La galaxia intervenida



Resumen

Los estudios que estiman la cantidad de civilizaciones en nuestra galaxia suponen que la evolución de unas no depende de la intervención de otras. Esto es probablemente falso. Nosotros mismos ya estamos explorando nuestro sistema solar con la idea de establecer colonias autónomas que, en un futuro, puedan ser nuevas civilizaciones.

La capacidad de una civilización de intervenir en la formación de otra igualmente interventora es netamente tecnológica, y sus consecuencias podrían ser mayúsculas, tanto en el número como en la organización de la tecnología en el espacio.

Es posible que la capacidad interventora no sea potestad de civilizaciones independientes sino de una estructura tecnológica mayor formada por ellas.

La propia Tierra podría haber sido intervenida. Los relatos bíblicos son consistentes con la idea de que una entidad inteligente no humana proveniente del cielo intervino en la cultura humana. La capacidad de la intervención de decidir a voluntad cuando dejarse ver y cuando no, es tecnológica. 


1. Las civilizaciones interventoras

Longevidad

A las velocidades actuales, tardaríamos 70.000 años en llegar al exoplaneta más cercano, Próxima Centauri B, orbitando Próxima Centauri en el sistema Alpha Centauri. La capacidad de intervenir en la evolución de otros mundos no puede ser un atributo de los hombres ni de ningún actor inteligente que viva tan poco tiempo. El actor inteligente debe ser una civilización longeva.

Para existir durante mucho tiempo, es necesario que las civilizaciones sepan coexistir con una tecnología potencialmente autodestructiva, y lograrlo implica que sus especies tecnológicas prioricen la supervivencia y el bienestar de la civilización sobre los intereses individuales, esto es, que sean altruistas. Aquellas que lo consiguen son longevas, continúan su desarrollo y pueden establecer colonias autónomas, superando incluso la edad de sus mundos de origen. Solo las civilizaciones tecnológicas estables  tendrán el tiempo suficiente para intervenir en la formación de otras.

Nuestra civilización ya está explorando mundos que puedan soportar una colonia. Dentro del sistema solar, Marte, Ceres o Europa parecen candidatos adecuados; y fuera de él, ya se están explorando exoplanetas habitables [1]. Si la humanidad se torna estable y su desarrollo continúa, no hay objeciones tecnológicas para que construya una colonia autónoma y luego, otra civilización igualmente interventora, capaz de crear nuevas colonias o aun cultivar especies tecnológicas nuevas. Pero las civilizaciones tecnológicas podrían existir desde hace miles de millones de años. Es muy probable que seamos unos recién llegados dentro de una fenomenología tecnológica preexistente.

El proceso evolutivo necesario para alcanzar una especie tecnológica longeva probablemente dependa de superar una serie de puntos críticos con baja probabilidad de éxito. No existe un consenso claro sobre cuáles son estos puntos, pero algunos de ellos podrían ser: la aparición de la vida, la agregación y la diferenciación celular, el surgimiento de la inteligencia y de una especie que pueda convivir indefinidamente con una tecnología poderosa. Una civilización interventora es aquella que opera en otra para aumentar las probabilidades de que atraviese esos puntos críticos.

El intervencionismo es muy probable

La dinámica de las civilizaciones que intervienen para crear otras igualmente interventoras es similar a la de los replicadores biológicos, donde unos se replican en otros igualmente replicadores.

Si colocamos sobre la mesa dos civilizaciones con un nivel tecnológico similar, una con tendencia intervencionista y otra sin ella; luego "encendemos" el universo y nos marchamos durante mil millones de años; entonces a nuestro regreso solo encontraremos civilizaciones con propensión a la intervención. Una simple selección natural habría actuado en este escenario: las civilizaciones con tendencia intervencionista se habrían reproducido, mientras que las que no la tenían no lo habrían hecho. Además, todos los mundos que evolucionaban sin la intervención de otra civilización habrían sido finalmente intervenidos.

Intervenir o no intervenir no es una elección entre dos alternativas igualmente probables. Si dejamos rodar al universo, las civilizaciones interventoras serán rápidamente mayoría. Si la selección no es natural sino inteligente, el sesgo es aún más intenso: las civilizaciones sabrán ahora que la opción interventora es mucho más exitosa. Por esta razón sostenemos que todas las civilizaciones con tecnología desarrollada deben ser interventoras. 


2. Capacidad tecnológica para la intervención

Para intervenir, una civilización debe tener tecnología necesaria para desarrollar algunas o todas las siguientes actividades:

  1. Adecuar un mundo inerte
  2. Sembrar vida
  3. Dirigir la evolución celular
  4. Dirigir la formación multicelular
  5. Obtener especies inteligentes, culturales y tecnológicas
  6. Cultivar especies tecnológicas sustentables y civilizaciones nuevamente interventoras.

1. Adecuar un mundo inerte 

Para configurar químicamente la superficie de un planeta inerte de manera que admita la posterior siembra de vida, una civilización interventora podría seleccionar asteroides adecuados y hacerlos colisionar contra él o bien desviarlos deliberadamente si ese fuera el objetivo. Esta operatoria podría durar millones de años. 

Naturalmente, antes de adaptar un mundo, la civilización interventora debe determinar la factibilidad y utilidad de hacerlo. Si su órbita no está en la zona habitable o si su estrella anfitriona lo devorará indefectiblemente dentro de un millón de años, entonces no tendrá tiempo para construir allí una biosfera estable ni mucho menos una especie tecnológica.

Un mundo adaptable podría ser útil para distintas cosas, desde la evolución completa de una especie tecnológica sustentable, si durara miles de millones de años,  hasta la instalación de una colonia para alguna especie que haya evolucionado en otro sitio, si durara solo unos millones de años.

No existen evidencias de que la Tierra fuera deliberadamente adaptada por otra tecnología para la posterior siembra de vida.  Solo podemos analizar la composición de la superficie de nuestro planeta y compararla con la de otros planetas del sistema solar para verificar si las diferencias son naturalmente explicables o si parecen inoculadas deliberadamente para sembrar vida.

2. Sembrar vida

Si un mundo tiene la química y la física adecuadas, una civilización interventora podría sembrar vida en su superficie. La siembra de vida por parte de artefactos exógenos no solo es posible sino que es difícil de evitar. 

Las misiones de la Tierra a Marte y otros sitios, exigen que se efectúe una profunda desinfección de los artefactos a enviar para no inocular organismos vivos en otros mundos.

En la Tierra, la vida surgió con relativa rapidez apenas se dieron las condiciones adecuadas. Esto podría deberse a que la vida aparece en un período de tiempo relativamente corto una vez que las condiciones lo permiten; o bien, que a pesar de su baja probabilidad, la vida se originó casualmente tan pronto como se dieron las condiciones; o bien, debido a la presencia de moléculas orgánicas prebióticas en el espacio interestelar que florecen en planetas con las condiciones adecuadas. Sin embargo, la brevedad del tiempo entre la formación de las condiciones adecuadas y la aparición de la vida permite también sostener la hipótesis de que la vida ha sido deliberadamente sembrada por otra especie inteligente. [Panspermia dirigida].

3. Dirigir la evolución celular

Una vez que aparece la vida en un mundo, prosigue la evolución de los organismos rodeados por una membrana$^1$. La evolución unicelular puede modificar la composición química de la atmósfera y reconfigurar el sistema climático por completo [2]. También diversifica y mejora la constitución de los organismos unicelulares y crea ecosistemas interrelacionados capaces de regenerarse si un evento (como el impacto de un asteroide) provocara la esterilización provisoria de un sector de la superficie.

Una práctica avanzada de bioingeniería sobre un mundo, podría modificar las cadenas de replicadores con estos fines, previendo que las  modificaciones permanecerán mucho tiempo replicándose de generación en generación y tratando de adaptarse a las condiciones de ese mundo en particular.

Si nuestro mundo hubiera sido intervenido por una estructura tecnológica mediante prácticas de bioingeniería, podrían haber quedado huellas en el ADN de algunas especies. En la actualidad no hay búsqueda y pese a que existen casos que podrían responder a esta hipótesis,  toda mención racional a esta posibilidad  se confunde con una postura teológica que afirma la existencia de Dios. 

4. Dirigir la evolución multicelular

Una biotecnología desarrollada podría inducir y dirigir el proceso de agregación y diferenciación celular hasta llegar a los organismos multicelulares. También podría actuar sobre los organismos multicelulares obtenidos.

Si nuestro mundo hubiera sido intervenido de esta forma, veríamos saltos evolutivos sobre un sustrato de evolución muy lenta. Eso es exactamente lo que encontraron Stephen Jay Gould y Niles Eldredge cuando formularon en 1972 su teoría del "Equilibrio Puntuado" [3]. La teoría sostiene que las especies se mantienen con nulos o mínimos cambios durante largos períodos de tiempo, para sufrir en determinados momentos una "explosión evolutiva" durante la que se producen grandes cambios en cortos periodos de tiempo. Las explosiones son tan rápidas que la evidencia no registra las transiciones.

No hay forma de determinar si el equilibrio puntuado es consecuencia de intervenciones de bioingeniería en el pasado o un simple fenómeno natural. La ciencia debe suponer que se trata de un fenómeno natural. Solo notamos que la descripción admitiría el intervencionismo que planteamos.  

5. Obtener especies inteligentes, culturales y tecnológicas

Una especie es inteligente cuando puede aprender de la experiencia; es cultural si los individuos pueden imitar a otros y es tecnológica si pueden modificar objetos o sistemas naturales para resolver problemas. 

Las tres características pueden introducirse o modificarse en una especie por bioingeniería, aunque siempre es necesario conocer de qué modo evolucionarán naturalmente para saber qué modificaciones introducir y dónde hacerlo. 

No sabemos si en la Tierra estas características han sido tecnológicamente inducidas o han evolucionado naturalmente. Algunos pensadores opinan que es muy improbable que  evolucionen cerebros inteligentes.

6. Cultivar especies tecnológicas sustentables

En la evolución genética, el entorno es quien decide qué mutaciones son más exitosas. En las especies con cultura, parte de ese entorno es cultural. Si un hábito perdura durante muchas generaciones, funcionará como factor de selección favoreciendo las mutaciones que más se reproduzcan en ese entorno cultural. El hábito de dar a los niños la leche de las vacas, mantenido durante miles de años, produjo la tolerancia a la lactosa, una característica escrita en el ADN [4]

Decimos que aquellas modificaciones genéticas que resultan de la acumulación de mutaciones favorables a un entorno cultural persistente, se construyen por coevolución genético-cultural. Una civilización tecnológica interventora podría manejar la técnica de inyectar replicadores culturales prediseñados a fin de fomentar la construcción de ciertas características genéticas por coevolución genético-cultural.

La coevolución genético-cultural dirigida por un previo diseño, es perfectamente posible. Solo requiere que quien la dirige viva el tiempo suficiente para evaluar la evolución de una especie cultural generación tras generación. Ya se podría experimentar en ese campo si los experimentadores fueran inteligentes y longevos, como la IA.

Al influir deliberadamente en la cultura de una especie tecnológica, una civilización interventora podría inscribir en su ADN una base genética que fomente el altruismo necesario para coexistir de manera sostenible con una tecnología autodestructiva, y hacerlo con la suficiente antelación para que las características requeridas evolucionen antes de que la tecnología se vuelva autodestructiva.

Cuando una civilización soporta la tecnología necesaria para hacer todas esta cosas,  adecuar un mundo, sembrar vida, aumentar la complejidad celular y multicelular, dirigir la evolución de especies con inteligencia, cultura y tecnología e inyectar replicadores culturales en esas especies para obtener una genética altruista; entonces su capacidad interventora se ha desarrollado completamente.


3. Impacto de la capacidad interventora

Si consideramos que las civilizaciones tecnológicas pueden intervenir en la formación de otras, la cantidad total de estas civilizaciones en la Vía Láctea sería mucho mayor a lo que resultaría si se omitiera este factor.

La propia génesis de la tecnología en la galaxia debe ser rediscutida. La primera civilización interventora podría ser muy improbable, pero una vez que aparece, mejora sensiblemente las chances de que aparezca la segunda, propiciando una explosión geométrica de tecnología en la galaxia [5]

Partamos de una civilización tecnológica estable inicial. Asumamos que esta civilización tiene la capacidad de "replicarse" y crear nuevas civilizaciones tecnológicas. Con el tiempo, estas nuevas civilizaciones también podrían replicarse, generando un efecto acumulativo.

Bajo este escenario, la cantidad total de civilizaciones tecnológicas estables en la Vía Láctea luego de un tiempo $T$ se puede expresar mediante la siguiente ecuación:

$$CiTE_{T}=2^{\frac{T}{\lambda}}$$

donde $CiTE$ es la cantidad de civilizaciones tecnológicas estables y $\lambda$ es el tiempo promedio que demora en completarse una intervención.

Por ejemplo, si la tecnología existiera en la galaxia hace $6.000$ millones de años y las civilizaciones se replicaran cada $1000$ millones de años, a partir de la primera civilización pionera, entonces se producirían $2^{6}=64$ civilizaciones. Si se replicaran cada $100$ millones de años, se producirían $2^{60}$ civilizaciones lo que nos da más civilizaciones que mundos disponibles.

En realidad, el tiempo $\lambda$ que puede demorar una civilización interventora en crear otra igualmente interventora, depende del estado inicial del mundo a intervenir. Si ese mundo ya cuenta con un género proto-tecnológico, como el homo, la civilización interventora podría demorar un millón de años en cultivar otra civilización interventora a partir de ese linaje. Si, en cambio, aún no ha desarrollado vida, crear una especie tecnológica y una nueva civilización podría demorar miles de millones de años.

Suponiendo que la evolución de la Tierra es típica, la siguiente tabla nos orienta respecto al tiempo que demora una civilización interventora en construir otra desde un estado inicial predeterminado.

Ma: millón de años

Estado inicial del mundo intervenido Tiempo estimado para la obtención de otro interventor
Especie proto tecnológica 
(Ej.: el homo erectus)
1 Ma
Especies inteligentes (Ej.: los mamíferos) 100 Ma
organismos multicelulares (Ej.: las algas) 1.200 Ma
Organismos celulares (Ej.: las bacterias) 3.600 Ma
Mundo adaptado sin vida  4.000 Ma
Mundo no adaptado 4.500 Ma

-Tabla 1-

Al indicar el estado inicial del mundo intervenido nos referimos al tipo de estructura más compleja alcanzada hasta ese momento.

Imaginemos una historia: Hace, tal vez, 5.000 o 6.000 millones de años, por primera vez en la galaxia, una civilización aprende a convivir con una tecnología autodestructiva sin poner en peligro su propia existencia. Continúa desarrollando tecnología y logra mitigar rápidamente cualquier riesgo de extinción. Una vez que la tecnología le permite establecer colonias autónomas, ya no hay desastres capaces de erradicarla, ni siquiera la pérdida de su mundo de origen.

Pero el plan de establecer colonias es necesariamente exploratorio y en esa exploración, la primera civilización se encuentra con mundos con vida, mundos con organismos multicelulares y, tal vez, mundos con organismos inteligentes. ¿Qué hace en cada caso?

Según la teoría del Gran Filtro [8], la civilización pionera sería la sobreviviente de un puñado civilizaciones que ha desarrollado una tecnología peligrosa y se ha autodestruido. Esta sobreviviente aprendió a convivir con su tecnología; pero también aprendió que todas las especies tecnológicas deberán atravesar el mismo trance y que la receta para superarlo es también la misma, desarrollar cierto altruismo para convivir con una tecnología autodestructiva sin que los individuos se agredan entre sí. 

La civilización pionera es la primera en atravesar el filtro, pero también es la primera en conocer la receta. Si realmente es un caso exitoso frente a muchos fracasos en ciernes ¿Por que no transmitir la receta y evitar fracasos? ¿Qué daño podría hacerle una segunda civilización altruista que, además, será su hija cultural? ¿Cuánto puede tardar la civilización pionera en descubrir que las civilizaciones interventoras serán positivamente seleccionadas? La voluntad interventora nace con la capacidad tecnológica de intervenir. 

Supongamos que cuando nace la primera civilización interventora, hay 9 mundos dispersos en la galaxia que ya cuentan con especies proto tecnológicas y que, con una intervención adecuada, se transformarán en nuevas civilizaciones interventoras en el siguiente millón de años (tabla 1). Pero también supongamos que la civilización pionera demora 100 millones de años en recorrer la galaxia e intervenir sobre ellas (u otras). En ese caso, en 100 millones de años habrá 10 civilizaciones interventoras, la pionera y las otras nueve. Si cada una de ellas interviniera ahora en otras nueve al cabo de los siguientes 100 millones de años, tendríamos 100 civilizaciones interventoras al cabo de 200 millones de años. Siguiendo el mismo cálculo, tendríamos 1.000 en 300  Ma y 10.000 en 400 Ma. Como la tecnología puede existir en nuestra galaxia desde hace miles de millones de años, solo interviniendo en mundos con especies proto tecnológicas, habría una explosión de tecnología en la galaxia. Naturalmente, la explosión se frenaría cuando los mundos con especies proto tecnológicas comiencen a escasear.

Pero las civilizaciones tecnológicas también pueden intervenir sobre mundos evolutivamente anteriores a las especies proto tecnológicas; por ejemplo, en especies inteligentes no tecnológicas, como los mamíferos. Según la tabla 1, la intervención tardaría unos 100 millones de años en transformar la inteligencia de un mamífero en la capacidad proto-tecnológica de  un homo, y transformar luego a la especie proto tecnológica en una nueva civilización interventora. Si la civilización inicial se topara con 9 mundos con especies inteligentes, en 100 millones de años tendríamos 10 civilizaciones interventoras: la pionera y las 9 intervenidas. 

El cálculo del número de civilizaciones tecnológicas debe contemplar muchos casos y nada impide que una civilización intervenga a la vez varios mundos que se encuentren en diferentes estados iniciales. 


4. El organismo interventor

Cuando una civilización tecnológica estable interviene en la formación de otra, ambas quedan relacionadas entre sí, como un padre está relacionado con su hijo. Si las civilizaciones interventoras no mueren después de la intervención, entonces todo el linaje coexiste y todas se conocen entre sí. Como la tecnología puede existir hace miles de millones de años y la galaxia se puede recorrer en solo 100 millones de años, es altamente probable que cada civilización ya conozca la existencia de las otras.

Si hubo una historia de la tecnología en la Vía Láctea, donde un conjunto de civilizaciones pioneras intervino en la formación de otras, entonces ya todas tuvieron tiempo de relacionarse entre sí y conformar una estructura mayor. Una de las consecuencias del intervencionismo es, entonces, la existencia de una estructura tecnológica, al menos galáctica. 

La diferencia entre un conjunto de civilizaciones tecnológicas aisladas y una estructura formada por civilizaciones tecnológicas es la misma que existe entre un conjunto de células aisladas y un organismo multicelular. Una estructura compuesta por civilizaciones tecnológicas implica una organización interconectada y coordinada, con sistemas de comunicación, intercambio de conocimientos y recursos, y posiblemente algún tipo de gobernanza compartida, acuerdos mutuos o protocolos de actuación.

Uno de los aspectos que puede estar bajo el control de la estructura en vez de estar en manos de civilizaciones aisladas es, justamente, la intervención. En ese caso, el agregado de civilizaciones sería el único interventor. Las consecuencias de esto son insospechadas. La experiencia adquirida en todas intervenciones anteriores se incorporarían en un proceso único de mejora que optimizaría la capacidad de intervención. El objetivo de la misma ya no sería simplemente obtener una nueva civilización interventora sino incorporarla al organismo  preexistente.


4. Intervención en la Tierra

Si la Tierra hubiera sido intervenida desde el principio, necesitaríamos que una estructura tecnológica pudiera actuar durante 4000 millones de años. Esto es matemáticamente posible porque la tecnología puede existir en la Vía Láctea desde hace 6000 millones de años y es posible conquistar la galaxia durante los primeros 100 millones de años. 

Es imposible verificar si la Tierra fue intervenida durante las etapas de adecuación del mundo, siembra de vida, control de la evolución celular y multicelular, generación de inteligencia, cultura y tecnología. Pero hay elementos inquietantes respecto a la posibilidad de que una estructura tecnológica exterior haya intervenido en nuestro desarrollo cultural durante los últimos milenios.

Una intervención cultural en la Tierra habría dejado huellas culturales muy parecidas a las que encontramos, al menos, en las religiones de vertiente judeocristiana: Relatos antiguos sobre una entidad inteligente no humana proveniente del cielo que inyectó cultura en nuestra especie para promover comportamientos altruistas que nos permitieran atravesar un futuro apocalíptico en que la Tierra se gastaría [Is 51:6] y se contaminaría [Is 24:5], y constituir una civilización que perdurara por un "tiempo indefinido" y se integrara a un "reino" que está en el cielo. Una intensa inyección de cultura tendiente a transmitirse de generación en generación y modelar una coevolución genético cultural que permitiera desarrollar en nuestra especie una genética para comportamientos altruistas. [6] [7]


6. ¿Por qué no vemos nada?

Nosotros no solo sostenemos que existe tecnología extraterrestre, sugerimos además que está en operaciones un gigantesco y antiguo programa de intervención en la Tierra con el propósito de cultivar capacidades en nuestra especie. Y es muy distinto intervenir en la cultura de una generación que hacerlo en la genética de una especie, esto es, en una sucesión de 100 o 200 generaciones.

Para enseñarle a nuestros alumnos a resolver logaritmos, solemos enfrentarlos a ejercicios de logaritmos. No nos interesa la solución sino que el alumno desarrolle la capacidad de resolver el ejercicio. 

Si la cultura humana está siendo intervenida por una estructura tecnológica exógena para lograr en nuestra especie una genética que nos permita  convivir con una tecnología autodestructiva ¿Cuál sería el objetivo de una presentación abierta? Ayudaría a construir esa genética o entorpecería el proceso? 

Imaginemos que hace 2.000 o 3.000 años unas naves se aparecen y sus tripulantes le dicen a unos pastores que ellos proceden de una estructura tecnológica muy poderosa que existe en el cielo y que están interviniendo en la evolución de los hombres. No solo sería difícil  explicar algunos pormenores ingratos de la intervención (como extirpar un linaje entero para podar una mutación inconveniente) en el mismo trámite en el que se está cultivando una genética altruista;  sino que también sería complejo explicar de dónde proceden, qué es una estrella, qué es un mundo, qué es una civilización, qué es un agregado de civilizaciones, qué están haciendo con la especie humana y para qué.

Si los actores de la intervención pueden elegir entre ser vistos y no serlo, deben elegir no ser vistos porque el impacto cultural de una presentación abierta sería contraproducente.

La capacidad de estar y no ser visto es tecnológica, se llama "sigilo", o "camuflaje" y está siendo desarrollada por nosotros mismos, especialmente en organismos militares que mantienen sus hallazgos clasificados. Debemos suponer entonces que una intervención tecnológica muy avanzada puede valerse de esa tecnología para decidir a voluntad si dejarse ver o no dejarse ver.

Hay muchas otras razones por las cuales no vemos nada, pero si estamos siendo objeto de una intervención cultural, no vemos nada porque los actores de la intervención así lo han decidido. Y es una decisión cuya racionalidad podemos argumentar.


7. Conclusiones

Solo las civilizaciones tecnológicas estables duran lo suficiente como para intervenir en la evolución de otros mundos, y para ser estables, las especies tecnológicas deben ser altruistas.

La capacidad de intervenir es tecnológica. El resultado de una intervención es una nueva civilización interventora. Las civilizaciones interventoras se replican como los organismos vivos.

Todas las civilizaciones tecnológicas estables son interventoras.

El intervencionismo representa un marcado incremento en el número de civilizaciones tecnológicas que estimamos en la galaxia.

La replicación a partir de una civilización pionera prefigura una historia para la tecnología en la galaxia, del mismo modo como un replicador biológico ancestral funda el árbol evolutivo de la vida en la Tierra.

Debido a la longevidad de la tecnología en la galaxia, ya puede existir una estructura interventora formada por muchas civilizaciones tecnológicas estables.

Algunos relatos antiguos son consistentes con la idea de que la humanidad está siendo objeto de una intervención cultural. Según esto, si no vemos evidencias de la intervención es porque uno de los cuidados que debe tener es evitar el impacto cultural que produciría.



Nota 1: También podrían surgir en primer lugar vesículas de lípidos que funcionen como membranas dentro de las cuales evolucionen luego los replicadores. (volver)  



Referencias:

[1] https://exoplanet.eu/catalog/  (consultado el 6/4/24)

[2] Lovelock, James. (1979). Una nueva visión de la vida sobre la Tierra. Ediciones Orbis S.A. (1985)
Consutado el 2/4/2024: http://mateandoconlaciencia.zonalibre.org/gaia.pdf

[3] Eldredge, Niles and S. J. Gould (1972). Punctuated equilibria: an alternative to phyletic gradualism. T.J.M. Schopf, ed., Models in Paleobiology. San Francisco: Freeman Cooper. pp. 82-115. 

[4] Itán, Yuval; Powell, Adam; Beaumont, Mark A.; Burger,  Joaquin; Thomas, Marcos. (2009). The origins of lactase persistence in Europe 
https://doi.org/10.1371/journal.pcbi.1000491  (
Consultado el 2/4/2024)

[5] Caravello, C. (2022). Intervencionismo inteligente.
https://civilizacionestecnologicasestables.blogspot.com/p/intervencionismo-inteligente.html

[6] Caravello, C. (2021).  9.2 Intervenciones en la cultura. El Cristianismo. 
https://civilizacionestecnologicasestables.blogspot.com/2021/07/92-intervenciones-en-la-cultura-el.html  (consultado el 7/4/2024)

[7] Caravello, C. (2021). 9.3 Intervenciones en la cultura. Un plan de siete etapas. 
https://civilizacionestecnologicasestables.blogspot.com/2021/08/93-intervenciones-en-la-cultura-el.html  (consultado el 7/4/2024)

[8] Hanson, Robin. (1998), El Gran Filtro: ¿Ya casi lo hemos pasado?.  https://sociologiacritica.es/2020/05/24/exobiologia-el-gran-filtro-robin-hanson/  (Consultado el 2/4/2024)

La galaxia intervenida tiene licencia CC BY-SA 4.0.© 1 por C 

No hay comentarios:

Publicar un comentario