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1. Las afirmaciones probabilísticas
Todos estuvimos alguna vez
recostados boca arriba en una noche clara, mirando el cielo estrellado. Y todos
experimentamos sensaciones parecidas. Sensaciones que pronto se transforman en
preguntas. ¿Cómo será realmente el cielo? ¿Qué habrá allí, donde miramos?
¿Existirán otros mundos, otras vidas, otras inteligencias? ¿Qué estarán
haciendo? ¿Nos estarán mirando? ¿Sabrán de nosotros o estarán condenados a las
mismas preguntas?
Es una cuestión que reúne a muchos
detrás del mismo credo. O bien existe vida más allá de la nuestra, o bien no
existe ninguna civilización allí afuera. Pero siempre es un credo, una fe.
¿Cómo puede ser que la ciencia no tenga nada que decir? ¿Estamos condenados a
creer en la presencia o la ausencia de civilizaciones tecnológicas en el cielo?
Que si el cielo es grande…; que si los mundos son muchos...; que si la vida es
improbable… ¿Nadie va a decirnos cómo es el simple cielo que miramos en una
noche estrellada? El cielo es enorme; mucho más grande que lo que podemos ver;
y no es lo mismo un cielo inteligente que un cielo muerto. Cuando preguntamos
si existen inteligencias extraterrestres, realmente estamos preguntando cómo es
el universo. No es una pregunta pequeña. ¿Nadie nos puede contestar?
A la ciencia hay que mirarla bien,
porque a veces nos habla en un idioma y creemos que nos está hablando en otro.
Si bien las afirmaciones de las ciencias fácticas son certeras, precisas y seguras, nunca lo son totalmente. La
ciencia nos dirá cómo esperar que caigan los cuerpos atraídos por la gravedad, pero
nunca nos dirá cómo caerán exactamente. En general, la ciencia solo puede
decirnos cómo debemos esperar que ocurran las cosas pero nunca nos dirá cómo
ocurrirán exactamente. No puede saberlo porque sus leyes son una extrapolación
universal de observaciones particulares, y no es posible deducir leyes
generales a partir de enunciados particulares. La ciencia puede decirnos cómo
ocurrirán las cosas si todo lo que ha sucedido hasta ahora ocurriera igual en el futuro.
Pero muchas veces la ciencia siquiera
puede decirnos como espera que ocurran las cosas porque los conocimientos
necesarios para pronunciarse no están disponibles aún. Solo puede darnos una probabilidad.
Tomemos un párrafo de un informe del IPCC (Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático [1]) para responsables políticos, publicado en 2019. Dado que los expertos debían asesorar a los
responsables políticos para que éstos tomen decisiones, no podían afirmar nada que no estuviera
suficientemente probado. Pero eran conscientes que entre la
prueba de una afirmación y su negación, existen muchas instancias
intermedias, distintas a la ignorancia
absoluta. De este modo, su lenguaje se enrareció en beneficio de una
descripción más sólida.
En la introducción se advierte:
El nivel de confianza asociado a cada una de las conclusiones principales se expresa mediante el lenguaje calibrado del IPCC.3
Y la nota 3 aclara:
El nivel de confianza se expresa mediante cinco calificativos: muy bajo, bajo, medio, alto o muy alto, y figura en letra cursiva (p. ej., nivel de confianza medio). Se han utilizado los siguientes términos para indicar la probabilidad de un resultado: prácticamente seguro, 99 % a 100 % de probabilidad; muy probable, 90 % a 100 %; probable, 66 % a 100 %; tan probable como improbable, 33 % a 66 %; improbable, 0 % a 33 %; muy improbable, 0 % a 10 %; y extraordinariamente improbable, 0 % a 1 %. Se utilizan otras expresiones cuando resulta apropiado (sumamente probable, 95 % a 100 %; más bien probable, 50 % a 100 %; más improbable que probable, 0 % a 50 %; y sumamente improbable, 0 % a 5 %). La probabilidad evaluada figura en letra cursiva (p. ej., muy probable), por coherencia con el Quinto Informe de Evaluación (IE5).
Todas las afirmaciones del IPCC en su informe para responsables
políticos fueron probabilísticas. Es lo que queremos ejemplificar. Esto que vemos de un panel de científicos
expertos hacia un conjunto de representantes políticos es lo que siempre
veremos de la ciencia cada vez que trate con afirmaciones expresadas a partir
de un conocimiento incompleto de las cosas. Nunca existe una pronunciación
acabada; siempre veremos una expresión probabilística respecto a la veracidad de
la afirmación.
El modo como la ciencia se pronuncia
cuando las afirmaciones son complejas y polémicas (como por ejemplo: “Existen
causas humanas para el cambio climático global”), también estará presente
cuando las afirmaciones sean menos polémicas y menos complejas, porque esa
forma de pronunciarse es una característica de la ciencia. En particular,
cuando formulamos una afirmación del tipo “Existen especies inteligentes más
allá de la Tierra”, la respuesta solo podrá ser probabilística, y valen las
mismas observaciones: entre la afirmación negativa (es falso que…) y la
afirmación positiva (es verdad que…) hay muchos estados intermedios en los que
se puede encontrar nuestro conocimiento en ausencia de pruebas concluyentes.
Esto quiere decir que las respuestas del tipo “ignoro si existen civilizaciones
extraterrestres” son meras opiniones, porque la ignorancia siempre es
subjetiva, varía de un sujeto a otro. Una forma adecuada de expresar lo mismo
sería: “hay una probabilidad de un 50% de que existan civilizaciones
extraterrestres”. Pero esta afirmación solo esa atendible si se argumenta, porque ese 50% no puede salir de una galera.
Si esta probabilidad no se argumenta, volvemos a tener una mera opinión.
Es importante diferenciar las
opiniones de las afirmaciones científicas, porque una afirmación científica
probable es más confiable que una opinión certera. Una inversión económica para buscar vida en otros mundos, por ejemplo, no puede decidirse en base a una opinión subjetiva, se necesitan afirmaciones probabilísticas
Cuando estudiamos la literatura
existente vemos que muchos se han preguntado si existe inteligencia allí
afuera, pero no hay acuerdo entre ellos respecto al espacio, al objeto y al
tiempo del que se habla. ¿Estamos hablando de una galaxia o de todo el universo
observable? ¿Nos referimos a la probabilidad de existencia de mundos con vida o
de mundos inteligentes? Si hablamos de inteligencia ¿Nos referimos a especies
como la nuestra o más avanzadas que nosotros? ¿Qué significa exactamente ser
más avanzados que nosotros? ¿Nos referimos a una civilización tipo II según
Kardashov? ¿Qué es una civilización tipo II? ¿A qué tipo de objetos nos
referimos? ¿Queremos hablar del instante actual o deseamos ver si el universo
ha producido civilizaciones en el pasado o si las producirá en el futuro?
Es muy común presenciar discusiones
donde no está acordado cuál es el objeto del que se habla, o donde unos afirman
refiriéndose a la galaxia y otros los rebaten refiriéndose al universo
observable, o donde no se ha aclarado el intervalo temporal referido.
Para evitar este galimatías, el
lector puede considerar que todo lo que afirmemos sin aclaración, siempre
estará referido a civilizaciones como la nuestra o superiores, en nuestra Vía
Láctea y en el instante actual. Cualquier mención que se encuentre fuera de
esto (y habrán muchas) será aclarada.
Existen dos razones cruciales por
las cuales podríamos sospechar que existe vida inteligente en el espacio. En
primer lugar, porque existen muchos sitios donde el proceso podría haberse
dado. En segundo lugar, porque la vida es un fenómeno posible en el universo.
De las dos cosas hay pruebas empíricas, pero miremos cada una de ellas.
Cuando miramos el cielo durante una
noche clara, creemos observar muchas estrellas, pero solo vemos unas 4.000. El
resto se encuentra demasiado lejos o son estrellas demasiado pequeñas o nuestra
atmósfera es demasiado turbia. En nuestra galaxia existen unos 200.000 millones de estrellas entre las que se encuentra
nuestro sol. Es probable que el universo observable cuente con un billón de galaxias parecidas [2], de modo que el número de estrellas allí es de 1023
aproximadamente, esto es, un uno seguido de 23 ceros.
Hace unas décadas atrás, la ciencia
nos decía que tal vez giraran mundos alrededor de las estrellas, del mismo modo
como giran los planetas alrededor del sol y que, tal vez, cada estrella tuviera al menos un planeta girando en torno a ella [3].
Un planeta no es lo mismo que una estrella, como la Tierra no es lo mismo que
el Sol. Podíamos ver las estrellas pero
no veíamos un solo planeta girando en torno a ellas. La idea de que cada
estrella tenía al menos un planeta girando alrededor, era un enorme supuesto.
Pero con este supuesto ya podíamos hacer cuentas. ¿Cuántas civilizaciones
inteligentes existirían entonces en nuestra galaxia? Si solo hubiera un mundo
inteligente por galaxia, la probabilidad de generar inteligencia en un mundo sería
de 1/200.000.000.000, esto es, 0.000000000005. Decir que nuestro planeta era el
único mundo inteligente de la galaxia resultaba equivalente a suponer que la
inteligencia tenía una bajísima probabilidad de ocurrir. O bien suponíamos que
nosotros éramos un caso muy improbable, o bien suponíamos que había muchos
mundos inteligentes en la galaxia. Pero hace unas décadas atrás, todo esto
resultaba una especulación porque nunca habíamos visto ningún planeta girando
en torno a otra estrella.
En 1995 se confirmó la existencia de
un planeta extrasolar [4] y de allí en más la zaga de hallazgos continuó. Hoy se
conocen casi 5.000 planetas extrasolares y sabemos que mañana se conocerán más. Este
hecho no solo mejoró nuestro conocimiento del universo sino también nuestra
certeza respecto a la cantidad de civilizaciones que debemos esperar allí
afuera. La conclusión es ahora clara: o bien aceptamos que las especies inteligentes
pueblan la galaxia, o bien suponemos que nuestra especie es sumamente
improbable. O existen otros mundos inteligentes o nosotros no deberíamos
existir.
Pero la posibilidad de que exista
inteligencia en un mundo no solo depende de la cantidad de mundos sino también
de la probabilidad de que uno de ellos pueda producir inteligencia.
Nuestro mundo es una evidencia de
que existen mundos con vida en el universo. Y nosotros somos evidencia de
que existen las civilizaciones inteligentes. Preguntar cómo se puede originar la
vida o la inteligencia en el universo es parecido a preguntar cómo se originó
la vida o la inteligencia aquí en la Tierra.
El surgimiento de una especie
inteligente a partir de un sistema genético previo, es algo que la ciencia
puede explicar. La inteligencia, la capacidad de resolver problemas que no
estaban previstos por los genes, es progresiva y universal, siempre será
ventajoso para los genes resolver estos problemas cuando la estructura
biológica lo permita.
Nuestro sistema evolutivo tiene muchos géneros inteligentes y dentro del género
homo han existido muchas especies. La
inteligencia es un punto de llegada perfectamente explicable. Por supuesto, no
conocemos todos los detalles, pero la evolución puede explicarlo.
Del mismo modo es explicable el
origen de la vida a partir de un mundo yermo. Tampoco conocemos los detalles pero todo debió empezar [5] con una macromolécula que tuviera la posibilidad de realizar o inducir copias en el sustrato existente.
Solo hay dos alternativas: o el replicador se
originó en la Tierra o llegó desde el espacio exterior (panspermia); no hay tercera opción. Pero en
cualquiera de los dos casos, la vida en la Tierra es explicable.
Si es común que un
sistema físico cambie de ser un mundo inerte a ser uno con vida y es común que un
mundo con vida evolucione hacia un mundo con una especie inteligente, entonces es
común todo el proceso que va desde un mundo inerte hasta un mundo inteligente.
No decimos que es más o menos probable, solo decimos que es común para la
ciencia, que no es especial. Claro, lo que podría ser especial es nuestro
planeta. Pero esto es muy difícil de probar, porque el universo parece poner
las mismas cosas en las mismas proporciones en los mismos lados una y otra vez,
y hacia donde miremos vemos lo mismo ¿Por qué sería especial nuestro
mundo? ¿Por qué sería distinto a los demás?
Algunas teorías afirman que la Tierra
es tan especial que solo existe vida en nuestro mundo entre los 1023
planetas del universo observable. Nosotros creemos que la probabilidad de que
estas teorías sean correctas es aproximadamente 10-23.
Hay un hecho más que hemos pasado por
alto cuando hablamos de la existencia de civilizaciones inteligentes en el
espacio: No tenemos evidencias aparentes. A donde quiera que miremos, nos encontramos
con la más absoluta muerte espacial. No hemos encontrado marcadores de vida ni
mucho menos de tecnología en ningún lejano sitio al que hemos dirigido nuestros
telescopios ni pudimos ver vida por aquí con nuestras sondas. Ninguna
civilización se ha conectado abiertamente con nosotros en la actualidad y no
hemos visto ninguna nave de la que hayan quedado registros evidentes.
La falta de pruebas es entonces una
evidencia más, y en torno a ella se han aglutinado muchas ideas y muchos
especialistas. Es común referirnos a esto como El Gran Silencio, pero la idea
ha tenido un inicio histórico claramente reconocido en 1950: la paradoja de Fermi.
Nos interesa resumir las evidencias en torno a la pregunta ¿hay más
inteligencia en la Vía Láctea? del siguiente modo:
1. Nuestro planeta está habitado por
una especie inteligente.
2. Existen aproximadamente 200.000
millones de planetas en la Vía Láctea.
3. No hemos reconocido evidencias de
que exista otra especie inteligente en la galaxia.
El segundo punto no describe
exactamente una evidencia sino un supuesto fuertemente basado en evidencia. Actualmente
tenemos pruebas de que existen casi 5.000 planetas girando en torno a otras
estrellas y una estimación de entre 200.000 y 400.000 millones de estrellas en
nuestra galaxia; tenemos una teoría que dice que en torno a las estrellas
suelen haber planetas y una buena estimación que nos dice que cada estrella
tiene en promedio un planeta.
La tarea es responder a la pregunta
sobre la inteligencia en el cosmos, de modo que nuestra respuesta sea razonable
y satisfaga las 3 evidencias.
Esta es la situación hasta aquí. O
bien las posibilidades de que existan civilizaciones inteligentes en nuestra
galaxia son muchas, o bien la probabilidad de que un mundo genere vida
inteligente es virtualmente nula. En el primer caso debemos explicar por qué no
la vemos claramente. En el segundo caso, debemos explicar por qué existimos nosotros si nuestra probabilidad de existir es
virtualmente nula.
_________________
[1] https://www.ipcc.ch/
[2] https://arxiv.org/abs/1607.03909
[3] https://www.nature.com/articles/nature10684
[4] https://www.nature.com/articles/378355a0
[5]https://evolution.berkeley.edu/evolibrary/article/0_0_0/origsoflife_04_sp
[2] https://arxiv.org/abs/1607.03909
[3] https://www.nature.com/articles/nature10684
[4] https://www.nature.com/articles/378355a0
[5]https://evolution.berkeley.edu/evolibrary/article/0_0_0/origsoflife_04_sp
1.1 La Pregunta Extraterrestre por Cristian J. Caravello se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.