Tecnología improbable y civilizaciones replicantes




Estamos inclinados a pensar que si las especies tecnológicas fueran muy improbables, entonces habría muy pocas civilizaciones en el universo. Pero esto no es exactamente así. 

En general, las teorías de la Tierra rara afirman que la secuencia evolutiva necesaria para llegar a especies tecnológicas como la nuestra es sumamente improbable. Algunas sostienen que la aparición de la vida es muy poco frecuente; otras afirman que si bien la vida celular es posible, es raro que evolucione hacia formas multicelulares [1]; otras dicen que la inteligencia no es evolutivamente ventajosa porque el cerebro consume mucha energía y aún otras afirman que las especies inteligentes se autodestruyen cuando su tecnología se vuelve suficientemente peligrosa. Estas teorías concluyen entonces que  la cantidad de civilizaciones tecnológicas debe ser muy baja.

Nosotros sostenemos que las teorías de la Tierra rara pueden ser correctas, que las civilizaciones tecnológicas pueden ser improbables pero que, aún así, pueden ser muy numerosas. 

Veamos lo que ocurrió con la biósfera. La aparición de la vida ocurrió 3.500 o 4.000 millones de años atrás; probablemente unos cientos de millones de años después de que las condiciones estuvieran dadas. Tomemos por caso cien millones de años. Siguiendo un argumento similar a las teorías de la Tierra rara, si cada cien millones de años se obtiene un replicador molecular y transcurrieron desde entonces 4.000 millones de años entonces deberían existir ahora 40 replicadores moleculares, uno cada 100 millones de años.

Sabemos que esto es falso porque un solo cuerpo humano tiene millones de millones de células con replicadores moleculares dentro. El error es fácil de encontrar: el primer replicador es muy improbable, pero su existencia modifica la probabilidad de que aparezca el segundo. La naturaleza de un replicador es, precisamente, crear una copia de sí mismo, generar un segundo replicador, de modo que la probabilidad de aparición del primero no puede ser igual a la del segundo. De allí en más, el crecimiento es geométrico: 2 replicadores generan 4, 4 generan 8, 8 generan 16... Si cada copia demora una semana, luego de cien años, la Tierra entera rebosará de vida.

En general y a modo de Teorema: 

Si un proceso muy poco probable genera un actor capaz de incrementar las chances de que aparezca el segundo, entonces (por definición del primer actor) el segundo actor ya no es igualmente improbable. 

La diferencia de probabilidades puede ser mayúscula: en el ejemplo, la primera célula tardó cien millones de años en llegar y la segunda demoró solo una semana.

Volvamos ahora a las teorías de la Tierra rara. Según ellas, es muy improbable que aparezca una especie como la nuestra en la galaxia. Pero si la primera civilización tecnológica interviene en los mundos de su espacio circundante aumentando la probabilidad de los procesos evolutivos que llevan a una segunda civilización tecnológica, entonces la segunda sería mucho más probable que la primera. 

Si la civilización pionera demora un millón de años en inducir la formación de una segunda civilización igualmente interventora, entonces al cabo de 2 millones de años, tendríamos cuatro civilizaciones interventoras: la dos originales más una que propició la primera en el segundo millón de años más otra que propició la segunda. En 3 millones de años tendríamos 8; en cuatro millones de años tendríamos 16 y en diez millones de años tendríamos mil civilizaciones interventoras expandiéndose por la galaxia (exactamente $2^{10}$). Si estimamos que el universo puede soportar especies tecnológicas desde hace miles de millones de años ¿Cuántas civilizaciones pueden existir actualmente entonces?

Una civilización capaz de intervenir en la formación de otra igualmente interventora, puede ser muy improbable, tal como lo dicen las teorías de la Tierra rara, pero una vez que aparece, dispara un fenómeno mayúsculo, del mismo modo como el primer replicador del ejemplo disparó toda la vida en la Tierra.

Lo que torna inquietante este argumento es que no estamos hablando de algo lejano, nosotros mismos ya estamos próximos a formar a una civilización interventora, estamos a unos siglos o milenios de colonizar, lo cual es solo un pestañeo en la historia del universo. ¿Qué probabilidad hay de que seamos los primeros y no el resultado de la intervención de otros?


Imaginando la civilización pionera.

Toda teoría que sostenga que las civilizaciones son posibles pero muy improbables, debe admitir que existió o existirá un primer caso, una civilización pionera. Si, por el contrario, una teoría radical afirmara que esto nunca ocurrió y nunca ocurrirá, estará negándolo también para nosotros decretando nuestra extinción. Dado que en la Vía Láctea pueden existir especies tecnológicas desde hace miles de millones de años, supondremos que esto ya ocurrió.

Imaginemos entonces que la primera civilización de la galaxia  capaz de intervenir en la gestación de otra apareció 8.000 millones de años después del Big Bang [2].

Podríamos pensar a la civilización pionera como una civilización parecida a la nuestra, pero sostenible y  longeva. Sin embargo, si se trata de una civilización longeva, ha desarrollado características nuevas que determinan esa longevidad: 

  1. Es capaz de convivir con sí misma sin autodestruirse 
  2. Cuenta con tecnología para evitar toda causa de extinción en su mundo
  3. Cuenta con tecnología para realizar viajes interestelares
  4. Puede asentarse en varios mundos
  5. Interviene en la formación de otras civilizaciones 

Las características de 1 a 4 son evidentemente las indicadas para que una civilización sea longeva. Pero podríamos cuestionar 5 y preguntar por qué deberían intervenir otros mundos. Lo mejor es imaginar todo lo posible y dejar actuar luego a la selección natural. El resultado es obvio: las civilizaciones que se replican en otras civilizaciones deben ser inconmensurablemente más frecuentes que las que no se replican. Como las civilizaciones tecnológicas son inteligentes, todas han sacado esta cuenta y todas se replican.

Para llegar a una tecnología estable, muchas formas inestables deben haberlo intentado sin éxito, colapsando cada vez que la tecnología se volvía autodestructiva. Nuestra civilización pionera se hizo estable y sobrevivió, pero debemos suponer que en torno a ella continuaron emergiendo formas inestables. Intervenir un mundo para lograr una segunda civilización tecnológica igualmente interventora habría consistido en hacer estable a una especie incipientemente tecnológica y potencialmente autodestructiva.

Si la civilización pionera demorara un millón de años en formar a una segunda civilización interventora, y cada una demorara otro millón de años en formar a otra, tendríamos un proceso similar al que hemos descripto arriba. El desarrollo inicial sería explosivo y la velocidad decaería luego cuando la cantidad de civilizaciones interventoras fuera mayor que el número de candidatos a intervenir. El crecimiento del número de civilizaciones tecnológicas estables de una galaxia sería logístico (Figura 1).


Pero también podría ser que las especies inteligentes aún no tecnológicas también fueran improbables. En ese caso, la civilización pionera podría operar con prácticas de bioingeniería para obtener una especie inteligente a partir de los precursores que considere adecuados. Del mismo modo  podría intervenir para obtener organismos multicelulares de mundos con vida celular; o bien sembrar vida en mundos adecuados; o bien adecuar mundos impactando en ellos asteroides que tuvieran la química necesaria. Claro, si todos esos estados fueran improbables a la vez, tendríamos que olvidarnos de la existencia de otras civilizaciones y explicar por qué existimos nosotros. Y explicar también por qué vemos, fotografiamos y filmamos cosas extrañas en el cielo.

Si existiera una primera civilización interventora, todo este proceso se dispararía. Pero la situación inicial sería muy breve. La normalidad de allí en más sería la de un conjunto de civilizaciones interrelacionadas, donde unas crearon a las otras, actuando para cultivar nuevas civilizaciones.


Intervención en la Tierra

Repetimos la pregunta ¿Qué probabilidad hay de que seamos los primeros y no el resultado de la intervención de otros? Hay una estrategia simple para responder esta pregunta: Buscar huellas de intervención tecnológica en la Tierra.

Aquí propuse buscar en el sistema evolutivo biológico. Los hallazgos allí serían objetivos y mensurables.

Respecto al sistema evolutivo cultural... ¡hay muchas huellas de intervención a la vista de quien las quiera ver! 

Aquí anoté qué tipo de huellas buscar. Aquí mostré un caso puntual de posible intervención en el relato del éxodo de Israel. Aquí mostré por qué tenemos que buscar. Aquí mostré detalladamente cómo el judaísmo puede ser parte de una intervención cultural en la Tierra, y aquí mostré con igual detalle cómo  puede serlo el cristianismo. 

Para sostener la hipótesis extraterrestre como explicación de los fenómenos aéreos no identificados necesitamos de una alta frecuencia de civilizaciones. Si las teorías de la Tierra rara son correctas y las especies tecnológicas son muy improbables, solo tendríamos un alto número de civilizaciones si estas fueran capaces de replicarse en otras civilizaciones. Pero en ese caso, la misma Tierra podría estar siendo intervenida. 

Por último, muchas huellas sugieren que una entidad tecnológica no humana está cultivando una civilización tecnológica estable en la Tierra con el objeto de formar parte de una gran estructura preexistente. Y es muy probable que la humanidad sea la flor más cuidada del jardín.


______

[1]Ward, Peter y Brownlee, Donald. (2003) Rare Earth. Why the complex life is uncommon in the universe. Copernicus Books
[2]Xiang Cai1, Jonathan H. Jiang, Kristen A. Fahy , Yuk L. Yung (2020) A Statistical Estimation of the Occurrence of Extraterrestrial Intelligence in the Milky Way Galaxy Galaxia, 9 (1), 5; https://doi.org/10.3390/galaxies9010005



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Tecnología improbable y civilizaciones replicantes por Cristian José Caravello se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.

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