martes, 9 de junio de 2020

4.1 Los individuos necesarios

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  1. Introducción
  2. Un problema de escala
  3. La montaña de datos
  4. Atributos y comportamientos
  5. La inteligencia





 
1.   Introducción

En las entradas anteriores encontramos un período inestable por el que toda especie inteligente que acumule tecnología debe pasar en algún momento de su historia. Esta inestabilidad típica se configura cuando la especie inteligente acumula suficiente tecnología y población para alterar algunos patrones globales de su medio ambiente. Se trata de un proceso de adaptación donde la civilización debe adecuarse al tamaño de su mundo y a la tecnología que produce. 
Hemos visto que también son típicos algunos de los problemas que se presentan durante esa inestabilidad y es razonable suponer que esos problemas comunes se traduzcan en características comunes. Dicho de otra forma, todas las civilizaciones que atraviesan la inestabilidad típica deberían parecerse un poco porque todas debieron lidiar con problemas parecidos para salir de allí. 
Luego de una inestabilidad sigue una fase estable y por lo tanto, longeva; pero el tamaño de esa longevidad es una cuestión central aquí. No es lo mismo ser el inicio de la fase estable de una civilización que durará 10.000 años que ser el nacimiento  de una inteligencia que durará, tal vez miles de millones de años.  Nosotros no sabemos cuál es la longevidad de una especie tecnológica porque se trata de un fenómeno reciente aquí y porque ha nacido y aún no ha muerto. Lo mismo ocurre con la vida, que sigue existiendo luego de miles de millones de años. Cuanto más longevas son las estructuras tecnológicas, más importante debe ser la inestabilidad típica que las da a luz.
Tal como lo hemos definido, las civilizaciones que logran atravesar la inestabilidad típica son las civilizaciones tecnológicas estables y debido a su naturaleza estable, deben ser los ladrillos en que se funda la inteligencia en el universo.   Nosotros no sabemos cuáles son las condiciones necesarias y comunes para que una especie inteligente atraviese la inestabilidad típica y conforme una civilización tecnológica estable, pero es vital que sepamos al menos donde buscar.


2.   Un problema de escala

Existen muchos fenómenos naturales donde un mismo objeto presenta distintos comportamientos a diferentes escalas de magnitud. En un fluido, como el agua, las olas son un fenómeno macroscópico cuyo tamaño puede tener desde algunos centímetros hasta algunos metros. Todo fluido es un conjunto de moléculas de modo que, a igualdad de los demás factores (gravedad, presión, temperatura), todos los fenómenos macroscópicos de los fluidos deben quedar determinados, en última instancia, por la dinámica de las moléculas. Pero las moléculas son objetos varios órdenes de magnitud menores que las olas y su dinámica se expresa por unas leyes muy diferentes que las leyes de las olas.

10 Características Químicas del Agua

Es claro que debe ser posible explicar a las olas a partir de la dinámica de las moléculas, pero en la práctica esto sería sumamente engorroso; habría que explicar a la ola como resultado del movimiento de millones y millones de moléculas individuales.
Las características que describen el fenómeno de las olas en un fluido dependen de ciertas constantes que caracterizan al fluido. Líquidos distintos, como el agua o el alcohol seguirán las mismas leyes pero con distintas constantes. Estas diferencias entre las constantes provienen, en ultima instancia, de las diferencias existentes entre las propiedades químicas de las moléculas de unos y otros fluidos. Pero una vez que los científicos han determinado de forma empírica los valores de las constantes, tratar de confirmar sus valores en base a sus propiedades moleculares es una mera exquisitez científica. Lo que no debemos olvidar jamás es que las diferencias entre las olas de agua y las de alcohol, por ejemplo, provienen únicamente de las diferencias químicas entre la moléculas individuales de agua y las moléculas individuales de alcohol, y de ningún otro lado.
Cuando un mismo objeto presenta comportamientos que responden a teorías diferentes a distintos ordenes de magnitud, la ley que explica el fenómeno mayor, en principio, puede derivarse de la ley que explica el fenómeno menor, aunque en general esto resulte muy difícil de hacer.
Una civilización inteligente es un gran fenómeno que presenta comportamientos diferentes a distintas escalas de magnitud. En el caso de nuestra civilización, la distancia entre el tamaño del fenómeno estadístico, que es la civilización, y el objeto básico, que es el individuo, es de 10 ordenes de magnitud, ya que la civilización humana actual asciende a $0,78\cdot{10^{10}}$ individuos (7.800 millones de individuos).
En general, la civilización es un fenómeno estadístico de una legión de moléculas, que son los individuos. Los principios generales que describen el comportamiento de los individuos son muy diferentes a los principios que describen el comportamiento de las civilizaciones; pero el comportamiento de las civilizaciones queda determinado, en gran medida, por el comportamiento de los individuos de su especie inteligente. 
Este detalle es muy importante. La posibilidad de que una civilización inteligente atraviese con éxito la inestabilidad típica dependerá muy fuertemente del comportamiento de los individuos, y cualquier fenómeno que seleccione características de las civilizaciones, seleccionará también características de los individuos.
Si imaginamos que, en el vasto universo, los atributos de los individuos inteligentes pudieran variar libremente, sin restricciones, que pudiéramos dar con el tipo de comportamiento que se nos antoje, entonces la inestabilidad típica funcionará como un filtro que dejará pasar a las civilizaciones cuyos individuos inteligentes presenten cierto tipo de comportamiento y no dejará pasar a las demás. La inestabilidad presiona sobre las civilizaciones pero la selección se realiza sobre los individuos inteligentes. El problema es parecido a explicar el comportamiento de las olas conociendo solo las propiedades químicas de las moléculas de agua. Si las moléculas individuales tienen tales propiedades, entonces las olas que forman siguen tales leyes. O recíprocamente, si las olas siguen tales leyes, sus moléculas individuales son de tal forma. En este caso también intervienen dos escalas de magnitud diferente, la civilización tecnológica y el individuo inteligente. Si los individuos actúan de tal forma, la civilización que integran actúa en su conjunto de tal otra forma. Recíprocamente, si la civilización se comporta de cierta manera, los individuos deben actuar de tal otra.
Nuestro objetivo es, justamente, determinar qué tipo de comportamientos deben presentar los individuos de una especie inteligente para que la civilización que conforman pueda atravesar con éxito la inestabilidad típica.


3.   La montaña de dados

Imaginemos una montaña formada por un millón de dados de un centímetro de lado. Si miramos la montaña, sin detalle, no podríamos distinguirla de una montaña de piedras irregulares del mismo tamaño y cantidad. Necesitaríamos mirar cada piedra individual para notar la diferencia. Sin embargo se trata de una diferencia radical.
Si por alguna razón la montaña de dados ya no nos entrara, podríamos resolver el problema armando un gran cubo de cien dados por cien dados por cien dados. Obviamente, el gran cubo ocupa ahora mucho menos lugar que la montaña; sería más compacto, más reducido y más denso. Para armar el cubo grande solo necesitaríamos reordenar a los pequeños dados que formaban la montaña. Es un simple problema de organización; los dados son los mismos ordenados diferente.
Con la montaña de piedras, en cambio, no podíamos armar un gran cubo porque las piedras tienen forma irregular. Ya no tendríamos un mero problema de organización; tendríamos primero que cambiar la forma de las piedras y hacer dados. Además, el cambio no sería siempre el mismo, dependería de la irregularidad inicial de la piedra: si la piedra es casi un cubo, tal vez no habría que modificarla; si en cambio, las irregularidades fueran muchas, deberíamos trabajar un rato.
Lo importante aquí es reconocer dos cosas: 
  1. Es considerablemente más probable encontrarnos con una montaña de piedras irregulares que hallarnos frente a una montaña dados iguales. 
  2. No es lo mismo un cambio de ubicación que un cambio de forma. El segundo lleva mucho más esfuerzo que el primero.
En nuestra analogía, los objetos de la montaña son los individuos de una especie inteligente, la montaña es la civilización tecnológica tal como llega a la inestabilidad típica y el gran cubo es la civilización tecnológica estable. Las dos condiciones de arriba son ahora sencillas de reconocer. No debemos esperar que una civilización tecnológica atraviese la inestabilidad reordenando a los mismos individuos. Es necesario que algunos individuos cambien de comportamiento. La segunda condición dice que ese cambio de comportamiento requiere mucho más esfuerzo que un simple cambio de organización.
En la práctica, una civilización llega a la inestabilidad típica con una mezcla de individuos, algunos de los cuales tienen el comportamiento para formar el gran cubo, pero no lo saben y otros simplemente no lo tienen (y tampoco lo saben). Nadie sabe cuál es ese comportamiento porque nadie sabe que debe formar un gran cubo. Lo ignoran hasta que el espacio para la montaña se empieza a achicar  y las diferencias se empiezan a notar. Esto es lo que ocurre durante la inestabilidad típica; la población se incrementa vertiginosamente y la civilización comienza a utilizar más mundo del que tiene.
La analogía de las diferentes escalas nos dice que la inestabilidad típica presiona sobre la civilización pero la selección se opera sobre los individuos. La segunda analogía nos dice que la selección se realiza de acuerdo a algunos atributos que nadie conoce hasta que la presión comienza.
Hagamos una analogía más. Imaginemos que nos dan un reglamento de baloncesto y nos piden determinar qué características deben reunir los jugadores para tener más chances de ganar. Nosotros jamás hemos visto el juego, pero allí tenemos el reglamento para enterarnos de qué se trata. Descubrir que los hombres excepcionalmente altos son los indicados para el baloncesto a partir de la mera lectura de las reglas del juego sería resolver un verdadero acertijo. El problema que se nos plantea a nosotros aquí tiene el mismo formato. El objetivo del juego es ahora atravesar la inestabilidad típica y a nosotros se nos plantea descubrir cómo deben ser los jugadores.
Esto no es fácil de hacer, pero resulta muy sencillo de definir y comprender: queremos determinar qué atributos deben presentar los individuos de una especie inteligente para que la civilización que conforman pueda atravesar con éxito la inestabilidad típica.
 

4.   Atributos y comportamientos

Arriba, hemos repetido nuestro objetivo dos veces, con una sutil diferencia: en el primer caso buscábamos individuos inteligentes que presentaran cierto tipo de comportamientos para atravesar con éxito la inestabilidad típica, en el segundo caso ya no buscamos comportamientos sino atributos de esos individuos. Es necesario entonces aclarar la relación entre los comportamientos y los atributos.
Un comportamiento es una forma de conducirse o portarse. Por ejemplo, si un individuo interactúa con una persona extraña, que nunca antes ha tratado, puede hablar mucho de entrada, como un vendedor de autos; puede ser más precavido y preguntar primero ciertas cosas o puede tener temor como los niños y no hablar en absoluto. El modo como actúe será su comportamiento.
Todos los comportamientos revelan atributos de los individuos. En el  ejemplo, la persona puede ser más o menos introvertida. La introversión no es su comportamiento sino un atributo del individuo que lo presenta. La gran ventaja de esto es que los atributos se pueden ordenar mientras los comportamientos no respetan ningún orden. Tiene sentido decir que una introversión es mayor que otra pero nada significa decir que un comportamiento es mayor que otro.
Dado el atributo "agresividad", por ejemplo, los conceptos de "más agresividad" y "menos agresividad", tienen sentido para nosotros, entonces la agresividad puede ordenarse. El grado o nivel de agresividad puede representarse con un número, donde mayores valores correspondan a más agresividad y menores valores correspondan a menor agresividad.
Si un atributo es el resultado de una cuenta, entonces, además de ordenarlo, es posible cuantificarlo. En ese caso, podemos hablar de su promedio, su desvío estándar, y hacer todas esas cosas para las cuales son buenos los números.


5.   La inteligencia

Superar la inestabilidad típica es, en esencia, resolver una enorme cantidad de problemas nuevos, todos difíciles, todos urgentes y todos generados por las propias actividades de los individuos. Es necesario, entonces, que la especie tenga la capacidad de resolver problemas nuevos. Pero este atributo es, justamente, la inteligencia. Necesitamos establecer si las especies inteligentes pueden ingresar a la inestabilidad típica con la inteligencia suficiente como para superarla con éxito.
A priori, dadas dos civilizaciones iguales en todo, excepto en el nivel  de inteligencia promedio de la especie, aquella civilización cuyos individuos sean más inteligentes, estarán en mejores condiciones de atravesar la inestabilidad típica que aquella otra cuyos individuos sean menos inteligentes. Pero la inteligencia no será un atributo relevante para nosotros porque el nivel de inteligencia de las civilizaciones al momento de ingresar en la inestabilidad típica es prácticamente el mismo para todas ellas.
Según la entrada anterior, existen tres situaciones que hacen su aparición durante la inestabilidad típica:
  1. El control de la energía nuclear
  2. La acumulación de alteraciones globales en el medio ambiente
  3. El descontrol del mercado laboral
En consecuencia, una civilización que ingresa en la inestabilidad típica tiene la suficiente inteligencia para:
  1. Conocer y controlar la masa crítica del uranio enriquecido
  2. Diseñar e implementar procesos que, en conjunto, tienen el tamaño suficiente para acumular degradaciones en el mundo.
  3. Provocar un recambio tan veloz en el trabajo, que deja a los individuos de la especie inteligente sin chances de aprender las actividades nuevas.
Este es el piso. La llegada a la inestabilidad típica nos permite inferir un mínimo para el nivel de inteligencia de una especie inteligente y ese mínimo queda determinado por los desmanes típicos que todas deben producir. Esto es fácil de entender. La tecnología necesaria para poner en jaque al ecosistema planetario es más o menos la misma en todos los casos. Todas las civilizaciones tienen parecido desarrollo tecnológico durante la inestabilidad típica y, consecuentemente, parecido nivel de inteligencia. Nosotros mismos conocemos esa mínima inteligencia porque nuestra civilización se encuentra en plena inestabilidad típica.
Lo que debemos preguntar aquí es si ese nivel mínimo de inteligencia, determinado por la inestabilidad típica, alcanza para superarla con éxito. Eso es todo lo que necesitamos. Pero la respuesta es, trivialmente, sí. Saber extraer energía de los átomos pero no utilizarla para construir armas, no es un problema de la inteligencia. Saber producir para degradar el planeta pero no hacerlo para ser sustentables no es un problema de la inteligencia. Saber cómo generar dispositivos que nos hagan la comida y nos la lleven a la mesa pero condenar a los individuos que antes hacían el trabajo, no es un problema de inteligencia. Por supuesto que todo esto es problemático, pero no es un problema de falta de inteligencia. Tenemos suficiente intelecto para no fabricar armas nucleares, no realizar procesos degradantes y satisfacer las necesidades de los individuos desplazados de sus trabajos.
El nivel de inteligencia necesario para ingresar a la inestabilidad típica es más o menos el mismo para todas las especies que lo logran; pero además,  es el mismo que se necesita para salir con éxito de allí. 
En la próxima entrada veremos un atributo cuyo nivel sí interviene en las posibilidades de atravesar la inestabilidad típica con éxito. Se trata de algo muy similar a lo que llamamos "altruismo".



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4.1 Los Individuos Necesarios por Cristian J. Caravello se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.

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