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1. El oficio de existir
Todas las acciones dirigidas a
esclarecer la existencia de civilizaciones inteligentes en el espacio parten en
general de algún supuesto. Suponemos que las civilizaciones emiten ondas de
radio; suponemos que son tecnológicamente más avanzadas que nosotros; suponemos
que tienen la misma tecnología que nosotros; suponemos que son depredadoras,
conquistadoras o agresivas; suponemos que son pacíficas, altruistas o
benéficas; suponemos que están muy lejos y no podemos verlas; suponemos que están muy lejos y no pueden visitarnos; suponemos que están aquí pero solo nos observan; suponemos que nos
visitaron hace 50.000 años; suponemos que se presentaron abiertamente pero los
gobiernos ocultan su existencia; suponemos que no existen. Suponemos que su biología es muy distinta.
Suponemos que su física es muy distinta. Suponemos que no conocemos el universo lo suficiente para comprenderlas. Suponemos y solo suponemos. Pero siempre
son supuestos.
Sin embargo hay un supuesto que no
puede evitarse porque más que un supuesto es una imposición: Las civilizaciones
tecnológicas más avanzadas que nosotros deben ser capaces de existir.
Imponer a la existencia como
condición necesaria podría parecer una verdad de Perogrullo si no fuera porque
a nosotros mismos nos está costando tanto sobrevivir. Existir no es sencillo, al menos cuando se trata de una civilización como la nuestra, con una portentosa tecnología a
cuestas.
No tiene sentido hacer supuestos
sobre civilizaciones más avanzadas que nosotros si aún no hemos esclarecido si
una civilización como la nuestra puede perdurar. La respuesta que demos sobre
las posibles civilizaciones extraterrestres no será la misma si nosotros
podemos sobrevivir que si no tenemos más remedio que extinguirnos.
Tampoco es adecuado decir que una
especie inteligente podría fraguarse en otro sistema evolutivo sin mencionar
cuáles son las cosas que premia o castiga ese sistema; o decir que podrían
existir otras formas de vida inteligente, pero no mencionar esas otras formas. En
general, es lo mismo decir: “ignoramos cómo se generó A” que decir “A se generó
de B, pero ignoramos todo acerca de B".
Si pudiéramos mirar el cielo con una
nitidez absoluta, con una claridad que nos permitiera ver civilizaciones
tecnológicas allí arriba, o bien no veríamos a nadie, o bien veríamos civilizaciones
tecnológicas longevas. Casi todas las inteligencias fugaces se habrían
extinguido. Por esta razón, buscamos en el cielo formas inteligentes
perdurables.
Para saber si una civilización
extraterrestre puede perdurar, debemos comenzar por ver como haremos nosotros
para existir durante mucho tiempo. ¿Pero qué significa “mucho tiempo”? La vida
en la Tierra existe desde hace 3800 millones de años y la inteligencia humana
desde hace solo dos o tal vez tres millones. El universo que conocemos tiene
unos 13.800 millones de años [1], de modo que la vida en la Tierra ha existido al menos durante el último 27% de la historia del
universo. En cambio, sólo podemos decir que la inteligencia ha existido durante
el último 0.02%. Para que la inteligencia sea un fenómeno capaz de hacerle
mella al universo debe ser un proceso capaz
de durar cientos o miles de millones de años. Pero nunca sabremos si nuestro universo
será capaz de albergar estructuras inteligentes tan longevas si no averiguamos
primero si nuestra actual civilización es capaz de perdurar al menos unos
siglos más.
Buscamos civilizaciones tecnológicas
perdurables, que puedan condicionar al universo. No las buscamos porque sí; las
buscamos porque el universo se muestra capaz de construirlas desde hace miles
de millones de años . Pero antes de lanzarnos a la búsqueda veremos cómo pueden
ser. Afortunadamente, nosotros somos una de ellas, de modo que nos estudiaremos
un poco antes de buscar. No estudiaremos cualquier cosa; estudiaremos solo lo
evidente: si somos lo suficientemente estables como para perdurar mucho tiempo.
Esta historia empieza allí.
La gráfica poblacional de una
especie como la nuestra se representa con una función logística (fig. 1). Mas
allá de variaciones menores, tiene dos situaciones interesantes: Una curva hacia
arriba, cuando la población comienza a crecer; y una curva hacia la derecha,
cuando la población se hace estable.
Nuestra intención es explicar ahora la
primera curva de la gráfica. ¿Por qué razón empieza a crecer la población?
Nuestra especie existe desde hace mucho tiempo, pero comenzamos a crecer sensiblemente en el año 0 de nuestra era (mil años más, mil
años menos), cuando las demás especies de humanos ya se habían extinguido.
Crecimos muy rápido, exponencialmente rápido, de modo que no alcanza con
explicar por qué comenzamos a crecer; hay que explicar además por qué crecimos tan rápido.
2. Cultura y tecnología
Las diferentes especies se
distinguen por sus características y capacidades, pero existen dos características
que nos interesan especialmente a la hora de explicar nuestra gráfica: la
capacidad tecnológica y la capacidad cultural (fig. 2)
a) Capacidad Tecnológica
Es la capacidad que tiene una especie de resolver problemas mediante el
diseño y la realización de dispositivos físicos o lógicos. Un dispositivo
físico puede ser un arado, que utiliza una madera para resolver el problema de
hacer un surco y plantar una semilla. Un dispositivo lógico puede ser un
calendario o un sistema de numeración. Queda claro que los dispositivos físicos
son muy anteriores a los lógicos. En lo que sigue, podemos pensar en
dispositivos físicos como ejemplo de tecnología.
Utilizaremos la palabra “tecnología”
para referirnos a la capacidad tecnológica, tal como la hemos definido (“Tecnología”
como capacidad). Pero también llamaremos “Tecnología” al conjunto de
dispositivos implementados (“Tecnología” como producto) y al estudio de ambas
cosas, la capacidad y su producto (“Tecnología” como ciencia).
La tecnología es un caso particular
de inteligencia. Una estrategia de caza puede ser una respuesta inteligente
dada por un grupo de orcas, pero si la solución no incluye objetos físicos, no
es tecnológica. Un ave que construye un
nido con paja y barro, utiliza objetos físicos (la paja y el barro), pero su
acción no es inteligente. Realizar un nido no es una capacidad adquirida. El
ave no “diseña”. Todas las aves de la misma especie harán el mismo nido porque
así lo determinan sus genes. El nido tampoco es una solución tecnológica.
Cuando la respuesta es inteligente e
involucra dispositivos físicos, nos referimos a ella como tecnología.
b) Capacidad cultural
Es la capacidad que tiene una especie de imitar
comportamientos adquiridos por otros individuos. Si bien llamamos “cultura” a
esta capacidad, también podemos llamar “cultura” al conocimiento producido por
dicha capacidad.
Una especie tiene cultura cuando
puede replicar un elemento del pensamiento de otros individuos. Las danzas, el
canto, la ropa, los deportes, el arte, las teorías, las religiones son
elementos de la cultura, patrones culturales. No están allí porque lo
determinan los genes sino porque han sido ideados o imitados. Podemos imaginar
que una imitación cultural consiste en reproducir un conexionado neuronal en
nuestra propia corteza con el propósito de reproducir una acción que vemos en
otro; pero en realidad no sabemos como se soporta.
En la práctica, una especie tiene
cultura si sus individuos aprenden de los demás algunas cosas que no están en
los genes.
Existen dos capacidades principales
en que se funda la cultura:
a) La imitación.
El individuo puede construir un
elemento del pensamiento copiando lo que ve en los otros.
b) La transmisión de información
Un individuo transmite a otro u
otros cómo construir un elemento del pensamiento. La transmisión puede ser gestual, a través de
sonidos o por medio de imágenes.
Para poder transmitir una idea el individuo necesita colocarla en un soporte físico. Este es el
pensamiento simbólico, asignar un símbolo físico a una idea. Usted tiene idea
de lo que hará esta noche, pero yo no veo su idea. Nadie la ve, porque las
ideas son invisibles. Para que sus ideas se vean, es necesario que las coloque
en un sistema de significantes físicos y las emita. Concretamente, necesitamos que
usted nos cuente lo que va a hacer. Luego, otros podrán decodificarla y reconstruir sus pensamientos.
Si alguien deja una pintura con un
motivo de caza en la pared de una cueva, está transmitiendo ideas a través de
un objeto físico, la pintura, por lo tanto tiene pensamiento simbólico. La
música es otro lenguaje sonoro donde colocamos un elemento del pensamiento en
un significante físico. Por eso, el hallazgo de un instrumento musical indica
que el individuo dominaba el pensamiento simbólico, que era capaz de
representar ideas mediante objetos físicos.
En resumen, la cultura existe cuando
tenemos la capacidad de imitar información. También podemos transmitirla a
otros, pero la imitación es muy anterior a la transmisión.
A nuestro alrededor existen muchas
especies inteligentes; aunque solo algunas
de ellas tienen cultura y, entre ellas, solo unas cuantas tienen tecnología.
Los chimpancés pueden arrancar una
rama de un árbol, pelarla, cortarla, introducirla en un hormiguero, sacarla
cargada de hormigas y comérselas. Esta habilidad es tecnológica porque consiste
en resignificar y modificar un objeto físico, la rama, para un fin distinto al previsto por la
naturaleza. Además, el chimpancé tiene la capacidad cultural: No sabemos a
quien se le ocurrió la idea, pero se transmite de una generación a otra. Si un
chimpancé es apartado al nacer y criado en un zoológico, nunca aprenderá a
fabricar ramas para pescar termitas. La solución no está escrita en los genes;
se le ocurrió alguna vez a un mono más listo que el resto; se transmitió de una
generación a otra por acción de la cultura y, de tanto en tanto, algunos
ejemplares más inteligentes le agregaron mejoras al invento original.
De este modo, los chimpancés tienen
las dos capacidades: cultura y tecnología. Pero los chimpancés no eran los
únicos privilegiados. Muchas especies de animales desarrollaron cultura y
tecnología; en particular las especies del género humano. Ambos atributos fueron evolucionando a la vez, generando especies mejor adaptadas a su medio. La cultura que se basa en la imitación es anterior a aquella que también utiliza la
transmisión. Del mismo modo la transmisión por gestos es anterior al lenguaje hablado. Tampoco es lo mismo la tecnología que transforma ramas en varas de pescar hormigas
que la que transforma piedras en puntas de flecha o hierro en espadas.
El género humano apareció hace unos
2,5 millones de años. Desde entonces existieron muchas especies y subespecies,
como el homo habilis, el homo erectus, el denisovano o el
neanderthal; donde las capacidades culturales y tecnológicas se refinaban más y
más.
Hace unos 200.000 años apareció el homo sapiens, un hombre que tenía la
capacidad de hablar. Dentro de la cultura, la capacidad de transmitir es ya un
avance sobre la mera imitación. Pero la capacidad de hablar es una forma de
transmisión muy evolucionada. Usted puede transmitir ideas con gestos, pero es
mejor si puede hablar. El lenguaje oral es un método de transmisión de ideas
muy preciso y detallado. Con el lenguaje se pueden transmitir emociones,
informaciones, preguntas, indicaciones y demás elementos que, entre otras
cosas, ayudan a unos hombres a enseñar lo que otros están tratando de imitar.
El lenguaje es muy posterior al gesto, y es la capacidad que distingue al homo sapiens del resto de las especies.
3. Acumulación de Tecnología
En la antigüedad, los hombres vivían de la caza y la recolección. Se
quedaban en un lugar hasta agotar los recursos y luego se iban a otro sitio. Se
movían de un sector a otro hasta volver al lugar inicial, varios años después,
donde la naturaleza ya había borrado sus huellas y se había reconstruido.
Marchaban en grupos de unas decenas a unos cien individuos. Cada tanto, un
grupo se escindía en dos, y cada tanto un grupo desaparecía o se reducía hasta
ser absorbido por otro. La mayoría de las cópulas se daban dentro de los
grupos; por eso se llamaban grupos
endogámicos. Naturalmente, todavía existen humanos que viven de la caza y
la recolección.
Como los humanos son tecnológicos, podían
resolver problemas diseñando herramientas o mejorando las existentes, y como
eran culturales, podían transmitir estas ideas a las nuevas generaciones.
Al principio, las ideas e
innovaciones eran pocas y muy esporádicas porque los individuos inteligentes
escaseaban. Además, las ideas que pasaban a la siguiente generación solo eran
unas pocas porque la capacidad cultural era precaria y el tamaño de los grupos constituía una limitación. De este modo, existían
pocas innovaciones que se transmitían poco. Los grupos se escindían, la especie
se diseminaba y en algún momento luchaban contra otros grupos por los cotos de
caza y recolección. Cada grupo desarrollaba su pequeña tecnología y transmitía
lo que podía a la generación siguiente. Muy lentamente, la cantidad de
innovaciones que eran capaces de producir y traspasar a la siguiente generación
comenzó a incrementarse; el lenguaje mejoró y la capacidad cultural también.
No sabemos cuando, pero poco a poco
los grupos comprendieron cómo funciona el proceso por medio del cual una
semilla se transforma en una planta. Podían ver esto en el trigo o la cebada.
Pero una cosa es saberlo y otra cosa es utilizar la idea para alimentarse con
ella. Era mucho más simple recolectar frutos y cazar animales. La agricultura resultaba una tarea faraónica para un grupo nómade. Había que plantar las semillas y
esperar ¿Cuánto tiempo? para luego alimentar ¿Cuántas bocas? Muchas cosas
debían aprenderse. La tarea no era simple de modo que los grupos nómades no cultivaban
pese a conocer el mecanismo que producía nueva vegetación. No sabemos cuál fue
la razón exacta por la cual este conocimiento comenzó a utilizarse para
fabricar comida, pero podemos imaginar dos razones opuestas
a) Una gran escasez de alimentos
b) Superabundancia de alimentos y
tiempo ocioso.
Las razones de la primera alternativa son evidentes: Si la naturaleza no provee alimentos, hay que fabricarlos. En la segunda opción imaginamos
grupos que se hacían parcialmente sedentarios en las orillas de los ríos para
vivir un tiempo de la pesca y que exploraban plantando semillas y viendo qué
ocurría.
No sabemos cómo sucedió exactamente, pero la idea de cultivar la tierra se asentó y produjo un cambio
absoluto.
El advenimiento de la agricultura
hizo sedentarios a algunos hombres; los grupos nómades fueron reemplazados
por aldeas y la población creció allí de unos cien a más de mil.
Las aldeas representaron una
acumulación de tecnología por tres razones:
- Mezcla cultural: Los grupos endogámicos pasaban por las aldeas periódicamente llevando allí su cultura y su tecnología. Sus soluciones tecnológicas eran escasas, pero en las aldeas las tecnologías de distintos grupos se acumulaban y se mezclaban, dando lugar a formas nuevas mejoradas.
- Aumento de complejidad: En las aldeas la vida era más compleja porque la población era mayor. Esto dio lugar al diseño de nuevas soluciones tecnológicas.
- Excedentes agrícolas: Apareció el trueque, el comercio y toda una gama de soluciones tecnológicas nuevas
El
advenimiento de las aldeas representó un verdadero aumento en la producción de
tecnología, de soluciones a problemas concretos mediante la utilización de
sistemas físicos. Las aldeas se fueron incrementando en número y población
hasta transformarse en ciudades y a partir de ellas, en los grandes imperios de
la antigüedad. Todo esto produjo una progresiva acumulación de tecnología entre
los hombres.
Nieva sobre la ladera. Pasan las semanas y el hielo se acumula en la montaña. La nieve fresca forma una capa nueva y oculta a la anterior. En lo profundo, el agua congelada se comprime y el peso de la capa de hielo se incrementa cada vez. Algunas partes de la montaña son suaves pendientes y otras partes son abruptos acantilados. La nieve se amontona donde puede. Cada vez que nieva, se amontona. Y nieva sin parar.
Finalmente el peso de la capa vence la resistencia del suelo y la nieve cae ladera abajo. En su viaje, desprende otras capas inestables y se agranda formando una bola gigante que rueda sin parar y que se lleva todo. Al llegar abajo, la avalancha se detiene. Fueron años de acumulación silenciosa, cinco minutos de movimiento y luego la quietud, nuevamente.
Volvamos ahora a nuestro tema ¿Por qué razón comenzó a crecer la población hace 2.000 años? ¿Por qué lo hizo vertiginosamente? La respuesta se parece a la avalancha: una lenta acumulación de tecnología que de pronto produjo un vértigo absoluto.
Todo el proceso que siguió a nuestra
aparición, hace 200.000 años y especialmente luego de la agricultura y el
sedentarismo, hace 10.000 años, estuvo dominado por una progresiva acumulación
de tecnología. Más allá de la velocidad, podíamos producir tecnología y
pasársela a la generación siguiente a través de la cultura. La tecnología se acumulaba como la nieve en la montaña. No producía grandes cambios; solo se acumulaba.
Pero un proceso silencioso se estaba operando en lo profundo. La vida y la muerte de un individuo dependen, entre otras cosas, de lo que pueda imitar de su
entorno social; pero las soluciones que están disponibles varían según se haya nacido en un grupo nómade, una aldea o una ciudad. En un grupo de cien
individuos, las soluciones tecnológicas disponibles eran pocas. En una ciudad
de la antigüedad, como Babilonia o Sidón, la tecnología era mucho mayor. Había cosas en las que el individuo no tenía que pensar porque ya estaban resueltas. Nacer en
un entorno tecnológico significa exactamente esto: muchas soluciones ya están
inventadas y solo tenemos que saber imitar, lo que resulta mucho más simple que
inventarlas cada vez. Cuanto mayor es ese entorno, mayores son las soluciones
que proporciona.
En un momento, las soluciones son
suficientes para que comencemos a vivir más años. Este es el punto de inflexión, el comienzo de la avalancha. Concretamente, la tasa de
mortalidad cae, nos morimos menos porque el entorno proporciona ideas que
resuelven problemas asociados con nuestra supervivencia. La gente muere menos
pero sigue naciendo al mismo ritmo, y esto induce un aumento de la población. Esta
es la primera relación de nuestro sistema: Un incremento en la cantidad de
tecnología induce un aumento del número de población.
Por otro lado, un incremento en la
población implicaba más gente pensando en innovaciones. Si cada mil personas, una logra diseñar una innovación, entonces cien
mil personas diseñan cien innovaciones. Cuando aumenta la población,
aumentan las cabezas que inventan cosas, aumenta la tecnología que se difunde
en la sociedad. Esta es la segunda relación del tándem: Un aumento de la población significa un incremento en la cantidad de tecnología.
De este modo se crea una relación
sistémica esencialmente inestable entre el número de población y la tecnología
circundante, donde el incremento de cada indicador induce el aumento del otro.
Más población es más tecnología y más tecnología es más población. Ambos
parámetros se incrementan a un ritmo exponencial y todo el sistema adquiere un vértigo creciente generando una inestabilidad que acaba cuando la especie se
choca con el límite de su mundo. A esta avalancha la llamamos inestabilidad esencial, y es propia de cualquier especie con el grado de cultura y tecnología que hemos caracterizado aquí.
Si miramos la función logística de la figura 1, la inestabilidad esencial es el intervalo de tiempo que tiene lugar durante el crecimiento de la gráfica. Se inicia cuando la población comienza a crecer y se detiene cuando alcanza la nueva estabilidad.
No se trata de un proceso propio de nuestra especie; la inestabilidad esencial es una avalancha de tecnología, y las avalanchas son típicas, sucederán cada vez que se presenten las causas que las disparan. Esto justifica la siguiente afirmación:
Toda especie inteligente que alcance las capacidades culturales y tecnológicas necesarias para que la tecnología se acumule,
marchará hacia una inestabilidad esencial.
La fase final de esta inestabilidad esencial es la que se está
operando en nuestro mundo. En lo siguiente describiremos algunas de las características asociadas a esa fase final.
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[1]https://www.abc.es/ciencia/abci-logran-medir-edad-universo-onda-gravitacional-201801091325_noticia.html
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[1]https://www.abc.es/ciencia/abci-logran-medir-edad-universo-onda-gravitacional-201801091325_noticia.html
2.1 La inestabilidad Esencial por Cristian J. Caravello se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.