miércoles, 17 de junio de 2020

4.2 Civilizaciones altruistas (1)

 (volver al índice)






1.   Introducción

Todas las civilizaciones tecnológicas crecen de golpe en algún momento de su desarrollo e ingresan a un período inestable donde su existencia como civilización debe atravesar un duro trance. Una vez allí, las civilizaciones se encuentran con problemas parecidos, que no están relacionados con aspectos particulares de una u otra especie. Todas padecen los síntomas del crecimiento abrupto, aprenden a utilizar energía nuclear, degradan su medio ambiente y se les desordena el modo como se organizan. Atravesar el período inestable implica resolver esos problemas y para eso es necesario que los individuos de la especie inteligente tengan ciertos atributos, algunos de los cuales también deben ser comunes a todas ellas.
Algunas especies construyen ciudades y otras no, del mismo modo como algunas edifican civilizaciones tecnológicas estables y otras no. En todos los casos, lo que establece la diferencia son sus características, sus atributos. Las bacterias no son como los delfines y los delfines no son como los hombres; sus genes determinan cómo son y también lo que pueden hacer. Lo que decide que una especie atraviese la inestabilidad típica son sus atributos. 
En la entrada anterior hemos visto que la inteligencia con que una especie llega al período crítico no es un atributo condicionante. Todas llegan con un parecido nivel de inteligencia y el nivel con el que llegan es suficiente para salir de allí. Pero existen otros atributos que sí son relevantes, cuya presencia o ausencia determina si han de atravesar o no la inestabilidad típica. El altruismo es uno de esos atributos.
Imaginemos un tamiz al que llegan panes, pedazos de pan, mendrugos de pan, migas de pan e invisibles partículas de pan; todo a la vez y todo mezclado. Como  es de esperar, al otro lado del tamiz solo pasan las migas cuyo tamaño es menor que los agujeros. Las cosas que existen del otro lado del tamiz, quedan determinadas por el tamiz. No hay ninguna magia conjurando el parecido, solo un tamiz con sus agujeros.
La inestabilidad típica es un tamiz y todas las civilizaciones con tecnología caen en ese tamiz. Algunas civilizaciones lo atraviesan y otras no, pero las civilizaciones que lo atraviesan se parecen entre sí porque todas debieron atravesar el tamiz. El tamiz controla entonces lo que puede salir de allí; pero en nuestra analogía, el tamaño de los agujeros representa el grado de altruismo de las civilizaciones salientes. Del mismo modo como las migas se parecen por su tamaño, las civilizaciones se parecen en su grado de altruismo. Y tampoco hay una magia conjurando el parecido. Solo un tamiz.

Una civilización cuya especie inteligente es más altruista que otra, tiene más chances de atravesar con éxito la inestabilidad típica. Pero esto que acabamos de decir livianamente y que parece una verdad evidente, requiere de un análisis más detallado. 


2.   Altruismo, egoísmo, impacto ajeno, impacto propio

El altruismo y el egoísmo son buenos conceptos para introducir el tema, pero es necesario saber que no es exactamente la idea que utilizaremos aquí.
Los conceptos de "altruismo" y "egoísmo" califican a los comportamientos (o a los individuos) de distintas maneras y con distintas precisiones en uno u otro ámbito del saber. Si bien el uso de estos conceptos puede exceder cualquier definición, nuestras ideas precisas de "altruismo" y "egoísmo" se parecen bastante a las que se utilizan en la biología
  • Un comportamiento es  altruista cuando prioriza la supervivencia y el bienestar ajeno aun en desmedro de la supervivencia y el bienestar propios. 
  • Un comportamiento es egoísta cuando prioriza la supervivencia y el bienestar propios aún en desmedro de la supervivencia y el bienestar ajenos. 
Podemos interpretar "ajeno" como una referencia a otro u otros individuos de la misma especie inteligente. En teoría de la evolución, el altruismo fraternal es aquel que beneficia a otros individuos no emparentados con aquel que presentó el comportamiento, y el altruismo de parentesco es el que solo beneficia a algunos individuos emparentados. Desde un punto de vista más universal, "ajeno" es todo lo que no es uno, y su impacto es benéfico o perjudicial según aumente o disminuya su longevidad.
En la definición de altruismo, el desmedro de la supervivencia o bienestar del individuo pueden estar presentes o ausentes. Usted puede ayudar a los demás y no tener ninguna consecuencia adversa. Lo mismo ocurre con el egoísmo: un individuo puede priorizar su propio beneficio sin afectar a los demás.
Las funciones del altruismo y el egoísmo en la naturaleza se comprenden mejor cuando observamos la agregación celular. Antes de la agregación, los organismos eran células independientes que competían entre ellas por los nutrientes necesarios o se fagocitaban las unas a las otras. El comportamiento de unas células hacia las otras era agresivo o tenía un efecto nulo. Pero gracias a la agregación, algunas células "aprendieron" a mantenerse unidas reduciendo el área de la zona hostil, y a diferenciarse en sus funciones permitiendo la supervivencia de grandes agregados celulares. Los genes que permitían la agregación y la diferenciación celular comenzaron a crecer en número. Las células de esta nueva camada mutante dejaron de agredirse entre ellas y comenzaron a "amigarse". El impacto de una célula hacia las demás dejó de ser hostil y comenzó a ser positivo. Ahora las células sabían convivir con una superestructura que las contenía y las protegía. La agregación y la diferenciación celular fue la base de la explosión del Cámbrico, hace 541 millones de años, cuando la Tierra se pobló de organismos multicelulares que evolucionaron hasta llegar a nosotros. El ser humano es una colección de millones de células que alguna vez compitieron unas contra las otras por los nutrientes y la luz.
Es fácil ver que un mismo comportamiento celular tiene dos impactos posibles, uno propio y otro ajeno. En un organismo unicelular, un comportamiento es naturalmente seleccionado cuando su impacto en la propia célula es beneficioso para la supervivencia de sus genes o cuando su impacto en las células ajenas es perjudicial, reduciendo su competencia. Pero si la célula forma parte de un organismo cuya reproducción se ha centralizado en otras células (como óvulos y espermatozoides), entonces es más estable que su impacto ajeno ya no sea perjudicial sino nulo o benéfico. Perjudicar a los demás es perjudicar a otras células del mismo reproductor. La situación para la célula puede representar la propia muerte. Por ejemplo, en los últimos estratos de la piel humana, las células se mueren para formar una barrera protectora. Los comportamientos celulares que sobreviven allí son los que priorizan la supervivencia del organismo aún en desmedro de la propia célula, porque es la supervivencia del organismo la que garantiza su reproducción.
Podríamos decir que nuestra célula presenta comportamientos "altruistas" cuando beneficia al organismo multicelular que conforma. La idea es extrapolar este concepto a individuos inteligentes en lugar de células. Un comportamiento de un individuo inteligente también tiene dos impactos, uno propio y otro ajeno, y su valor de supervivencia será distinto según hablemos de él o de la superestructura que conforma. Para un individuo inteligente cuya especie está atravesando la inestabilidad típica, la superestructura que conforma es toda la civilización, porque esa es la cosa continente de cuya  supervivencia o extinción depende la del propio individuo.
Nosotros utilizaremos solo el impacto de un comportamiento en los demás (o lo demás) y lo llamaremos impacto ajeno. Podemos imaginarlo como un número positivo si el impacto es benéfico y  negativo si es perjudicial. El impacto ajeno se aplica a los comportamientos pero si lo representamos con un número que se puede cuantificar [4], entonces podemos definir el impacto ajeno de un individuo como el promedio de los impactos de sus comportamientos; y el impacto ajeno de una especie como el promedio del impacto ajeno de sus individuos. Todas las especies tienen comportamientos y todos los comportamientos tienen impacto ajeno. En particular, todas las especies inteligentes que ingresan a la inestabilidad típica tienen un impacto ajeno. En lo sucesivo, estaremos comparando civilizaciones según su mayor o menor grado de impacto ajeno; de modo que es vital concebirlo como un atributo de la civilización o de su especie inteligente. Se trata de un concepto parecido al de altruismo pero no exactamente igual. (La idea de utilizar números para representar atributos de los individuos ya está presente en Price [1][2]. La economía mide y cuantifica atributos de los países, algunos de ellos cercanos al altruismo, como por ejemplo, la felicidad. [3])
Hablaremos indistintamente de "impacto ajeno positivo", altruismo, bienestar general, bienestar común, bienestar ajeno, longevidad ajena, etc. Del mismo modo diremos qué un impacto ajeno es negativo para referirnos a comportamientos egoístas o que perjudican el bienestar de los demás y disminuyen la longevidad de estructuras externas. Si dos especies tienen impacto ajeno negativo (sus individuos perjudican a su entorno) entonces la especie con mayor altruismo o mayor impacto ajeno es aquella cuyos individuos menos daño causan a su entorno. El impacto ajeno puede compararse aunque sea negativo.
Nuestra tesis es que las probabilidades de que una civilización atraviese con éxito la inestabilidad típica son mayores cuanto mayor sea el impacto ajeno promedio de su especie inteligente. Según esto, una especie tiene más chances de atravesar el período inestable cuanto mayor bienestar general sean capaces de proveer sus individuos. Nada decimos respecto a otros atributos que puedan estar involucrados.
Ingresar en una inestabilidad típica implica muchas cosas pero hemos encontrado allí tres situaciones que se presentarán en todas las civilizaciones [5]:
  1. El control de la energía nuclear
  2. La acumulación de alteraciones globales en el medio ambiente
  3. El descontrol del mercado laboral
Entonces nuestro objetivo es comprobar que un mayor altruismo aumenta las chances de convivir con 1 y de resolver 2 y 3. Dejaremos la opción 3 para la entrada siguiente.


3.   El altruismo y la energía nuclear 

Durante la inestabilidad típica todas las civilizaciones aprenden a extraer energía de los átomos. Esta situación no es en sí problemática; manejar la energía nuclear incorpora una manera de cubrir la demanda energética y permite realizar muchas cosas en diversos campos que antes estaban vedadas. Pero también es posible que la civilización utilice esta nueva habilidad para construir armas de destrucción masiva.  No es una posibilidad despreciable porque el período inestable está caracterizado por un crecimiento vertiginoso de la población, y esto es como incrementar la presión de una olla. Una civilización puede aprender entonces a extraer energía de los átomos sin construir jamás armas de destrucción masiva; puede construir una pero no muchas; puede construir muchas pero no extinguirse. En concreto, hemos definido cinco etapas sucesivas posibles:
  1. Aparece la tecnología nuclear
  2. Se fabrica la primer arma nuclear
  3. Se fabrican armas nucleares en cantidad suficiente para provocar la extinción de la especie
  4. Estalla una guerra nuclear masiva
  5. La especie inteligente se extingue como consecuencia de  una guerra nuclear masiva
En todas las civilizaciones aparece la tecnología nuclear pues esa es una de las características de la fase inestable. La probabilidad de que una civilización utilice ese conocimiento para construir armas nucleares y pasar a la fase 2, depende de la previa existencia de guerras en esa civilización . Si las guerras son como aquí, un mecanismo común para resolver diferencias, entonces ya construyen armas para ello. Luego, la probabilidad de que construyan armas nucleares es mayor que en caso contrario. Pero una civilización más altruista tiene menos probabilidades de recurrir a la violencia para resolver diferencias que otra menos altruista, porque la especie que presente, en promedio, un impacto más positivo en los demás, tiene menores chances de recurrir a los enfrentamientos bélicos, donde el impacto en los demás puede ser la muerte. Por lo tanto, mayor impacto ajeno implica menor probabilidad de recurrir a enfrentamientos bélicos.
Supongamos ahora que solo tratamos con civilizaciones que ya recurren a enfrentamientos bélicos para resolver diferencias. A igualdad de los demás aspectos, la civilización más altruista tiene menos chances de desarrollar armas nucleares que la menos altruista porque las armas nucleares amplifican el impacto de las acciones bélicas hacia individuos inocentes. Utilizar armas nucleares no solo es priorizar otras cosas antes que la muerte de eventuales enemigos sino priorizarlas a la muerte de individuos inocentes. Pero mayor altruismo es mayor impacto ajeno. Por lo tanto, si una especie inteligente recurre a enfrentamientos bélicos, mayor impacto ajeno implica menor posibilidad de construir armas nucleares.
Por estas dos razones, si dos civilizaciones dominan la tecnología nuclear, entonces la especie de mayor impacto ajeno tiene menos probabilidades de construir un arma nuclear. Las especies más altruistas tienen menores chances de pasar del estado 1 al estado 2.
Desde el estado 2 en adelante, todas las etapas son inestables. Todas las civilizaciones que construyen un arma nuclear, pueden construir muchas y, tal vez, suficientes para extinguir a la civilización. No obstante, si continuamos con nuestro argumento, es fácil probar que dadas dos especies inteligentes que construyen un arma nuclear, la más altruista es la que tiene menos chances de construir luego el armamento necesario para extinguir a la especie. El impacto ajeno de construir un arsenal capaz de extinguir a la especie es claramente más perjudicial que el impacto de construir un arsenal que no tenga esa capacidad. Ambos impactos ajenos negativos porque destruyen vidas, pero es peor destruir a una civilización entera. Por lo tanto, si dos civilizaciones construyen armas nucleares, la civilización con mayor impacto ajeno tiene menos chances de construir suficientes armas para extinguir a la civilización. Si dos civilizaciones arribaron al estado 2, la más altruista tiene menos chances del llegar al estado 3. Repetimos que esta discriminación es muy fina porque la mayoría de las especies que atraviesan el estado 2, deberían llegar al estado 3 dada la inercia que representa haber construido ya un arma nuclear.
Si las dos civilizaciones de nuestro ejemplo llegaron al estado 3, entonces ambas cuentan ya con el arsenal necesario para extinguir a su civilización. Ya hemos dicho que el riesgo de caer en el estado 4 y declarar una guerra masiva, es altísimo para toda civilización que alcance el estado 3, sin embargo, sigamos con nuestro argumento. Si las dos especies tienen un arsenal nuclear suficiente para extinguir a la civilización, entonces es más probable que estalle una guerra masiva en aquella civilización cuyo impacto ajeno sea menor, porque esa especie priorizará menos el bienestar de la superestructura que la contiene. Recíprocamente, si dos civilizaciones tienen un arsenal suficiente para extinguirse, aquella civilización que tenga mayor impacto ajeno tendrá menos chances de que estalle una guerra masiva y, por lo tanto, más posibilidades de sobrevivir. Si dos civilizaciones arribaron al estado 3, la más altruista tiene menos chances de llegar al estado 4.
Prácticamente todas las civilizaciones que tienen el armamento necesario para extinguirse y declaran una guerra masiva, se extinguen ellas mimas o colapsa su civilización. Por esta razón no tiene sentido analizar el valor del altruismo en el pasaje del estado 4 al estado 5.
En resumen: todas las civilizaciones que ingresan a una inestabilidad típica desarrollan energía nuclear. 
Cuanto más altruista es una civilización, menos probable es que se extinga utilizando armas nucleares.
En términos más precisos cuanto mayor sea su impacto ajeno, menos probable es que recurra a una guerra nuclear masiva y viceversa, cuanto menor sea su impacto ajeno, mayores son sus  probabilidades de utilizar armas nucleares. No existe impacto más negativo para una especie que causar la extinción de su civilización.
Si pensamos en el impacto ajeno como un número real [4], debe existir un valor de impacto ajeno $M_1$ tal que todas las civilizaciones cuyo impacto ajeno sea menor se extingan por acción de las armas nucleares en una guerra masiva. Las civilizaciones cuyo impacto ajeno es mayor que $M_1$, pueden perdurar. Si hemos de buscar civilizaciones tecnológicas capaces de atravesar la inestabilidad típica y hacerse estables, debemos buscar entre aquellas cuya especie inteligente tiene un impacto ajeno promedio mayor o igual que $M_1$.
A largo plazo, una civilización que ya sabe como arrancar energía de los átomos solo puede perdurar si aprende a resolver sus diferencias sin acudir a la violencia. La inestabilidad típica determina un mínimo grado de altruismo a partir del cuál es posible atravesarla con éxito. 
No es común ver al conocimiento como un factor de inestabilidad, pero esto es exactamente así, y el ejemplo de la energía nuclear es perfecto para comprenderlo. Saber cómo extraer energía de los átomos modifica el rango de civilizaciones perdurables posibles. Cuanto más conocimiento tiene una civilización, más condicionado está el conjunto de comportamientos que puede o no puede adoptar. Una civilización que sabe como extraer energía de los núcleos atómicos no puede tener un comportamiento bélico durante mucho tiempo; o bien se extingue o bien depone su actitud belicista. No existe una moral absoluta guiando su comportamiento sino una moral relativa a una tecnología específica, asociada a un conocimiento determinado. Los individuos se ven forzados a ser diferentes para seguir existiendo.
Pero si bien la tecnología restringe el campo de comportamientos posibles, también lo expande por otras vías. Una civilización adaptada a su tamaño y su tecnología incrementa considerablemente las cosas que puede hacer, porque es capaz de seguir desarrollando tecnología durante mucho más tiempo. Una civilización capaz de conquistar el espacio,  mucho antes desarrolló la capacidad de adaptarse a su propio tamaño.
En las civilizaciones cuyo impacto ajeno es menor que el mínimo $M_1$, algunos individuos no logran establecer una diferencia de prioridades entre la extinción de la civilización y la muerte de los suyos. Si la probabilidad de que esos individuos controlen las armas nucleares es distinta de cero, a largo plazo la civilización que los soporta se extinguirá. Esa ceguera no es ni buena ni mala; simplemente el universo dejará pasar a las civilizaciones que no se extingan y no dejará pasar a las que sí lo hagan. Las primeras perduran y las segundas no. De este modo, la inestabilidad típica no solo selecciona civilizaciones, selecciona también una moral, un grado de altruismo. Y la selección es natural, simplemente ocurre.


4.   El altruismo y el déficit ecológico

Uno de los problemas que se presentan cuando las  civilizaciones inteligentes ingresan al período inestable es la acumulación de alteraciones globales debidas a su consumo. Nuestra civilización, por ejemplo, está incrementando el nivel de $CO_2$ en la atmósfera, acumulando plástico en los océanos y reduciendo drásticamente el número de especies de animales y plantas debido al consumo y a la generación de residuos. Al crecer mucho en poco tiempo, las civilizaciones se hacen deficitarias y por lo tanto, no sustentables.


La acumulación de degradaciones solo puede ser transitoria. Para que una civilización sea perdurable es necesario que normalice la relación entre su propio tamaño y el de su mundo. Es razonable pensar que algunas especies inteligentes lograrán la adaptación y otras no lo lograrán. Quienes determinan el éxito o fracaso de esta empresa son los atributos de la especie inteligente. Aquí estamos revisando el valor de uno de esos atributos, el altruismo, y de qué modo determina su adaptación a estos cambios.
Las degradaciones se acumulan porque la civilización explota recursos a un ritmo mayor que el que tiene la naturaleza para reponerlos, o bien porque genera residuos a un ritmo mayor que el que tiene la naturaleza para digerirlos. Todas las civilizaciones que ingresen a la inestabilidad típica generarán degradaciones y sufrirán estas penurias.
Para dejar de producir degradaciones medio ambientales son necesarias dos cosas evidentes:
  • que la civilización pueda evaluar el ritmo con que extrae recursos, compararlo con el ritmo con que la naturaleza los repone y adaptar luego su consumo a la producción natural.
  • que la civilización logre evaluar el ritmo al que genera residuos,  ya sea durante los procesos o en la deposición final, que lo compare luego con el ritmo al que la naturaleza los recicla y logre generarlos a un ritmo menor.
Las dos causas de degradación se resuelven mirando hacia afuera, observando cómo se comporta la naturaleza y obrando de acuerdo a ella. Es necesario que el comportamiento promedio de una civilización se adapte a la naturaleza, aunque esto implique una reducción del grado de libertad de los individuos. Pero además de contemplar a la naturaleza, necesitamos que los individuos puedan mirar a la propia civilización que conforman. Así, para adaptar su comportamiento, el individuo debe asegurar la supervivencia de dos cosas exteriores a él: la naturaleza y la civilización.
Podemos recurrir al mismo argumento que antes: dadas dos civilizaciones iguales en todo excepto en el altruismo de su especie inteligente, aquella especie más altruista tendrá más probabilidades de evaluar los resultados de sus comportamientos en la naturaleza en que habita y en la civilización que conforma, que la especie menos altruista. Esto no debería sorprendernos, el altruismo es impacto ajeno positivo, y una especie cuyo impacto ajeno es más benéfico estará más capacitada para lidiar con problemas que requieren priorizar la estabilidad de su civilización y de su mundo antes que el beneficio propio.
Una civilización altruista tendrá más chances de adaptar su consumo al ritmo de producción de la naturaleza y adecuar su generación de residuos a la capacidad del entorno para reciclarlo, porque puede mirar a esa naturaleza y adoptar un comportamiento que la torne perdurable. Para lograrlo no basta un mero cálculo intelectual efectuado sobre el ecosistema; es necesario además que los individuos puedan adaptar sus comportamientos a los cambios requeridos.
Los procesos degradantes también tienen atributos comunes, en particular ninguno dura eternamente; todos tienen principio y fin. Como hemos dicho ya, la ventana característica de un proceso de degradación es el intervalo de tiempo durante el cual los individuos detectan la degradación y pueden hacer algo para revertirla. Si una ventana característica se cierra antes de ser resuelta, los parámetros que miden la degradación salen de control porque entran en relación sistémica con otros fenómenos naturales. Si, por ejemplo, dejáramos de emitir gases de efecto invernadero dentro de unas décadas, lo más probable es que la temperatura siga incrementándose porque el albedo ha cambiado en muchas zonas que ya no se congelan en invierno. En ese caso, el el calentamiento ya  no dependería de nuestras emisiones sino del funcionamiento de la naturaleza. 
La duración de una ventana característica depende del proceso físico que esté operando allí. La acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera, la acumulación de plástico en los océanos o la reducción de biodiversidad son procesos de degradación que no cerrarán sus ventanas al mismo tiempo. Si estas acumulaciones continuaran, en algún momento iniciarían procesos naturales que ya no dependerán de nosotros. Pero el instante en el que cada ventana se cierra no es el mismo para todos los tipos de degradación. Todas las ventanas se abren al mismo tiempo, pero se cierran en tiempos diferentes. El tiempo que demora una ventana en cerrarse depende de los procesos físicos que se dan en cada caso.
Si las ventanas características se cierran y los procesos degradantes se independizan de las decisiones de la especie inteligente,  entonces es la naturaleza quien debe adaptarse. Las adaptaciones del sistema biológico siempre incluyen la extinción de las especies no adaptadas. Si los cambios son rápidos frente a la evolución por selección natural, entonces debemos esperar una alta tasa de extinción, lo que implica en todos los casos una reducción significativa en la biodiversidad del sistema. Si los cambios degradantes son muy veloces, en virtud del carácter sistémico del sistema biológico, podría iniciarse una extinción masiva.
Para remontar con éxito un proceso de degradación, es necesario que la especie detecte la degradación, evalúe sus impactos, diseñe soluciones alternativas, las acuerde (si es una civilización formada por muchas naciones) y las implemente antes de que se cierre la ventana característica de ese proceso. Si todo esto dura más que la ventana característica, la civilización no podrá actuar a tiempo. Como las ventanas características se cierran siguiendo su propio reloj físico, es vital que una civilización sea capaz de tomar conciencia en el menor tiempo posible. 
En una civilización con bajo impacto ajeno, aumenta la probabilidad de que una ventana característica se cierre antes de que el problema se resuelva. Esto es así porque los individuos pueden ver claramente el beneficio propio de una actividad, pero tienen dificultades para percibir el comportamiento de una estructura ajena a ellos, como lo es la naturaleza o la propia civilización. Se benefician con su propio comportamiento pero son ciegos a toda consecuencia ajena. 
Recíprocamente, una civilización con alto impacto ajeno tiene más chances de resolver las degradaciones medio ambientales antes que las ventanas se cierren porque sus individuos pueden reconocer el impacto de sus comportamientos en lo demás y, en particular, las consecuencias de su consumo y su generación de residuos en el medio ambiente y en la civilización que conforman. En general, no pueden evitar esas degradaciones porque son el modo como la inadecuación de su comportamiento se hace evidente, pero pueden advertirlas y adaptarse para mitigarlas, primero, y no volver a generarlas, después.
Es importante entender que no se trata de la simple comprensión intelectual de un problema. Veamos lo que ocurre aquí. Según la inmensa mayoría de los especialistas el calentamiento global es causado en parte por nuestra utilización de combustibles fósiles para fabricar energía eléctrica. Pero quienes se benefician con la producción sucia de energía eléctrica ignoran esa relación y tratan de mostrar que los especialistas están equivocados, que no son mayoría, que el calentamiento no se debe a la utilización de combustibles fósiles, que la humanidad no tiene la tecnología para producir tanta energía de otro modo y que, finalmente, el calentamiento será beneficioso para el mundo. Se trata de un puñado de afirmaciones polémicas cuya promoción en el debate solo esconde una simple verdad: un cambio de situación haría que los individuos que se están beneficiando con ella dejen de beneficiarse en el futuro. Lo que falla no es la cuenta sino la capacidad de actuar. Esto ocurrirá en general, con todas las degradaciones de todas las civilizaciones que imaginemos: La cuenta es intelectualmente simple, pero adaptar el comportamiento individual a las consecuencias de esa cuenta requiere atributos y características diferentes a la comprensión intelectual del problema; atributos que podrían no estar presentes. El altruismo, la capacidad priorizar la supervivencia de civilización antes que el propio beneficio, es uno de esos atributos.
Un ejemplo imaginario: Supongamos que algo  nos condena a vivir en un cuarto de cuatro metros por seis. Allí tenemos la cocina, con su heladera y su horno, allí está la mesa con las sillas, en un costado tenemos la cama y allá, en una oscura esquina del cuarto, ¡ay! hacemos nuestras necesidades. No hay puertas, no hay ventanas, no hay "afuera", no hay nada. Todo lo que tenemos es nuestro cuarto de cuatro por seis, con su horno, su mesa, su cama y su esquina. El primer día no ocurre nada. Después de una semana, aparecen insectos voladores; insectos grandes; moscardones. Al mes, la situación es muy problemática. Dos meses más, y hay que correr la cama para alejarla de las heces. Un año, dos años, tres años... No lo quiero imaginar. La cuenta intelectual es simple, pero no trae un excusado bajo el brazo, hay que fabricarlo. Y para eso no nos sirve el intelecto. 
Cuando una civilización con tecnología crece mucho en poco tiempo, una gran cantidad de ventanas características se abren a la vez, porque este es el modo típico como se manifiesta el déficit ecológico. La naturaleza no espera a que se resuelva un problema para presentar el otro porque, en general, la naturaleza simplemente ocurre. Todas las degradaciones aparecen juntas y la importancia de un atributo que haga posible superarlas a todas se multiplica rápidamente. En este contexto, una civilización altruista tendría mayor número de éxitos que una egoísta.
En la Tierra estamos acumulando degradaciones medio ambientales, pero es muy difícil verlas como la eventual causa de nuestra extinción. El calentamiento global es muy rápido para la velocidad de los procesos geológicos y seguramente nos traerá problemas más graves de los que ya está trayendo, pero difícilmente sea suficientemente rápido para causar una extinción. Lo mismo sucede con la acumulación de plástico en los océanos o con la reducción de especies en la naturaleza. Se trata de procesos rápidos desde el punto de vista geológico pero tal vez muy lentos para llevarnos a un colapso. 
Sin embargo, ninguna civilización puede durar mucho tiempo con un déficit ecológico crónico. Si la acumulación de degradaciones no se resuelve, la civilización colapsará a largo plazo. Es una cuestión matemática. Es bueno que el período de aprendizaje pueda ser prolongado, pero solo es un aprendizaje. La inestabilidad típica no puede superarse si la inestabilidad perdura; la inestabilidad perdurará mientras la civilización no logre ser sustentable y ninguna civilización es sustentable si acumula degradaciones. 
La extinción por acumulación de degradaciones es difícil de imaginar, pero la abrupta disminución del bienestar que estas acumulaciones representan, pueden llevar a una civilización tecnológica hacia una guerra masiva. Y en una guerra masiva con armas nucleares, la extinción sí puede imaginarse.
En resumen: todas las civilizaciones que ingresan a una inestabilidad típica padecen múltiples degradaciones medio ambientales. 
Cuanto más altruista es una civilización, menos probable es que se extinga como consecuencia de degradaciones medio ambientales
En términos más precisos cuanto mayor sea su impacto ajeno, menos probable es que se extinga debido a la acumulación de problemas ecológicos y viceversa, cuanto menor sea su impacto ajeno, mayores son sus  probabilidades de extinguirse por ello.
Si pensamos al impacto ajeno de una civilización como un número real [4], entonces existe un mínimo impacto ajeno $M_2$ tal que toda civilización que tenga un nivel aún menor no logrará superar sus degradaciones medio ambientales y, por lo tanto, no logrará pasar el período inestable.
En términos más humanos, es muy fácil reconocer las bondades del altruismo para resolver nuestro déficit ecológico. Pero todos los ejemplos que se nos ocurren implican entrar en discusiones, y ese no es nuestro objetivo aquí.


5.   El mínimo altruismo necesario

Los monos no construyen ciudades. No pueden hacerlo porque la naturaleza aún no los hizo suficientemente inteligentes para aprender a cultivar, para manejar los excedentes agrícolas, para construir una choza perdurable, para moldear una vasija que atrape el agua en sus manos o para encender una hoguera que los caliente en invierno. Naturalmente, los monos son inteligentes, el problema es el tamaño de su inteligencia; no son lo suficientemente inteligentes. Si la inteligencia se midiera con un número, podríamos decir que existe una inteligencia de grado $x_0$ a partir de la cual las especies pueden construir aldeas  y que ninguna especie cuya inteligencia tenga un nivel inferior a $x_0$ puede construirlas aún.  En ese caso, el tamaño de la inteligencia sería un factor de selección.
Nosotros estamos haciendo algo parecido. La meta ya no es construir una aldea sino atravesar la inestabilidad típica y el atributo que necesitamos monitorear ya no es la inteligencia sino el altruismo. Afortunadamente la inestabilidad típica presenta problemas comunes, y la solución de cada uno de ellos requiere de un grado de altruismo típico.
Para poder sobrevivir a la tecnología nuclear es necesario que el altruismo de una especie tecnológica sea mayor que cierto valor al que llamamos $M_1$. Es necesario pero no suficiente. Podría ser el caso de que el altruismo de una especie sea mayor que $M_1$ y sin embargo la civilización se extinga por acción de una guerra masiva. Lo que decimos es que siempre se extinguirá si su valor de altruismo es menor que $M_1$. Lo mismo vale para resolver y luego evitar el déficit ecológico. Ahora es necesario que el altruismo de una especie tecnológica sea mayor que otro cierto valor al que llamamos $M_2$.
No sabemos si $M_1$ es menor o mayor que $M_2$, pero es obvio que el altruismo necesario para resolver ambos problemas debe superar ambos mínimos. Esto seguirá siendo cierto si agregamos otros mínimos valores de altruismo asociados a otros procesos no sustentables que aparecen durante la inestabilidad típica. Para atravesar la inestabilidad típica, el grado de altruismo de una civilización deberá superar a todos esos mínimos, esto es, deberá ser mayor que el máximo de esos mínimos. Si bien esto es cierto en todos los casos, solo nos falta evaluar un proceso más y un mínimo más asociado a él. Se trata del descontrol del trabajo en los modelos de organización. Hemos reservado este tema para la siguiente entrada.

________________________________-

[1] https://es.wikipedia.org/wiki/Ecuaci%C3%B3n_de_Price
[2] https://www.bbc.com/mundo/noticias/2013/12/131217_navidad_ciencia_altruismo_teoria_matematicas_msd
[3] https://es.theglobaleconomy.com/rankings/happiness/
[4] https://civilizacionestecnologicasestables.blogspot.com/p/impacto-ajeno.html
[5] https://civilizacionestecnologicasestables.blogspot.com/2020/05/32-en-las-entranas-de-la-inestabilidad.html


               <página anterior>                                                                  <página siguiente>



Licencia Creative Commons
4.2 Civilizaciones Altruistas (1) por Cristian J. Caravello se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.

martes, 9 de junio de 2020

4.1 Los individuos necesarios

 (volver al índice)

  1. Introducción
  2. Un problema de escala
  3. La montaña de datos
  4. Atributos y comportamientos
  5. La inteligencia





 
1.   Introducción

En las entradas anteriores encontramos un período inestable por el que toda especie inteligente que acumule tecnología debe pasar en algún momento de su historia. Esta inestabilidad típica se configura cuando la especie inteligente acumula suficiente tecnología y población para alterar algunos patrones globales de su medio ambiente. Se trata de un proceso de adaptación donde la civilización debe adecuarse al tamaño de su mundo y a la tecnología que produce. 
Hemos visto que también son típicos algunos de los problemas que se presentan durante esa inestabilidad y es razonable suponer que esos problemas comunes se traduzcan en características comunes. Dicho de otra forma, todas las civilizaciones que atraviesan la inestabilidad típica deberían parecerse un poco porque todas debieron lidiar con problemas parecidos para salir de allí. 
Luego de una inestabilidad sigue una fase estable y por lo tanto, longeva; pero el tamaño de esa longevidad es una cuestión central aquí. No es lo mismo ser el inicio de la fase estable de una civilización que durará 10.000 años que ser el nacimiento  de una inteligencia que durará, tal vez miles de millones de años.  Nosotros no sabemos cuál es la longevidad de una especie tecnológica porque se trata de un fenómeno reciente aquí y porque ha nacido y aún no ha muerto. Lo mismo ocurre con la vida, que sigue existiendo luego de miles de millones de años. Cuanto más longevas son las estructuras tecnológicas, más importante debe ser la inestabilidad típica que las da a luz.
Tal como lo hemos definido, las civilizaciones que logran atravesar la inestabilidad típica son las civilizaciones tecnológicas estables y debido a su naturaleza estable, deben ser los ladrillos en que se funda la inteligencia en el universo.   Nosotros no sabemos cuáles son las condiciones necesarias y comunes para que una especie inteligente atraviese la inestabilidad típica y conforme una civilización tecnológica estable, pero es vital que sepamos al menos donde buscar.


2.   Un problema de escala

Existen muchos fenómenos naturales donde un mismo objeto presenta distintos comportamientos a diferentes escalas de magnitud. En un fluido, como el agua, las olas son un fenómeno macroscópico cuyo tamaño puede tener desde algunos centímetros hasta algunos metros. Todo fluido es un conjunto de moléculas de modo que, a igualdad de los demás factores (gravedad, presión, temperatura), todos los fenómenos macroscópicos de los fluidos deben quedar determinados, en última instancia, por la dinámica de las moléculas. Pero las moléculas son objetos varios órdenes de magnitud menores que las olas y su dinámica se expresa por unas leyes muy diferentes que las leyes de las olas.

10 Características Químicas del Agua

Es claro que debe ser posible explicar a las olas a partir de la dinámica de las moléculas, pero en la práctica esto sería sumamente engorroso; habría que explicar a la ola como resultado del movimiento de millones y millones de moléculas individuales.
Las características que describen el fenómeno de las olas en un fluido dependen de ciertas constantes que caracterizan al fluido. Líquidos distintos, como el agua o el alcohol seguirán las mismas leyes pero con distintas constantes. Estas diferencias entre las constantes provienen, en ultima instancia, de las diferencias existentes entre las propiedades químicas de las moléculas de unos y otros fluidos. Pero una vez que los científicos han determinado de forma empírica los valores de las constantes, tratar de confirmar sus valores en base a sus propiedades moleculares es una mera exquisitez científica. Lo que no debemos olvidar jamás es que las diferencias entre las olas de agua y las de alcohol, por ejemplo, provienen únicamente de las diferencias químicas entre la moléculas individuales de agua y las moléculas individuales de alcohol, y de ningún otro lado.
Cuando un mismo objeto presenta comportamientos que responden a teorías diferentes a distintos ordenes de magnitud, la ley que explica el fenómeno mayor, en principio, puede derivarse de la ley que explica el fenómeno menor, aunque en general esto resulte muy difícil de hacer.
Una civilización inteligente es un gran fenómeno que presenta comportamientos diferentes a distintas escalas de magnitud. En el caso de nuestra civilización, la distancia entre el tamaño del fenómeno estadístico, que es la civilización, y el objeto básico, que es el individuo, es de 10 ordenes de magnitud, ya que la civilización humana actual asciende a $0,78\cdot{10^{10}}$ individuos (7.800 millones de individuos).
En general, la civilización es un fenómeno estadístico de una legión de moléculas, que son los individuos. Los principios generales que describen el comportamiento de los individuos son muy diferentes a los principios que describen el comportamiento de las civilizaciones; pero el comportamiento de las civilizaciones queda determinado, en gran medida, por el comportamiento de los individuos de su especie inteligente. 
Este detalle es muy importante. La posibilidad de que una civilización inteligente atraviese con éxito la inestabilidad típica dependerá muy fuertemente del comportamiento de los individuos, y cualquier fenómeno que seleccione características de las civilizaciones, seleccionará también características de los individuos.
Si imaginamos que, en el vasto universo, los atributos de los individuos inteligentes pudieran variar libremente, sin restricciones, que pudiéramos dar con el tipo de comportamiento que se nos antoje, entonces la inestabilidad típica funcionará como un filtro que dejará pasar a las civilizaciones cuyos individuos inteligentes presenten cierto tipo de comportamiento y no dejará pasar a las demás. La inestabilidad presiona sobre las civilizaciones pero la selección se realiza sobre los individuos inteligentes. El problema es parecido a explicar el comportamiento de las olas conociendo solo las propiedades químicas de las moléculas de agua. Si las moléculas individuales tienen tales propiedades, entonces las olas que forman siguen tales leyes. O recíprocamente, si las olas siguen tales leyes, sus moléculas individuales son de tal forma. En este caso también intervienen dos escalas de magnitud diferente, la civilización tecnológica y el individuo inteligente. Si los individuos actúan de tal forma, la civilización que integran actúa en su conjunto de tal otra forma. Recíprocamente, si la civilización se comporta de cierta manera, los individuos deben actuar de tal otra.
Nuestro objetivo es, justamente, determinar qué tipo de comportamientos deben presentar los individuos de una especie inteligente para que la civilización que conforman pueda atravesar con éxito la inestabilidad típica.


3.   La montaña de dados

Imaginemos una montaña formada por un millón de dados de un centímetro de lado. Si miramos la montaña, sin detalle, no podríamos distinguirla de una montaña de piedras irregulares del mismo tamaño y cantidad. Necesitaríamos mirar cada piedra individual para notar la diferencia. Sin embargo se trata de una diferencia radical.
Si por alguna razón la montaña de dados ya no nos entrara, podríamos resolver el problema armando un gran cubo de cien dados por cien dados por cien dados. Obviamente, el gran cubo ocupa ahora mucho menos lugar que la montaña; sería más compacto, más reducido y más denso. Para armar el cubo grande solo necesitaríamos reordenar a los pequeños dados que formaban la montaña. Es un simple problema de organización; los dados son los mismos ordenados diferente.
Con la montaña de piedras, en cambio, no podíamos armar un gran cubo porque las piedras tienen forma irregular. Ya no tendríamos un mero problema de organización; tendríamos primero que cambiar la forma de las piedras y hacer dados. Además, el cambio no sería siempre el mismo, dependería de la irregularidad inicial de la piedra: si la piedra es casi un cubo, tal vez no habría que modificarla; si en cambio, las irregularidades fueran muchas, deberíamos trabajar un rato.
Lo importante aquí es reconocer dos cosas: 
  1. Es considerablemente más probable encontrarnos con una montaña de piedras irregulares que hallarnos frente a una montaña dados iguales. 
  2. No es lo mismo un cambio de ubicación que un cambio de forma. El segundo lleva mucho más esfuerzo que el primero.
En nuestra analogía, los objetos de la montaña son los individuos de una especie inteligente, la montaña es la civilización tecnológica tal como llega a la inestabilidad típica y el gran cubo es la civilización tecnológica estable. Las dos condiciones de arriba son ahora sencillas de reconocer. No debemos esperar que una civilización tecnológica atraviese la inestabilidad reordenando a los mismos individuos. Es necesario que algunos individuos cambien de comportamiento. La segunda condición dice que ese cambio de comportamiento requiere mucho más esfuerzo que un simple cambio de organización.
En la práctica, una civilización llega a la inestabilidad típica con una mezcla de individuos, algunos de los cuales tienen el comportamiento para formar el gran cubo, pero no lo saben y otros simplemente no lo tienen (y tampoco lo saben). Nadie sabe cuál es ese comportamiento porque nadie sabe que debe formar un gran cubo. Lo ignoran hasta que el espacio para la montaña se empieza a achicar  y las diferencias se empiezan a notar. Esto es lo que ocurre durante la inestabilidad típica; la población se incrementa vertiginosamente y la civilización comienza a utilizar más mundo del que tiene.
La analogía de las diferentes escalas nos dice que la inestabilidad típica presiona sobre la civilización pero la selección se opera sobre los individuos. La segunda analogía nos dice que la selección se realiza de acuerdo a algunos atributos que nadie conoce hasta que la presión comienza.
Hagamos una analogía más. Imaginemos que nos dan un reglamento de baloncesto y nos piden determinar qué características deben reunir los jugadores para tener más chances de ganar. Nosotros jamás hemos visto el juego, pero allí tenemos el reglamento para enterarnos de qué se trata. Descubrir que los hombres excepcionalmente altos son los indicados para el baloncesto a partir de la mera lectura de las reglas del juego sería resolver un verdadero acertijo. El problema que se nos plantea a nosotros aquí tiene el mismo formato. El objetivo del juego es ahora atravesar la inestabilidad típica y a nosotros se nos plantea descubrir cómo deben ser los jugadores.
Esto no es fácil de hacer, pero resulta muy sencillo de definir y comprender: queremos determinar qué atributos deben presentar los individuos de una especie inteligente para que la civilización que conforman pueda atravesar con éxito la inestabilidad típica.
 

4.   Atributos y comportamientos

Arriba, hemos repetido nuestro objetivo dos veces, con una sutil diferencia: en el primer caso buscábamos individuos inteligentes que presentaran cierto tipo de comportamientos para atravesar con éxito la inestabilidad típica, en el segundo caso ya no buscamos comportamientos sino atributos de esos individuos. Es necesario entonces aclarar la relación entre los comportamientos y los atributos.
Un comportamiento es una forma de conducirse o portarse. Por ejemplo, si un individuo interactúa con una persona extraña, que nunca antes ha tratado, puede hablar mucho de entrada, como un vendedor de autos; puede ser más precavido y preguntar primero ciertas cosas o puede tener temor como los niños y no hablar en absoluto. El modo como actúe será su comportamiento.
Todos los comportamientos revelan atributos de los individuos. En el  ejemplo, la persona puede ser más o menos introvertida. La introversión no es su comportamiento sino un atributo del individuo que lo presenta. La gran ventaja de esto es que los atributos se pueden ordenar mientras los comportamientos no respetan ningún orden. Tiene sentido decir que una introversión es mayor que otra pero nada significa decir que un comportamiento es mayor que otro.
Dado el atributo "agresividad", por ejemplo, los conceptos de "más agresividad" y "menos agresividad", tienen sentido para nosotros, entonces la agresividad puede ordenarse. El grado o nivel de agresividad puede representarse con un número, donde mayores valores correspondan a más agresividad y menores valores correspondan a menor agresividad.
Si un atributo es el resultado de una cuenta, entonces, además de ordenarlo, es posible cuantificarlo. En ese caso, podemos hablar de su promedio, su desvío estándar, y hacer todas esas cosas para las cuales son buenos los números.


5.   La inteligencia

Superar la inestabilidad típica es, en esencia, resolver una enorme cantidad de problemas nuevos, todos difíciles, todos urgentes y todos generados por las propias actividades de los individuos. Es necesario, entonces, que la especie tenga la capacidad de resolver problemas nuevos. Pero este atributo es, justamente, la inteligencia. Necesitamos establecer si las especies inteligentes pueden ingresar a la inestabilidad típica con la inteligencia suficiente como para superarla con éxito.
A priori, dadas dos civilizaciones iguales en todo, excepto en el nivel  de inteligencia promedio de la especie, aquella civilización cuyos individuos sean más inteligentes, estarán en mejores condiciones de atravesar la inestabilidad típica que aquella otra cuyos individuos sean menos inteligentes. Pero la inteligencia no será un atributo relevante para nosotros porque el nivel de inteligencia de las civilizaciones al momento de ingresar en la inestabilidad típica es prácticamente el mismo para todas ellas.
Según la entrada anterior, existen tres situaciones que hacen su aparición durante la inestabilidad típica:
  1. El control de la energía nuclear
  2. La acumulación de alteraciones globales en el medio ambiente
  3. El descontrol del mercado laboral
En consecuencia, una civilización que ingresa en la inestabilidad típica tiene la suficiente inteligencia para:
  1. Conocer y controlar la masa crítica del uranio enriquecido
  2. Diseñar e implementar procesos que, en conjunto, tienen el tamaño suficiente para acumular degradaciones en el mundo.
  3. Provocar un recambio tan veloz en el trabajo, que deja a los individuos de la especie inteligente sin chances de aprender las actividades nuevas.
Este es el piso. La llegada a la inestabilidad típica nos permite inferir un mínimo para el nivel de inteligencia de una especie inteligente y ese mínimo queda determinado por los desmanes típicos que todas deben producir. Esto es fácil de entender. La tecnología necesaria para poner en jaque al ecosistema planetario es más o menos la misma en todos los casos. Todas las civilizaciones tienen parecido desarrollo tecnológico durante la inestabilidad típica y, consecuentemente, parecido nivel de inteligencia. Nosotros mismos conocemos esa mínima inteligencia porque nuestra civilización se encuentra en plena inestabilidad típica.
Lo que debemos preguntar aquí es si ese nivel mínimo de inteligencia, determinado por la inestabilidad típica, alcanza para superarla con éxito. Eso es todo lo que necesitamos. Pero la respuesta es, trivialmente, sí. Saber extraer energía de los átomos pero no utilizarla para construir armas, no es un problema de la inteligencia. Saber producir para degradar el planeta pero no hacerlo para ser sustentables no es un problema de la inteligencia. Saber cómo generar dispositivos que nos hagan la comida y nos la lleven a la mesa pero condenar a los individuos que antes hacían el trabajo, no es un problema de inteligencia. Por supuesto que todo esto es problemático, pero no es un problema de falta de inteligencia. Tenemos suficiente intelecto para no fabricar armas nucleares, no realizar procesos degradantes y satisfacer las necesidades de los individuos desplazados de sus trabajos.
El nivel de inteligencia necesario para ingresar a la inestabilidad típica es más o menos el mismo para todas las especies que lo logran; pero además,  es el mismo que se necesita para salir con éxito de allí. 
En la próxima entrada veremos un atributo cuyo nivel sí interviene en las posibilidades de atravesar la inestabilidad típica con éxito. Se trata de algo muy similar a lo que llamamos "altruismo".



           <página anterior>                                                                  <página siguiente>

Licencia Creative Commons
4.1 Los Individuos Necesarios por Cristian J. Caravello se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.