Mostrando entradas con la etiqueta Dawkins. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Dawkins. Mostrar todas las entradas

domingo, 6 de diciembre de 2020

5.3 La coevolución genético - cultural

  (volver al índice)

  1. Introducción
  2. La evolución cultural de Dawkins
  3. Universalidad de la cultura
  4. Soporte físico de los replicadores culturales
  5. ¿Por qué existe la cultura?
  6. El sistema genético-cultural
    Genes que construyen cultura
    Cultura que construye genes
    Sistema genético cultural
  7. Una disgresión importante
  8. Conclusión




1.   Introducción

El altruismo que puede construir la selección genética no alcanza para forjar especies inteligentes capaces de soportar una tecnología de viajes espaciales. La evolución genética puede generar notas altruistas y cooperativas pero hay un problema de fondo que le impide llegar más allá.

Un gen es un trozo de replicador donde puede estar escrita una característica del individuo portador. Se trata de un trozo mínimo porque una característica puede estar formada por muchos genes, pero nunca por medio gen. La selección genética prefiere a los genes que se expresan mediante características que dejan más descendencia. Esto se resume diciendo que los genes son "egoístas". No se trata de una tesis sino de un principio de funcionamiento; los genes son inevitablemente egoístas; existen porque, a largo plazo, han dejado más descendencia que sus alelos.

Si bien los genes priorizan su propia replicación aún en desmedro de la ajena; el individuo que forman esos genes puede presentar comportamientos altruistas hacia ciertos otros individuos. Esto es lo que ocurre en el altruismo de parentesco, individuos que prefieren la supervivencia de sus hijos antes que la propia. El problema es que la selección de genes no alcanza para construir altruismo fraternal, dirigido hacia individuos que no están emparentados con el portador de la característica. Y el altruismo fraternal entre humanos realmente existe.

Pero lo más crítico aquí es que el altruismo de parentesco no es suficiente para que una especie tecnológica pueda atravesar con éxito la inestabilidad típica. Para superar el déficit ecológico, por ejemplo, es necesario que los individuos aseguren la longevidad de la estructura que los contiene, esto es, que desarrollen cierta propensión al bien común; y para ello no alcanza el altruismo de parentesco. Es imperioso encontrar otro mecanismo capaz de formarlo.

En rigor, hay tres niveles de comportamientos altruistas: el altruismo de parentesco, de padres a hijos o entre hermanos; el altruismo fraternal, entre individuos no emparentados y el altruismo universal, dirigido a todo lo que no es uno. La evolución genética solo puede explicar el primero.

Para determinar si una especie puede superar la inestabilidad típica necesitamos saber si es capaz de desarrollar altruismo fraternal o universal, y para eso necesitamos revisar el fenómeno aquí en nuestro mundo, ver como se ha construido y verificar luego si puede generalizarse al resto del universo.


2.   La evolución cultural de Dawkins

Richar Dawkins

En 1976 vio la luz el libro El gen egoísta, de Richard Dawkins [1]. El trabajo de Dawkins contiene dos ideas revolucionarias; por un lado expone de la manera más clara y convincente que en la evolución genética la selección natural se opera entre genes y no entre individuos. La evolución genética siempre prefiere a los genes que se expresan en características que producen individuos que dejan más descendencia. Los genes son egoístas. Pero en el último capítulo del libro original, Dawkins desarrolla la idea que nos interesa a nosotros: una teoría para la evolución de la cultura. Su pensamiento es fundacional, revolucionario e incompleto. Otras habitaciones deben agregarse para completar el edificio, pero es necesario primero que veamos el legado de Dawkins.

Al visitar una aldea comprobamos que todas las casas fueron construidas siguiendo más o menos la misma técnica, que todas las mujeres utilizan polleras de la misma fibra vegetal y fabricadas de la misma forma, que los recipientes para contener líquidos son todos parecidos y que todos hablan el mismo idioma. Es evidente que funciona un mecanismo de copiado diferente a la evolución genética; si una persona cosmopolita fuera criada allí, hablaría el lenguaje de la aldea pese a no tenerlo en sus genes. Para explicar esta magia, solemos recurrir a la cultura: Todos los aldeanos hablan el mismo idioma porque aprendieron la misma cultura, tienen las mismas capacidades que los otros porque las copiaron, imitaron o aprendieron de los otros. La cultura se basa en la capacidad de imitar ideas del entorno social. 

Cuando miramos el fenómeno de imitación funcionando a través del tiempo, comenzamos a ver más allá. El lenguaje, por ejemplo, pasa de generación en generación por un proceso de imitación que copia más o menos las mismas cosas. Sin embargo, no podríamos mantener una conversación con un individuo ubicado veinte generaciones atrás. Los cambios son pocos de una generación a otra, pero se acumulan en el tiempo y se hacen visibles varias generaciones después. El lenguaje evoluciona, y la velocidad de cambio es mucho mayor que la velocidad genética. La imitación copia muchas otras cosas además del lenguaje. Los errores o modificaciones en la imitación se acumulan en el tiempo y fundan un fenómeno evolutivo muy veloz y poderoso. Esta es la evolución cultural. 

Dawkins se dio cuenta de que ciertas cosas diferentes a los genes se estaban replicando de unos individuos a otros y que una selección natural se operaba luego eligiendo a los más capaces de hacer nuevas copias. 

Un replicador cultural es cualquier cosa que se puede imitar de un cerebro a otro. Son replicadores culturales los hábitos de caza, los deportes, las danzas, la música, el lenguaje, las técnicas, los conceptos y las teorías, las modas, la forma de tomar los alimentos, la forma de vestir y caminar, el lenguaje, la religión y cualquier idea o habilidad que se pueda imitar de un individuo a otro.

La explicación de Dawkins es ahora simple. Si una especie tiene la capacidad de imitar, entonces existen replicadores culturales que pueden saltar de un cerebro a otro, "parasitándolos" literalmente. Las versiones imitadas por los nuevos individuos nunca son perfectas. Las imperfecciones hacen que los replicadores resultantes tengan mayor o menor probabilidad de copiarse a su vez parasitando otros cerebros. Los más fecundos tienden a asentarse en el acervo cultural y los menos fecundos tienden a extinguirse. Nadie dirige el proceso, solo la fecundidad de los replicadores.

Por supuesto, un replicador cultural exitoso necesitará individuos que sobrevivan hasta transmitirse, pero si un replicador cultural sobrevive menos y se reproduce más en esa vida breve, a largo plazo, la naturaleza hará la cuenta y priorizará al más fecundo.

Según el biólogo británico, la evolución cultural está hecha de replicadores culturales que saltan de cerebro en cerebro haciendo copias imperfectas. Los individuos que detentan esos cerebros son simples portadores de replicadores culturales. La cultura es una acumulación de diferencias en imitaciones sucesivas; y explicar un fenómeno cultural es explicar la causa de esas acumulaciones.

Dawkins buscó además un concepto análogo a la idea de "gen" dentro de la evolución cultural. Si la cultura está hecha de replicadores culturales, tiene que existir un replicador mínimo a partir del cual se puedan hacer copias; toda idea menor sería demasiado breve para transmitirse. Del mismo modo como un gen es una unidad mínima de selección de una característica genética, debe existir un replicador mínimo a partir del cual se transmita un elemento del pensamiento. Dawkins llamó meme a este replicador cultural mínimo, por ser un nombre similar a "gen". Según esto, la evolución cultural no es otra cosa que la selección natural actuando sobre memes individuales e indivisibles. Algunos llaman memes a todos los replicadores culturales y otros descreen de la idea de una unidad de cultura. Por lo demás, la palabra "meme" se utiliza en la actualidad con un significado diferente, designando a una idea breve, generalmente graciosa que se viraliza por internet.


3.   Universalidad de la cultura

Dawkins introdujo dos verdades molestas: 

  1. En la evolución genética, la selección se opera sobre genes y no sobre individuos.
  2. En la evolución cultural, la selección se opera sobre replicadores culturales y no sobre individuos

Las verdades son molestas porque atentan contra nuestro orgullo individual. Tanto la evolución genética como la cultural seguirán existiendo independientemente de nosotros. Pero la segunda afirmación es más molesta que la primera. Tendemos a pensar que si otro tiene una idea y uno la copia, el protagonista de la imitación es uno y no la idea copiada ¿Por qué decir que las ideas protagonizan el proceso y no las personas?. Tal vez hiera nuestro orgullo pero afirmar que los individuos tienen la capacidad de imitar ideas de otros individuos es exactamente lo mismo que decir que las ideas tienen la capacidad de transmitirse de un individuo a otro. Las dos proposiciones describen el mismo hecho, solo cambia el sujeto de la oración.

Con más formalidad aún, un individuo $X$ imita una idea $K$ de un individuo $Y$ sí y solo sí una idea $K$ se transmite del individuo $X$ al individuo $Y$

Ambas oraciones son equivalentes, y si la primera es cierta, la segunda también lo es; las ideas realmente se replican y construyen copias en los cerebros de los individuos con cultura. Las dos afirmaciones describen lo mismo pero la segunda puede resultar más cómoda que la primera.  Si deseamos ver como evolucionan las ideas que se imitan de generación en generación, es mejor que la idea sea el sujeto de la oración; de este modo independizamos el proceso de los sujetos involucrados y podemos verlo actuar a largo plazo sobre la idea.

Pero si la evolución de las ideas es independiente de la evolución de sus portadores, entonces también lo son algunos  productos de la evolución cultural. La agricultura, la rueda, las vasijas y los dioses, se darán en cualquier especie que pueda imitar ideas adquiridas, en cualquier lugar del universo que sea capaz de producirlas, porque el mecanismo que fabrica estas cosas es siempre el mismo.


4.   Soporte físico de los replicadores culturales

Si los replicadores culturales son ideas que saltan de un cerebro a otro, es necesario decir cómo imaginamos su soporte físico.

Un elemento del pensamiento es cualquier esquema de conexionados entre neuronas y su funcionalidad concreta es almacenar información o tratarla produciendo un resultado condicionado a la entrada de datos. Debemos pensarlo como un archivo grabado en la red neuronal del individuo, un archivo de datos o un programa. Si su naturaleza está enteramente definida por los replicadores moleculares, decimos que el patrón es congénito, que el individuo lo ha heredado de sus padres y se lo transmitirá a sus hijos. Si el individuo adquirió la habilidad o información ya sea porque la aprendió por experiencia propia (aprendizaje individual) o porque la imitó de otros individuos (aprendizaje social), decimos que se trata de un patrón adquirido. La capacidad de adquirir patrones de pensamiento solo es posible si el individuo cuenta con neuronas libres para conectar durante su vida.

La cultura es la capacidad de un individuo de imitar a otro, esto es, de escribir en su propia red neuronal una copia de las conexiones existentes en otro individuo [2]. Como la cultura se escribe conectando neuronas, es necesario que existan neuronas libres para conectar. Si el patrón de conexiones imitado se traduce en información, entonces el replicador cultural está hecho de información (una idea, una teoría, un concepto, una ubicación); si el patrón de conexiones imitado se traduce como una habilidad, entonces el replicador cultural es una habilidad (una técnica, una forma de cazar, o de caminar o de bailar). En general, los patrones copiados son una mezcla difusa de ambas características.

Un replicador cultural es, entonces, un esquema de conexionados neuronales que se transmite de un individuo a otro por imitación o aprendizaje.

Naturalmente, hay muchas cosas que ignoramos sobre el soporte físico de la cultura. Si un individuo imita de otro una técnica de caza, no es cierto que luego de la imitación ambos tengan una copia idéntica del conexionado neuronal. No habría como definir esa identidad. Solo podemos decir que se ha operado una imitación del primero al segundo cuando el patrón imitado es el mismo, cuando los dos individuos cazan más o menos igual; pero no sabemos como se escribe exactamente el replicador en cada cerebro. Tal vez podría experimentarse con inteligencia artificial y ver de que modo distintas redes neuronales aprenden la misma cosa.

Las conexiones neuronales copiadas de una red a otra presentan patrones parecidos pero no iguales. La evolución cultural ocurre cuando las diferencias entre patrones se traducen en diferencias en la capacidad de generar una transmisión. El soporte físico de los replicadores que más se imitan no es otro que los conexionados neuronales que más se transmiten.

Además de grabar replicadores culturales es necesario que los individuos sepan imitarlos y esta habilidad también requiere un soporte físico . Nosotros ignoramos aquí qué mirar en un cerebro para saber si el individuo que lo porta puede imitar o no, pero estamos seguros de que se trata de una capacidad congénita y que se asienta en las redes neuronales.

Pero decir que la cultura se soporta en las conexiones entre neuronas implica decir que es atómica, discreta y, por supuesto, finita. Implica pensar a la cultura como la formación de un pixelado más allá del cual no se puede ir. Dos neuronas pueden estar conectadas o desconectadas, su sinapsis puede estar activa o inactiva. No hay tercera opción.

Creemos que la cultura solo es aparentemente continua. Cuando la observamos en detalle,  aparece un conjunto de encendidos y apagados. No podríamos explicar un soporte físico para una cultura continua utilizando una arquitectura discreta, como la conexión entre neuronas, a menos que el cerebro tenga un comportamiento cuántico.

 

5.   ¿Por qué existe la cultura?

La cultura solo puede existir por una razón: a igualdad de los demás factores, la habilidad de imitar del entorno social deja más descendencia que su ausencia.

Si bien solemos reconocer a la cultura como uno de los rasgos humanos distintivos, es importante observar que otras especies también tienen esta habilidad. Algunos pájaros, por ejemplo, imitan su canto de otros pájaros. No existe transmisión genética por lo que tenemos una genuina imitación. Existen varios cánticos distintos y las aves eligen cual imitar. A veces son capaces de reproducir más de un cántico y otras veces cometen un error y crean uno nuevo, que se integrará al acervo existente generando un proceso evolutivo [1]. Los monos vervet, una especie distribuida en el África subsahariana, pueden cambiar de grupo y adaptarse a sus nuevos compañeros adoptando sus normas y costumbres, aunque éstas no signifiquen mucho para ellos [3]. Las ballenas jorobadas pueden aprender de otras ballenas distintas técnicas de caza  para adaptarse a los cambios en la alimentación [4]. Los chimpancés tienen múltiples comportamientos culturales [5] y es reconocido que los mismos integran ya una tradición, un acervo que distingue unos grupos de otros.

La cultura es un fenómeno común, presente en muchas especies y ha evolucionado varias veces por caminos independientes, como es el caso de las aves y los cetáceos. Es entonces razonable que nos preguntemos por qué ha evolucionado.

En analogía con el ejemplo de las ballenas jorobadas, supongamos que aparece un nueva presa que podría alimentar a los cetáceos. Al principio, nuestros mamíferos acuáticos no saben como cazar al nuevo pez, pero un poco después, uno de ellos desarrolla una adecuada técnica de caza. La gesta es lenta y costosa y es posible que pasen varias generaciones hasta que, finalmente, uno de ellos aprenda. Pero si la nueva técnica de caza no se transmitiera de algún modo al resto de las ballenas, nadie podría acceder a la nueva presa. Tal vez habría que esperar hasta que otro cetáceo desarrollara una variante de la idea varias generaciones después. La cultura, permite que la idea se transmita a los demás y que todos puedan cazar al nuevo pez. Si surgiera entre las características genéticas de las ballenas una variante más cultural, ésta dejaría más descendencia porque sus portadores comerían mejor. Es más económico aprender del individuo ingenioso que tener la idea cada vez. A igualdad de los demás factores, la cultura existe porque es más económica.

Veamos una variante del ejemplo anterior. De pronto el clima cambia, casi todas las presas desaparecen y solo queda el nuevo pez. Entonces, saber cazarlo se transforma en una cuestión de supervivencia. Aprender la nueva técnica de caza es ahora vital para dejar descendencia. La presión por la habilidad cultural es ahora mayor. La nueva técnica de caza se obtiene más rápidamente por transmisión cultural que por pensamiento reflexivo. El aprendizaje social es más veloz que el aprendizaje individual. La cultura permite que los individuos se adapten a los cambios más rápidamente.

Veamos un tercer ejemplo. Una especie se debe enfrentar a un nuevo predador. Para esto, el aprendizaje individual, por prueba y error es sumamente peligroso; el individuo podría morir mientras aprende y eso significa no dejar descendencia. El aprendizaje social es más ventajoso. Basta con que uno corra el riesgo de aprender por prueba y error para que otros lo imiten sin correr riesgos.

En resumen, los genes desarrollan la capacidad de imitar del entorno por tres razones:  

  • porque es más económico aprender la idea de los otros que desarrollarla uno mismo
  • porque cuando los cambios del entorno son veloces, la transmisión cultural permite adaptarse y la transmisión genética no 
  • porque es menos riesgoso el aprendizaje social que el individual

Es importante observar que la cultura es una capacidad genética, construida por los genes porque es beneficiosa para los genes. Lo que determina que una especie sea cultural es su carga genética. Tener o no tener cultura es una característica genética. Esto lo decimos con énfasis porque puede llevar a confusión. Pensemos en nuestra especie. Un suicida existe porque aprendió culturalmente que el suicidio podía ser una solución, sin embargo, si el sujeto se suicida antes de reproducirse, sus genes no se transmitirán a ninguna descendencia. ¿Por qué existe entonces la cultura suicida? Sucede que los genes no pueden decidirlo; solo transmiten la habilidad cultural; no determinan si el individuo utilizará su capacidad para aprender a suicidarse o a copular con cien personas del sexo opuesto. Si la cultura existe es porque su resultado estadístico ha sido beneficioso para los genes;  aunque algunos usos de la cultura sean perniciosos.

Pensar que la cultura es un fenómeno raro que ha ocurrido en la Tierra y que es muy poco probable que suceda en otros mundos, no se condice con la evidencia que tenemos. Solo en nuestro mundo, la capacidad de transmitir información de unos individuos a otros ha evolucionado independientemente en aves y mamíferos. Además, las ventajas que hemos expuesto parcialmente recién son universales y no dependen del mundo elegido. Por eso es más adecuado pensar a la cultura como un fenómeno universal, capaz de ocurrir en cualquier sistema biológico que posea cerebros con neuronas libres para conectar.


6.   El sistema genético - cultural

Genes que construyen cultura 

La capacidad de imitar o aprender del entorno social es enteramente genética, pero la cultura es un ancho océano. Los genes pueden desarrollar la habilidad de imitar mejor o peor, de aprender cualquier cosa o cierto tipo de habilidades. En tren de imaginar, la especificidad con que los genes pueden construir soportes culturales podría ser cualquiera. Se han dado incluso discusiones sobre el carácter congénito o cultural de la idea de "dios" [6]. 

Tampoco existe una división tajante entre el aprendizaje individual y el aprendizaje social. Un chimpancé aprenderá por prueba y error a construir una varilla para pescar termitas en un hormiguero. Probará con varillas más largas o más cortas, más duras o más flexibles; a veces le cortará las puntas y le arrancará las ramitas laterales, probará introduciéndola de diferentes maneras y moviéndola de distintas formas. Todo esto lo aprenderá por experiencia propia. El aprendizaje es individual. Sin embargo, si no hubiera otros chimpancés haciendo lo mismo por allí, jamás se le ocurriría la idea. La transmisión cultural existe aunque haya mucho aprendizaje individual en el proceso de copiado.

En general los genes no pueden inducir elementos culturales muy específicos. Lo que pueden construir es solo la propensión para imitar unos u otros replicadores. Podríamos decir que la genética es capaz de edificar estructuras que finalmente configuran la capacidad del individuo de imitar unas u otras ideas. Algunos serán más propensos a imitar técnicas de construcción de herramientas; otros tenderán a imitar patrones de comunicación con otros individuos; otros tendrán la capacidad de adquirir ideas más abstractas e incluso existirán ideas que pueden ser imitadas por todos los individuos sin excepción. Pero entonces, lo que los genes pueden construir es el medio ambiente en el que los replicadores culturales se han de mover; un medio ambiente que sancionará a unos haciéndolos menos transmisibles y premiará a otros haciéndolos más transmisibles.

La acción de los genes sobre la cultura es muy parecida a la acción del entorno sobre los genes. La expresión de algunos genes conforma parte del medio ambiente donde se replican los elementos culturales, y del mismo modo como el entorno modela las especies, estas características genéticas asociadas a la capacidad de producción e imitación de replicadores culturales modelan parcialmente a la cultura.

En resumen:

Algunos productos de la evolución genética (algunos genes) constituyen un factor de presión selectiva sobre algunos productos de la evolución cultural (algunos replicadores culturales).

 

Cultura que construye genes

Recíprocamente, los replicadores culturales también pueden inducir construcciones genéticas. 

El ejemplo por excelencia es la evolución de la tolerancia a la lactosa [7] [8]. Los infantes humanos (y todos los mamíferos) sintetizan una proteína llamada lactasa, que les permite digerir la lactosa de la leche materna. A los cuatro años aproximadamente, el cuerpo deja de producir lactasa y la leche deja de digerirse. Si el individuo ingiere leche en esas condiciones, se producen distintos malestares (gases, diarrea, hinchazón, nauseas) conocidos como intolerancia a la lactosa. Por esta razón se produce el destete más o menos a esa edad. 

Hace miles de años los seres humanos desarrollaron una cultura ganadera en ciertas zonas del norte de Europa. Criar animales para comer su carne era más cómodo y seguro que cazarlos, pero además, la leche que producían liberaba a las madres antes de tiempo proporcionando alimento a los infantes. Este cambio produjo un proceso evolutivo crucial:  aquellos individuos mutantes que prolongaban en el tiempo la síntesis de la lactasa y con esto su inmunidad a la lactosa se hicieron de una nueva y provechosa fuente de alimentos. Cuando algún factor hizo escasear todo lo demás, esta inmunidad constituyó una verdadera ventaja selectiva. Los individuos inmunes dejaban más descendencia que los intolerantes porque tenían una importante fuente de alimentos extra. Todavía existen evidencias de esta poda selectiva en la distribución geográfica de la tolerancia a la leche. 

La lechería es un factor netamente cultural, una costumbre que pasa de una generación a la siguiente por aprendizaje social sin que los genes se enteren. Sin embargo ese hábito acabó modificando el reloj biológico que dirige la producción de lactasa para que los individuos pudieran seguir digiriendo leche más allá de los cuatro años de edad. Una presión cultural que acaba modificando un aspecto genético.

Más adelante veremos que la presión cultural sobre el medio ambiente genético puede construir cosas más robustas que la tolerancia a la lactosa, como la selección de grupos, el lenguaje hablado, o una lenta propensión a nuestro anhelado altruismo fraternal.

Digamos como resumen que algunos productos de la evolución cultural (algunos replicadores culturales) constituyen un factor de presión selectiva sobre algunos productos de la evolución genética (algunos genes)


El sistema genético cultural

Si los efectos culturales pueden inducir la construcción de ciertos elementos genéticos y, a la inversa, ciertos genes inducen la construcción de replicadores culturales, entonces la relación existente entre los genes y la cultura es la interrelación, en un sentido literal. Los sistemas genético y cultural se influyen mutuamente porque cada uno participa parcialmente en la configuración del medio ambiente que presiona sobre la selección de los objetos del otro sistema.

Esta simetría entre genes y cultura es solo aparente. Para que se origine un sistema cultural siempre es necesario que exista un sistema genético actuando. La inversa no ocurre casi nunca. La evolución genética funciona mucho antes de construir cultura. Cuando se da el caso "raro" y la cultura presiona para edificar estructuras genéticas, decimos que existe coevolución genético-cultural. No debe confundirse la coevolución con la relación sistémica entre genes y cultura, donde cada sistema en evolución presiona sobre el medio ambiente del otro construyendo cosas. La coevolución genético-cultural solo refiere una pata de esta interrelación: la cultura presiona construyendo estructuras genéticas. 

La idea de la coevolución genético-cultural,  o teoría de la herencia dual (THD) se desarrolló de manera progresiva por investigadores como Charles Lumsden, Edward Wilson o Luigi Luca Cavalli-Sforza cuando comenzó a quedar claro que la cultura ejercía una presión sobre la evolución genética. En 1985  Richerson y Boyd [9] presentaron una versión actualizada de la teoría y continuaron trabajando largamente en la evolución cultural humana y en su relación con la evolución genética proponiendo muchas ideas nuevas en el campo.

Los sistemas evolutivos genético y cultural tienen similitudes que ya se hacen evidentes en el lenguaje que utilizamos. Tanto la evolución genética como la cultural son dos sistemas en evolución. Tanto los genes como los replicadores culturales son dos tipos de objetos en evolución. Un gen en particular (como el que se expresa sintetizando lactasa) es un objeto en evolución como también lo es un replicador cultural específico (como el hábito de consumir leche de vaca). Pero un gen no es lo mismo que una de sus copias, y lo mismo vale para un replicador cultural. Las copias pueden nacer o morir, pero un gen nace cuando aparece la primera copia en el sistema evolutivo genético y desaparece cuando muere la última. Lo mismo vale para los replicadores culturales, aunque no sea tan simple mostrar ejemplos. El acervo de genes de una especie es el conjunto de todos lo genes de la especie. El acervo cultural de una sociedad es el conjunto de todos los replicadores culturales de esa sociedad. 

Las copias de los objetos en evolución, copias de genes o de replicadores culturales, viven más o menos aisladas dentro de sistemas integrados junto a otros objetos en evolución del mismo tipo (otros genes y otros replicadores culturales). Esos sistemas integrados son los individuos portadores del objeto en evolución. Usted es un individuo portador de genes y replicadores culturales. Cuando usted ya no esté, copias de sus genes estarán en otros cuerpos y copias de sus ideas estarán en otras cabezas.

Entre los sistemas genético y cultural hay diferencias importantes. El medio físico en el que está escrito un gen es la molécula (ADN, en la Tierra) y el medio físico donde se asienta un replicador cultural es el conexionado neuronal. En un individuo portador de genes y cultura pueden existir a lo sumo dos copias de cada característica genética (dos genes alelos) y muchas versiones de la misma característica cultural  (por ejemplo, muchas técnicas alternativas para cazar a la misma presa)

Una diferencia importante entre los genes y la cultura es la velocidad evolutiva. Los genes son muy lentos porque transmiten la información de generación en generación y dependen de la efectividad de mutaciones aleatorias. La evolución cultural es muy veloz porque  se copia de un cerebro a otro y los replicadores pueden mutar durante la vida de un individuo, como generalmente ocurre con las modas. Cuando se opera la coevolución y la cultura presiona para construir estructuras genéticas, la velocidad evolutiva es la genética y no la cultural.

En la siguiente tabla se muestran las cuatro posibilidades según los genes o los replicadores culturales presionen para construir  nuevos genes o nueva cultura.

Alternativas

Tipo de evolución

Velocidad

Tipo de estructura obtenida

Genes que construyen características congénitas no culturales

Genética

Lenta

Estable

Genes que construyen cultura

Genética

Lenta

Estable

Cultura que construye características congénitas

Coevolución genético-cultural

Lenta

Estable

Cultura que construye cultura

Evolución cultural

Rápida

Variada


La primer línea de la tabla describe a la simple evolución genética. Los objetos se construyen lentamente porque deben esperar mutaciones aleatorias que proporcionen la variabilidad sobre la  que luego actúa la selección. Los elementos construidos son estables porque su eventual remoción o modificación sigue el mismo mecanismo.

En la segunda línea la evolución genética construye la capacidad de imitar o aprender de los otros. Se trata de un caso particular de la línea anterior, pero ahora los genes construyen un nuevo sistema evolutivo: la cultura.

La tercer línea de la tabla nos muestra coevolución genético-cultural. Cuando la cultura presiona sobre el medio ambiente de los genes de manera suficientemente prolongada  (muchas generaciones), puede construir estructuras genéticas que se transmiten por herencia. Si bien la presión es cultural, funciona la evolución genética,  por lo tanto el proceso es lento y los objetos son estables.  

Por último, la cultura puede evolucionar por su propia cuenta, como lo ha reseñado Dawkins, cuando los nuevos replicadores tienen mayores o menores probabilidades de transmitirse grabándose en nuevos cerebros y generando nuevos elementos del acervo cultural o extinguiéndose si no logran transmitirse. La cultura es compleja y abigarrada; algunos replicadores se unen para formar otros o se modifican o funcionan como estímulo generando cosas estables como los hábitos sociales y cosas fugaces como las modas o las melodías pegadizas. La cultura evoluciona rápidamente y la longevidad de los objetos que construyen es muy variada. Sin embargo para fundar un proceso de coevolución genético-cultural, el objeto cultural que presiona debe ser perdurable, como la ganadería en nuestro ejemplo.


7.   Una digresión importante

¿Qué ocurriría si la coevolución genético-cultural fuera inducida por una inteligencia exterior a la sociedad intervenida?

Imaginemos que usted decide, por ejemplo, modificar la genética de un pueblo primitivo introduciendo replicadores culturales para que ese pueblo desarrolle ciertas características genéticas perdurables (por ejemplo, una propensión al altruismo fraternal) siguiendo un objetivo que usted se ha planteado de antemano (por ejemplo, que ese pueblo pueda atravesar una inestabilidad típica). Usted debería ser una estructura inteligente muy longeva para poder presionar durante miles de años intentando que una selección natural introduzca esa presión cultural en la genética de la especie.

Cambiamos ahora el foco del ejemplo. Si alguna presión cultural inteligente estuviera funcionando sobre la humanidad en este momento, promoviendo una genética altruista en nuestra especie que nos permitiera atravesar con éxito la inestabilidad típica y perdurar, encontraríamos una inyección de replicadores culturales antiguos, capaz de operar durante generaciones para inducir o acelerar una construcción genética pro altruista en los humanos.

Pensar que una coevolución genético-cultural es practicada ex profeso sobre la humanidad por una intervención inteligente no se diferencia mucho de creer que la química terrestre fue preparada deliberadamente para albergar vida, o que las moléculas replicativas fueron sembradas adrede, o que la genética fue alterada inteligentemente con algún objetivo. El problema de todo esto es que no hay evidencias. Si la Tierra hubiese sido intervenida en esas fases, no habría evidencias de la intervención. No es un problema menor; es un gran problema, porque sin evidencias no hay ciencia posible.

Pero creemos, en cambio, que hay muchas evidencias que prueban que una coevolución genético-cultural fue inducida premeditadamente en la Tierra;  que la humanidad fue culturalmente intervenida; que se ha operado en el pasado reciente una inyección de replicadores culturales  con el objeto de generar coevolución genético-cultural durante varias generaciones para acelerar la construcción de una genética altruista. Las evidencias que encontramos están presentes en algunos relatos antiguos. Los relatos bíblicos, por ejemplo, cuentan que una entidad inteligente no humana creó un pueblo, le inyectó  una cultura social, jurídica, económica y religiosa y le informó sobre la inminencia de un fenómeno muy parecido a una inestabilidad típica en la Tierra y la llegada de un individuo con un mensaje especial. El Nuevo Testamento relata que ese individuo efectivamente nació y que insistió sobre un futuro muy parecido a una inestabilidad típica; que habló de la relación entre el altruismo humano y la perpetuidad de la civilización y sobre una gigantesca poda selectiva en el futuro. Un individuo que llamó "Revelación" a su revelación y que dijo representar a una estructura inteligente fuera de la Tierra, a un "reino" en el cielo, que ya había previsto todo esto desde hacía mucho tiempo. 

El cristianismo fue un fenómeno cultural que presionó sobre muchos cerebros durante muchas  generaciones, tal como ocurre durante la coevolución genético-cultural; pero no podemos afirmar que como resultado de esa presión se hayan construido elementos genéticos específicos. Digamos a nuestro favor que tampoco existe una búsqueda concreta de esas estructuras. 

Esta es una digresión importante porque adelanta lo más arriesgado que diremos y nos dice, además,  por qué lo diremos. Pero en realidad nuestra postura es un tanto diferente. Si la inteligencia está implantada como pensamos, entonces habría dejado evidencias en la Tierra. Si no existieran esas evidencias, entonces algo debe estar mal en nuestra descripción. Sabemos que la tesis de una coevolución genético-cultural inteligente sobre la humanidad es muy polémica; pero para nosotros es solo un elemento de validación de una teoría mayor sobre la estructuración de la inteligencia, la cultura y la tecnología en el cosmos.

Incluimos esta digresión aquí porque acabamos de definir la coevolución genético-cultural. Sabemos que el fenómeno natural existe y que los replicadores culturales inducen construcciones genéticas si los dejamos actuar el tiempo suficiente. Nos falta mostrar que ese mecanismo natural ha sido manipulado inteligentemente y que, al menos en un caso, se ha dado aquí en la Tierra. 

Del mismo modo como no es correcto afirmar los hechos sin evidencias, es incorrecto dejar evidencias sin explicar. Pero probar que nuestra hipótesis es mejor que la casualidad, la imaginación o la ciencia ficción colectiva, nos exige mostrar aún muchas evidencias. La digresión es importante porque permite saber hacia donde vamos, pero siquiera hemos probado todavía que las civilizaciones tecnológicas pueden perdurar.

 

8.   Conclusión

No existe cultura suficiente para que los resultados de la coevolución genético-cultural se vieran claramente en otros géneros biológicos, pero la cultura presionando sobre la selección genética ha construido muchas cosas importantes dentro del género humano y en particular, en nuestra especie, el homo sapiens, donde la cultura ha estallado.

En la siguiente entrada veremos en detalle tres construcciones: la selección de grupos, el lenguaje hablado y el altruismo fraternal.

En particular, la coevolución genético-cultural es el mecanismo que ha edificado el altruismo fraternal por el que nos preguntábamos al principio de la entrada;  lo ha hecho siguiendo procesos generales que pueden darse aquí en la Tierra, con nuestra especie, o en otros sitios del cosmos con otras especies culturales.

Si el universo puede construir en ciertas especies el altruismo necesario para  atravesar la inestabilidad típica y perdurar, entonces las civilizaciones tecnológicas estables son posibles. La próxima entrada cierra este tema.




 ____________________

[1] Dawkins, R. (1976) The Selfish Gene. Oxford University Press
[2] Delius, J. (1991) The nature of culture. Chapman & Hall
[3] van de Waal, E; Borgeaud, C; Whiten, A. (2013) Potent Social Learning and Conformity Shape a Wild Primate’s Foraging Decisions. Science, Vol. 340
[4] Allen, J; Weinrich, M; Hoppitt, W; Rendell, L.  (2013) Network-Based Diffusion Analysis Reveals Cultural Transmission of Lobtail Feeding in Humpback Whales. Science, Vol. 340
[5] Vaidyanathan, G. (2011) Apes in Africa: The cultured chimpanzees. Nature Vol. 476 
[6] Hamer, Dean H. (2004) The God Gene: How Faith is Hardwired into our Genes.  Doubleday
[7] https://www.investigacionyciencia.es/blogs/medicina-y-biologia/27/posts/otra-prueba-ms-de-la-seleccin-natural-la-intolerancia-a-la-lactosa-16702
[8] https://journals.plos.org/ploscompbiol/article?id=10.1371/journal.pcbi.1000491
[9] Boyd, Robert; Richerson, Peter (1985) Culture and the Evolutionary Process. The University of Chicago Press.
 
<página anterior>                                                                  <página siguiente>

Licencia Creative Commons
5.3 La coevolución genético-cultural por Cristian J. Caravello se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.