las probabilidades de éxito de un proceso natural, pero no reemplaza ese proceso natural por otro artificial. Veamos un ejemplo. 

Cuando apareció la agricultura muchas especies vegetales sufrieron una colosal expansión. Nadie diría que la embriogénesis del trigo ha quedado en manos de los agricultores; ellos solo plantan las semillas y es la naturaleza la que sigue operando para fabricar nuevas espigas. Pero el agricultor abona la tierra, le hace surcos, elige el momento en que sembrar, arroja fungicidas, riega el plantío y finalmente lo cosecha. El proceso natural que fabrica el trigo es siempre el mismo, pero las actividades del agricultor han maximizado la eficiencia de esos procesos controlando todas las condiciones que lo afectan. Por este sencillo medio, el trigo se ha expandido a todos los rincones de la Tierra. Si bien es la naturaleza la que fabrica el trigo a partir de la semilla, es el agricultor quien gobierna el proceso creando las condiciones para asegurar una cosecha exitosa.

Algo similar imaginamos en la galaxia cuando se asocian las civilizaciones e intervienen en una región del espacio. Los procesos operados dentro de los mundos intervenidos siguen siendo naturales pero la intervención del agregado logra controlar a voluntad las condiciones en que se operan estos procesos aumentando su tasa natural de éxitos. Por esta razón decimos que a partir del período en que se forman los agregados inteligentes, los procesos evolutivos dejan de estar gobernados por la selección natural, aunque la naturaleza siga obrando, y pasan a ser gobernados por una intervención voluntaria y en pos de un objetivo.

Antes de que se solapen los agregados de unas galaxias con otras, toda región del universo podría estar siendo intervenida por algún agregado de CiTEs. Por esta razón, el universo construye un objetivo cuando nacen los agregados de CiTEs y no cuando se solapan los agregados galácticos, tal vez 1.000 millones de años después.

El principal impacto de la tecnología en el cosmos es inducir una transición de fase desde un universo sin objetivo hacia otro con objetivo. Esa transición, que hemos representado en la figura 5 es consecuencia de la irrupción de las CiTEs y sus agregados. 

El cambio de fase hacia un universo con objetivo implica muchas cosas. Si una asociación de CiTEs interviene en un mundo inerte, puede acelerar la posibilidad de que ese mundo desarrolle vida. Si un agregado de CiTEs interviene en un mundo con vida, puede acelerar las condiciones de que desarrolle una especie tecnológica. Si un agregado interviene durante la inestabilidad típica puede aumentar las chances de que su especie tecnológica construya una nueva CiTE. En consecuencia, la intervención inteligente puede acelerar todos los procesos evolutivos incrementando la frecuencia de sucesos exitosos respecto a su lento ritmo natural. Los agregados de CiTEs se transforman en un agente acelerador de los fenómenos evolutivos que intervienen en la producción de nuevas CiTEs. Esa aceleración resulta ser muy significativa. Los agregados crecen, sus dominios de influencia se agrandan, se solapan con los agregados de galaxias vecinas, se asocian con ellos y la agregación de agregados se acelera.

Cuando el universo ingresa en la fase inteligente, toda la evolución se acelera produciendo las mismas estructuras complejas que antes, pero a un ritmo mucho mayor.  

La película es simple cuando se la mira aceleradamente.

  1. El universo nace en el Big Bang.
  2. 8.000 millones de años después nacen las civilizaciones tecnológicas estables como resultado de procesos evolutivos poco probables funcionando en muchos candidatos. 
  3. La primera CiTE modifica esas probabilidades interviniendo en su región circundante haciendo que todos los procesos que llevan a la formación de nuevas CiTEs se acelere.
  4. Las CiTEs resultantes se asocian y forman un agregado que aumenta a su vez su capacidad de formar nuevas CiTEs.

Podría ser que el lector objete la datación  que hemos dado o que cuestione directamente la existencia de una transición de fase. Para él, esa transición está ocurriendo ahora, impulsada por la civilización humana. Nosotros afirmamos que todo esto ya se produjo hace mucho tiempo, no solo porque sería muy improbable que seamos los primeros (hay miles de trillones de mundos en el universo) sino porque existen evidencias de que nuestro mundo está siendo culturalmente intervenido para formar una CiTE


8.   El universo autoconsciente

Al comenzar la entrada dijimos que no hay evidencias de que el universo sea el resultado de un objetivo previo, pero que sus leyes son capaces de construir estructuras inteligentes con distintos objetivos. Así se construyeron estructuras progresivamente más complejas como la cultura y la tecnología, con una multitud de actores y objetivos. Pero cuando aparecieron las CiTEs y la tecnología se hizo estable, se configuró un objetivo único: la cultura altruista.

El universo construyó una cultura altruista por selección natural. Si vemos esa selección actuando sobre las civilizaciones con tecnología autodestructiva, las civilizaciones tecnológicas egoístas son inestables y se extinguen mientras que las altruistas son estables y perduran. Si pensamos la selección actuando sobre la cultura de esas civilizaciones, la cultura egoísta se extingue y la cultura altruista perdura. De este modo, la selección natural construyó similares grados de altruismo en todas las CiTEs. El universo no tiene un objetivo previo, pero puesto a funcionar, construye una cultura altruista.

Junto con la cultura altruista nace el conocimiento de la importancia de una cultura altruista. Parece un juego de palabras pero no lo es. Los habitantes de las CiTEs saben que el universo está seleccionando altruismo, que la existencia de sus civilizaciones se debe al grado de altruismo de sus culturas. Saben que una estructura tan compleja como una civilización tecnológica debe ser altruista para existir durante mucho tiempo. Lo saben y ese conocimiento es parte de sus culturas. Cuando el universo genera CiTEs, no solo produce altruismo en sus culturas, también está construyendo un conocimiento específico.

Afirmar que "el universo construye estructuras que conocen  la importancia del altruismo" es equivalente a decir que "el universo tiene la capacidad de conocer la importancia del altruismo". Sin embargo, la primera afirmación menciona algo que aparece en un instante concreto mientras la segunda afirmación solo menciona una característica del universo, sin referir instante alguno. Esta segunda forma es la que nos interesa aquí.

El universo tiene la capacidad de conocer la importancia del altruismo. La tuvo desde el primer día en que nació aunque sólo se haya configurado 8.000 millones de años después. El altruismo es lo que hace estables a las civilizaciones tecnológicas, de modo que el universo tiene la capacidad de conocer lo que hace estables a las civilizaciones tecnológicas. Pero la capacidad de conocer también es un atributo de esas civilizaciones, de modo que el universo tiene la capacidad de conocer lo que hace estable a la capacidad de conocer.  Como el universo es estable por definición, más allá de las estructuras que construya, lo único nuevo aquí es su capacidad de conocer. El universo está construyendo la capacidad de conocerse, pero la capacidad de conocer la propia existencia es la autoconciencia. 

El universo se está volviendo autoconsciente. No se trata de la consumación de un objetivo previo sino de algo que simplemente está ocurriendo, como la salida del sol o la alternancia de las mareas; fenómenos que antes no existían y ahora existen porque el universo los ha producido. Primero se construyeron las galaxias, las estrellas y los mundos; luego la vida, las células, los animales, la inteligencia, la cultura y tecnología. A continuación una selección natural configuró las formas estables de tecnología sobre la base de una cultura altruista. Las CiTEs fueron suficientemente complejas para interpretar ese altruismo y para soportar físicamente el conocimiento de la razón de su longevidad.  El universo obtuvo el conocimiento de la razón por la cual existe el conocimiento. Esa razón, ahora conocida por el universo, es el amor, entendido como la capacidad de las entidades individuales de sentir la necesidad de asegurar la existencia de la superestructura que forman. Y cuando los agregados de civilizaciones de unas y otras galaxias se solapan y se asocian con sus vecinas, la superestructura que forman llega a ser todo el universo y el amor llega a ser universal.

Si el amor se define como la capacidad de las entidades individuales de sentir la necesidad de asegurar la existencia de la superestructura que forman, es tautológico que el universo construye amor. No puede hacer otra cosa. Este y cualquier universo no pueden más que construir cosas que perduren. Si las estructuras son suficientemente complejas para contener conocimiento, entonces llamamos amor a esa capacidad de perdurar.

Este universo que nos rodea es mucho más que un simple conjunto de materia danzando al son de la gravedad y la expansión; es un universo que está conociéndose a sí mismo, que está reconociendo su propia existencia. Hasta donde podemos ver, se trata de un gigantesco fenómeno físico; no hay evidencias de un objetivo previo ni hay necesidad de él para explicarlo. Simplemente ocurre que el universo se está volviendo autoconsciente.


9.   El amor universal

Es común ver a los seres humanos como el instrumento por el cual el universo se está conociendo a sí mismo. Pero nuestra humanidad tiene dos problemas para constituirse en portadora del autoconocimiento universal:

  1. Somos fugaces, existimos desde hace muy poquito y nuestra permanencia aún no está asegurada
  2. No conocemos la relación entre el amor  y la longevidad de las estructuras que lo generan.

Sostenemos entonces que esa autoconciencia universal no comenzó con nosotros ni es fugaz ni reciente,  que empezó hace miles de millones de años y que las civilizaciones capaces de conocer al universo pueden ser realmente muy longevas. Afirmamos que hubo tiempo suficiente para que sobre la base de esas civilizaciones se haya montado una estructura mucho más rica y compleja y que la capacidad del universo de conocerse a sí mismo todavía se esté construyendo.

Pero lo más importante es que, a diferencia de nosotros, las CiTEs conocen la relación entre su longevidad y el amor. Son civilizaciones longevas porque los individuos en que se fundan se comportan para asegurar su longevidad. Es una tautología. Una sociedad como la nuestra, con individuos que calientan la atmósfera sin importar las consecuencias en las demás personas, que forman islas de basura en el mar y explotan más mundo del que tienen, no es una sociedad estable. La acumulación de degradaciones generará hambrunas, las hambrunas generaran guerras y las guerras serán muy peligrosas cuando ya exista una tecnología autodestructiva para fabricar armamentos. La longevidad de una estructura tecnológica se basa en el bienestar de sus integrantes porque el malestar genera inconformismo y a largo plazo atenta contra la estabilidad. Amar es sentir la necesidad del bienestar ajeno. El amor universal es el sentimiento de la necesidad de asegurar el bienestar de todo lo demás. El amor se soporta en una genética naturalmente estable. 

La extraordinaria longevidad de las CiTEs no es una propiedad de los individuos sino de las civilizaciones; no es consecuencia de la capacidad de amar de una sola persona sino del amor profesado por una masa crítica de individuos, el comportamiento emergente de  diez mil millones de personas que aman. La longevidad de las CiTEs es como la inteligencia en una especie biológica, que no es una propiedad de las neuronas individuales sino una capacidad emergente de muchas neuronas actuando a la vez. Que un individuo ame no alcanza para que la civilización que integra sea estable; la impericia de la mayoría podría extinguir a la civilización de todos modos.  La perpetuidad de una CiTE es un fenómeno emergente de muchos individuos dotados de una genética individual que les permite sostener una cultura altruista. 

A partir de allí, podríamos pensar que así como la conciencia individual es el resultado emergente de muchas neuronas interconectadas que transforma la aglomeración de células en una sola persona, existe en las CiTEs una conciencia unificada que es el resultado emergente de muchos individuos amándose entre sí.  Ver a la CiTE como un individuo permite pensarla como un actor inteligente, capaz de intervenir sistemas evolutivos tan longevos como los mundos y las civilizaciones.

Ya es difícil reconocer a una CiTE como una persona, más difícil aún es imaginar qué ocurre con la personalidad cuando se asocian muchas CiTEs y forman un agregado. ¿Existirá una nuevo ente individual emergente de la conciencia individual de muchas CiTEs?

No sabemos si existe algo parecido a una personalidad única emergente de muchos individuos que se aman o de muchas CiTEs que se agregan, pero de una cosa estamos seguros, la capacidad de amar nace en la genética de los individuos, su influjo hace estables a las estructuras altamente tecnológicas y se incrementa conforme se construye esta sucesión de CiTEs, agregados de CiTEs y agregados de agregados.

Llamamos amor universal a esa genética estable que el universo está construyendo sobre las estructuras complejas.


10.   Ideas que explican hechos

Estas ideas podrían considerarse un rebuscado ejercicio de la imaginación, pero en realidad responden algunas preguntas concretas. Aunque hemos explicado todo esto, vamos a repetir dos aspectos donde suponer el intervencionismo de las CiTEs sobre mundos menos evolucionados ofrece una mejor respuesta que la existente.

a) El altruismo humano

Hemos repetido muchas veces que las civilizaciones estables están invariablemente gobernadas por  una cultura altruista y que la genética adecuada para interpretar esa música es el amor. Ahora bien, explicar que el universo está incrementando la capacidad de amar puede parecernos sospechoso porque dentro de nuestra cultura, el amor ya es un sentimiento benéfico. ¿El universo está construyendo el bien? ¡Vaya sorpresa! ¿Después de verificar que no hay verdades absolutas ni una moral racionalmente válida descubrimos que el universo construye naturalmente justo aquello que nosotros creemos que es el bien... ? ¡Qué casualidad!

Lo que realmente hay que explicar es el origen de nuestra cultura altruista, nuestra idea de que el amor es el bien,  porque el humano es reciente y el altruismo universal ya podía existir antes de la formación de la Tierra. 

En la actualidad el altruismo es claramente ensalzado por la cultura humana: hacer el bien, ayudar a los demás, priorizar el bienestar general; nuestra moral venera al altruismo. Pero en la práctica, el sistema económico premia a los individuos más capaces de generar riquezas y eso incluye algunas características exactamente contrarias al altruismo; individuos que priorizan el interés personal, aunque sus acciones estén llenando la atmósfera de humo y calentando el planeta de todos. ¿Por qué razón el comportamiento elogiado es altruista y el premiado es egoísta? ¿Por qué elogiamos a las personas que piensan en los demás si luego premiamos a las que piensan en sí mismas? En general, si los individuos que dejan más descendencia son egoístas ¿de dónde hemos sacado el altruismo? Lo que requiere una explicación es el origen de nuestra cultura altruista; una cultura que ensalzamos pero no podemos practicar.

La situación se vuelve más entretenida cuando se incluye un nuevo elemento en la ecuación: sin una cultura suficientemente altruista la tecnología humana no podrá ser estable. El grado de altruismo humano es un factor de selección justo ahora, que tenemos una tecnología autodestructiva; pero debimos construirlo antes, cuando la naturaleza premiaba el interés personal (ver). ¿Por qué razón elogiamos el altruismo antes de que un escenario natural presionara a su favor?

El intervencionismo de las CiTEs (fig. 3) resuelve ese problema: El altruismo humano existe porque hubo una gigantesca intervención exógena en la cultura humana. Hemos mostrado de qué forma el cristianismo y el judaísmo dejaron huellas profundas de esa intervención. La idea era muy simple: Una intervención exógena debía presionar a favor de una cultura altruista; si la humanidad lograba construir en cierta medida una genética para los comportamientos altruistas, entonces podría atravesar la inestabilidad típica y conformar una nueva CiTE cuando la tecnología se volviera autodestructiva (ya hemos mostrado cómo una presión cultural actuando durante mucho tiempo puede construir una genética determinada). Este fue el principio rector de toda la intervención cultural. Mucho después de iniciada la presión altruista, cuando los hombres ya fueran capaces de comprender, habría que comunicar el mensaje claramente: "La humanidad se dirige hacia un choque con su medio ambiente; para superarlo con éxito es necesario que adopten un comportamiento altruista", esto dice esencialmente el cristianismo. Pero había que decirlo con tiempo para que se integre a la tradición de los pueblos.

La idea de un intervencionismo inteligente sobre la cultura humana también explica los aciertos de ciertas profecías acerca de una Tierra gastada y contaminada y de una drástica mortandad de especies, operada durante un tiempo final. No se trata de afirmaciones fantasiosas que casualmente coinciden con el actual choque entre el medio ambiente y la humanidad sino de la mención de un caso particular de un fenómeno general: todas las civilizaciones chocan con su medio ambiente cuando su tecnología se torna autodestructiva. Nuestra aceleración de crecimiento es típica, y. por lo tanto, se podía predecir un choque. Obviamente, los pastores de la época no conocían el carácter típico del choque.  Había que ser al menos una CITE.

b) La existencia de los hombres

Nuestra civilización parece ser muy poco probable. Algunas posiciones sostienen que la inteligencia ya es muy improbable, que resulta más adaptativo consumir menos energía que ser más inteligente a cambio de un cerebro costoso. Otros afirman que la propia vida es improbable, que aún no sabemos cómo explicar el origen de los replicadores moleculares.

El problema es simple de enunciar: si nosotros somos tan improbables ¿por qué existimos? 

Algunas respuestas sostienen que de todas las estructuras físicas que llegan a existir, solo unas pocas son capaces de preguntar por la razón de su existencia. La existencia de la pregunta probaría que nosotros somos uno de esos raros casos.  La explicación tiene gusto a poco: preguntamos por nosotros porque existimos y existimos porque preguntamos por nosotros.

El intervencionismo inteligente también resuelve este problema. Las CiTEs pueden ser muy improbables porque algunos procesos naturales que llevan a ellas tal vez sean muy esporádicos. Sin embargo en nuestra galaxia la evolución funcionó durante miles de millones de años en cientos de miles de millones de mundos, de modo que había una probabilidad alta de que surgiera una primera CiTE. A partir de entonces, la CiTE puede intervenir su espacio circundante aumentando superlativamente las probabilidades naturales de éxito de todos los procesos evolutivos. Tal vez sea muy improbable que un mundo desarrolle vida, pero si los mundos son intervenidos, pueden ser voluntariamente preparados y cultivados para albergar vida. Tal vez sea muy improbable que un mundo con vida evolucione por sí solo hacia una especie con cultura y tecnología, pero si la evolución biológica es intervenida, la probabilidad natural aumenta superlativamente (aún no hemos buscado indicios de intervención en el sistema biológico). Tal vez puede ser muy improbable que una especie tecnológica desarrolle la genética altruista necesaria para convivir con su propia tecnología durante mucho tiempo, pero si las CiTEs intervienen en su evolución cultural, la gesta es mucho más probable (allí sí hemos buscado y hemos encontrado huellas de intervención).

El intervencionismo es entonces una explicación sobre porque existimos los hombres pese a ser muy poco probables.


11.   Conclusión

El universo no tiene una intención previa pero puede construir especies inteligentes capaces de crearse objetivos. 

Algunas de esas especies inteligentes desarrollan cultura y tecnología y conforman una organización mayor. Cuando la tecnología se hace autodestructiva, la estabilidad de esas civilizaciones depende de la  capacidad de sus especies tecnológicas para comportarse en forma altruista.

La relación entre la cultura altruista y la posibilidad de sobrevivir se impone en el universo por selección natural. Las civilizaciones que existen son las que cuentan con la mezcla correcta. Creemos que el universo ya estaba en condiciones de producir CiTEs 8.000 millones de años después del Big Bang. 

Cuando las estructuras tecnológicas se estabilizaron, el universo hizo un quiebre y todos los procesos que evolucionaban naturalmente pasaron a ser supervisados por alguna estructura inteligente.

Junto con las CiTEs nace también un objetivo único para el universo: la cultura altruista y el conocimiento de su importancia para la estabilidad de las estructuras inteligentes.

Las CiTEs se agregan formando conglomerados galácticos y multigalácticos, expandiéndose y difundiendo un secreto a voces: la relación entre la estabilidad y el altruismo.

Mediante el accionar de los agregados inteligentes el universo se está autoconociendo. Su objetivo es esa autoconciencia creciente.

Existen profundas sospechas de que todo esto es más que una imaginación. Hay huellas de intervención en la cultura humana y evidencias de que algunos fenómenos propios de la evolución tecnológica en el universo (como la inestabilidad típica, el choque entre las civilizaciones tecnológicas y sus mundos y la importancia del altruismo para superar el choque), ya eran mencionados por nuestros antepasados hace miles de años. 

El intervencionismo inteligente explica nuestra existencia aunque la tecnología sea naturalmente muy improbable.

El comportamiento altruista emergente de muchos individuos puede traducirse en la conciencia individual de una estructura mayor. Desde esta perspectiva, las CiTEs pueden ser individuos. También pueden serlo los agregados de CiTEs, los agregados de agregados o todo el universo. Muchos creerán que no es posible y volverán una y otra vez sobre esta saga para mostrar los argumentos que faltan. Otros creerán todo a rajatabla porque la conclusión coincide con su pensamiento previo y pasarán por alto los detalles. En cualquiera de los dos casos, que el universo sea una persona es un hermoso final para esta historia.

Estamos firmemente convencidos de que la tecnología trasciende a la Tierra, que es un fenómeno universal que ha dejado evidencias reconocibles aquí si sabemos qué buscar, pero que va mucho más allá de nuestro pequeño mundo. Un fenómeno universal que existe desde hace mucho tiempo y que integra ya una nutrida estructura cuya naturaleza y su accionar hemos tratado de vislumbrar.



Cristian J. Caravello. 23 de septiembre de 2021




[1] Para que las desigualdades tengan sentido es necesario que $t$, $Td$, $a$ y $M$ sean números. Podemos ver al grado de desarrollo tecnológico como alguna medida de la cantidad de innovaciones tecnológicas y la difusión de esas innovaciones. Para cuantificar el altruismo usamos el impacto ajeno, un concepto similar al altruismo.
[2] Es muy poco probable que una cultura altruista llegue a existir naturalmente, sin una genética que la sostenga. Esto puede lograrse si esa escasa probabilidad tiene éxito el menos una vez, su especie funda una CiTE y esta interviene en otros mundos candidatos para aumentar la probabilidad de ocurrencia. (ver más)
[3]Una posibilidad similar enuncia la Teoría del Gran Filtro, en el tránsito del punto 8 (civilizaciones como la nuestra) al punto 9 (civilizaciones colonizadoras)



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