viernes, 22 de octubre de 2021

0. Resumen de una teoría exocultural

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En este trabajo hemos revisado el modo como la tecnología puede originarse y establecerse en el cosmos. Para ello recorrimos diez aspectos diferentes del problema:

  1. ¿Hay vida en el espacio? [1.1] ¿Qué han dicho los demás [1.2] y qué haremos nosotros? [1.3]
  2. Nuestro crecimiento poblacional y tecnológico se está acelerando abruptamente. [2.1][2.2][2.3]
  3. La aceleración de crecimiento es común a toda especie que esté desarrollando tecnología y lleva a un choque entre su civilización y su medio ambiente. [3.1][3.2]
  4. ¿Cómo deben ser los individuos necesarios para atravesar el choque? [4.1][4.2][4.3]
  5. ¿Son posibles los individuos necesarios? [5.1][5.2][5.3][5.4]
  6. ¿Cómo son las civilizaciones que atraviesan el choque? [6.1][6.2]
  7. ¿Qué rastros pueden dejar y como pueden buscarse? [7]
  8. ¿Qué ocurre cuando las civilizaciones que atravesaron el choque comienzan a conocerse entre ellas? [8]
  9. Existen huellas en los textos bíblicos de que la cultura humana fue intervenida por inteligencias no humanas para informar del choque y describir el comportamiento necesario para superarlo. [9.1][9.2][9.3]
  10. ¿Cómo es el universo si contiene formas estables de tecnología? [10]

Todo podría ser una especulación hasta que el capítulo 9 sugiere fuertemente que nada es una especulación. Dado el formato de blog, el capítulo 10 comienza con un apretado resumen de lo anterior.

A continuación vertemos una idea general de la teoría y enlazamos la entrada donde cada tema fue tratado en detalle.


1. Planteo

Hay muchos mundos en la Vía Láctea, todos están gobernados por las mismas leyes  que aquí generaron una especie tecnológica. Sospechamos entonces que la tecnología es un fenómeno general y no solo terrestre. [1.1]

En [1.2] revisamos algunas posturas previas frente a este planteo. La ecuación de Drake afirma que la cantidad de civilizaciones comunicativas en nuestra galaxia se puede calcular como producto de otros factores más simples; el instituto SETI busca mensajes inteligentes en cierta frecuencia esperada; la escala de Kardashev clasifica a las supuestas civilizaciones según la energía que consumen; la paradoja de Fermi plantea el contraste entre los cálculos, que sugieren muchas civilizaciones  y la absoluta ausencia de evidencias al respecto; la Teoría del Gran Filtro afirma que esa ausencia de evidencias se debe a que hay muy pocas civilizaciones tecnológicas allí afuera porque alguna de las etapas evolutivas que debieron atravesar ha eliminado a la inmensa mayoría de los candidatos.

En [1.3] observamos que en el viaje hacia la tecnología pueden existir tres escenarios: Los mundos inertes, que estudian los astrónomos, los mundos con vida, que estudian los astrobiólogos y las civilizaciones con cultura, donde la tecnología puede desarrollarse. Esta clasificación respeta tres categorías de fenómenos: química inerte; evolución genética y evolución cultural. La exocultura es el estudio de la posible cultura extraterrestre.  

2. La aceleración de crecimiento

En [2.1] mostramos que nuestra civilización actual está experimentado una abrupta aceleración de crecimiento donde la tecnología y la población se han disparado de manera explosiva en unos cuantos siglos. Las razones de ese estallido se basan en dos atributos de nuestra especie: la capacidad de producir tecnología y la capacidad de transmitirla a la generación siguiente. El mecanismo es simple: un grupo inventa alguna cosa, le transmite la  idea a la generación siguiente, esta toma los avances de la anterior y crea cosas nuevas acumulando soluciones tecnológicas generación tras generación. En algún momento la tecnología acumulada es suficiente para incrementar la vida media de las personas y como consecuencia la población se incrementa. Pero más personas generan más innovaciones y el ritmo de crecimiento tecnológico se acelera a su vez. Nace una interrelación entre la tecnología y la población donde el aumento de cada una fuerza el incremento de la otra iniciando el período acelerado.

Como las razones son típicas, cualquier especie que acumule tecnología vivirá un crecimiento acelerado a partir de cierto momento de su historia. 

El crecimiento tecnológico continua hasta que la tecnología se torna potencialmente autodestructiva.

En [2.2] observamos que cuando la tecnología crece se incrementa el confort con que puede vivir la población, pero aumenta también la probabilidad de extinción de su civilización. La forma más visible como puede extinguirse la humanidad es mediante la utilización masiva de armas nucleares.  Convivir con la capacidad de fabricarlas es convivir con una tecnología potencialmente autodestructiva.

En [2.3] vemos que que el potencial destructivo humano vá mas allá de las armas nucleares y que las simples prácticas productivas están alterando el mundo. El crecimiento acelerado está en las inmediaciones de un choque gigantesco que se expresa en un incipiente y peligroso cambio climático y en la reducción de la biodiversidad. El algoritmo de cálculo de la huella ecológica muestra que estamos en déficit y los especialistas prueban que las alteraciones calculadas ya producen consecuencias apreciables.


3. La inestabilidad típica

Si todas las especies que acumulan tecnología experimentan una aceleración de crecimiento en algún momento de su historia, si todas las aceleraciones terminan en un choque con el medioambiente y todos los choques condicionan la supervivencia de las civilizaciones, entonces estamos ante un choque común en la evolución de la tecnología en el universo. Llamamos a ese período "inestabilidad típica". La inestabilidad se inicia cuando la tecnología se torna potencialmente autodestructiva y puede terminar de dos maneras: o bien la especie se adapta a su tecnología o bien la civilización se extingue.

En [3.1] hemos definido la inestabilidad típica con detalle. Es importante visualizarla como un filtro por el que deben pasar todas la civilizaciones cuando su tecnología se torna autodestructiva. La selección es natural: las civilizaciones que logran convivir con una tecnología autodestructiva subsisten, se hacen estables y siguen desarrollando conocimiento; las civilizaciones que no se adaptan experimentan un retroceso evolutivo que extingue su capacidad de acumular degradaciones.

El retroceso evolutivo depende de la gravedad del colapso. Si la civilización se extingue péro la especie inteligente sobrevive, puede experimentar otra inestabilidad típica en algún momento futuro. Si la especie se extingue, todo dependerá de que la evolución genética pueda construir otra especie tecnológica que pueda iniciar el proceso.

En [3.2] vimos que las civilizaciones cuya tecnología se vuelve autodestructiva acumulan problemas también típicos, asociados al crecimiento acelerado. Hemos hallado tres de estos problemas: a) la tecnología nuclear y su utilización para resolver diferencias entre pueblos y naciones mediante armas nucleares; b) el déficit ecológico consistente en utilizar más recursos de los que el mundo puede generar sin alterarse y c) la desorganización que se genera cuando la tecnología irrumpe aceleradamente en el mercado laboral. 

 

4. Los individuos necesarios

El comportamiento de una civilización es una consecuencia del comportamiento de los individuos y por lo tanto atravesar la inestabilidad típica depende de los individuos [4.1]. Para ello no basta con organizarlos de distinta manera, es necesario además que la naturaleza de los individuos sea de cierta forma. Esa naturaleza necesaria puede caracterizarse en una serie de atributos individuales. La inteligencia es uno de ellos; pero la inteligencia necesaria para desembocar en una tecnología autodestructiva es la misma que se necesita para atravesar la inestabilidad con éxito.

En [4.2] detectamos que el altruismo sí es un atributo definitorio y revisamos su papel para resolver el problema de la irrupción de la tecnología nuclear y el déficit ecológico. Existe un mínimo altruismo a partir del cual esto es posible.

En [4.3] hicimos lo mismo con el problema de los modelos de organización. Allí vimos que cuando la tecnología crece abruptamente, las capacidades laborales de las personas ya no pueden adaptarse al mismo ritmo. La tecnología desplaza a los individuos que no se pueden adaptar, lo que ocurre a edades cada vez más tempranas.  Si la tecnología realiza cada vez más trabajos y con más eficiencia, llegará un momento en que hará todo lo que las personas necesitan para vivir. Pero en un sistema que relaciona el trabajo con la supervivencia, esas personas podrían morir por no tener trabajo. Para que los individuos puedan acceder a bienes y servicios sin trabajar a cambio, es necesario que acepten una distribución igualitaria. La capacidad de aceptarla depende de la naturaleza de las personas. Es necesario que las personas sean altruistas. El individualismo seguirá creyendo en las bondades del mérito soslayando la desigualdad y no advertirá que un abrupto incremento tecnológico necesariamente aumentará esa desigualdad hasta hacerla insostenible.

Tanto para resolver el déficit ecológico como para controlar tecnología nuclear y ordenarse en un escenario de crecimiento acelerado es necesario que la especie sea mínimamente altruista. Ese altruismo mínimo es universal, el mismo para todas las civilizaciones tecnológicas que atraviesan la inestabilidad típica.

La inestabilidad típica es pues un filtro de altruismo: El universo puede contener tecnologías poderosas solo si las especies que las desarrollan son altruistas en cierto mínimo grado.


5. Los individuos posibles

Aquí nos preguntamos si estos individuos necesarios serán posibles, si el universo puede construir especies tecnológicas suficientemente altruistas para atravesar la inestabilidad típica.

En [5.1] vimos que el universo es una máquina de disipar energía y que las estructuras disipativas pueden construir complejos moleculares replicativos que originen vida. A continuación revisamos como la evolución genética construye células, metazoos, redes neuronales e inteligencia. La mayoría de los comportamientos altruistas solo pueden presentarse después de una evaluación inteligente del entorno.

En [5.2] revisamos de que modo las redes neuronales generan estrategias y cómo la evolución genética puede hacer que algunas de ellas presenten altruismo. Revisamos entonces las estructuras evolutivamente estables, la biología de la cooperación y el altruismo de parentesco. 

Ninguna de estas  formas de altruismo es suficiente para atravesar una inestabilidad típica, el altruismo de parentesco no alcanza, necesitamos altruismo fraternal, altruismo entre individuos no emparentados. Hasta donde podemos ver, la evolución genética no puede construir altruismo fraternal. Precisamos otro mecanismo.

En [5.3] vimos que ese otro mecanismo es la cultura. La cultura es la capacidad de aprender de otros individuos. Los elementos aprendidos son los replicadores culturales, objetos del pensamiento que saltan de un cerebro a otro haciendo copias imperfectas de sí mismos y evolucionando a medida que una selección actúa sobre las modificaciones. Los replicadores culturales se asientan físicamente de alguna manera, posiblemente en el conexionado entre neuronas en ciertas aéreas del cerebro. La cultura existe porque  deja más descendencia que su ausencia.

Vimos también que los sistemas genético y cultural se influyen mutuamente porque cada uno participa parcialmente en la configuración del medio ambiente que presiona sobre la selección de los objetos del otro sistema. En particular, cuando una cultura presiona hasta construir una genética específica, decimos que la genética se ha construido por coevolución genético-cultural. 

Observemos que si una cultura actuando durante mucho tiempo puede construir una genética específica, entonces una presión cultural voluntariamente diseñada puede construir una genética predeterminada en una especie con cultura. El intervencionismo inteligente sobre la cultura de una especie puede construir en ella una genética prevista, como por ejemplo una genética para comportamientos altruistas. 

En [5.4] vimos algunos de los efectos de la cultura. La cultura puede fundar una selección entre grupos endogámicos que privilegie las normas tribales, que fuerce la evolución del lenguaje y que premie a los individuos que logran el apego de los demás. Una de las estrategias para lograr ese apego es el altruismo entre individuos no emparentados. Pero es una estrategia poco probable porque existen otras mejores, como el liderazgo y las habilidades comunicacionales, que también logran apego.

El amor fraternal es la genética para los comportamientos altruistas, una genética que impone la necesidad de lograr el bienestar ajeno. La única forma de escribir esa genética consiste en que una presión cultural altruista funcione durante mucho tiempo, y es muy poco probable que esa cultura altruista surja naturalmente. Esto es un problema dado que la única manera de conformar una civilización tecnológica estable es que la especie protagonista presente comportamientos altruistas. ¿Por qué razón se construiría amor fraternal en grado suficiente para atravesar hoy una inestabilidad típica si los factores que presionaron para su construcción fueron tan poco probables en el pasado?

La probabilidad de que una civilización tecnológica atraviese naturalmente la inestabilidad típica y se torne estable es muy baja. Sin embargo una vez que la primera lo logra, puede aumentar las probabilidades de las otras interviniendo sobre la cultura de sus especies inteligentes. De este modo, una probabilidad natural baja  no implica una frecuencia baja de civilizaciones tecnológicas estables.

Al final de la entrada mostramos cuales son las alternativas para que se funden las civilizaciones tecnológicas estables y llegamos a la conclusión de que son posibles aunque su origen natural es poco probable.


6. Las civilizaciones tecnológicas estables

Cuando una civilización logra atravesar la inestabilidad típica, se transforma en una civilización tecnológica estable (CiTE), una estructura tan especial que acabó dándole nombre a este blog.

Lo que hace especiales a las civilizaciones tecnológicas estables es su increíble longevidad. No existen civilizaciones tecnológicas estables que mueran 10.000 años después de atravesar la inestabilidad típica, ni 100.000 años ni un millón de años ni diez, ni cien, ni mil. Cuando una civilización se adapta a su tecnología nada parece capaz de matarla. La longevidad de las civilizaciones tecnológicas da un salto discreto y toda nuestra imagen del universo debe cambiar.

Esta increíble longevidad  tiene dos pilares: la tecnología y el comportamiento de la especie tecnológica. 

En [6.1] revisamos el primer pilar. Mostramos que las civilizaciones posteriores a la inestabilidad, pueden desarrollar rápidamente tecnología para colonizar otros mundos. Una civilización que logra vivir en varios mundos puede sobrevivir a cualquier catástrofe local. Las civilizaciones que no colonizan tienen menos probabilidades de vida y por lo tanto, la selección natural prefiere a las que sí lo hacen. En verdad, todas las civilizaciones realizan esa cuenta antes de que opere una selección natural y por lo tanto todas colonizan. Pero colonizar significa viajar por el espacio e intervenir en los mundos, de modo que la selección natural también favorece una tecnología para los viajes especiales y para el intervencionismo inteligente.

Hay una mínima tecnología necesaria para colonizar. Todas las civilizaciones que colonizan alcanzan esa mínima tecnología. Dos civilizaciones que saben hacer lo mismo, dominan tecnologías parecidas. La capacidad tecnológica iguala entonces a las civilizaciones. 

Una civilización tecnológica estable dura mucho más tiempo que su especie inteligente y que su mundo de origen,  porque las especies deben mutar y porque colonizar implica vivir en varios mundos. El hilo conductor que nos permite referirnos a la misma civilización es la cultura. Es como en los clubes antiguos: con el tiempo van cambiando los socios y las sedes, pero el club es siempre el mismo.

En resumen, si una civilización atraviesa la inestabilidad típica, desarrollará tecnología durante mucho tiempo y nada será tan poderoso para matarla. La única cosa capaz de exterminar a estas civilizaciones es su propio comportamiento.

En [6.2] nos preguntamos si atravesar la inestabilidad típica es un proceso estable o si una civilización puede volver atrás luego de haberla superado. Concretamente, nos planteamos si el comportamiento altruista es estable o inestable.

El comportamiento altruista debe basarse en una genética para producirlos. Esta genética es el amor fraternal. Si bien la cultura altruista es quien selecciona a favor del amor fraternal, el amor es más estable que la cultura altruista porque desmontar una estructura genética es más complejo que modificar una cultura. La probabilidad de que la civilización se retrotraiga luego y construya una cultura que vuelva a priorizar el beneficio individual en desmedro de la civilización es prácticamente nula.

En un entorno altruista cuando el individuo siente placer frente a los propios actos altruistas y también frente al altruismo ajeno hacia él, se configura un estado de felicidad que vuelve a premiar una genética para el amor fraternal. Esto reduce aún más la probabilidad de que la especie que ha superado la inestabilidad típica reincida con una cultura individualista.

Si el altruismo mínimo necesario para atravesar la inestabilidad típica fuera un número, ese número sería una constante universal. Existe en el universo un grado de altruismo tal que aquellas especies que lo superan pueden conformar estructuras tecnológicas capaces de sobrevivir miles de millones de años.

Conocer la existencia de un altruismo mínimo para estabilizar la tecnología y conocer  su naturaleza universal equivalen a saber que la genética para el altruismo, el amor fraternal es un principio de organización universal que hace posibles las estructuras complejas.

En una civilización tecnológica estable la tecnología se orienta a satisfacer las necesidades de una cultura altruista: Se funda un autodiseño inteligente, se embellecen los entornos naturales y se prolonga la conciencia individual.

Si las conciencias viven por siempre, un millón de años es mucho tiempo para amar siempre a la misma población. En las civilizaciones tecnológicas estables los individuos necesitan salir al especio no solo para colonizar sino también para vencer la saturación que produciría esta tecnología dentro de sus mundos. 


7. Los tecnomarcadores.

Si existen civilizaciones tecnológicas estables, deben haber huellas de su existencia. Los tecnomarcadores son evidencias fácticas de tecnologías no humanas. En el capítulo 7 revisamos el tema en detalle. Para buscar evidencias de tecnología extraterrestre tenemos que suponer atributos de lo que buscamos, pero ese supuesto no puede ser cualquier cosa, existen límites a la tecnología que  conviene imaginar.

Hay dos lugares donde buscar: el cielo y la Tierra. En el primer caso, deduciremos que si la tecnología proviene de otros mundos no puede ser humana, porque no hay humanos en otros mundos. En el segundo caso supondremos que si la tecnología proviene del pasado, no puede ser humana porque no había humanos en el pasado o los había pero no tenían tecnología. 

En el cielo podemos buscar luz de grandes ciudades en exoplanetas cercanos, gases industriales en sus atmósferas, grandes conglomerados de satélites de comunicaciones girando en la órbita estacionaria, artefactos atrapados en la órbita de algún mundo de nuestro sistema solar, sondas interestelares cercanas, mensajes de radio, pulsos laser o calor generado por mega construcciones. Muchas de estas posibles evidencias estarían muy lejos o serían muy débiles para nuestra tecnología actual, pero nuestra capacidad de detección está evolucionando rápido.

Creemos que no es adecuado buscar huellas tecnológicas mucho más grandes de las que nosotros mismos dejaríamos, porque el tamaño de nuestras actividades ya nos está haciendo inestables. Si buscamos inteligencias frecuentes, buscamos civilizaciones tecnológicas estables. En general, la condición de estabilidad de una forma tecnológica limita su consumo y su gestión de residuos y por lo tanto condiciona su detectabilidad. 

No es consistente buscar en el cielo y no buscar en la Tierra. Buscar civilizaciones suficientemente longevas para explorar nuestro sistema solar pero no suficientemente longevas para intervenir en la Tierra, es equivalente a suponer de antemano una longevidad.

En la Tierra hay tres búsquedas posibles: Evidencias de intervención  en el sistema evolutivo biológico; evidencias de intervención en el sistema evolutivo cultural y evidencias de localizaciones de apoyo para desarrollar ambas intervenciones.

La señales de tecnología en el sistema genético pueden ser difíciles de detectar porque cualquier modificación genética artificial producida hace un millón de años y replicada desde entonces se habría camuflado entre las mutaciones naturales que se produjeron después. Pero nuestra incipiente tecnología para editar ADN nos invita a pensar en los posibles rastros que esa tecnología podría dejar (ver aquí).

Las intervenciones en el sistema cultural son fáciles de detectar pero difíciles de aceptar como tales. Debe reconocerse primero que la cultura es un sistema evolutivo darwiniano y que las cosas que evolucionan son los replicadores culturales. Los fenómenos culturales deben explicarse mostrando cómo evolucionaron por selección natural de otros replicadores culturales. Si un replicador existe pero su procedencia no se puede explicar, tenemos una anomalía de información.

El futuro se puede imaginar, pero los aciertos del futuro no. Cuando una profecía se cumple, tenemos una anomalía de información. La explicación ortodoxa dice que el acierto es casual. Buscar intervenciones en la cultura es buscar una acumulación de aciertos hasta que la casualidad deje de ser una buena explicación.

Tanto para intervenir en la evolución genética como en la cultural, los interventores deben estar cerca. Una intervención cultural puede requerir discreción porque su gestión abierta podría tener un impacto indeseado, nuevamente cultural. Si hubo o hay una intervención cultural en la especie humana, evidentemente es discreta.  Una forma de estar cerca y ser inaccesible es estar unos pocos kilómetros bajo tierra. Aún no dominamos la tecnología para viajar 20 km. hacia abajo, pero ya tenemos los medios para comenzar la búsqueda. Proponemos entonces buscar evidencias de localizaciones tecnológicas bajo tierra y sus consecuentes vías de acceso. 


8. Civilizaciones que conocen civilizaciones

Nuestra visión de la historia del universo parece incompleta; solo podemos referir un conjunto de sucesos apilados contra el origen de los tiempos y otro conjunto de sucesos operados en el último tercio de la historia, luego del nacimiento de Sol. En el medio hay un enorme bache que sugiere que estamos omitiendo una parte importante de la historia.

El devenir de las civilizaciones tecnológicas estables puede cubrir ese el bache, pero no de cualquier forma. En el capítulo 8 tratamos de vislumbrar el proceso.

Nuestra galaxia puede colonizarse en menos de 100 millones de años. Las estudios muestran que el universo ya podía contener tecnología desde hace 5.000 o 6.000 millones de años, entonces la colonización lleva solo un breve tiempo inicial.

Las civilizaciones tecnológicas son inteligentes, como los individuos, pero mucho más longevas. Tiene sentido entonces presentarlas como actores inteligentes de procesos que duran millones de años, como la evolución biológica o cultural. También podemos extendernos en el espacio y verlas como actores inteligentes de mundos lejanos. En un millón de años, a un milésimo de la velocidad de la luz se puede cubrir una bola de 1.000 años luz de diámetro.

En este capítulo imaginamos la historia de la tecnología en la Vía Láctea.

Hace 5.000 o 6.000 millones de años, no existían las civilizaciones tecnológicas longevas. Al igual que nosotros, distintas especies experimentaban una aceleración de crecimiento y se extinguían luego, al no poder controlar la tecnología que generaban. Pero después de muchos intentos, una logra atravesar la inestabilidad típica, hacerse suficientemente altruista para convivir con su tecnología y seguir desarrollándola en forma estable. Esta es la civilización estable pionera de nuestra galaxia.

La civilización pionera conoce su entorno y comienza a intervenir para que otras civilizaciones puedan atravesar la inestabilidad típica y constituir nuevas formas estables de tecnología. Su objetivo es asociarse luego con esas civilizaciones y establecer una gran sociedad tecnológica. La nuevas civilizaciones tecnológicas estables solo podrían ser altruistas y por lo tanto no agresivas.  De este modo, el agregado inteligente resultante comienza a crecer y a expandirse.

La civilización pionera primero y el agregado entero después intervienen en su espacio circundante para crear vida en mundos inertes, intervenir en los sistemas biológicos de los mundos vivos o en los sistemas culturales de las civilizaciones en formación. 

Si el objetivo es formar nuevas civilizaciones tecnológicas estables, la intervención cultural debe tener un sentido concreto: Lograr una especie tecnológica cuya genética sea suficientemente altruista para atravesar la inestabilidad típica. Nosotros imaginamos además que en algún momento de la intervención el objetivo habría sido transmitir toda la idea a la especie intervenida. Entonces, cuando el grado de comprensión de la especie fuera suficiente se trasmitiría un mensaje concreto:  "Ustedes van a chocar con su medio ambiente y la única forma de adaptarse a su nuevo tamaño es desarrollando un comportamiento altruista."

La probabilidad de que una civilización atraviese la inestabilidad típica y se vuelva estable, es muy baja, pero una vez que ocurre el primer caso, esa civilización interviene aumentando las probabilidades de las otras. De este modo, un fenómeno naturalmente raro cuando se lo calcula caso por caso, acaba siendo frecuente cuando se lo visualiza como un proceso universal.  


9. Intervenciones en la cultura

Si de veras estamos en medio de un proceso tecnológico mayor que trata de inducir la formación de una civilización tecnológica estable en la Tierra, deberíamos encontrar huellas de esa intervención, evidencias de que la vida fue sembrada artificialmente o que el sistema biológico fue intervenido para crear especies cada vez más inteligentes o que la cultura humana fue intervenida para inducir una genética altruista que nos hiciera aptos para convivir con la tecnología. 

En [9.1] hacemos este planteo y nos centramos en la intervención cultural observando que hay muchos historias antiguas que relatan algo muy parecido al choque actual entre la tecnología y el medio ambiente. Entonces nos preguntamos por qué razón 2.000 o 3.000 años antes de chocar se documentó algo tan parecido a un relato del futuro choque; por qué razón el Apocalipsis coincide cada vez más con el presente. 

Las profecías acerca de un choque entre la humanidad y la Tierra debido a nuestro comportamiento sugieren fuertemente que en aquel entonces alguien ya sabía de la inminencia de ese choque y de la relación entre el altruismo y la tecnología. En esta teoría decimos, justamente, que ese choque es típico, que las civilizaciones que lo atravesaron ya conocen la receta y que estas supuestas profecías son en realidad  predicciones de aquel choque típico  para el caso particular humano.

En [9.2] y [9.3] interpretamos la Biblia en términos de nuestras sospechas. Durante mucho tiempo la humanidad fue tecnológicamente intervenida para construir una genética altruista. Cuando la especie estuvo lista para comprender en detalle, se le inyectaron replicadores culturales con un mensaje específico: "La humanidad va a chocar con su medio ambiente y la única forma de sobrevivir al choque es desarrollando un comportamiento altruista." Fue el aviso de un colapso típico posterior a una aceleración del crecimiento igualmente típica informado antes de que el período acelerado comience.

La transmisión de ese mensaje exigió la confección de un plan cuidadoso cuya concreción implicaría la génesis de dos grandes religiones: El judaísmo y el cristianismo. El plan era simple: fundar un pueblo y transmitir el mansaje dentro de él para luego utilizarlo como vector de transmisión del mensaje al resto de la humanidad.

En [9.3] imaginamos un plan de 7 etapas: 1. Se funda el pueblo vector. 2. Se inyecta un cuerpo de doctrinas religiosas, jurídicas y económicas para consolidar al pueblo vector. 3. Se lo introduce en un lugar previamente establecido para que la transmisión del mensaje sea más eficiente. 4. Se transmiten las primeras referencias a una etapa futura muy crítica y a la venida de un mensajero especial. 5. Llega el mensajero con más menciones acerca de una etapa futura catastrófica y a la relación entre el altruismo humano y la posibilidad de atravesar esa etapa con éxito. 6. Se difunde el mensaje. 7. Se interviene luego del colapso.

En [9.2] nos referimos específicamente a la quinta etapa de ese plan. Jesús es ese mensajero. Nos habla de un reino que está en el cielo; nos dice que el objetivo de la humanidad es integrarse a ese "reino de los cielos"; que el amor fraternal es la clave para construir una civilización que pueda integrarse a ese reino que está en el cielo. Nos informa que justo antes de esa integración la civilización atravesará una etapa sumamente crítica, un tiempo final, caracterizado por desastres naturales, hambrunas, guerras, grandes devastaciones y el oscurecimiento del cielo; y que luego de esa etapa crítica el "reino de los cielos" intervendrá de manera clara y visible. Un mensaje transmitido por un hombre que afirma haber venido para hacer esos anuncios; que nos dice que su nación no esta en la Tierra que se ha esforzado por mostrar como va y viene de la Tierra al cielo en objetos visibles que lo transportan por el aire y desde alguno de los cuales se ejecutan señas para indicar que debe ser escuchado. Todo esto está en los textos bíblicos y hemos enlazado los versículos. 

Decimos entonces que hay evidencias de que la cultura humana fue intervenida por una estructura inteligente no humana. El judaísmo y el cristianismo son un resultado de esa inyección cultural; tratan de inducir la idea de una fuerte relación entre el comportamiento humano y la posibilidad de atravesar un colapso futuro. La intervención procuró que la idea tenga tiempo de integrarse a la traición de los pueblos transmitiéndose de padres a hijos, generación tras generación, antes de que la relación entre el altruismo y la tecnología pueda argumentarse racionalmente.

 

10. ¿Cómo es el universo entonces?

En la entrada [10] vimos que no necesitamos ni intención ni objetivo para que se generen estructuras suficientemente complejas como para presentar intenciones y objetivos. Pero la irrupción de dichas estructuras cambian radicalmente lo que podemos decir del universo.

Hace más de 5.000 millones de años aparecieron las primeras formas estables de tecnología. Las civilizaciones tecnológicas estables se asociaron y formaron agregados altruistas capaces de intervenir su espacio circundante. Todos los procesos anteriores a ese instante fueron naturales, pero  unos 8.000 millones de años después del Big Bang se inicio el fenómeno tecnológico en el universo.

Los agregados son muy longevos, altruistas e intervencionistas. El dominio de influencia de un agregado es la región del espacio donde este puede intervenir. Los agregados crecen cuando incorporan nuevas civilizaciones tecnológicas estables. La primera pudo ser poco probable pero su intervencionismo aumentó las chances de las siguientes. Desde entonces, el crecimiento del agregado depende del cultivo y posterior cosecha de civilizaciones con las que asociarse luego. 

Una civilización tecnológica estable es suficientemente segura para asociarse al agregado y  sumarse a su longeva tarea de difundir una cultura altruista.

Cuando el dominio de influencia de un agregado se solapa con el de otra galaxia, ambos se asocian y sus dominios se unen.

Creemos que nuestra galaxia contiene una asociación de civilizaciones desde antes de que naciera la Tierra; que nuestro mundo es parte de un fenómeno tecnológico mucho mayor. Lo creemos porque hemos encontrado y mostrado evidencias de que la cultura humana fue intervenida por una estructura exógena con el fin de cosechar una genética suficientemente altruista  para atravesar el choque con su medio ambiente y conformar una nueva civilización tecnológica estable.

Del mismo modo como nuestra conciencia individual resulta de la agregación de muchas células individuales; el comportamiento altruista emergente de muchos individuos puede traducirse en la conciencia individual de una estructura mayor. Desde esta perspectiva, las civilizaciones tecnológicas estables pueden ser individuos. También pueden serlo los agregados de ellas, los agregados de agregados o todo el universo.

La posibilidad de que el universo avance hacia una conciencia única es consecuencia de incluir el impacto de la tecnología en la descripción.

 


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Civilizaciones tecnológicas estables - Resumen por Cristian J. Caravello se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.

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