UAPs: El inminente final de la información clasificada.

El subsecretario de Defensa para Inteligencia y Seguridad, Ronald Moultrie, a la derecha, y el subdirector de Inteligencia Naval, Scott Bray, hablan con un UAP en una pantalla.




Un derrotero clasificado

Cuando la humanidad inventó las máquinas voladoras, se abrió una enorme posibilidad militar: con esos artefactos sería muy sencillo bombardear al enemigo y escapar. Eso sí, había que mantener la idea en secreto para que el enemigo tardara un tiempo en diseñar el modo de impedirlo o imitarlo. Dos cosas quedaron claras: la ventaja que significa controlar el espacio aéreo y la absoluta confidencialidad respecto a cómo controlarlo. Al principio, controlar el aire solo significaba bombardear las instalaciones enemigas y derribar a los cazas que vinieran a impedirlo, pero pronto quedó claro que también permitía observar pasivamente desde el aire. Si tu me miras, yo trataré de detectarte, pero sin que me veas; tú tratarás de ver mi camuflaje y yo intentaré producir objetos  mejor camuflados. Ambos desarrollaremos camuflajes propios y la capacidad de detectar el camuflaje ajeno. 

Así las cosas, el cielo se llenó de objetos camuflados y de sistemas globales de detección. Pero ¿Qué hacer si alguno de esos objetos no parece proceder de ninguna tecnología de camuflaje conocida? ¿Qué hacer si detectamos objetos que a veces se camuflan y a veces no, y que presentan capacidades de maniobra imposibles para nosotros y muy probablemente para cualquier adversario humano? Hay una cosa muy clara que debemos hacer ante todo: ¡Que nadie sepa que podemos verlos! Ocultar al adversario la propia capacidad de detección. Pero si ese fuera el caso, habría que mantener en secreto también al objeto detectado. 

Ignoramos si existen tales objetos, pero sí sabemos que hay información respecto al avistaje de objetos desconocidos premeditadamente silenciada para preservar la capacidad de detectarlos. Y lo sabemos porque ha sido oficialmente declarado.

En 2020 la organización The Black Vault solicitó al estado americano que ponga a disposición del público toda la documentación clasificada respecto al tema UAP (Unidentified Aerial Phenomena). En una carta de respuesta, Gregory Cason, subdirector de la oficina de FOIA (Freedom of Information Act) de la Marina expresó:

La divulgación de esta información dañaría la seguridad nacional, ya que puede proporcionar a los adversarios información valiosa sobre las operaciones, vulnerabilidades y/o capacidades del Departamento de Defensa/Marina. Ninguna parte de los videos se puede segregar para su publicación.

Es muy importante imaginar qué casos particulares podrían sustentar lo que allí se menciona en general. La documentación se clasifica para no revelar capacidades adquiridas por el Departamento de Defensa, como la posibilidad de ver cierto tipo de camuflajes. Pero esta no es la única razón; si una foto mostrara un objeto anómalo flotando sobre un río de China, los chinos se preguntarán ¿Qué hacían los americanos tomando fotos en China? Los americanos no  querrán que los chinos vean la foto y la clasificarán. O si un objeto no identificado le hiciera un "pito catalán" a los prodigiosos aviones de la marina americana y luego desapareciera acelerando a 50g, los americanos no querrán que el adversario vea la foto y la clasificarán. Esto es lo que realmente significa no revelar información sobre operaciones, capacidades y vulnerabilidades, y eso es lo que dice la cita. Nada cercano a "proteger a la humanidad de un conocimiento para el que no está preparada", aunque la excusa suena maravillosa.

Muchas voces han expresado preocupación ante la amenaza que una tecnología extraterrestre sumamente avanzada podría significar para la raza humana. Nada más lejos de la realidad. Primero porque no existe la menor evidencia de que alguna nación corra peligro debido a una eventual tecnología extraterrestre (aunque sí existen muchas pruebas de que unas naciones corren peligro debido a la existencia de otras) y segundo porque quien tenga la tecnología para recorrer años luz y llegarse hasta aquí, ya sabría como eliminarnos en un abrir y cerrar de ojos, si esa fuera su intención.


Un secreto fugaz

Si lo único que alimenta la confidencialidad es la necesidad de que los adversarios ignoren las propias capacidades y limitaciones tecnológicas, entonces la confidencialidad morirá conforme se desarrolle tecnología abiertamente. Pero eso es exactamente lo que está ocurriendo.

La estructura de las investigaciones acerca de una posible tecnología no humana operando el cielo cercano está cambiando ahora mismo. Luego de un largo período en el que se esperaba la ocurrencia de fenómenos anómalos para luego investigarlos y discutirlos en un ámbito fundamentalmente amateur, está dando inicio una etapa donde la ciencia toma el control y la búsqueda activa se impone a la espera pasiva.

En julio del 2021 se lanzó el Proyecto Galileo en la Universidad de Harvard, dirigido por Avi Loeb, con el propósito de monitorear el cielo cercano en forma automática y analizar los resultados con un algoritmo de IA especialmente entrenado para descartar objetos conocidos y centrarse en las anomalías. También en julio de 2021 la organización UAPx realizó una expedición a la isla Catalina, cerca de donde ocurriera el famoso  incidente "Tic-tac" del portaaviones USS Nimitz en 2004, con un equipo especial para la observación detectando una curiosa anomalía meteorológica que aun no logra explicar. En septiembre de 2022, el Observatorio Astronómico Principal de la Academia Nacional de Ciencias (NAS) de Ucrania publica un artículo donde luego de explorar los cielos de Kiev afirma encontrar diferentes objetos anómalos en una breve y muy criticada presentación en arxiv.

Más allá de posibles errores, ninguna de estas iniciativas esperó la ocurrencia aleatoria de fenómenos extraños; todas ellas buscaron anomalías voluntariamente, observando el cielo con instrumental dedicado.  Algunas iniciativas suponen que los objetos son siempre visibles: otras suponen que los avistamientos ocurren en ciertas zonas más que en otras como si existiera una red fija de calles y avenidas y aún otras suponen que los objetos se hacen inevitablemente visibles en ciertas zonas y luego se camuflan. En septiembre propuse una forma en que nosotros mismos ya camuflamos objetos violando la IA entrenada por el Proyecto Galileo. Un mes después el propio Avi Loeb admite la posibilidad de naves camufladas con materia oscura aunque ignora cómo sería el camuflaje.

La tecnología necesaria para realizar estas acciones ya está disponible a bajo costo. Pero existe también un acercamiento cultural (que debería aprovecharse más que criticarse) que promueve un abordaje científico de estos temas que antes eran tabú. En junio de 2021, EEUU admite oficialmente la existencia de fenómenos no identificados en el cielo. Lo hace por solicitud del Congreso, cuyos senadores (demócratas y liberales) sospechan que la clasificación de información los está dejando fuera de algo importante.  En mayo de este año tienen lugar dos sesiones del Congreso americano acerca de los UAPs, una pública y otra clasificada. No sabemos qué documentación se relevó en la sesión privada, pero en septiembre el Congreso emitió un anexo que reconoce que los avistamientos de fenómenos transmedio (objetos que pasan del espacio al aire o del aire al agua sin alterar su marcha) están creciendo exponencialmente.

Estamos en medio de una profunda explosión de búsqueda que se inició en 2021 mientras observamos en cámara lenta cómo se expanden los detritos. Es improbable que la oficina de inteligencia americana (y también las de otros países) ignore que la información clasificada respecto a las UAPs pronto será públicamente conocida, que la tecnología necesaria para detectar objetos anómalos ya está disponible y que la ciencia ya se está acercando al tema con creciente curiosidad. Es improbable que la CIA ignore que dentro de los estrados científicos ya se está dando un recambio generacional en el que nuevos astrónomos, astrofísicos, biólogos y astrobiólogos ven a la tecnología como un fenómeno galáctico y no solo terrestre, que puede existir desde antes de que naciera el Sol que puede vivir más tiempo que los mundos y que podría estar visitándonos ahora. 

Los EEUU ocupan el 2% de la superficie de la Tierra. Sin embargo, al menos dos de los tres videos sobre UAPs filtrados en 2017 y aceptados luego por el gobierno de los EEUU fueron filmados en territorio americano. Podemos pensar que han tenido mucha suerte y que las imágenes filtradas ocurrieron justo en el pedacito de mundo que ocupan los EEUU, ni en Etiopía ni en Austria ni en Haití.  Yo prefiero pensar que las filtraciones no ocurrieron al azar, que fueron sutilmente dirigidas, que hay distintas posiciones dentro del gobierno americano y que mientras unos pretenden ocultarlo todo otros están dando los pasos necesarios para iniciar el proceso cultural que nos lleve a la verdad. 

La clasificación de información respecto a la naturaleza de los UAPs está llegando a su fin. Nadie la está matando, simplemente estamos abriendo los ojos conforme aumenta y se difunde la tecnología y ahora podemos ver cosas que antes no veíamos.

Mantener la información en secreto obedece fines militares, pero en un mundo frágil que ya sabe construir armas que pueden dañar a la civilización entera, los fines militares deben pasar a segundo plano. La civilización transitará el camino que las personas decidamos, pero para eso es necesario que conozcamos todos los detalles. Justo ahora, ocultar información es condenar a la humanidad a la ceguera mientras camina por borde de un abismo. 

La tecnología autodestructiva ya existe, pero aún no hemos desarrollado la cultura necesaria para convivir con ella. Poseer información valiosa no concede poder sino una enorme responsabilidad. Si existe una "cuidadosa" gestión para revelar información oculta sobre nuestra posición en el cosmos, abogo por acelerar el paso y transmitir todo lo que se sabe y el modo como se puede probar, de la manera más rápida posible, porque liberar información sin duda acelerará el cambio cultural hacia un mundo más estable y perdurable. Retenerla, en cambio, solo retrasará un proceso inevitable; y quien la retenga será responsable de las consecuencias del retraso.



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UAPs: El inminente final de la información clasificada. por Cristian José Caravello se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-CompartirIgual 4.0 Internacional.

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