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- Un rombo de decisión
- La tecnología nuclear
- Alteraciones en el medio ambiente
- La agonía del trabajo
- Conclusiones
1. Un rombo de decisión
En la entrada anterior dijimos que en la historia evolutiva de una civilización inteligente siempre existe una inestabilidad típica, un intervalo de tiempo breve e inestable durante el cuál la especie se adapta a sí misma, a su tecnología, a su tamaño, y logra perdurar en el tiempo.
En los diagramas de flujo dibujamos un rombo para representar una situación que se abre en dos alternativas (fig. 1). La inestabilidad típica es un rombo de decisión en la historia evolutiva de un mundo inteligente. Se trata de una decisión natural que está justo al inicio de una inteligencia perdurable. Todavía no hemos dicho si esas inteligencias pueden existir, si el rombo produce una salida por ese lado, si alguna civilización puede adaptarse a su propia tecnología; pero si pudiera hacerlo, entonces nuestro rombo se transforma en un censor cósmico que deja pasar unas civilizaciones y no deja pasar a otras; un factor de selección que sigue adelante con las inteligencias longevas y frecuentes y deja atrás a las efímeras. Una selección que regula y moldea de una forma natural la inteligencia en el universo. Antes de la inestabilidad, la vida es un fenómeno planetario, después de la inestabilidad, nace un nuevo actor capaz de moverse a voluntad de un astro a otro.
Si las civilizaciones tecnológicas estables existieran, estarían a la salida de un rombo como este, porque el rombo es típico y determina su nacimiento. El asunto es importante para nosotros porque todas las evidencias indican que justo ahora estamos dentro de uno de esos rombos.
Figura 1: Rombo de decisión
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La inestabilidad típica no es una caótica mezcla de cosas sin sentido que ocurren apretadas en el tiempo. Algunos procesos se dan en un mundo y no se dan en otros; como la destrucción de la capa de ozono, que solo se puede operar en planetas con capas de ozono; pero existen procesos comunes a toda civilización capaz de acumular tecnología. Es importante conocer en detalle las situaciones comunes de esta inestabilidad porque son ellas las que construyen las características presentes en todas las estructuras tecnológicas estables que pueden existir.
La capacidad de resolver problemas utilizando dispositivos físicos implica entre otras cosas, una clase de conocimientos. Es posible que diversas especies de diferentes civilizaciones de distintos mundos aprendan a encender fuego de diferente manera, pero todas esas maneras pertenecen a la misma clase de soluciones, y si usted hace algo de todo eso, seguro que encenderá fuego.
Dos civilizaciones que dominan tecnología para realizar la misma cosa tienen la misma clase de conocimientos. Puede parecer extraño ya que dos especies inteligentes pueden incluso diferenciarse en el replicador molecular en que se sustenta su química biológica, pero si ambas encienden fuego, entonces dominan la misma clase de conocimiento.
2. La tecnología nuclear
Dos civilizaciones que desembocan en la inestabilidad típica tienen el mismo tipo de problemas porque ambas sufren un incremento desmedido de su población y su tecnología. Uno de estos problemas es el derivado del uso de la energía. Cuando una civilización se independiza de la vulgar tracción a sangre, las posibilidades se multiplican, y las soluciones tecnológicas se disparan. Pero también se dispara el consumo de energía.
Las especies que acumulan tecnología comienzan a parecerse conforme sus tecnologías logran las mismas cosas. Si las dos son capaces de viajar por el espacio, entonces se parecen en que ambas conocen las leyes que dominan el movimiento; ambas conocen la inercia o el principio de acción y reacción o la constante de la gravitación universal. El universo es único y sus leyes son comunes a todas las civilizaciones. Las civilizaciones son similares porque existe un universo único que cataliza la similitud.
2. La tecnología nuclear
La humanidad ha desarrollado varias formas de obtener energía, aunque la utilización de combustibles fósiles se ha transformado en la fuente principal [1]. Existen muchos procesos naturales y cada uno de ellos invita a un proceso de extracción. Podemos producir energía fósil, solar, hidráulica, mareológica, eólica, biológica o nuclear. Para resolver el problema de la energía, todas las civilizaciones tienen abierto el mismo menú, y lo que condiciona el uso mayoritario de una u otra opción es el medio ambiente de cada mundo. Algunos mundos tienen mucho viento y pocos carburantes, otros tienen mucha luz y poco viento. El medio ambiente es quien gobierna la selección; pero siempre habrá una selección porque siempre existirá el mismo problema para resolver.
A nosotros nos interesa ver de qué modo irrumpe la energía nuclear en una civilización tecnológica y si aparece antes, durante o después de la inestabilidad típica.
Muchos de los desarrollos tecnológicos que imaginamos ya durante la fase estable resultan impensados sin la tecnología nuclear. Es imposible, por ejemplo, que una especie pueda conquistar el espacio sin conocer esta tecnología. Pero mucho más aún, una civilización no puede adaptarse a su tecnología de manera completa si no sabe arrancar energía de los núcleos, porque si se hubiese adaptado, se desadaptará cuando la aprenda. La tecnología nuclear no puede desarrollarse después de la inestabilidad típica. Tampoco puede desarrollarse antes porque si una civilización sabe cómo extraer energía de los núcleos, entonces ya es capaz de alterar algunos parámetros globales de su mundo.
El control de la energía nuclear es una capacidad que toda civilización desarrolla durante la inestabilidad típica, ni antes ni después. Resulta de la previa acumulación de tecnología y se edifica so pretexto de mitigar las necesidades de consumo de energía de su creciente población. Pero su posible uso bélico resulta sumamente peligroso, porque funda el momento donde la supervivencia o extinción de una civilización deja de estar al arbitrio de la madre naturaleza y comienza a estar en manos de la especie inteligente. Una civilización con tecnología nuclear puede suicidarse presionando botones. Una civilización sin tecnología nuclear, no puede hacerlo. Es una pequeña diferencia que hace una enorme diferencia.
Si una especie marcha hacia una conflagración global, el uso bélico de la energía nuclear resultaría sumamente peligroso porque la especie podría extinguirse en ese caso. Y las probabilidades de enfrentamientos aumentan durante la inestabilidad típica. Para que una especie se extinga como consecuencia de una conflagración nuclear global, es preciso que su especie atraviese una sucesión temporal de estados que definirán su progresivo acercamiento a esta situación de colapso. Una descripción de esos estados podría ser la siguiente:
Recordemos que $P_{ex}(t)$ es la probabilidad de que una especie se extinga en las 5 generaciones siguientes a $t$.
- Aparece la tecnología nuclear
- Se fabrica la primer arma nuclear
- Se fabrican armas nucleares en cantidad suficiente para provocar la extinción de la especie
- Estalla una guerra nuclear masiva
- La especie inteligente se extingue como consecuencia de una guerra nuclear masiva
Recordemos que $P_{ex}(t)$ es la probabilidad de que una especie se extinga en las 5 generaciones siguientes a $t$.
Como hemos dicho ya, el estado 1 de esta lista siempre ocurre durante la inestabilidad típica y el estado 5 se corresponde por definición, a un 100% de probabilidades de extinción de la especie inteligente durante las 5 generaciones siguientes a $t$.
Si una especie se extingue como consecuencia de una guerra nuclear masiva (estado 5) entonces antes debe estallar una guerra nuclear masiva (estado 4) y antes se deben fabricar armas nucleares en cantidad suficiente para provocar la extinción de la especie (estado 3). Pero antes debe fabricarse un arma nuclear por primera vez (estado 2) y aún antes debe saberse cómo hacerlo (estado 1). Cada estado implica la preexistencia de toda secuencia anterior. En particular, el último estado implica la preexistencia de toda la lista. Estudiar la posibilidad de que una especie inteligente se extinga como resultado de una conflagración nuclear es equivalente a revisar la posibilidad de que atraviese toda la secuencia de estados de 1 a 5.
Si $t_1$, $t_2$, $t_3$, $t_4$ y $t_5$ representan los instantes en que aparecen los estados 1, 2, 3, 4 y 5 de la lista, entonces, a igualdad de los demás factores,
$$P_{ex}(t_1)<P_{ex}(t_2)<P_{ex}(t_3)<P_{ex}(t_4)<P_{ex}(t_5)=1$$
En la sucesión de estados de 1 a 5 se opera un progresivo acercamiento a la extinción de la especie inteligente, de modo que la probabilidad de que una especie se extinga durante las siguientes 5 generaciones es tanto mayor cuanto más cerca estemos del estado 5.
$$P_{ex}(t_1)<P_{ex}(t_2)<P_{ex}(t_3)<P_{ex}(t_4)<P_{ex}(t_5)=1$$
El estado 1 es un momento crucial en la historia evolutiva de una civilización tecnológica porque en él se configura la posibilidad de que la especie se extinga como consecuencia de una conflagración nuclear. En el instante $t_1$ la probabilidad de extinción da un salto hacia arriba. Una especie que aprende a extraer la energía de los átomos tiene más posibilidades de extinguirse que inmediatamente antes de aprenderlo. Salvo casos muy excepcionales [2], la liberación de energía nuclear no es un elemento propio de la naturaleza de un astro frío, de manera que este logro significa la incorporación a la biosfera de un fenómeno sumamente energético y potencialmente peligroso que debe modificar drásticamente los valores del indicador.
Una civilización podría alcanzar el estado 1 y no alcanzar jamás el estado 2 o bien porque la especie se extingue antes por otros factores; o bien porque sufre un retroceso evolutivo y pierde la capacidad nuclear; o bien porque logra atravesar la inestabilidad típica sin fabricar jamás un arma nuclear. Finalmente podría ocurrir que la especie construya su primer arma nuclear avanzando hacia el estado 2.
A partir de aquí, todos los estados son inestables. El estado 2 es inestable porque quien ha fabricado un arma nuclear, o bien la destruye o bien construye muchas. Sin embargo, ambas alternativas son asimétricas; es mucho más probable que la civilización construya muchas armas a que destruya la que construyó, porque la inercia que la impulsó a fabricar un arma, la llevará a fabricar muchas.
Una civilización en estado 3 es una civilización en "alerta roja". Ha construido suficientes armas para ocasionar su propia extinción. Es un niño con un revólver cargado apuntándole a su sien y con el dedo en el gatillo. Su situación es sumamente inestable y sus posibilidades de extinción son ahora muy altas.
Por último, si en una civilización estalla una guerra nuclear masiva, las alternativas de que sobreviva son prácticamente nulas. Una guerra tal sería tan breve que casi no habría posibilidad de detenerse a tiempo. Todo lo que sucedería ya estaría determinado en el estado anterior.
Probablemente nuestra civilización se encuentre en el estado 3, ha creado suficientes armas para destruirse. Su situación es sumamente crítica. Ya hemos dicho todo esto, pero es necesario repetirlo porque aún no hemos aprendido la lección. Alguien cree que las armas son solo persuasivas. Alguien cree que los muertos no serán tantos. Alguien cree que puede ganar la guerra. Alguien cree que la civilización no está en peligro. Se yergue ante nosotros un futuro repleto de armas ensiladas e ingenuos creyentes.
En resumen, toda civilización tecnológica desarrollará la capacidad nuclear en algún momento de la inestabilidad típica. La tecnología necesaria para dominar la energía del átomo es una de las cosas que tienen en común todas las civilizaciones que atraviesan el período crítico.
3. Alteraciones en el medio ambiente
Es de esperar que durante el período pretecnológico, la especie inteligente ponga en práctica procesos productivos sin atender la capacidad del ecosistema de proveer los materiales y digerir los residuos. Las actividades productivas todavía resultan insignificantes frente a la envergadura del ecosistema. Es como talar un árbol para construir una choza en medio de la inmensidad.
Adaptarse a la tecnología nuclear significa poder convivir con la capacidad de extraer energía de los átomos sin ser un riesgo para sí misma.
3. Alteraciones en el medio ambiente
Cuando una civilización ingresa en la inestabilidad típica ya está alterando el mundo en el que vive. Este hecho es verdadero por definición y no depende de la naturaleza de la civilización de la que hablemos. Pueden tratarse de grandes planetas rocosos o de pequeños satélites como la Luna; mundos con grandes océanos o sin más agua que el rocío; especies terrestres o acuáticas, que viven en la superficie o en lo profundo, utilizando el brillo de su estrella o la energía calórica del centro. Una especie organizada en muchos países o varias especies inteligentes formando un solo gran país. Distintas civilizaciones impactarán de diferente manera en diferentes mundos, pero absolutamente todas alterarán el desenvolvimiento de la naturaleza cuando ingresen en la fase crítica.
La relación física entre los individuos de una especie inteligente y su mundo, siempre tiene dos canales: La demanda de recursos y la generación de residuos. Los recursos pueden ser bienes, como el alimento, la ropa o el agua, donde se incluye un objeto físico; o servicios, como cuando tomamos un tren, contratamos un servicio de cable o un seguro médico. También puede ser un híbrido entre bienes y servicios, como una cantina o un hotel. Los ejemplos son muy humanos, pero el caso general que imaginamos no varía con la especie inteligente.
Para producir un bien o un servicio, se debe poner en marcha un proceso cuyos elementos son comunes a cualquier civilización:
- Un conjunto de elementos de entrada, como energía, recursos humanos (individuos inteligentes en general), herramientas, materiales, etc.
- Un proceso o flujo de transformaciones entre los elementos de entrada orientado a la obtención de un producto.
- Un producto, bien o servicio.
- Un conjunto de residuos generados durante el proceso.
Si además el producto es un bien, se transformará en un residuo al final de su vida útil y habrá que agregar este residuo al final de la lista. Cualquier civilización que imaginemos debe recorrer este camino. Puede estudiar el mercado, diseñar el producto, hacer una prueba piloto, implementar tales o cuales técnicas de producción o no hacer nada de lo anterior; pero siempre habrá una entrada, un proceso, un producto y un residuo.
Sin embargo, a medida que la civilización crece en número de individuos y desarrollo tecnológico, esta situación comienza a revertirse mostrando su naturaleza problemática; primero bajo la forma de degradaciones regionales y luego generando procesos degradantes globales. Cuando la degradación ambiental se globaliza, la civilización ingresa en la inestabilidad típica.
Esto desnuda otro patrón común:
Toda civilización tecnológica deberá afrontar durante la inestabilidad típica la degradación global de algunos aspectos de su ecosistema debida a la generalización de procesos habituales asociadas a la utilización de dispositivos tecnológicos.
Probablemente, el ingreso de las civilizaciones inteligentes al período crítico no lo constituye el advenimiento del arsenal nuclear ni un gran desorden económico sino la progresiva degradación medioambiental que resulta como consecuencia de la acumulación de procesos durante la inestabilidad esencial.
Cualquier civilización tecnológica estable que haya atravesado la inestabilidad típica hace mucho tiempo, debería haber resuelto ya estos problemas. Pero del mismo modo como los problemas son típicos, las soluciones también lo son. Para que un proceso productivo sea sustentable existen dos preceptos que toda civilización debe seguir:
- El ecosistema debe ser capaz de renovar los materiales de entrada a un ritmo mayor que su utilización.
- El ecosistema debe ser capaz de regenerar los residuos del proceso o la deposición final del producto a un ritmo mayor que su generación.
Si un proceso productivo no cumple con el primer precepto no podrá realizarse indefinidamente. Se tornará inviable cuando se agote algún material de entrada.
Si un proceso productivo no cumple con el segundo precepto, no podrá realizarse indefinidamente porque los residuos que violen el precepto originarán una saturación crítica en el medio ambiente.
Estas dos razones son generales y, por lo tanto, válidas para toda civilización que imaginemos
Un proceso productivo sólo puede ser sustentable cuando cumple con las dos condiciones enunciadas, y una civilización tecnológica sólo podrá ser estable cuando todos sus procesos productivos sean sustentables. Si bien existen formas rebuscadas de violación a estas dos condiciones que de todos modos cumplen con la sustentabilidad ecológica a largo plazo, ninguna puede intentarse conscientemente dentro de la inestabilidad típica, cuando todavía no se controlan las alternativas ortodoxas.
En la Tierra, por ejemplo, la producción de energía termoeléctrica viola el segundo punto, porque genera como residuo emisiones de CO2 que la naturaleza no logra absorber completamente. El CO2 es un gas de efecto invernadero que se acumula en la atmósfera y modifica su composición química de una manera continua, participando del calentamiento planetario.
4. La agonía del trabajo
Cualquier especie inteligente que imaginemos está formada por individuos que comen, beben, se visten, se abrigan del frío y aprenden del entorno entre muchas otras cosas. Todas necesitan, entonces, de un modelo de distribución que organice el reparto de las cosas entre la población.
Cuando un proceso ocurre de manera continua hasta atentar contra la sustentabilidad del ecosistema, la civilización deberá tomarse un tiempo para reconocer la degradación, detectar las causas y evaluar su impacto. Durante este tiempo, la civilización toma conciencia de que debe actuar. Pero la duración de la toma de conciencia es un factor crítico. Todo proceso de degradación ofrece una ventana temporal característica, que comienza cuando la civilización toma conciencia del problema, dura mientras aún es posible retrotraerlo a su situación anterior y se cierra cuando los parámetros desbordados entran en relación sistémica con otros aspectos de la biósfera y ya no será posible revertir la situación y evitar su impacto negativo.
Dado un proceso degradante, nada le asegura a una civilización que la duración de su toma de conciencia sea menor que la ventana característica de dicho proceso. Podría ser que la civilización tome conciencia del problema cuando ya no tiene chances de resolverlo. El tiempo para detectar y resolver un proceso degradante depende, como mínimo, del conocimiento científico y de las posibilidades tecnológicas. En cambio la duración de una ventana característica depende de la naturaleza del fenómeno, su interacción con otros elementos del sistema natural y la intensidad de las prácticas degradantes. Los factores que intervienen en la duración de la toma de conciencia son independientes de los que determinan la duración de una ventana característica. Es posible que en algunas civilizaciones se presenten procesos de degradación global tales que sus ventanas características se cierren antes de que la civilización haya tenido tiempo de tomar conciencia del asunto.
Una vez alcanzada la toma de conciencia de un proceso degradante, la civilización deberá diseñar, acordar e implementar un programa de solución antes que la ventana característica se cierre. Pero acordar un programa puede ser un proceso sumamente traumático para una civilización. Lo es para nosotros.
También es de esperar que las prácticas más degradantes sean las más difundidas, las más frecuentes, las más generalizadas y, posiblemente también, las más básicas, aquellas sobre las que se apoyan muchos otros procesos productivos. El mal a erradicar podría haber quedado enquistado en una compleja red que comprenda a buena parte de las actividades productivas de la civilización. En estos casos, el remedio podría parecer peor que la enfermedad, y remover el proceso podría parecer más catastrófico que las consecuencias de no hacerlo. Pero los pareceres se acaban cuando se enciende la realidad: ningún proceso degradante es sustentable.
El comportamiento de nuestra civilización a la hora de diseñar, acordar e implementar un programa que mitigue el cambio climático global, encaja con el tipo de encrucijada que hemos descrito recién, y parece razonable suponer que este tipo de problemas podría ser bastante común entre las civilizaciones que deben atravesar la inestabilidad típica, porque su causa, aquello de que las actividades más degradantes suelen ser las más difundidas y enquistadas, puede ser una manera típica de emergencia de los procesos de degradación.
Pero existe todavía una complicación más. Cuando una civilización ingresa en el período inestable, toda su estructura productiva impacta más o menos al mismo tiempo sobre el medio ambiente. El crecimiento de su población y su tecnología enciende todos los problemas a la vez. Incontables procesos degradantes hacen su aparición uno tras otro, precipitadamente. Todos ellos latían en estado embrionario durante la fase pretecnológica, cuando nadie los veía. Pero ahora, un repentino sol de primavera ha madurado esos tallos y todo el bosque florece desenfrenadamente. La civilización se choca de frente con su ecosistema. Una legión de ventanas características de procesos degradantes se abren casi al mismo tiempo; todas reclaman una rápida acción y amenazan con cerrarse. A la biosfera se le presenta súbitamente un nuevo actor: La civilización tecnológica. Antes no estaba allí y su aparición no sigue la tradición de los lentos cambios geológicos.
En resumen, las degradaciones medioambientales son otro de los factores comunes que se presentan durante la inestabilidad típica. Muchas de sus características son también típicas; se generan durante los procesos productivos como resultado de la acumulación de residuos o la sobreexplotación del ambiente. El tiempo para actuar y resolverlas está acotado por las mismas razones en todas partes: todo debe resolverse antes de que las ventanas se cierren. Las degradaciones aparecen todas a la vez y las más frecuentes son las más básicas. Estas cosas ocurren en todas las civilizaciones que ingresan a la inestabilidad típica y por lo tanto son comunes a todas ellas.
4. La agonía del trabajo
Cualquier especie inteligente que imaginemos está formada por individuos que comen, beben, se visten, se abrigan del frío y aprenden del entorno entre muchas otras cosas. Todas necesitan, entonces, de un modelo de distribución que organice el reparto de las cosas entre la población.
En todas las especies que acumulan tecnología, los individuos participan del juego económico de dos modos a la vez: como productores de bienes y servicios y como consumidores de los mismos. Es necesario que produzcan para poder consumir lo que produjeron. Pero la relación no es simétrica, la naturaleza los obliga al consumo, no a la producción. Los pájaros no producen y los gorilas tampoco. Consumir es natural, producir es tecnológico. Las especies con tecnología producen porque con ello logran aumentar la esperanza de vida. Una especie que produce se aleja del consumo natural de bienes, por un lado, e incorpora el consumo de servicios por el otro. La naturaleza no nos proporciona una bolsa de carbón, un kilo de harina, un libro, un vestido, un automóvil o un ordenador. Alguien tuvo que producir esos bienes para el resto. Cuando los individuos adquieren estos bienes, mejoran su supervivencia y bienestar; pueden consumir todo sin tener que producir más que una cosa.
En todas las civilizaciones inteligentes los individuos se relacionarán con su medio de este modo. Los seres humanos asignamos un valor a los bienes y servicios y otro valor a las horas trabajadas de modo que las personas puedan intercambiar esas horas trabajadas por esos bienes producidos. Una forma ordenada de hacerlo es el dinero como representante del valor de los productos y las horas trabajadas. Pero no importa cómo lo hagamos nosotros; en las civilizaciones tecnológicas los modelos económicos deberían encargarse de institucionalizar la relación entre los individuos dada su función como trabajadores y consumidores.
Las civilizaciones inteligentes acumulan tecnología hasta que la misma les permite introducir modificaciones en su medio ambiente global. En ese momento, y por definición, ingresan en la inestabilidad típica. Pero el proceso típico que deseamos relatar comienza mucho antes porque la acumulación de tecnología comienza con la propia especie.
Mientras aumenta la capacidad tecnológica, aumentan las cosas que esa tecnología puede hacer. Los individuos se nutren de objetos que resuelven problemas y la supervivencia se torna más sencilla. Pero ese incremento tecnológico se opera también dentro de los procesos que producen esas cosas. Al clavo y el martillo le siguen el tornillo y el destornillador, la cizalla, el torno, la máquina de vapor, la electricidad, los motores y los circuitos. Más tecnología es mayor capacidad productiva, mayor cantidad, mayor calidad y menores costos. Pero tarde o temprano, las máquinas terminan haciendo parte del trabajo que hacían los individuos de la especie inteligente. Los dispositivos tecnológicos irrumpen en el mercado laboral y el desplazamiento de los individuos comienza.
La tecnología reemplaza a los actividades de los individuos dentro de los procesos cuando ocurren dos cosas:
- La actividad laboral es reemplazable y
- El costo disminuye después del reemplazo.
Empecemos por el final. En el segundo caso hablamos de una disminución del costo de producción luego del reemplazo. Sería maravilloso que la reducción del costo económico de un proceso fuera equivalente a un incremento de la eficiencia ecológica de dicha actividad porque ello significa hacer lo mismo utilizando menos recursos, que el mundo se gaste menos con la misma actividad. Pero cuando una civilización ingresa en el período inestable, la eficiencia ecológica no representa un problema porque siempre se ha concebido al mundo como una cosa incalculablemente grande. La tecnología busca reducir los costos económicos sin importar cuán eficiente o ineficiente sea desde el punto de vista ecológico.
Sin embargo, la inestabilidad típica progresa, las alteraciones naturales se acumulan y el déficit ecológico aparece cuando la especie inteligente gasta más mundo del que tiene y la civilización se torna perecedera. Cuando el déficit se hace visible, la civilización debe actuar para adaptarse. En este punto estamos nosotros, haciendo visible el déficit ecológico, creando conciencia de su existencia como requisito previo a la acción. Pero esta acción es también típica. Toda especie inteligente deberá volver ecológicamente eficientes aquellos procesos que solo eran baratos. La reducción de costos debe transformarse en una mejora de la eficiencia ecológica. Si los combustibles fósiles permiten crear energía barata pero sucia y el viento permite fabricar energía limpia pero cara, el sistema debe preferir al viento porque el déficit ecológico no es sustentable. Los desarrollos tecnológicos para la reducción de costos deben transformarse en desarrollo tecnológico para la mejora de eficiencia. Esa transformación es lisa y llanamente un cambio en los recursos asignados para el desarrollo. Antes se invertía para financiar mejoras en el costo y ahora deben invertirse para mejorar la eficiencia ecológica porque la civilización es deficitaria. El modelo económico, que antes no permitía esta transición de recursos ahora debe incentivarla.
Si la tecnología se utiliza para mejorar la eficiencia ecológica de los procesos independientemente de su costo, la civilización tiene más chances de ser estable y perdurar. Para esto es absolutamente necesario mostrar el déficit ecológico; gritarlo si fuera necesario. Para que una civilización sea viable, es imprescindible mostrar primero las evidencias de su inviabilidad.
Respecto al primer punto, las actividades laborales son más reemplazables conforme aumenta la tecnología. Es difícil decir cuáles competencias individuales no serán reemplazables jamás porque no sabemos hasta dónde llegará el desarrollo tecnológico de una especie inteligente; pero sí sabemos que en nuestro mundo, el reemplazo tecnológico fue variando con el tiempo. En los últimos 250 años, la masa laboral se movió del agro a la industria y luego de la industria a los servicios conforme la tecnología reemplazaba por dispositivos tecnológicos a nuestros músculos, primero, y a nuestra rutina, después. Cada modificación en el mercado laboral significó un cambio abrupto en las sociedades y el aumento en la velocidad del desarrollo tecnológico implicó un aumento en el ritmo de variación de esos cambios.
En la actualidad, la "internet de las cosas" (IOT) promete conectar cualquier objeto en una red inteligente de modo que es perfectamente posible programar su operación o controlarla desde cualquier punto; la inteligencia artificial (IA) avanza día a día aprendiendo a programarse mejor a partir de los datos e invadiendo ya los procesos productivos y nuestra vida doméstica; los océanos de datos (big data) se están domando rápidamente mediante la minería de datos; la computación cuántica está dando pasos agigantados en su pugna por la supremacía y tanto la nanotecnología como la biotecnología están transformando nuestra forma de hacer las cosas y entender a la naturaleza. La Cuarta Revolución Industrial [3] es la integración de todas estas tecnologías. Muchas cabezas están pensando como desarrollarla y muchas realidades comienzan a ponerse en marcha. Sin embargo, una de las cosas que se plantean es la naturaleza y el destino del trabajo.
Si bien los fenómenos narrados son propios de la Tierra, todo esto es típico. Una civilización que acumule tecnología desarrollará inteligencia artificial o biotecnología, por ejemplo, o bien se extinguirá antes. No hay tercera opción.
La tecnología interviene en el mercado laboral de dos formas opuestas: Destruyendo puestos de trabajo mediante el recambio tecnológico y generando puestos nuevos al abrir nuevos nichos y permitir desarrollos inéditos. Nadie demostró hasta ahora que las horas creadas sean más o menos las mismas que las destruidas. Pero el asunto es bastante más complicado que esto. No basta con contar las horas trabajadas; es necesario evaluar las competencias requeridas y ofrecidas.
En nuestro mundo, la Cuarta Revolución Industrial representa la destrucción de muchos puestos de trabajo existentes y en una proporción igual o mayor, la perspectiva de una nueva demanda laboral. Hasta aquí, nada nuevo bajo el sol, porque el recambio ha existido siempre. El problema es la velocidad de cambio. Este trabajo nuevo, creado por la Cuarta Revolución Industrial , implica competencias y capacidades para las que no hay oferta, porque algunas tareas requeridas no se han hecho nunca y otras solo pueden ser realizadas por muy poca gente. No se trata de una deriva generacional, como lo fueron las anteriores transiciones; la generación de nuevo empleo tecnológico no es una solución a la destrucción de empleo que la propia tecnología genera, porque nadie está invirtiendo para recapacitar a los individuos que están quedando sin empleo y no existe una presión natural para hacerlo. Pero además, porque la capacidad de aprendizaje de las personas disminuye con la edad. El problema es aún peor si el nuevo aprendizaje para cubrir esos puestos generados quedara obsoleto dentro de 15 o 20 años porque otra andanada tecnológica irrumpe sobre el mercado laboral.[4]
En general, tenemos un problema evidente. Durante la inestabilidad típica todas las civilizaciones acumulan tecnología inaugurando un proceso de recambio tecnológico. Ese recambio siempre consiste en la destrucción de empleo viejo y creación de empleo nuevo. Cuando el ritmo de reemplazo es mayor que la capacidad de la sociedad de adaptarse a él, la creación de empleo tecnológico deja de ser una solución para la destrucción operada por la misma tecnología. Los individuos desempleados no se pueden recapacitar a tiempo y los nuevos jóvenes talentos corren el riesgo de tornarse obsoletos en menos de una generación. Esto es un problema para los modelos económicos porque el trabajo y el consumo son las dos modalidades de relación entre los individuos y el entorno. Un modelo no funciona si se desordena el trabajo.
Durante la inestabilidad típica, las civilizaciones inteligentes sufren un desorden en el mercado laboral que pone en riesgo a sus modelos económicos. Esto ocurre porque la tecnología crece a un ritmo vertiginoso y los sistemas de producción y distribución no pueden adaptarse a esta velocidad de cambio.
Nosotros no sabemos si esos modelos se adaptan y sobreviven o si son reemplazados por otros. Solo sabemos que un proceso de acumulación de tecnología desordena considerablemente el mercado laboral acelerando la velocidad de recambio hasta límites que cancelan toda posibilidad de adaptación.
5. Conclusiones
Todas las civilizaciones inteligentes que acumulan tecnología atravesaron, atraviesan o atravesarán un período crítico durante su existencia, que se inicia cuando la tecnología les permite alterar globalmente a su medio ambiente y finaliza cuando se extinguen o bien cuando se adaptan a su propia tecnología y a su propio tamaño.
Encontrar problemas comunes a todas las civilizaciones inteligentes es un punto de partida para estudiar cómo deberían ser las especies que los atraviesan con éxito y para ver si el universo es capaz de construir esas especies.
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5. Conclusiones
Todas las civilizaciones inteligentes que acumulan tecnología atravesaron, atraviesan o atravesarán un período crítico durante su existencia, que se inicia cuando la tecnología les permite alterar globalmente a su medio ambiente y finaliza cuando se extinguen o bien cuando se adaptan a su propia tecnología y a su propio tamaño.
Durante ese período inestable típico, algunas de las cosas que suceden son también comunes. Aquí hemos revisado tres de ellas:
- Aprendizaje para extraer energía de los núcleos atómicos
- Degradación global del medio ambiente
- Desorganización de partes vitales de los modelos económicos.
Encontrar problemas comunes a todas las civilizaciones inteligentes es un punto de partida para estudiar cómo deberían ser las especies que los atraviesan con éxito y para ver si el universo es capaz de construir esas especies.
Si los individuos necesarios son posibles, entonces tendrá sentido buscarlos. Una especie capaz de atravesar la inestabilidad típica conforma una civilización tecnológica estable. Una entidad inteligente tan perdurable que puede cambiar para siempre nuestra concepción del universo.
Pero antes debemos descubrir cómo son los individuos necesarios para atravesar el período inestable.
[1] https://datos.bancomundial.org/indicator/EG.USE.COMM.FO.ZS
[2] https://www.xatakaciencia.com/fisica/bienvenidos-al-unico-reactor-de-fision-nuclear-natural-que-se-conoce-en-el-mundo
[3] Video original en ingles (subtitulado al español): https://www.youtube.com/watch?v=-OiaE6l8ysg
[4] http://www3.weforum.org/docs/WEF_Future_of_Jobs_2018.pdf
[3] Video original en ingles (subtitulado al español): https://www.youtube.com/watch?v=-OiaE6l8ysg
[4] http://www3.weforum.org/docs/WEF_Future_of_Jobs_2018.pdf
3.2 En las Entrañas de la Inestabilidad Típica por Cristian J. Caravello se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.