sábado, 9 de mayo de 2020

2.1 La inestabilidad esencial

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1.   El oficio de existir
Todas las acciones dirigidas a esclarecer la existencia de civilizaciones inteligentes en el espacio parten en general de algún supuesto. Suponemos que las civilizaciones emiten ondas de radio; suponemos que son tecnológicamente más avanzadas que nosotros; suponemos que tienen la misma tecnología que nosotros; suponemos que son depredadoras, conquistadoras o agresivas; suponemos que son pacíficas, altruistas o benéficas; suponemos que están muy lejos y no podemos verlas; suponemos que están muy lejos y no pueden visitarnos; suponemos que están aquí pero solo nos observan; suponemos que nos visitaron hace 50.000 años; suponemos que se presentaron abiertamente pero los gobiernos ocultan su existencia; suponemos que no existen.  Suponemos que su biología es muy distinta. Suponemos que su física es muy distinta. Suponemos que no conocemos el universo lo suficiente para comprenderlas. Suponemos y solo suponemos. Pero siempre son supuestos.
Sin embargo hay un supuesto que no puede evitarse porque más que un supuesto es una imposición: Las civilizaciones tecnológicas más avanzadas que nosotros deben ser capaces de existir.
Imponer a la existencia como condición necesaria podría parecer una verdad de Perogrullo si no fuera porque a nosotros mismos nos está costando tanto sobrevivir. Existir no es sencillo, al menos cuando se trata de una civilización como la nuestra, con una portentosa tecnología a cuestas.
No tiene sentido hacer supuestos sobre civilizaciones más avanzadas que nosotros si aún no hemos esclarecido si una civilización como la nuestra puede perdurar. La respuesta que demos sobre las posibles civilizaciones extraterrestres no será la misma si nosotros podemos sobrevivir que si no tenemos más remedio que extinguirnos.
Tampoco es adecuado decir que una especie inteligente podría fraguarse en otro sistema evolutivo sin mencionar cuáles son las cosas que premia o castiga ese sistema; o decir que podrían existir otras formas de vida inteligente, pero no mencionar esas otras formas. En general, es lo mismo decir: “ignoramos cómo se generó A” que decir “A se generó de B, pero ignoramos todo acerca de B".
Si pudiéramos mirar el cielo con una nitidez absoluta, con una claridad que nos permitiera ver civilizaciones tecnológicas allí arriba, o bien no veríamos a nadie, o bien veríamos civilizaciones tecnológicas longevas. Casi todas las inteligencias fugaces se habrían extinguido. Por esta razón, buscamos en el cielo formas inteligentes perdurables.
Para saber si una civilización extraterrestre puede perdurar, debemos comenzar por ver como haremos nosotros para existir durante mucho tiempo. ¿Pero qué significa “mucho tiempo”? La vida en la Tierra existe desde hace 3800 millones de años y la inteligencia humana desde hace solo dos o tal vez tres millones. El universo que conocemos tiene unos 13.800 millones de años [1], de modo que la vida  en la Tierra ha existido al menos  durante el último 27% de la historia del universo. En cambio, sólo podemos decir que la inteligencia ha existido durante el último 0.02%. Para que la inteligencia sea un fenómeno capaz de hacerle mella al universo debe ser un proceso capaz de durar cientos o miles de millones de años. Pero nunca sabremos si nuestro universo será capaz de albergar estructuras inteligentes tan longevas si no averiguamos primero si nuestra actual civilización es capaz de perdurar al menos unos siglos más.
Buscamos civilizaciones tecnológicas perdurables, que puedan condicionar al universo. No las buscamos porque sí; las buscamos porque el universo se muestra capaz de construirlas desde hace miles de millones de años . Pero antes de lanzarnos a la búsqueda veremos cómo pueden ser. Afortunadamente, nosotros somos una de ellas, de modo que nos estudiaremos un poco antes de buscar. No estudiaremos cualquier cosa; estudiaremos solo lo evidente: si somos lo suficientemente estables como para perdurar mucho tiempo. Esta historia empieza allí. 


Figura 1:La evolución de una especie inteligente sigue una función logística. Nuestra especie se originó hace 200.000 años, comenzó a crecer hace 2000 años y según los especialistas, su población se estabilizará en las próximas décadas. 


La gráfica poblacional de una especie como la nuestra se representa con una función logística (fig. 1). Mas allá de variaciones menores, tiene dos situaciones interesantes: Una curva hacia arriba, cuando la población comienza a crecer; y una curva hacia la derecha, cuando la población se hace estable.
Nuestra intención es explicar ahora la primera curva de la gráfica. ¿Por qué razón empieza a crecer la población?
Nuestra especie existe desde hace mucho tiempo, pero comenzamos a crecer sensiblemente en el año 0 de nuestra era (mil años más, mil años menos), cuando las demás especies de humanos ya se habían extinguido. Crecimos muy rápido, exponencialmente rápido, de modo que no alcanza con explicar por qué comenzamos a crecer; hay que explicar además por qué crecimos tan rápido.

2.   Cultura y tecnología
Las diferentes especies se distinguen por sus características y capacidades, pero existen dos características que nos interesan especialmente a la hora de explicar nuestra gráfica: la capacidad tecnológica y la capacidad cultural (fig. 2) 
a) Capacidad Tecnológica
Es la capacidad que tiene una especie de resolver problemas mediante el diseño y la realización de dispositivos físicos o lógicos. Un dispositivo físico puede ser un arado, que utiliza una madera para resolver el problema de hacer un surco y plantar una semilla. Un dispositivo lógico puede ser un calendario o un sistema de numeración. Queda claro que los dispositivos físicos son muy anteriores a los lógicos. En lo que sigue, podemos pensar en dispositivos físicos como ejemplo de tecnología.
Utilizaremos la palabra “tecnología” para referirnos a la capacidad tecnológica, tal como la hemos definido (“Tecnología” como capacidad). Pero también llamaremos “Tecnología” al conjunto de dispositivos implementados (“Tecnología” como producto) y al estudio de ambas cosas, la capacidad y su producto (“Tecnología” como ciencia).
La tecnología es un caso particular de inteligencia. Una estrategia de caza puede ser una respuesta inteligente dada por un grupo de orcas, pero si la solución no incluye objetos físicos, no es tecnológica.  Un ave que construye un nido con paja y barro, utiliza objetos físicos (la paja y el barro), pero su acción no es inteligente. Realizar un nido no es una capacidad adquirida. El ave no “diseña”. Todas las aves de la misma especie harán el mismo nido porque así lo determinan sus genes. El nido tampoco es una solución tecnológica.
Cuando la respuesta es inteligente e involucra dispositivos físicos, nos referimos a ella como tecnología. 
b) Capacidad cultural 
Es la capacidad que tiene una especie de imitar comportamientos adquiridos por otros individuos. Si bien llamamos “cultura” a esta capacidad, también podemos llamar “cultura” al conocimiento producido por dicha capacidad.
Una especie tiene cultura cuando puede replicar un elemento del pensamiento de otros individuos. Las danzas, el canto, la ropa, los deportes, el arte, las teorías, las religiones son elementos de la cultura, patrones culturales. No están allí porque lo determinan los genes sino porque han sido ideados o imitados. Podemos imaginar que una imitación cultural consiste en reproducir un conexionado neuronal en nuestra propia corteza con el propósito de reproducir una acción que vemos en otro; pero en realidad no sabemos como se soporta.
En la práctica, una especie tiene cultura si sus individuos aprenden de los demás algunas cosas que no están en los genes.
Existen dos capacidades principales en que se funda la cultura:
a) La imitación.
El individuo puede construir un elemento del pensamiento copiando lo que ve en los otros.
b) La transmisión de información
Un individuo transmite a otro u otros cómo construir un elemento del pensamiento.  La transmisión puede ser gestual, a través de sonidos o por medio de imágenes.
Para poder transmitir una idea el individuo necesita colocarla en un soporte físico. Este es el pensamiento simbólico, asignar un símbolo físico a una idea. Usted tiene idea de lo que hará esta noche, pero yo no veo su idea. Nadie la ve, porque las ideas son invisibles. Para que sus ideas se vean, es necesario que las coloque en un sistema de significantes físicos y las emita. Concretamente, necesitamos que usted nos cuente lo que va a hacer. Luego, otros podrán decodificarla y reconstruir sus pensamientos.
Si alguien deja una pintura con un motivo de caza en la pared de una cueva, está transmitiendo ideas a través de un objeto físico, la pintura, por lo tanto tiene pensamiento simbólico. La música es otro lenguaje sonoro donde colocamos un elemento del pensamiento en un significante físico. Por eso, el hallazgo de un instrumento musical indica que el individuo dominaba el pensamiento simbólico, que era capaz de representar ideas mediante objetos físicos.
En resumen, la cultura existe cuando tenemos la capacidad de imitar información. También podemos transmitirla a otros, pero la imitación es muy anterior a la transmisión.


Figura 2


A nuestro alrededor existen muchas especies inteligentes; aunque  solo algunas de ellas tienen cultura y, entre ellas, solo unas cuantas tienen tecnología.
Los chimpancés pueden arrancar una rama de un árbol, pelarla, cortarla, introducirla en un hormiguero, sacarla cargada de hormigas y comérselas. Esta habilidad es tecnológica porque consiste en resignificar y modificar un objeto físico, la rama,  para un fin distinto al previsto por la naturaleza. Además, el chimpancé tiene la capacidad cultural: No sabemos a quien se le ocurrió la idea, pero se transmite de una generación a otra. Si un chimpancé es apartado al nacer y criado en un zoológico, nunca aprenderá a fabricar ramas para pescar termitas. La solución no está escrita en los genes; se le ocurrió alguna vez a un mono más listo que el resto; se transmitió de una generación a otra por acción de la cultura y, de tanto en tanto, algunos ejemplares más inteligentes le agregaron mejoras al invento original.
De este modo, los chimpancés tienen las dos capacidades: cultura y tecnología. Pero los chimpancés no eran los únicos privilegiados. Muchas especies de animales desarrollaron cultura y tecnología; en particular las especies del género humano. Ambos atributos fueron evolucionando a la vez, generando especies mejor adaptadas a su medio. La cultura que se basa en la imitación es anterior a aquella que también utiliza la transmisión. Del mismo modo la transmisión por gestos es anterior al lenguaje hablado. Tampoco es lo mismo la tecnología que transforma ramas en varas de pescar hormigas que la que transforma piedras en puntas de flecha o hierro en espadas.
El género humano apareció hace unos 2,5 millones de años. Desde entonces existieron muchas especies y subespecies, como el homo habilis, el homo erectus, el denisovano o el neanderthal; donde las capacidades culturales y tecnológicas se refinaban más y más.
Hace unos 200.000 años apareció el homo sapiens, un hombre que tenía la capacidad de hablar. Dentro de la cultura, la capacidad de transmitir es ya un avance sobre la mera imitación. Pero la capacidad de hablar es una forma de transmisión muy evolucionada. Usted puede transmitir ideas con gestos, pero es mejor si puede hablar. El lenguaje oral es un método de transmisión de ideas muy preciso y detallado. Con el lenguaje se pueden transmitir emociones, informaciones, preguntas, indicaciones y demás elementos que, entre otras cosas, ayudan a unos hombres a enseñar lo que otros están tratando de imitar. El lenguaje es muy posterior al gesto, y es la capacidad que distingue al homo sapiens del resto de las especies.

3.   Acumulación de Tecnología
En la antigüedad, los hombres  vivían de la caza y la recolección. Se quedaban en un lugar hasta agotar los recursos y luego se iban a otro sitio. Se movían de un sector a otro hasta volver al lugar inicial, varios años después, donde la naturaleza ya había borrado sus huellas y se había reconstruido. Marchaban en grupos de unas decenas a unos cien individuos. Cada tanto, un grupo se escindía en dos, y cada tanto un grupo desaparecía o se reducía hasta ser absorbido por otro. La mayoría de las cópulas se daban dentro de los grupos; por eso se llamaban grupos endogámicos. Naturalmente, todavía existen humanos que viven de la caza y la recolección.
Como los humanos son tecnológicos, podían resolver problemas diseñando herramientas o mejorando las existentes, y como eran culturales, podían transmitir estas ideas a las nuevas generaciones.
Al principio, las ideas e innovaciones eran pocas y muy esporádicas porque los individuos inteligentes escaseaban. Además, las ideas que pasaban a la siguiente generación solo eran unas pocas porque la capacidad cultural era precaria y el tamaño de los grupos constituía una limitación. De este modo, existían pocas innovaciones que se transmitían poco. Los grupos se escindían, la especie se diseminaba y en algún momento luchaban contra otros grupos por los cotos de caza y recolección. Cada grupo desarrollaba su pequeña tecnología y transmitía lo que podía a la generación siguiente. Muy lentamente, la cantidad de innovaciones que eran capaces de producir y traspasar a la siguiente generación comenzó a incrementarse; el lenguaje mejoró y la capacidad cultural también.
No sabemos cuando, pero poco a poco los grupos comprendieron cómo funciona el proceso por medio del cual una semilla se transforma en una planta. Podían ver esto en el trigo o la cebada. Pero una cosa es saberlo y otra cosa es utilizar la idea para alimentarse con ella. Era mucho más simple recolectar frutos y cazar animales. La agricultura resultaba una tarea faraónica para un grupo nómade. Había que plantar las semillas y esperar ¿Cuánto tiempo? para luego alimentar ¿Cuántas bocas? Muchas cosas debían aprenderse. La tarea no era simple de modo que los grupos nómades no cultivaban pese a conocer el mecanismo que producía nueva vegetación. No sabemos cuál fue la razón exacta por la cual este conocimiento comenzó a utilizarse para fabricar comida, pero podemos imaginar dos razones opuestas
a) Una gran escasez de alimentos
b) Superabundancia de alimentos y tiempo ocioso.
Las razones de la primera alternativa son evidentes: Si la naturaleza no provee alimentos, hay que fabricarlos. En la segunda opción imaginamos grupos que se hacían parcialmente sedentarios en las orillas de los ríos para vivir un tiempo de la pesca y que exploraban plantando semillas y viendo qué ocurría.
No sabemos cómo sucedió exactamente, pero la idea de cultivar la tierra se asentó y produjo un cambio absoluto.
El advenimiento de la agricultura hizo sedentarios a algunos hombres; los grupos nómades fueron reemplazados por aldeas y la población creció allí de unos cien a más de mil.
Las aldeas representaron una acumulación de tecnología por tres razones:
  1. Mezcla cultural: Los grupos endogámicos pasaban por las aldeas periódicamente llevando allí su cultura y su tecnología. Sus soluciones tecnológicas eran escasas, pero en las aldeas las tecnologías de distintos grupos se acumulaban y se mezclaban, dando lugar a formas nuevas mejoradas.
  2. Aumento de complejidad: En las aldeas la vida era más compleja porque la población era mayor. Esto dio lugar al diseño de nuevas soluciones tecnológicas.
  3. Excedentes agrícolas: Apareció el trueque, el comercio y toda una gama de soluciones tecnológicas nuevas
El advenimiento de las aldeas representó un verdadero aumento en la producción de tecnología, de soluciones a problemas concretos mediante la utilización de sistemas físicos. Las aldeas se fueron incrementando en número y población hasta transformarse en ciudades y a partir de ellas, en los grandes imperios de la antigüedad. Todo esto produjo una progresiva acumulación de tecnología entre los hombres.

4.   La Avalancha
Nieva sobre la ladera. Pasan las semanas y el hielo se acumula en la montaña. La nieve fresca forma una capa nueva y oculta a la anterior. En lo profundo, el agua congelada se comprime y el peso de la capa de hielo se incrementa cada vez. Algunas partes de la montaña son suaves pendientes y otras partes son abruptos acantilados. La nieve se amontona donde puede. Cada vez que nieva, se amontona. Y nieva sin parar.
Finalmente el peso de la capa vence la resistencia del suelo y la nieve cae ladera abajo. En su viaje, desprende otras capas inestables y se agranda formando una bola gigante que rueda sin parar y que se lleva todo. Al llegar abajo, la avalancha se detiene. Fueron años de acumulación silenciosa, cinco minutos de movimiento y luego la quietud, nuevamente.
Volvamos ahora a nuestro tema ¿Por qué razón comenzó a crecer la población hace 2.000 años? ¿Por qué lo hizo vertiginosamente? La respuesta se parece a la avalancha: una lenta acumulación de tecnología que de pronto produjo un vértigo absoluto.
Todo el proceso que siguió a nuestra aparición, hace 200.000 años y especialmente luego de la agricultura y el sedentarismo, hace 10.000 años, estuvo dominado por una progresiva acumulación de tecnología. Más allá de la velocidad, podíamos producir tecnología y pasársela a la generación siguiente a través de la cultura. La tecnología se acumulaba como la nieve en la montaña. No producía grandes cambios; solo se acumulaba.
Pero un proceso silencioso se estaba operando en lo profundo. La vida y la muerte de un individuo dependen, entre otras cosas, de lo que pueda imitar de su entorno social; pero las soluciones que están disponibles varían según se haya nacido en un grupo nómade, una aldea o una ciudad. En un grupo de cien individuos, las soluciones tecnológicas disponibles eran pocas. En una ciudad de la antigüedad, como Babilonia o Sidón, la tecnología era mucho mayor. Había cosas en las que el individuo no tenía que pensar porque ya estaban resueltas. Nacer en un entorno tecnológico significa exactamente esto: muchas soluciones ya están inventadas y solo tenemos que saber imitar, lo que resulta mucho más simple que inventarlas cada vez. Cuanto mayor es ese entorno, mayores son las soluciones que proporciona.
En un momento, las soluciones son suficientes para que comencemos a vivir más años. Este es el punto de inflexión, el comienzo de la avalancha. Concretamente, la tasa de mortalidad cae, nos morimos menos porque el entorno proporciona ideas que resuelven problemas asociados con nuestra supervivencia. La gente muere menos pero sigue naciendo al mismo ritmo, y esto induce un aumento de la población. Esta es la primera relación de nuestro sistema: Un incremento en la cantidad de tecnología induce un aumento del número de población.
Por otro lado, un incremento en la población implicaba más gente pensando en innovaciones. Si cada mil personas, una logra diseñar una innovación, entonces cien mil personas diseñan cien innovaciones. Cuando aumenta la población, aumentan las cabezas que inventan cosas, aumenta la tecnología que se difunde en la sociedad. Esta es la segunda relación del tándem: Un aumento de la población significa un incremento en la cantidad de tecnología.
De este modo se crea una relación sistémica esencialmente inestable entre el número de población y la tecnología circundante, donde el incremento de cada indicador induce el aumento del otro. Más población es más tecnología y más tecnología es más población. Ambos parámetros se incrementan a un ritmo exponencial y todo el sistema adquiere un vértigo creciente generando una inestabilidad que acaba cuando la especie se choca con el límite de su mundo. A esta avalancha la llamamos inestabilidad esencial, y es propia de cualquier especie con el grado de cultura y tecnología que hemos caracterizado aquí.
Si miramos la función logística de la figura 1, la inestabilidad esencial es el intervalo de tiempo que tiene lugar durante el crecimiento de la gráfica. Se inicia cuando la población comienza a crecer y se detiene cuando alcanza la nueva estabilidad.
No se trata de un proceso propio de nuestra especie; la inestabilidad esencial es una avalancha de tecnología, y las avalanchas son típicas, sucederán cada vez que se presenten las causas que las disparan. Esto justifica la siguiente afirmación: 
Toda especie inteligente que alcance las capacidades culturales y tecnológicas necesarias para que la tecnología se acumule, marchará hacia una inestabilidad esencial.
La fase final de esta inestabilidad esencial es la que se está operando en nuestro mundo. En lo siguiente describiremos algunas de las características asociadas a esa fase final.
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[1]https://www.abc.es/ciencia/abci-logran-medir-edad-universo-onda-gravitacional-201801091325_noticia.html





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2.1 La inestabilidad Esencial por Cristian J. Caravello se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.

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