El Gran Ojo

 

Los avistamientos de objetos aéreos no identificados realmente existen. Por definición, aún no hemos identificado qué son, ya sea porque no tenemos datos suficientes o bien porque los datos no encajan con las hipótesis comprobadas. Una gran corriente afirma que algunos avistamientos podrían deberse al encuentro con naves extraterrestres, pero dado que la existencia de una tecnología extraterrestre no está probada, esta hipótesis nunca servirá para identificar objetos en el cielo. Siempre se preferirá seguir considerándolos "no identificados". 

Con independencia de lo que la ciencia haya probado, algunos avistamientos podrían ser causados por artefactos de tecnología alienígena. Esta es la "hipótesis extraterrestre". Somos conscientes de que existe un gran debate sobre la naturaleza de los OVNIs. No es el objeto de este artículo entrar en ese debate; sólo supondremos  la hipótesis extraterrestre y veremos qué se desprende de allí.

La afirmación "Si llueve, afuera está mojado" no nos informa si llueve ni si la calle está seca o mojada, solo dice que cada vez que sucede lo primero, debe suceder lo segundo. Del mismo modo, la afirmación: "Si la Tierra es frecuentada por artefactos extraterrestres entonces 'esto y aquello'" no nos informa si estamos siendo visitados por tecnología extraterrestre ni si se verifica 'esto o aquello',  solo dice que cada vez que ocurre lo primero, debe verificarse lo segundo. Ese es el sentido de este trabajo: Partiendo de la hipótesis extraterrestre y de las evidencias deducimos  la existencia de un gran ojo observador. Una vez aceptado lo primero, lo segundo no es una opinión sino una consecuencia.


Examinando a las visitas

Si nos visitara tecnología extraterrestre, los visitantes tendrían una y solo una de estas intenciones:

  1. Causar un conocimiento abierto de su existencia
  2. Evitar un conocimiento abierto de su existencia
  3. Ignorarnos. No promover ni evitar nada

La opción 1 debe descartarse porque no coincide con los hechos. Si nos visita una tecnología extraterrestre, evidentemente no ha realizado ningún contacto abierto con la humanidad. También pertenece a la opción 1 el eventual exterminio de nuestra especie porque implicaría el conocimiento abierto del agresor. Es evidente que nada de eso ha ocurrido.

Si  una inteligencia visitante no hiciera nada para evitar que la viéramos, como reza la alternativa 3, ya la habríamos visto, verificado y confirmado. 

Es más gráfico pensarlo al revés. Imaginemos que nosotros mismos ya hemos desarrollado una gran tecnología, que viajamos por la galaxia y conocemos los mundos que la integran. En particular frecuentamos cierto mundo para realizar determinada actividad; llamémosle Pandora. En Pandora hay una civilización con un nivel tecnológico parecido a nuestro nivel actual. Pero Pandora nada sabe de nosotros. Preguntamos entonces ¿Cuál es nuestra probabilidad de pasar desapercibidos en Pandora sin hacer nada específico para lograrlo? Sospechamos fuertemente que no hay ninguna posibilidad. Si no hacemos nada, nos verán, nos registrarán sus cámaras, sus radares, sus sensores. Sabrán por dónde vamos y venimos, qué lugares frecuentamos. Seríamos una tecnología alienígena comprobada por su ciencia. Y si la especie de Pandora fuera parecida a los humanos, nos atacaría inmediatamente después de detectarnos.

Volvamos a la Tierra.  Si una civilización nos estuviera visitando, estaría haciendo un esfuerzo por evitar que la conozcamos abiertamente, porque de lo contrario ya lo habríamos hecho. O bien no nos visitan o  nos visitan y tienen la intención deliberada de evitar el contacto abierto. No es posible que nos visiten, no nos eviten y de todos modos no los veamos. La opción 3 también debe descartarse. Solo queda la opción 2: Si nos visitan, nos evitan deliberadamente. 

El astrofísico Neil deGrasse Tyson tiene toda la razón al quejarse del carácter borroso de la evidencia. Si los extraterrestres nos visitaran sin evitarnos deliberadamente, tendríamos muchas y mejores fotos. Como eso no es cierto, o no nos visita nadie, o nos visitan y evitan contactarnos. Si, tal como estamos haciendo, suponemos que nos visitan, estamos lógicamente obligados a admitir que evitan el contacto abierto. 


El Gran Ojo

Si una civilización que nos frecuenta quiere evitar que la veamos, debe saber dónde estamos todos a cada instante. La tarea parece ciclópea pero si esta gente viajó varios años luz hasta llegar aquí, ya debe contar con la tecnología necesaria. Imaginemos entonces una inteligencia artificial administrando las 8.000 millones de ubicaciones de cada uno de nosotros. Agreguemos nuestro alcance visual, tal vez 12 km. en horizontal y 20 km. hacia arriba. El sistema solo debería saber donde estamos en cada momento para calcular por dónde transitar sin ser vistos. También podría contar con datos personalizados de cada uno de nosotros y tener más capacidades.

Nuestra gestión de Big Data ya está haciendo cosas parecidas para explorar cómo vendernos bienes y servicios, de modo que una IA ya podría administrar 8.000 millones de ubicaciones, una vez conocidas. 

Además de nuestros ojos, también existen cámaras, radares y sensores que los eventuales visitantes deberían evitar ¿Cuántos hay? Supongamos 10.000 millones de sensores. Si se sabe dónde están, un controlador de IA podría indicar qué sector está cubierto y cual no. Las imágenes panorámicas, como las obtenidas por las cámaras satelitales, no podrían evitarse en tiempo real, a menos que el objeto se camufle convenientemente. Pero ese camuflaje también es tecnológicamente posible.

El sistema no necesita ser tan riguroso. La ciencia sólo admitirá la existencia de tecnología extraterrestre ante cierta masa crítica de contactos, de modo que no es necesario evitar todos los contactos individuales, todas las fotos y todos los videos.  La ciencia siempre será escéptica frente a testimonios aislados y siempre habrá un Neil deGrasse Tyson objetando las fotos borrosas.

Para poder evitarnos, entonces, los visitantes deben contar con una gigantesca estructura tecnológica, un Gran Ojo, un dispositivo capaz de registrar dónde estamos en cada momento.

Para nosotros, una estructura así ya resulta tecnológicamente cercana utilizando IA y grandes servidores. Aún no podemos actualizar la información en tiempo real, pero ya somos capaces de fotografiar desde satélites la superficie terrestre varias veces por día con la nitidez necesaria para reconocer personas.

Los avistamientos reportados son aleatorios e involuntarios; lo que impide que se diseñen experimentos repetibles que verifiquen su naturaleza. Pero si existe un Gran Ojo operando en tiempo real, habría una tecnología extraterrestre aplicándose todo el tiempo y solo sería cuestión de saber qué y cómo buscar para probar su existencia. 

El objetivo del Gran Ojo debe ser observar sin ser observado, y lo segundo significa que los dispositivos físicos necesarios para operar deben estar fuera de nuestra detección. Esto es posible o bien porque están camuflados o bien porque están en un lugar inaccesible para nosotros. Tal vez convenga buscar unos cuantos kilómetros bajo tierra, sería un lugar cercano a cualquier sitio, inabordable para nosotros pero posible para una tecnología más avanzada. 

Resumiendo: Si nos visitan, entonces nos evitan; y si nos evitan, entonces nos observan. Admitir la hipótesis extraterrestre, implica admitir también la existencia de un Gran Ojo tecnológico observándonos a todos.


¿Por qué querrían evitarnos?

Si en efecto nos visitan, los eventuales huéspedes han decidido no proporcionar evidencias suficientes de su existencia. Sin duda no fue una decisión menor, para ejecutarla debieron implementar una estructura tecnológica planetaria: el Gran Ojo observador.

Para indagar por qué ocultarían su presencia, podemos evaluar el impacto cultural de haber hecho lo contrario, suponer que nuestra ciencia ya ha probado que nos visitan otras civilizaciones del espacio. Hay dos reacciones opuestas destacables: 

  • Creer que los visitantes son agresivos 
  • Creer que los visitantes son seres divinos 

Esto ya está ocurriendo aunque no hayamos probado su existencia. En el seno de algunos gobiernos ya se considera que una tecnología superior sería una amenaza. Por otro lado, han proliferado sectas que endiosan a otras especies tecnológicas. Como no hay pruebas, estos comportamientos son independientes de los hechos y por lo tanto, una eventual intervención extraterrestre dará por sentado que ocurrirán. "Llevemos bozales, los perros siempre ladran detrás de la reja"

Si una incursión extraterrestre evita que sepamos de ella, entonces está operando sobre nuestra cultura, decidiendo lo que sabemos y lo que ignoramos. Pero la intervención cultural podría tener otros objetivos. Algunos avistamientos podrían ser deliberadamente provocados con otro fin. 

En verdad, sospechamos que hay más designios para los hombres porque si una tecnología extraterrestre estuviera trabajando en otra cosa, habría preferido exterminarnos de una vez antes que el tedio de evitarnos permanentemente.

Si existieran otros objetivos, ya no podrían inferirse sólo  de los avistamientos de OVNIs. Sería necesario indagar cómo puede estar implantada la tecnología en el universo, qué puede estar haciendo una civilización avanzada en los mundos de su espacio circundante y qué huellas hay de que algo de ello se esté operando en la Tierra.

Lo que sí es seguro es que ese Gran Ojo que deducimos debería nutrirse de más información para operar con más propósitos. Una gesta más presuntuosa que la simple evasión de los contactos requeriría de una tecnología de observación más refinada y poderosa.



Ojos que miran ojos

Suponiendo que algunos avistamientos corresponden a artefactos extraterrestres llegamos  a la conclusión de que debe existir una enorme estructura tecnológica que nos vigila, un Gran Ojo que permite, como mínimo, que esas civilizaciones extraterrestres eviten un contacto abierto.

Pero la descripción del Gran Ojo no fue tan difícil porque la humanidad ya tiene la tecnología y la intención necesarias para ensamblar algo parecido. Buena parte de la inversión realizada por los países centrales en el área de defensa tiene como objetivo construir una estructura que permita observar al enemigo sin ser visto. No sabemos exactamente qué tecnología se ha logrado implementar para ello, esa información debe estar clasificada, pero en el plano público ya podemos hacer muchas cosas que nos parecerían ciencia ficción, como fotografiar el planeta entero varias veces por día, visualizar desde satélites objetos y personas dentro de edificios, espiar desde estructuras parcialmente invisibles y analizar el caudal de datos con una IA que informe solo las anomalías.

Si de veras estamos construyendo nuestro propio "gran ojo", entonces ya deberíamos haber visto al Gran Ojo extraterrestre. Si podemos fotografiar a la Tierra entera, ya deberíamos tener alguna evidencia de artefactos no humanos en el cielo. Pero buscar objetos físicos no es la única forma de buscar... 

Un ejemplo perfecto de "aquello otro que buscar" puede hallarse en la película Munich, basada en hechos reales, donde miembros del Mosad llevan adelante represalias contra los terroristas que ejecutaron la masacre de deportistas en Munich en 1972. Salam, uno de los terroristas a ejecutar resultó ser, además, informante de la CIA. En el preciso momento en que los servicios del Mosad comenzaron su asalto sobre Salam, una serie de individuos mezclados entre la multitud emergieron detrás de las mochetas, colocaron sus periódicos bajo el brazo y entrechocaron descuidadamente a los potenciales ejecutores. Pidieron disculpas por "trastabillar", saludaron con sus sombreros y se marcharon en segundos, brindando a su protegido la oportunidad de escapar. En este ejemplo, la CIA pudo interceptar al Mosad porque sabía exactamente qué harían, como lo harían y cuando lo harían. Pero la intercepción fue, además, casi imperceptible.

La capacidad de ver y no ser visto permite actuar de repente sin que el otro pueda establecer una relación de causa efecto: esto ocurrió debido a aquello. Solo queda una "sensación" de gran coincidencia que podría ser solo casualidad. "Cuando estábamos a punto de asesinar  a Salam, nos chocamos con un tipo desconocido que pidió disculpas y se fue".

Buscar un Gran Ojo extraterrestre es también buscar este tipo de casualidades y analizarlas. Claro, habría que conocer con más detalle cuál es el objetivo de los visitantes.

Si alguna superpotencia se encontrara con este tipo de sospechas y veladas evidencias, no le diría nada a nadie, clasificaría la información y hablaría de otra cosa. Cualquier mención de sus sospechas permitiría deducir sus propias capacidades tecnológicas, las potencialidades de su propio  "ojo observador".


Conclusión

Partiendo de la hipótesis extraterrestre, concluimos que debe existir un Gran Ojo extraterrestre observándonos a todos; una gigantesca tecnología diseñada, al menos, para evitarnos.

Sospechamos fuertemente que los departamentos de defensa de algunas superpotencias ya están haciendo algo parecido y que, por lo tanto, ya pueden inferir qué cosas buscar. Si ese fuera el caso, no habría información pública sobre la búsqueda. Pero si ese no fuera el caso, vaya una humilde propuesta.

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Licencia Creative Commons
El Gran Ojo por Cristian José Caravello se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.

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