Civilizaciones muy longevas: Un atributo inevitable




Suponer que las civilizaciones inteligentes son comunes es mucho más realista que pensar que los humanos somos la única especie tecnológica de la galaxia, pero una vez que se ha supuesto, es necesario deducir todo lo que podamos a partir de allí.

Ya observamos que las especies que acumulan tecnología crecen aceleradamente a partir de cierto momento de su historia, chocan contra los límites de sus mundos y deben adoptar comportamientos suficientemente altruistas para priorizar la estabilidad de la civilización que forman. Nos preguntamos ahora cuánto tiempo más pueden durar a partir de allí, cuál es la longevidad de una civilización tecnológica suficientemente altruista para ser estable.

En la Tierra, la tecnología se volvió potencialmente autodestructiva hace unos pocos siglos y todo parece indicar que no tenemos mucho tiempo para aprender a convivir con ella. La misma situación se le presentaría a cualquier civilización que desarrollara una tecnología autodestructiva, solo contaría con unos siglos para desactivar el peligro y estabilizar su relación con el entorno. 

Sin embargo, hemos encontrado que una vez que las civilizaciones atraviesan el período crítico y se estabilizan, prácticamente nada será capaz de matarlas. Se operará entonces un notable incremento en su longevidad, un salto discreto, abrupto y colosal (tabla 1). Esa es la historia que vamos a contar.

 

Tecnología
Longevidad del orden de
Inestable
$10^{2}$, $10^{3}$  años
Estable $10^{9}$ años

-Tabla 1-


Longevidad de una civilización

La duración de una civilización tecnológica estable es similar al factor $L$ de la ecuación de Drake, que mide la longevidad (en años) de una civilización comunicativa. Nosotros nos centraremos en civilizaciones que ya han atravesado el período crítico y pueden convivir con una tecnología poderosa, con independencia de que emitan ondas de radio.

La selección natural siempre prefiere cosas longevas; las demás características se pueden premiar o castigar, pero la longevidad siempre se premia y nunca se castiga. Para que opere una selección siquiera es necesario que los objetos se repliquen, basta que tengan longevidades diferentes. Si un objeto vive 1.000 años, otro vive 10.000 y otro dura 100.000, al cabo de 50.000 años solo quedará el último. No se trata de una ley física ni biológica sino de una tautología lógica: lo más perdurable perdura, lo menos perdurable se extingue. Cuando nuestra conciencia transcurre en el tiempo, la selección natural parece un proceso de construcción, pero solo es una tautología.

Aplicando esto a las civilizaciones tecnológicas, es una tautología que las más longevas perduren y las menos longevas se extingan. No se trata de un supuesto, ocurrirá siempre.

Pero las civilizaciones tecnológicas estables son, además, inteligentes y pueden estimar los atributos que las harán más o menos longevas. A menos que resuelvan suicidarse, elegirán las formas más longevas por decisión inteligente, y si bien la elección coincidirá con la selección natural, se ahorrará todos los casos fallidos. 

Podríamos suponer que, debido a sus características distintivas, algunas civilizaciones tecnológicas perduran un millón de años, otras duran cien millones y otras viven mil millones; pero si en verdad son suficientemente inteligentes ¿por qué no potenciarían todas ellas la característica que las hace más longevas? Nuestro supuesto inicial de longevidades distintas es erróneo. Pueden variar los otros atributos, pero no la longevidad. Todas las civilizaciones harán la misma cuenta frente a datos similares obteniendo resultados parecidos y, por lo tanto, todas elegirán las mismas estrategias. Cuando los actores son tecnológicos, la selección natural se reemplaza por una elección inteligente y ésta cancela toda dispersión de longevidades.

Para asegurar su longevidad, una civilización puede tomar dos y solo dos tipos de acciones:

  1. Desarrollar tecnología para eliminar cualquier factor natural de extinción
  2. No reincidir en prácticas autodestructivas

En este artículo trataremos el primer aspecto. Comprobaremos que es posible desarrollar tecnología para evitar todo factor natural de extinción. Dejaremos el punto 2 para después. Provisoriamente supondremos que las civilizaciones altruistas no reinciden en practicas autodestructivas.


Tecnología para la longevidad

Hay varios factores naturales que pueden extinguir a una especie inteligente, algunos solo afectan a un mundo, como un gran impacto meteorítico; otros afectan al sistema estelar, como la muerte de la estrella anfitriona y otros, a varias estrellas cercanas, como una explosión de supernova. Veremos que una civilización puede desarrollar tecnología para sobrevivir a todos ellos.

a)  Enfermedades infecciosas

En el pasado, las enfermedades infecciosas han sido causa de extinción de muchas especies. Un virus, una bacteria o un protozoo se transforman en una amenaza cuando destruyen nuestras células para llevar adelante sus instrucciones. Conocer con precisión el material genético del patógeno y su desempeño destructivo, permite elaborar los anticuerpos precisos para inhibirlo. 

El fin que persiguen las vacunas es la estimulación del sistema inmunológico. Su elaboración incluye prolongadas fases de experimentación en una miríada de casos distintos. Una tecnología avanzada reemplazaría esas tortuosas pruebas en pacientes por algoritmos automáticos construidos con inteligencia artificial que hallarían los anticuerpos necesarios en poco tiempo con una fiabilidad similar a la obtenida en la práctica. 

En la actualidad esta posibilidad se está acelerando [1] y si bien no sabemos si alguna enfermedad infecciosa pudo haber acabado con nosotros en el pasado, no tenemos dudas de que una tecnología adecuada cancelará definitivamente esta causa de extinción.

La situación puede generalizarse a toda civilización tecnológica. Cuando el tiempo para diseñar y fabricar una vacuna sea inferior al que necesita un patógeno peligroso para contagiar y matar a una porción significativa de la población, la tecnología habrá eliminado a las enfermedades infecciosas como factor de extinción de la especie inteligente.

b) Impactos meteoríticos

Los grandes impactos meteoríticos fueron la causa de muchos cambios biológicos en el pasado. Toda lógica indica que los impactos seguirán ocurriendo, que las catástrofes asociadas continuarán y que, si no hacemos nada al respecto, nuestras probabilidades de extinguirnos por esta vía seguirán intactas.

Sin embargo la tecnología ya empieza a ofrecer soluciones para este tipo de problemas [2]. Para evitar el impacto de un asteroide peligroso, solo debemos desviarlo a tiempo, y cuanto más lejos actuemos menor es el desvío que le deberemos practicar. Una vez estimada su trayectoria hay que decidir cómo desviarlo, con qué desviarlo y atender la logística necesaria para ir hasta allá.

Hoy no somos capaces de hacer todo eso con la debida rapidez y precisión, pero no cabe duda de que, en un futuro cercano, desarrollaremos una tecnología precisa para impactar contra cualquier objeto que pudiera venir del espacio. 

En general, el impacto de objetos siderales no es una causa de extinción para una civilización tecnológica estable porque su tecnología será capaz de desviarlos a tiempo.

c) Grandes sismos

En nuestro mundo, la actividad sísmica es peligrosa; mega terremotos y tsunamis pueden azotar nuestras ciudades; antiguos y nuevos volcanes pueden estallar lanzando ingentes cantidades de cenizas, capaces de oscurecer la atmósfera y cambiar abruptamente el clima. Ya existieron grandes erupciones en el pasado y muchas especies se extinguieron debido a ello. 

En la actualidad, se está refinando tecnología [3] para:

  1. detectar erupciones y terremotos con la anticipación suficiente a fin de evacuar las zonas conflictivas
  2. diseñar construcciones antisísmicas de viviendas, edificios, puentes, rutas y demás estructuras
  3. diseñar métodos de disipación de energía sísmica

Si la tecnología humana continuara evolucionando durante siglos, nada impediría que el punto 3 se amplíe y que se desarrollen técnicas extremas de disipación que transformen una gran catástrofe sísmica en una serie de pequeños y manejables terremotos y erupciones. 

En general, cualquier civilización inteligente que pueda monitorear el magma y horadar la roca sólida tendrá la capacidad tecnológica suficiente para disipar cualquier sobre presión peligrosa. Cuando esta tecnología esté disponible, los sismos ya no serán un factor de extinción de la especie inteligente.

d) Causas de extinción múltiple

Existen algunos fenómenos capaces de aniquilar la vida en varios mundos a la vez, como por ejemplo, la muerte de la estrella anfitriona. Dentro de miles de millones de años, siguiendo a Mercurio y a Venus, la propia Tierra será engullida por el Sol [4]. Todos los mundos tienen destinos parecidos, ser engullidos por su estrella o vagar por el espacio transformados en una esfera helada hasta que algún objeto masivo los atraiga y los devore. 

También existen episodios que pueden aniquilar la vida de varios sistemas estelares a la vez. Una explosión de supernova es el fin de una estrella muy masiva. Si una supernova estallara muy cerca de nosotros, la explosión podría esterilizar la Tierra eliminando la vida. A 40 o 50 años luz de distancia [5], una explosión de supernova ya podría extinguirnos. 

En el fondo queremos saber si existe algo, más allá de la muerte del universo, que pueda extinguir a una civilización con independencia de la tecnología que desarrolle para evitarlo. ¿Será posible sobrevivir a la muerte del Sol o a la intensa radiación de una supernova cercana? Los peligros cósmicos son muchos pero existe una estrategia tecnológica que puede eludirlos a todos: vivir en varios mundos. 


Civilizaciones expansivas

Una civilización tecnológica estable es expansiva cuando es capaz de actuar en su medio interestelar. En ese caso podría contar con asentamientos autónomos en otros sitios y evitar así los factores interestelares de extinción.

Si existiera un mix de civilizaciones donde algunas fueran expansivas y otras no, las primeras lograrían vencer más factores de extinción que las segundas y serían más longevas. Pero tal como hemos visto, por elección inteligente, todas las civilizaciones tecnológicas estables cultivarán la característica más longeva y, por lo tanto, serán expansivas. No es un supuesto sino una conclusión: Todas las civilizaciones tecnológicas estables deben ser expansivas. No sabemos si existen, pero si existieran , serían expansivas.

Un asentamiento es autónomo cuando su supervivencia no depende de recursos de otros mundos. Si una civilización cuenta con asentamientos autónomos en varios mundos, ningún factor local de extinción podrá matarla. La muerte de alguno de ellos nunca significará la extinción de la civilización. 

Pero entonces ¿Qué debería ocurrir para que se extinga una civilización que ha desarrollado tecnología para asentarse en varios mundos? La pregunta es para el lector, porque nosotros no hemos encontrado nada. Según nuestros cálculos, todas las civilizaciones no autodestructivas que han desarrollado tecnología para asentarse en varios mundos seguirán existiendo mientras los soles estén encendidos y esto nos entrega civilizaciones que pueden experimentar una cultura continua desde hace miles de millones de años (tabla 1). Todo lo que debemos mostrar es que resulta tecnológicamente posible vivir en varios mundos. (En rigor, también debemos mostrar que una civilización estable no reincide  en practicas autodestructivas generando nuevas situaciones inestables; pero no abordaremos esto ahora)

Para ser longevas las civilizaciones tecnológicas estables tratarán de vivir en varios mundos, pero existen solo dos formas de hacerlo:

  • Fabricar asentamientos propios: Colonizar
  • Utilizar asentamientos ajenos: Invadir o asociarse 


a) Colonizar

Colonizar es construir un asentamiento autónomo en otro mundo, pero hay una gran diferencia entre un asentamiento autónomo y uno estable. Ya existen algunas ideas [6] para mantener un asentamiento estable en Marte, donde la gente nazca, viva y muera sin marcharse jamás de allí. Pero si fuera necesario proveer algún recurso crítico desde la Tierra, entonces no sería autónomo; la extinción de la civilización en la Tierra implicaría también la muerte de la colonia.

Lo que asegura la longevidad de una civilización es su capacidad de establecer asentamientos autónomos, no solo estables. Y los asentamientos autónomos son mucho más difíciles de construir y mantener.

Supongamos que vivimos en un mundo lejano, en el seno de una gran ciudad totalmente autónoma. La colonia, puede producir todo lo que usamos, por ejemplo, mi lapicera. La lapicera tiene un cuerpo principal, un capuchón, un tapón y una unidad funcional dentro, formada por un tubito plástico con tinta y una punta a bolilla. Todo debe fabricarse en la colonia. Los tubitos, por ejemplo, fueron comprados en rollos a otra empresa de  la colonia y luego cortados a medida. La máquina cortadora también fue adquirida en la ciudad, en una empresa que la ensambló fabricando algunas partes especiales y comprando el resto: rodamientos, tornillos, motores, cables y  terminales. Cada parte se fabricó en una empresa diferente, todo en la colonia. La fábrica de tornillos, por ejemplo, compró un rollo de alambre, lo cortó, acuñó las cabezas y los roscó, para lo cual utilizó unas máquinas enormes que constan de muchas otras piezas, algunas de las cuales también son tornillos. Todo es fabricado en la colonia. Y aún no hemos detallado la fabricación del rollo de tubo plástico, de la tinta, del capuchón, del cuerpo principal, del tapón, de la punta y nada hemos dicho de la logística, de los empaques y de la fabricación de las máquinas para hacer todo eso.

La capacidad de fabricar una simple lapicera ya se pierde en un sin número de relaciones tecnológicas; no se trata del mero trabajo de unos cuantos hombres;  para ser autónoma, la colonia debe ser una una tecnosfera [7], una compleja red tecnológica resultante de la acción colectiva de muchas partes individuales que presenta resultados emergentes, como la lapicera, que no están presentes en los nodos individuales.  

Los hombres que dirigen la fabricación de lapiceras deben comer y beber y descomer y desbeber, y lo primero debe ser producido y lo segundo debe ser recuperado en un sistema biótico estable dentro de la colonia. La tecnosfera debe montarse en una biósfera preexistente y ésta debe autorregularse como un termostato cada vez que sus parámetros salen fuera de rango.

Tanto la tecnosfera como la biosfera deben apoyarse a su vez en la estabilidad de una geosfera preexistente. La geosfera es el sustrato inerte que sostiene la vida y la tecnología y su estabilidad sólo es posible si es capaz de disipar la energía que proviene de su estrella de una forma autorregulada, del mismo modo como lo hace el clima en la Tierra.

Construir una colonia autónoma es entonces, construir una geosfera estable, sobre ella edificar una biósfera estable y sobre ella, por fin, una tecnosfera estable (y aun ignoramos cómo hacer estable la tecnosfera terrestre, entre otras cosas, porque estamos incrementando la temperatura y no contamos con ningún mecanismo de autorregulación que detecte el incremento y lo revierta sin dañar a la tecnosfera y sin depender de  decisiones individuales)

Debemos descartar de plano la idea de hacer todo esto en una locación puntual rodeada por un mundo yermo y desolado. Una tecnosfera del tamaño de una ciudad no sería suficientemente estable para vivir mil años. Cualquier fenómeno climático, cualquier fuga de la colonia o cualquier patógeno podría jaquear su autonomía.  

Construir una colonia exige terraformar un mundo entero. Lograr la estabilidad de su clima, luego construir una biósfera estable capaz de autorregularse y sobre ella una tecnosfera estable suficientemente autónoma. No se trata de una gesta de mil años. En la Tierra, la naturaleza demoró miles de millones de años en construir una incipiente red tecnológica. Construir desde cero una tecnosfera en otro mundo, suficientemente autónoma para independizarse puede llevar millones de años.

El caso sería distinto si el sitio a colonizar ya contara con una biósfera estable. Podría montarse entonces una estructura tecnológica capaz de autorregularse tal vez en unos miles de años. Pero esto depende de toparnos con un mundo con vida que tenga una química para la replicación suficientemente parecida a la nuestra.

Si el universo genera muchos mundos con biosferas estables, los requerimientos tecnológicos ya no serían un problema. Si nosotros mismos atravesáramos la inestabilidad tecnológica, seguiríamos desarrollando tecnología y explorando el cosmos hasta hallar mundos con vida lo suficientemente aptos para establecer colonias autónomas en unos miles de años. Lo mismo vale para cualquier civilización tecnológica estable, una vez hallado un mundo con vida compatible, la tecnología necesaria para colonizarlo puede desarrollarse en miles de años.

Si una civilización tiene la tecnología suficiente para establecer una colonia autónoma sólo unos miles de años después de atravesar la inestabilidad tecnológica, ningún factor natural de extinción podría matarla.



b) Utilizar asentamientos ajenos

La exploración del espacio en busca de biosferas adecuadas también puede toparse con mundos que ya cuentan con una especie inteligente y una tecnosfera. Se abre entonces un sin fin de posibilidades donde es inevitable que exista una diferencia  tecnológica entre ambas y que una se imponga sobre la otra.

Si la civilización más tecnificada decidiera exterminar a la especie adversaria para adaptar y utilizar sus asentamientos, tendría la tecnología necesaria para hacerlo. Al igual que en el caso de la colonización, hacerse de asentamientos autónomos en los mundos conquistados, sería un logro netamente tecnológico.

Otra alternativa  es que las civilizaciones se asocien y cada una permita que la otra utilice sus asentamientos. Ninguna de las dos tendría necesidad de construir la capacidad autónoma necesaria porque ya estaría allí. Es muy probable que las especies sean diferentes y que una no pueda utilizar los asentamientos de la otra, pero pensamos que, salvo en primer caso de la galaxia, la asociación se dará entre un mundo y una asociación de mundos, de modo que los asentamientos de ese mundo siempre servirán a algunas especies de la asociación.

Valga aquí una digresión. ¿Realmente esperamos que una civilización que conoce la importancia del comportamiento colectivo para convivir con una tecnología poderosa extermine a otra igualmente altruista para utilizar sus asentamientos? La biósfera terrestre existe desde hace 3.500 millones de años y el homo sapiens, desde hace 0.2 millones de años; si esta fuera la media, los mundos con vida y sin tecnología deberían ser 17.500 veces más abundantes que los mundos con civilizaciones tecnológicas. ¿Una civilización sabia destruiría una tecnosfera ajena para construir asentamientos autónomos propios o utilizaría para ello alguno de los otros 17.500 mundos con vida?

La posibilidad de que las civilizaciones tecnológicas estables se asocien en lugar de agredirse  es mucho más alta de lo que parece porque coincide con el hecho evidente de que nadie nos ha invadido hasta ahora, pese a que la Vía Láctea puede albergar tecnología hace miles de millones de años y se puede conquistar en menos de cien millones. Construir es más estable que destruir y por lo tanto, las civilizaciones constructivas deben ser mayoría. La necesidad de expansión poblacional o de recursos vitales ya no existe porque las civilizaciones estables deben adaptarse a su propio tamaño antes de salir al espacio. El encuentro de dos civilizaciones altruistas no puede concluir con la invasión agresiva de una sobre la otra.

La perspectiva de una asociación de civilizaciones  modifica nuestra concepción de la estructura tecnológica que tiene sentido esperar allí afuera. Pensamos que nos pueden visitar muchas civilizaciones extraterrestres independientes pero podría ser que solo exista una única entidad tecnológica formada por muchas civilizaciones asociadas. Esa entidad tecnológica única, procedente del cielo coincide, además, con poderosos y milenarios elementos de la cultura humana. Un relato antiguo nos dice que la Tierra se integrará a un "reino de los cielos", pero ese "reino" imaginado en el cielo se parece mucho a una integración de mundos.

En resumen, si una civilización tecnológica se hace estable, su tecnología le permitiría evitar toda causa de extinción, ya sea construyendo asentamientos autónomos en otros mundos o utilizando asentamientos ajenos, exterminando a sus ocupantes o asociándose con ellos.

Una civilización altruista, que se adapta al tamaño de su mundo y a su propia ciencia puede desarrollar tecnología para vencer cualquier factor de extinción.


Diapositivas de un universo con tecnología


a) Una historia universal

Si las civilizaciones tecnológicas estables nacen pero no mueren, deberían estar acumulándose en la galaxia. Esto nos lleva directo a otras preguntas ¿Hubo una primera civilización tecnológica? ¿Cuánto hace que el universo las está generando? 

El universo puede albergar civilizaciones tecnológicas hace 5000 o 6000 millones de años [8], mucho antes de que naciera el sistema solar. La tecnología en el universo pudo tener una historia muy longeva de la que nada sabemos. Las formas estables de tecnología podrían dejar huellas muy diferentes a lo que hoy podemos reconocer como evidencia de actividad tecnológica; huellas inteligentes difíciles de distinguir de un fenómeno natural; huellas de las que, quizás, solo veríamos procesos naturales sumamente casuales.

b) Una tecnología común

Si todas las civilizaciones tecnológicas estables proceden de una aceleración de crecimiento y de un choque posterior, es lógico preguntar en qué más se pueden parecer. Hemos argumentado que existe un altruismo mínimo que debe ser universal, pero hay otro aspecto más en el que deben parecerse: su nivel tecnológico.

Una civilización tecnológica se hace estable cuando supera los problemas que genera, y si bien muchos de ellos son propios de cada civilización, otros serán comunes a todas ellas. Todas las civilizaciones desarrollarán tecnología nuclear, todas explotarán su mundo hasta hacerlo deficitario y todas se desordenarán cuando su tecnología se aplique masivamente al trabajo. Existe una tecnología mínima a partir de la cual es posible llegar a una inestabilidad tecnológica y otra tecnología mínima a partir de la cual es posible superarla con éxito. Si bien ambos mínimos deben ser parecidos, el que a nosotros nos interesa es el mínimo necesario para superar la inestabilidad. 

Esta mínima tecnología es solo un conjunto de conocimientos teóricos y prácticos, un "saber qué" y un "saber cómo", que están integrados en la cultura de la especie; un complejo conjunto de replicadores culturales que se transmiten de un individuo a otro. Algunas formas tecnológicas serán propias de unos mundos y no estarán en otros, pero muchas otras serán comunes a todos ellos, como por ejemplo la tecnología nuclear.

El nivel tecnológico es parte del acervo cultural de una civilización. Si existe una tecnología común a las distintas civilizaciones, entonces existe una porción de su cultura que es la misma para todas. El conocimiento necesario para extraer energía de los átomos, por ejemplo, es el mismo para todas las civilizaciones tecnológicas estables, salvo detalles.

Nada hemos dicho de la anatomía, el tamaño y la forma de una especie tecnológica, sin embargo existe una parte de su cultura que es idéntica en todas ellas: la tecnología. La misma física construye los mismos replicadores culturales en unas y otras civilizaciones, y no importa siquiera si las regiones del espacio en las que viven están causalmente relacionadas. Es asombroso. 

El mínimo conjunto de tecnologías para atravesar la inestabilidad típica y conformar una civilización tecnológica estable es universal. En consecuencia, el subconjunto de replicadores culturales necesario para expresar esa tecnología, también es universal. Las civilizaciones tecnológicas se parecen entre sí porque parte de su acervo cultural es idéntico en todas ellas.

Para superar la inestabilidad tecnológica las civilizaciones necesitan desarrollar una mínima tecnología común, pero ¿convergen o divergen sus tecnologías después de colonizar? A partir de allí, la sucesión de tecnologías deriva de una sucesión creciente de estados de conocimiento acerca del universo. La Relatividad General siempre será posterior a la mecánica de Newton y ésta posterior a las leyes de los planos inclinados; la tecnología nuclear será posterior al electromagnetismo y éste posterior a las leyes de Faraday y Oersted. Si el universo es el mismo para todas las civilizaciones tecnológicas, la secuencia de conocimientos asociados a sus tecnologías también es la misma y hay una sucesión de acervos culturales mínimos en que se parecen.

De acuerdo a todo esto, las civilizaciones tecnológicas estables se igualan, al menos, en el acervo cultural que define su derrotero tecnológico. Y cuanto más longevas son, mayor es el parecido de esos acervos tecnológicos.

c) Un proceso cultural único

Una especie biológica puede durar cientos de miles o unos pocos millones de años. Si una civilización perdura  miles de millones de años entonces es evidente que su larga historia debe contener una sucesión de especies culturales.

Estamos habituados a creer que una especie cultural genera una sucesión de tecnologías, pero jamás pensamos en un proceso tecnológico que contenga una sucesión de especies culturales.

En la naturaleza, la deriva entre especies está dirigida por la selección natural operando sobre sistemas evolutivos. Entre el hombre y algún antecesor arborícola media una larga serie de reproducciones donde cada individuo dejó más descendencia que el resto. Hubo una acumulación de diferencias que fueron seleccionadas por la naturaleza y nos llevaron hasta aquí.

Dentro de una tecnología estable, la deriva de especies tecnológicas ya no debe obedecer a una selección natural  sobre mutaciones aleatorias sino a algo que Hawking llama "evolución autodiseñada" [9]. Nuestra tecnología ya es capaz de editar ADN [10], esto significa que en un futuro próximo no necesitaremos esperar que una selección actúe sobre mutaciones al azar porque podremos generar los cambios voluntariamente. Pero cambios en nuestro ADN son cambios en nuestras características, solo precisamos saber qué cambios en el ADN implican qué características. A medida que lo vayamos aprendiendo seremos cada vez más capaces de modificar a voluntad nuestro propio ADN.

Si la selección natural es reemplazada por el autodiseño inteligente, la sucesión de cambios se operaría mediante una lenta y continua transformación cuya velocidad queda determinada por la evolución del conocimiento.

De esta manera, no debemos esperar que una sucesión de especies implique una sucesión de culturas. Los cambios en las especies tecnológicas pueden operar lenta y continuamente dentro de un mismo proceso cultural. Además, la existencia de un fenómeno tecnológico subyacente implica una cultura asociada subyacente; una cultura capaz de trascender esa sucesión de especies.


Conclusión

El proceso que construye formas estables de tecnología contiene un período donde la supervivencia es peligrosa. Las civilizaciones suficientemente altruistas se adaptan y se hacen estables. El desarrollo tecnológico posterior puede eliminar todos los factores de extinción resultando civilizaciones inconcebiblemente longevas.

Si las civilizaciones se acumulan, entonces existe una historia universal que comienza cuando se genera la primera y sigue hasta hoy.

Existe una tecnología mínima a partir de la cual las civilizaciones  tecnológicas se hacen estables. Si bien todas se igualan en esa tecnología mínima, hemos insinuado que las similitudes prosiguen a partir de allí porque el universo funciona como referente común a desarrollos tecnológicos ulteriores. La tecnología que permite vivir en varios mundos es universal, todas las formas estables de tecnología deben contenerla.

La longevidad de una civilización tecnológica estable es tal que su historia cultural puede contener una sucesión de especies tecnológicas y muchos mundos.  Dicha sucesión de especies no está gobernada por la selección natural sino por el autodiseño. Esto hace que el tránsito de una especie a otra sea continuo y que una cultura única pueda gobernar todo el proceso. 

En resumen, una civilización tecnológica estable es inconcebiblemente longeva porque su tecnología es suficiente para vencer cualquier factor de extinción; pero todo esto es posible porque hemos supuesto que luego de atravesar el período inestable las civilizaciones aprenden para siempre a no destruirse a sí mismas. Este supuesto no es obvio. Queda pendiente revisar la perpetuidad de una cultura altruista después de la inestabilidad típica.




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[1]https://www.intel.es/content/www/es/es/it-managers/machine-learning-antibiotics.html
[2]https://www.nationalgeographic.com.es/ciencia/como-desviar-asteroide_15214
[3]https://planetainteligente.elmundo.es/2019/retos-y-soluciones/nueve-innovaciones-para-predecir-terremotos-y-minimizar-los-danos.html
[4]https://www.abc.es/ciencia/abci-podria-futuro-tierra-planeta-muerto-junto-frio-cadaver-201904042003_noticia.html
[5]https://www.abc.es/ciencia/abci-desde-distancia-puede-matarnos-supernova-201705171358_noticia.html?ref=https:%2F%2Fwww.google.com%2F
[6]https://www.elconfidencial.com/tecnologia/novaceno/2021-03-11/elon-musk-spacex-marte-colonias_2985995/ 
[7]Herrmann-Pillath, C (2018) The case for a new discipline: technosphere science. Ecological Economics 149, 212–225.
[8]Xiang Cai, Jonathan H. Jiang, Kristen A. Fahy, Yuk L. Yung. (2021) A Statistical Estimation of the Occurrence of Extraterrestrial Intelligence in the Milky Way Galaxy. Galaxies 2021, 9(1), 5
[9]https://elpais.com/elpais/2018/10/23/ciencia/1540309489_790251.html
[10]https://www.bbvaopenmind.com/articulos/la-revolucion-biologica-de-la-edicion-genetica-con-tecnologia-crispr/



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Civilizaciones muy longevas: Un atributo inevitable por Cristian José Caravello se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.

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