Cuatro razones para la existencia de tecnología extraterrestre


Todos sabemos que las cosas se ven mejor de cerca: El microscopio revela que las pulgas tienen pelos en las patas; detrás del telescopio,  algunos puntos son estrellas y otros son galaxias; si ponemos la lupa en la ciudad vemos las calles y los edificios y si hacemos zoom sobre las casas vemos los muebles y la gente. Cuanto más nos acercamos, mejor vemos; cuanto más agrandamos, más detalles encontramos.

Pero hay algunas cosas que se ven mejor de lejos, y tanto mejor cuanto más nos alejamos. La mancha de puntos se torna cada vez más nítida y los píxeles aislados se confabulan mágicamente hasta mostrar un diseño unificado. La imagen entera se presenta de repente y ya no es posible regresar. Si alguien nos dijera entonces que cada pixel es independiente de los otros, que no hay ningún diseño unificado, que todo es una gran casualidad, que el aparente ojo no es un ojo y lo que simula ser la boca no es la boca; comprobaremos que ninguna explicación podrá librarnos ya de la visión de la cara. El instinto racional querrá salir de dudas, escudriñará cada pixel en detalle, lo dividirá en pixeles de pixeles y verificará si la imagen refinada sigue respondiendo al diseño original. Pero nos resultará muy difícil matar lo que hemos visto. Y también mostrarlo a quien no lo puede ver.




La ciencia no ha probado que existan civilizaciones tecnológicas extraterrestres en nuestra galaxia, pero las alternativas no son equiprobables, hay muchas probabilidades de que existan y muy pocas de que no existan. Encontramos cuatro razones para argumentarlo:

  1. El principio de mediocridad
  2. El intervencionismo inteligente
  3. Menciones en relatos antiguos
  4. Avistamientos de UAPs o similares

La primera es un principio para preferir teorías, la segunda describe un mecanismo natural de difusión y las dos últimas muestran sugestivas evidencias. 

Estas razones no se basan en creencias subjetivas sino en cosas que todos podemos ver, tocar y deducir; aún así,  ninguna de ellas constituye una prueba concluyente.


1. El principio de mediocridad

"El universo es muy grande y la Tierra es muy pequeña". Esta es la razón más esgrimida; una regla empírica que, tal como la Navaja de Ockham, nos dice qué opción preferir aunque no nos permita saber si hemos elegido la correcta. 

Albert Einstein decía que es una locura hacer siempre lo mismo y esperar resultados distintos. El principio de mediocridad [1] afirma algo similar:  Las mismas leyes operando en objetos parecidos generan resultados similares. En nuestra galaxia hay cientos de miles de millones de mundos; todos están gobernados por la misma física; solo podemos ver a la Tierra con detalle y en ella se originó una especie tecnológica. El principio de mediocridad nos dice entonces que las especies tecnológicas deben ser frecuentes.

Pero para entender que el contraste entre el tamaño de la Tierra y el de la galaxia puede ser un argumento válido es indispensable concebir cuán grande es la galaxia y cuán pequeña es la Tierra.

Imaginemos a la Vía Láctea apoyada sobre la plaza del pueblo. Una gigantesca espiral de puntos brillantes yaciendo sobre la hectárea, extendiéndose 20 o 30 metros hacia arriba. En ese modelo, el Sol y  su estrella más cercana estarían a dos milímetros de distancia y serían muy chiquitos, mucho más chicos que las bacterias: El Sol tendría el diámetro de un átomo de hidrógeno y pegadita al Sol, la Tierra sería como  un núcleo atómico. Afirmar que la Tierra es el único mundo de la galaxia que alberga una especie tecnológica es como afirmar que dentro de una hectárea la tecnología solo se presenta en una región del tamaño de un núcleo atómico. El principio de mediocridad nos dice que la probabilidad de que esto sea así es despreciable, que deben haber varios "núcleos atómicos" con tecnología dentro de la plaza del pueblo.

Imaginemos también que la Tierra es un dado de un centímetro de lado. En una fila de un metro entran cien dados. Para llenar una baldosa de un metro cuadrado necesitamos cien filas, y para llenar un metro hacia  arriba, debemos apilar cien baldosas. En cada metro cúbico caben entonces un millón de dados, 100 x 100 x 100. En una hectárea  de un metro de altura tenemos diez mil metros cúbicos. Para llenarla necesitamos diez mil millones de dados. Si la hectárea estuviera edificada diez metros hacia arriba cabrían cien mil millones de dados.

En la Vía Láctea hay, tal vez, 200.000 o 300.000 millones de planetas; igual a la cantidad de dados que caben en un edificio de una hectárea de extensión por 20 o 30 metros de altura. Si todos los dados estuvieran sometidos a las mismas leyes ¿Cuál es la probabilidad de que solo uno sea negro y todos los demás sean blancos? Suponiendo que el edificio es la Vía Láctea, los dados son mundos y el dado negro es un mundo con una especie tecnológica, entonces estamos preguntando cuál es la probabilidad de que solo en nuestro mundo haya una especie tecnológica y en todos los demás no. La probabilidad es $10^{-11}$. El principio de mediocridad nos dice que deben haber varios dados negros en el edificio, varias civilizaciones tecnológicas en la galaxia. 


2. El intervencionismo inteligente

Algunas teorías [2] son contrarias al principio de mediocridad. Afirman que algunas de las etapas evolutivas que llevan a una especie tecnológica son sumamente improbables y que, por lo tanto, los humanos somos atípicos. Sostienen que la probabilidad de que un mundo desarrolle una especie tecnológica es mucho menor que $10^{-11}$ y por eso es muy improbable hallar otras civilizaciones en la Vía Láctea. 

No vemos convincente defender a capa y espada que la Tierra es rara cuando a los demás planetas casi no podemos verlos, cuando son apenas sombras que transitan diminutas delante de sus estrellas anfitrionas. ¿Cómo definir esa rareza? ¿Contra qué comparar? Pero aún si fuera así, no es cierto que esa improbabilidad implique muy escasas civilizaciones en la galaxia. Bajo ciertas condiciones esperables, la aparición de una civilización inicial alcanza para disparar un fenómeno tecnológico mayúsculo. El surgimiento de la vida proporciona un ejemplo de lo que podría ocurrir.

Después de la formación de la Tierra debieron transcurrir cientos de millones de años para que apareciera el primer replicador molecular. La probabilidad de que surja fue sumamente baja, pero ese primer caso incrementó drásticamente las chances de que aparezca el segundo. Si el primero se formó luego de cientos de millones de años, el segundo demoró solo unos días. Los primeros 2 replicadores generaron otros 2, estos 4 generaron  8, luego 16, 32, 64, 128... El crecimiento fue geométrico y ocasionó una verdadera explosión de vida. A partir de un tronco inicial se originaron ramas que se desdoblaron en ramitas hasta formar un árbol exuberante que rápidamente cubrió la Tierra.

Nadie decidió nada. Cuando el azar se topó con un primer objeto capaz de generar objetos, estalló una diáspora de objetos generadores de objetos. Podríamos simularlo en la pantalla de la computadora.

Ahora volvamos a las civilizaciones tecnológicas. A diferencia de las células, las civilizaciones no se replican. Sin embargo, si utilizaran una tecnología avanzada en otros mundos podrían aumentar allí la probabilidad de ocurrencia de los procesos críticos que llevan hacia otra civilización tecnológica: 

  1. Tal vez sea muy improbable que aparezca la vida en un mundo, pero si una civilización previa la sembrara ex profeso, aumentaría la probabilidad de que ocurra.
  2. Tal vez sea muy improbable que se formen organismos multicelulares, pero si una tecnología interviniera en la genética local, aumentaría las chances de que ocurra.
  3. Tal vez sea improbable que un cerebro inteligente se genere naturalmente, pero si una civilización tecnológica cuidara especialmente a esa especie durante los períodos peligrosos, incrementaría las chances de que ocurra. 
  4. Tal vez sea muy improbable que la naturaleza genere una especie con el altruismo necesario para convivir con una tecnología autodestructiva, pero si una civilización tecnológica preexistente interviniera convenientemente en su cultura, incrementaría las chances de que ocurra.

Una civilización es interventora cuando aumenta las probabilidades de éxito  de los procesos evolutivos que conducen a nuevas civilizaciones. Cuando las civilizaciones hijas también son interventoras, ocurre una explosión. 

Aunque la civilización interventora inicial sea muy improbable, por definición aumentará las chances de que se forme la segunda. Luego, estas dos pueden inducir la formación de otras dos y las cuatro resultantes cultivarían 8, luego 16, 32, 64... Del mismo modo como estalla la vida en un planeta a partir del primer replicador, puede estallar la tecnología  en la galaxia a partir de una primera civilización. 

La capacidad de intervenir debe mejorar con el tiempo porque la práctica modela a las civilizaciones que intervienen. La segunda vez que una civilización construya una biosfera estable en otro mundo, no cometerá los errores que ha cometido la primera vez. 

Si las civilizaciones sucesoras se asociaran y formaran un gran organismo inteligente, el espacio de influencia aumentaría y la potencia de la intervención sería mayor. 

El lector podría pensar que estamos hablando del sexo de los ángeles, que ya es arriesgado suponer la existencia de otras civilizaciones para afirmar, además, que intervienen en la formación de sus vecinas. Pero una vez que hemos supuesto que existen civilizaciones tecnológicas, queda determinado que todas sean interventoras, basta que se origine la primera para que estalle un proceso que genera muchas. Podríamos objetar que las civilizaciones interventoras nunca llegarán a existir, pero lejos de esto, parecen ser las preferidas de la evolución. La selección natural favorece a las más longevas, éstas son las que pueden vivir en varios sitios y, por lo tanto, las que intervienen en los mundos de su espacio circundante [3].

Suponer que existen civilizaciones extraterrestres en la Vía Láctea es mucho mejor que suponer que no existen, pero si existen, suponer que intervienen es mucho mejor que suponer que no intervienen porque la selección natural las prefiere interventoras. Ante la ausencia de comprobación supondremos lo más probable: las civilizaciones con suficiente tecnología para viajar a las estrellas son interventoras.

Aún no sabemos si existen civilizaciones interventoras pero la Tierra ya ha transitado casi todo el camino y ya estamos pensando en colonizar Marte o Ceres. Si la humanidad fuera interventora, podría ser la chispa de una explosión de civilizaciones. Pero como nuestra galaxia puede albergar tecnología desde hace miles de millones de años [4], la explosión ya puede haber ocurrido. Ahora mismo podríamos estar en medio de ella.


3. Evidencias de intervención cultural en la Tierra

Si es más probable que las civilizaciones tecnológicas existan a que no existan;  si, en caso de existir, es más probable que intervengan a que no intervengan y si la intervención podría existir desde hace miles de millones de años entonces la propia Tierra podría estar siendo intervenida en este momento.

Podríamos pensar que si nos hubieran intervenido lo sabríamos, que veríamos claramente una intervención exógena procedente del cielo. Pero ¿Qué veríamos?. Si la intervención fuera cultural y su objetivo fuera lograr una civilización estable y perdurable, tal como lo describimos en el punto 4 del parágrafo anterior ¿Qué veríamos?

En primer lugar, no veríamos una intervención abierta. Un profesor de matemáticas no resuelve los ejercicios de su alumno; lo deja solo frente a ellos para que aprenda a resolverlos por sí mismo. Una civilización exógena que pretendiera enseñarnos a convivir con una tecnología poderosa, no se presentaría abiertamente ante la humanidad por 3 razones:

  1. Conspiraría contra el aprendizaje, objeto de la intervención
  2. Fomentaría la paranoia de quienes sólo verían una invasión extraterrestre en puerta
  3. Exacerbaría el misticismo de quienes los verían como seres superiores llegados a la Tierra para librarlos de todo mal... y de toda responsabilidad

En segundo lugar, no veríamos una simple enseñanza orientada a los individuos de una misma generación sino una intervención cultural diseñada para transmitirse de generación en generación a fin de que pueda integrarse a la tradición de un pueblo.

Dentro de la cultura humana encontramos elementos muy coincidentes con este tipo de intervención. El Antiguo Testamento (2) relata la existencia una entidad inteligente no humana muy poderosa habitante del cielo que intervino en nuestra cultura creando un pueblo, transmitiéndole una doctrina religiosa, y colocándolo en un lugar de paso.

Es importante entender que los relatos existen, que son evidencia y que la ciencia debe explicarlos. La explicación hasta aquí es que son ficción, que el parecido con una intervención extraterrestre en la cultura humana es una lejana casualidad y que siquiera debería mencionarse.

Los relatos cuentan que en aquél trámite de fundar al judaísmo, la entidad inteligente iba y venía dentro de un objeto aéreo cilíndrico desde el cual observaba, daba órdenes, hablaba con Moisés y decidía cuando acampar y cuando marchar. La postura oficial sostiene que el relato es 100% ficción y el parecido con un sujeto dentro de una nave es casualidad.

Los textos afirman que algunos individuos  fueron inspirados en sueños y visiones por esa entidad inteligente procedente del cielo para que hablaran de un futuro catastrófico y terminal al que se refirieron como "aquel día", "aquel tiempo", "la parte final de los días" o "el tiempo del fin". Las historias cuentan que la Tierra se secará, se agotará, se gastará "como una prenda de vestir", que será profanada por sus habitantes [Is 24:1 a 6] y que una gran cantidad de peces, aves y "criaturas terrestres" morirían en masa en esos días [Os 4:3]. 

El contenido de estos relatos coincide con el actual choque entre la civilización y los límites del planeta, que en algunos casos ya tiene ribetes de tragedia. La sobreexplotación actual coincide con la figura de una tierra gastada y la contaminación con una tierra "profanada debido a los pies de sus habitantes". La contaminación está provocando una acumulación de gases en la atmósfera que ya causa un sensible calentamiento global. La mortandad de especies por su parte, coincide con la drástica reducción de la biodiversidad que ya se está midiendo [5]

Según la versión oficial, los relatos referidos a un futuro catastrófico son ficción y su parecido con el choque actual entre la civilización y el medioambiente también son casualidad.

Algunos relatos hablan de un aumento del conocimiento protagonizado por los "entendidos" o "los doctos", quienes en "el tiempo del fin" comprenderán cosas que entonces estaban veladas. Un conocimiento que no será "revelado" sino "comprendido". [Dn 12:4 y 12:10] El aumento de conocimiento coincide con la explosión científica de los últimos 400 años y los doctos y los entendidos se parecen a los científicos. 

Según la versión oficial, estos relatos también son ficción y el parecido es casualidad.

El relato dice que estos profetas mencionaron también la venida de un "enviado" especial, representante de aquel Dios del cielo, quien vendría a transmitir un mensaje. La historia continúa en el Nuevo Testamento, donde se describe la llegada de ese enviado en la persona de Jesús. Según los relatos, Jesús dijo no ser de este mundo [Jn 8:23], y representar a un reino que está en el cielo, acercándose [Mt 4:17]

Jesús se parece mucho a un representante de otro mundo. Pero si el texto es ficción, el parecido es casualidad.

La expresión "reino de los cielos" se parece mucho a una agrupación de individuos con gobierno unificado procedente de otros mundos, relatada en un lenguaje que pudiera entenderse hace 2000 años. Pero si la historia es ficción, este parecido también debe ser casualidad.

El mensaje de Jesús simplemente informaba que la manera de atravesar ese período peligroso del que habían hablado los profetas  consistía en amar al prójimo y adoptar comportamientos altruistas. En la actualidad y después de reconocer la envergadura del colapso, muchas voces comienzan a señalar la necesidad de un cambio hacia comportamientos más altruistas.  Hay entonces una evidente similitud entre altruismo pregonado por Jesús y su valor de supervivencia en una tecnología potencialmente autodestructiva. Pero la ciencia no se pronuncia sobre el parecido.

Siempre según el relato, el objetivo era integrar a la humanidad a "ese reino de los cielos" para que exista durante un tiempo indefinido. Esto es muy parecido al objetivo de una civilización interventora de integrar una nueva civilización tecnológica a una estructura preexistente muy longeva. La ciencia no se pronuncia sobre el parecido.

En resumen hay muchas similitudes entre los relatos antiguos y una intervención exógena: El Dios bíblico se parece a los protagonistas de una civilización interventora. Los objetos aéreos con los que Dios se transportaba se parecen a naves espaciales. Las referencias a una futura Tierra gastada y contaminada se parecen a los actuales informes de la ONU sobre medio ambiente. Las referencias a una futura gran mortandad de especies se parecen a la actual reducción de la biodiversidad. Las referencias a un futuro aumento del conocimiento se parecen a la reciente explosión de la ciencia. Las referencias a la futura comprensión por parte de los doctos y los entendidos se parecen a la adquisición de conocimiento por parte de los científicos. La referencia de Jesús diciendo que no es de este mundo se parece a una mención de su naturaleza extraterrestre. El concepto "reino de los cielos" se parece la descripción de una agrupación de individuos con gobierno unificado procedente de otros mundos. La prédica cristiana que relaciona el altruismo con la posibilidad de vivir después del colapso apocalíptico coincide con las expresiones de muchos especialistas respecto a la imperiosa necesidad de altruismo para afrontar los problemas generados por el choque contra los límites de la Tierra.

Los relatos existen, son evidencia empírica, dicen lo que dicen y deben ser explicados. Comprendemos que la ciencia no deba explicarlos proponiendo una hipótesis no comprobada como la existencia de civilizaciones extraterrestres. Pero aceptar la falta de una explicación es más honesto que proponer una explicación equivocada.  Explicar tantos parecidos diciendo que son casuales es muy cercano a no explicarlos en absoluto.

 

4. Avistamiento de UAPs o similares

Las  UAPs, UFOs, OVNIs, OSNIs o similares son todos los objetos o fenómenos aéreos o transmedio que aún no están identificados. El objetivo de la ciencia es identificarlos; pero identificar un objeto avistado mediante un fenómeno no comprobado, es equivalente a no identificarlo. Eso es lo que ocurre con la hipótesis extraterrestre. 

El problema es todavía mayor.   Si un OVNI fuera ciertamente una nave extraterrestre, la ciencia no podría aceptarlo. La identidad del objeto no es una prueba de la existencia de tecnología extraterrestre; por el contrario, la falta de prueba de la existencia de tecnología extraterrestre impide identificar al objeto como una nave extraterrestre. Como hemos supuesto que el objeto era, en efecto, una nave extraterrestre, hemos encontrado un hecho verdadero que la ciencia no puede probar.

Lo primero que necesitamos entender es que no podemos salir a pelear contra el método científico. Lo segundo y más importante es que algunos hechos verdaderos están aún fuera del alcance de la ciencia y que es necesario investigarlos de la forma más prolija posible para cuando la ciencia los pueda poner dentro.

Algunos gobiernos ya han aceptado la existencia de objetos inexplicables en el cielo. Algunos pilotos de la marina de los EEUU han declarado frente a los legisladores en el Capitolio que han sido testigos de algunos de estos objetos; que no se pueden explicar mediante fenómenos naturales conocidos o como tecnología humana conocida; que presentan comportamientos parecidos a una conducción inteligente; que dejan rastro en distintos sensores, como radares y videos; que en varias oportunidades han estado cerca de chocar con ellos y que pueden constituir una amenaza para la seguridad.

Dejando de lado los casos fraudulentos o explicables, hay todavía muchos avistamientos no explicados en el mundo, algunos de los cuales podrían explicarse como causados por tecnología extraterrestre.  


Conclusiones

Hemos mostrado algunos de los pixeles que, vistos en conjunto, nos llevan a reconocer un diseño unificado. La idea de que estamos siendo intervenidos por tecnología extraterrestre explica con una sola teoría muchas coincidencias que de lo contrario deberían argumentarse con muchas ideas  diferentes. 

Si el día de mañana un telescopio espacial detecta una señal  inteligente inequívoca proveniente de un exoplaneta lejano o los sensores en Tierra descubren una antigua sonda extraterrestre escondida en el cinturón de asteroides o los biólogos moleculares hallan una inconfundible huella tecnológica enterrada en el genoma de una bacteria desde hace un millon de años, la existencia de tecnología extraterrestre habrá sido comprobada. 

No es una posibilidad menor. Es una posibilidad creciente. Miramos el cielo cada vez con mayor nitidez y manipulamos el ADN cada vez con más pericia. Si existe tecnología no humana, la veremos en breve. Pero si esto es así, si la ciencia comprueba finalmente la existencia de otras formas de tecnología además de la nuestra, entonces la hipótesis extraterrestre podrá ser utilizada como una explicación científica posible para los avistamientos de UAPs y las coincidencias bíblicas. Por ahora, nada de esto se ha probado, pero estamos cerca. Estemos atentos entonces porque en cuanto se encienda lo primero, también se encenderá lo segundo.

 

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Notas

(1) Supongamos que al principio los replicadores se duplicaban una vez por semana. En un año hay 52 semanas; en cinco años tendríamos $2^{(52\times 5)}$ replicadores, muchos más que los existentes en la actualidad. Evidentemente algo detuvo la explosión. Cuando los recursos llegaron al límite, la mayoría murió y  solo se replicaron los mejores, los más capaces de aumentar las probabilidades de producir a la siguiente generación. De esta manera, a poco de explotar, ya existía una presión por mejorar las probabilidades de ocurrencia de la siguiente cepa.

(2) El lector interesado (¡criatura esquiva!) puede encontrar todos los enlaces bíblicos que sostienen esta postura. Aquí hay una reinterpretación del cristianismo (20 citas, 50 enlaces); y aquí se describe un plan de intervención (50 citas, 90 enlaces).

Referencias

[1]https://es.wikipedia.org/wiki/Principio_de_mediocridad
[2]Ward, Peter y Brownlee, Donald. (2003) Rare Earth. Why the complex life is uncommon in the universe. Copernicus Books
[3]https://civilizacionestecnologicasestables.blogspot.com/p/civilizaciones-longevas.html
[4]Xiang Cai; Jonathan H. Jiang; Kristen A. Fahy; Yuk L. Yung. (2021). 
A Statistical Estimation of the Occurrence of Extraterrestrial Intelligence in the Milky Way Galaxy.  Galaxies 2021, 9(1) ,5 https://doi.org/10.3390/galaxies9010005
[5]Gerardo Ceballos , Paul R. Ehrlich, Anthony D. Barnosky, Andrés García, Robert M. Pringle, and Todd M. Palmer. (2015).Accelerated modern human–induced species losses: Entering the sixth mass extinction. Science Advances Vol 1, Issue 5 DOI: 10.1126/sciadv.1400253








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Cuatro razones para la existencia de tecnología extraterrestre por Cristian J, Caravello se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.

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